Llevo un tiempo haciendo hincapié en que el pueblo americano es el más generoso del mundo. Ahora bien, me llevé una sorpresa cuando supe que los pobres, en términos proporcionales, son más generosos a la hora de hacer donaciones que los ricos. Así que no hace mucho, durante la emisión del programa especial de televisión Cheap in América, afectuosamente hice pasar un mal rato a algunos multimillonarios a cuenta de lo que no donan para obras de caridad.
Ted Turner acaba de dar 1.000 millones de dólares a las Naciones Unidas, lo cual le está proporcionando publicidad a raudales. Me dijo que le gustaría donar mucho más dinero, pero que es demasiado pobre. "He repartido mucho, y perdido mucho también. Es todo lo que puedo hacer. Hago lo que puedo. Me preocupa la viabilidad de nuestra Seguridad Social. A mi avanzada edad, ya sabes, quiero asegurarme de que tendré la suficiente cantidad de dinero cuando, por fin, me jubile, es decir, cuando tenga 95 años o así".
Ted Turner todavía dispone de 2.000 millones de dólares. ¿No es suficiente? "¡No, no lo es! –respondió–. No, si tienes en cuenta la inflación. Verás, hace cuatro o cinco años tenía 10.000 millones de dólares. Perdí 8.000. Los otros 2.000 podrían esfumarse de la noche a la mañana".
Dan Duncan esgrimió una excusa diferente. Ha conseguido hacerse con 7.000 millones de dólares a base de encontrar maneras más baratas de transportar petróleo y gas natural de un lugar a otro. Dan Duncan y su mujer han donado millones de dólares a las organizaciones de caridad, pero sus contribuciones no representan sino el 2%, más o menos, de sus ingresos.
Le pregunté si, dadas las circunstancias, no era un poco agarrado; y me respondió con lo que sigue: "A veces te sale más a cuenta conservar el dinero durante más tiempo y multiplicarlo". Su esposa, Jan, añadió: "Se necesita dinero para hacer dinero y así tener más dinero para donar".
Puede que a mi audiencia eso le haya sonado a tacañería, pero el caso es que se trata de una buena razón para que los Duncan no procuren fondos a las organizaciones de caridad. Los grandes magnates, como Duncan o Turner, no hacen sino desperdiciar su talento cuando se limitan a donar dinero. Hacen mucho más por el mundo fundando empresas. Turner comenzó con 12 empleados, pero para cuando fusionó la CNN con Time Warner ya daba trabajo a 12.000.
¿Se le ocurre algo mejor para ayudar a los pobres que crear empleos, es decir, oportunidades para que la gente pueda prosperar por sí misma? Por otro lado, las empresas ayudan más a los pobres que las organizaciones de caridad cuando fabrican productos útiles en grandes cantidades y a bajo precio. Las grandes superficies como Wal Mart ayudan muchísimo a la gente con bajos ingresos. ¿Habría hecho su fundador, Sam Walton, tanto por los pobres si hubiera dado todo su dinero a las organizaciones de caridad? No lo creo.
Veamos qué le ha parecido a T. J. Rodgers, fundador de Cypress Semiconductor, que Turner haya concedido 1.000 millones de dólares a las Naciones Unidas, esa burocracia célebre por despilfarrar el dinero. "Lo que dijo es manifiestamente estúpido. Lo que debió hacer es coger su dinero e invertirlo. Y hacer que las compañías, edificios y fábricas creadas con su inversión generen empleo, bienes y riqueza. Andar regalando el dinero es, quizá, una forma de sentirse mejor uno mismo, pero, sin lugar a dudas, no es una buena manera de ayudar a la gente".
Sí, se trata de un comentario impactante, en esta época de dadivismo, pero es una buena idea. Nos deshacemos en elogios a la mayor gloria de los filántropos, pero el caso es que no puedes donar lo que no ha sido creado. Al habla el filósofo David Kelley:
¿Por qué pensamos que donar dinero es mejor que hacer dinero? Donar es mucho más fácil que fundar una empresa o una industria, pues en este último caso estás creando algo que no existía. Yo respeto a Ted Turner mucho más por haber levantado la CNN en un momento en que nadie pensaba que fuera posible algo así que por cualquier buena acción que pueda hacer como filántropo.
Yo sigo donando el 20% de mis ingresos a organizaciones de caridad porque no se me da bien lo de fundar empresas. Pero aquellos de ustedes que sean buenos en el mundo de los negocios no tienen por qué disculparse por estar creando riqueza.
NOTA: este artículo se publicó en el suplemento "Ideas" de Libertad Digital el 9 de enero de 2007.