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Los Nuestros: Manuel Llamas

Redactor jefe de Economía de Libertad Digital y Libre Mercado, es además miembro del Instituto Juan de Mariana.

Nombre:

Manuel, como mi padre y mi abuelo. Sigo la saga familiar.

Lugar y fecha de nacimiento:

Madrid, en el mes de marzo de 1979.

Vocación:

Divulgador, en general, periodista y profesor, en particular.

Profesión:

Periodista.

Aficiones:

Me encanta el cine y disfrutar del buen comer.

Tres libros imprescindibles:

La economía en una lección; El diario de Ana Frank; El mundo de ayer.

Tres películas:

El golpe; Qué bello es vivir; Pulp Fiction.

Tres canciones:

"My way"; "Raindrops keep falling on my head"; "Despacito" (entre otras cosas, porque fastidia a las feministas).

Una serie de TV:

Breaking Bad.

Un cuadro:

Las Meninas.

Un buen plato de comida:

Cocido gallego, entre otros muchos posibles candidatos de la cocina del norte de España.

Un lugar:

Barrantes (Pontevedra), mi pequeño paraíso para desconectar del mundanal ruido.

Un personaje histórico:

Carl Menger, el padre de la Escuela Austríaca de Economía.

Un acontecimiento histórico:

La caída del Muro de Berlín.

El mejor político de la actualidad. ¿Y del resto del mundo?

No hay político bueno. El menos malo es todo aquel cuyas políticas respetan y favorecen los derechos inalienables del hombre: vida, propiedad y libertad.

El peor. ¿Y del resto del mundo?

Diría que el más peligroso para la libertad y el progreso de los españoles es, hoy por hoy, Pablo Iglesias y su equipo –especialmente, Íñigo Errejón–. Si tan sólo puedo escoger uno, diría que el peor y más sanguinario tirano vivo a nivel mundial es Kim Jong-un (Corea del Norte).

Mi mejor momento profesional:

El día que empecé de verdad en este oficio -y desde entonces-. Me apasiona mi trabajo.

El peor:

Ninguno que merezca la pena ser contado.

Mi principal virtud:

Voy de frente, no tengo doble cara.

Mi peor defecto:

Voy de frente, no tengo doble cara.

Mi gran asignatura pendiente:

Acabar mi Doctorado.

¿España va a ir bien?

Dependerá, única y exclusivamente, de los españoles. En sus manos está el querer parecerse a Suiza, un país pacífico, estable y enormemente rico, o, por el contrario, imitar a Venezuela, un país que fue muy rico en el pasado y que hoy es pobre y, lo que es peor, carece de futuro. Las sociedades también se suicidan. Solo espero que éste no sea el caso de España.

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