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Amando de Miguel

El caos de la pandemia en España

Sánchez practica la táctica del caballo de Troya, al contar con la probable traición del vicepresidente madrileño, que es de Ciudadanos.

Los antiguos griegos imaginaron el origen del universo como una profundísima sima (caos) que conducía a los infiernos. A la luz de los conocimientos de la física actual, la idea no iba muy descaminada. Hoy sabemos que todos los estadios del universo conducen a un final caótico, según se degrada la materia y aumenta la entropía, esto es, el desorden y la confusión.

Por similitud, la situación actual de la pandemia china en España es algo próximo al caos. En algunos territorios se decretan medidas para que no se reúnan más de diez (o de seis, o de tres) personas. Pero, al tiempo, son muchas más las que se juntan normalmente en los transportes públicos o los centros de enseñanza, además de otras varias situaciones gregarias.

Resulta divertida la conclusión estadística que se desprende de los comentarios del famoso doctor Simón. Este es un ejemplo: ‘La media de los contagios es tal, pero unas comunidades (regiones) se hallan por encima de ese promedio; en cambio, no es menos cierto que otras se encuentran por debajo’. El hombre se muestra orgulloso de su acrisolado saber estocástico.

Por todas partes, se nos habla de que la lucha contra la epidemia se basa en “criterios científicos”. Sin embargo, la pretendida y altisonante “comisión de expertos” no aparece por ningún lado. ¿Será una comisión secreta? No creo que sea muy “científico” el hecho de que las decisiones que se toman contra la epidemia difieran de región a región, dentro de España, e incluso de país a país, en la Unión Europea. Es más, de un día para otro pueden variar, como demuestra el caso de la región madrileña. La explicación de ese último desorden es que el Gobierno de España se muestra empeñado en desplazar al PP del Gobierno de la Comunidad de Madrid. Sánchez practica la táctica del caballo de Troya, al contar con la probable traición del vicepresidente madrileño, que es de Ciudadanos. Este es un partido muy versátil, que ahora aparece como sumiso hoplita del PSOE.

En Madrid (“rompeolas de las 49 provincias españolas”) convergen unas u otras medidas de limitación de movimientos de la población. Pero, al tiempo, el aeropuerto de Barajas sigue abriendo sus gates de par en par, sin ningún control sanitario de los pasajeros. Sin embargo, el turismo extranjero sigue sin animarse.

Ya se sabe que yo hablo siempre de “epidemia china” para la que, oficialmente, se denomina de “coronavirus”, una etiqueta inexpresiva. (¡Si al menos se dijera “virus corona”!). El gentilicio que empleo no solo cuadra por el origen, sino por algo más interesante. China ha conseguido erradicar el virus, que se originó en el centro de la república, con una eficacia asombrosa. Por cierto, me comunica un amigo murciano, empresario en Shanghái, que el Gobierno chino ofreció la posibilidad de enviar equipos sanitarios a diversos países europeos. Su misión era la de aportar sus experiencias para gestionar mejor la maldita epidemia. En efecto, esa ayuda se envió (gratis, por supuesto) a distintos Estados europeos. Lo sorprendente fue que el Gobierno español rechazó esa ayuda, sin decir oxte ni moxte. Curioso ejercicio de independencia. Al parecer, la única condición que exigían los equipos sanitarios que enviaba el Gobierno chino era que, en el país de recepción, las estadísticas fueran fiables. Seguramente fue un compromiso que el Gobierno español no pudo cumplir. Aquí nos extasiamos con la cogobernanza de los Gobiernos regionales y el de la nación. Al final, la casa sin barrer.

Por cierto, lo que digo del Gobierno de la República Popular China debe de ser algo étnico, más que político, pues Taiwán (la antigua Formosa) ha sido, igualmente, eficaz en erradicar la epidemia.

En el entretanto, en España nos seguimos moviendo, respecto a la epidemia, con la vieja discusión de si son galgos o podencos. Ya digo, el caos.

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