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El Indiana Jones de la educación

Mario Silar entrevista al investigador James Tooley, gran promotor de la enseñanza privada 'low cost' en los países pobres.

James Tooley | Archivo

Hay algunas ideas muy extendidas que, a fuer de repetirse como mantras, configuran nuestro modo de ver el mundo. Según una de ellas, la educación privada es para las élites y las clases altas de la sociedad, mientras que la educación pública es necesaria para asegurar el acceso a mejores oportunidades a los que menos tienen.

¿Es esto realmente cierto? ¿Es verdad que las personas que menos tienen no podrían o no estarían dispuestas (por sus dramáticas condiciones de vida) a pagar por la educación de sus hijos? El maestro, profesor universitario e investigador James Tooley (Newcastle University, Reino Unido) lleva más de veinte años analizando un fenómeno tan maravilloso como poco conocido, el de las escuelas privadas de bajo coste (low-cost private schools) que surgen en las regiones más recónditas del planeta sin ningún tipo de ayuda gubernamental. Los estudios e investigaciones que ha llevado a cabo apuntan todos en la misma dirección: estas escuelas superan en rendimiento a las públicas... a una fracción del coste de estas últimas. Por mencionar un caso, la joven Malala Yousafzai, que sufrió el salvaje ataque del fanatismo religioso, era una alumna de estas escuelas privadas low-cost.

Algunas de estas investigaciones a contracorriente del pensamiento dominante aparecen en su libro El bello árbol. También es posible encontrar en la red una charla TED de gran interés.

El profesor Tooley posee la vitalidad del investigador apasionado, una flema típicamente inglesa y un espíritu explorador –propio de principios del siglo XX– que le ha llevado a trabajar en y recorrer los lugares más remotos del planeta. De hecho, cuando arriba a un nuevo país –sus viajes suelen ser generalmente a zonas en vías de desarrollo– ya en el aeropuerto pide al taxista que le lleve a las chabolas del lugar. Una vez allí, empieza a indagar qué sistemas de educación utilizan sus habitantes. Sus proyectos más recientes le han llevado a América Central, principalmente a México, Honduras y Guatemala.

Mario Silar (MS): Recientemente se ha publicado la traducción española de su famoso libro The Beautiful Tree, de 2009 (El bello árbol, Madrid, Unión Editorial, 2016). Cuando han pasado siete años de la edición original, ¿podría brevemente describir la recepción de sus tesis en la comunidad científica?

James Tooley (JT): La recepción de mi libro fue muy dispar. No gustó a la mayoría de los académicos expertos en desarrollo. Presumiblemente se debió a que incidía en un fenómeno que les había pasado completamente inadvertido. También a que yo apoyo el sistema de educación privada de bajo coste (low-cost private education) como una vía de progreso para los pobres, mientras que ellos consideran que solo deberían encargarse de los pobres los sistemas de educación pública o estatal. Sin embargo, el libro ha tenido muy buena acogida entre mucha gente –no específicamente académicos– que se desempeña en áreas vinculadas a los programas de desarrollo y, especialmente, en la opinión pública, en sentido amplio. Casi todas las semanas recibo algún correo electrónico de algún lugar del planeta donde alguien me agradece que haya escrito el libro y me dice que su lectura le ha inspirado. Eso es muy gratificante y hace que el ataque o rechazo por parte del mundo académico resulte irrelevante.

MS: Su libro no sigue los cánones académicos, especialmente por el registro intimista y las pinceladas de gran belleza literaria. Todo esto conforma un género literario sui generis, una especie de biografía detectivesca. ¿Tuvo una intención expresa al elaborar este tipo de narrativa o fue más bien algo inintencionado?

JT: Creo que eso fue algo intencional. Quise combinar mis experiencias autobiográficas con una discusión de nivel más académico sobre las ideas subyacentes al problema que analizo. Estoy convencido de que esta aproximación no ha sido del agrado de algunas personas. En efecto, la redacción supone un trabajo a mitad de camino entre el registro académico formal y el propio de las memorias. Sin embargo, fue la única manera en la que encontré posible escribir sobre mi trabajo. Tal vez porque, en última instancia, todo esto se ha convertido en el trabajo de mi vida, y me involucré profundamente.

MS: Aquí narra algunas situaciones incómodas con autoridades locales, como el intenso interrogatorio al que fue sometido en un sótano de un edificio gubernamental en Zimbabue en el año 2014. Pero en Hyderabad (India) ocurrió algo mucho más grave: fue privado de su libertad durante una semana. Ha plasmado la experiencia en una obra de publicación más reciente, Imprisoned in India.

JT: Sí, mi nuevo libro se publicó el pasado mes de noviembre. Estuve retenido en la India durante cuatro meses, sin mi pasaporte. Toda la experiencia fue abrumadoramente difícil, no solo para mí sino, como indico en el epílogo, para mis seres queridos. Sin embargo, quise que el subtítulo [Corruption and Wrongful Imprisonement in the World’s Largest Democracy, "corrupción y encarcelamientos arbitrarios en la mayor democracia del mundo"] diera cuenta del tan extendido drama de los abusos penitenciarios en la India. Una enorme cantidad de gente sencilla padece la ignominia de un sistema penitenciario disfuncional. Mi libro no hace más que utilizar mi experiencia personalizar para visibilizar las tremendas injusticias que padecen los ciudadanos de la India.

MS: Los resultados de sus investigaciones se han terminado imponiendo, lo cual está provocando un cambio de paradigma en la comunidad científica y entre los expertos en políticas educativas. No obstante, algunos críticos han señalado que sus tesis pueden ser operativas en países con elevados índices de pobreza pero no donde se registran elevados índices de pobreza extrema, como pueden ser los casos de Liberia, Sierra Leona o el sur de Sudán. Imagino que esto supuso un nuevo desafío para su espíritu investigador y aventurero.

JT: Sí, me tomé en serio esa crítica y dirigí una nueva investigación de campo en los tres países que usted cita. Sin embargo, para mi tranquilidad, se volvió a presentar el mismo escenario: la mayoría de los niños escolarizados en los sistemas de educación privada low-cost superaban en rendimiento a los de las escuelas públicas estatales, y [las escuelas privadas low-cost] eran económicamente accesibles a las familias ubicadas en la línea de pobreza. He escrito una monografía sobre esta investigación: Education, War and Peace("educación, guerra y paz"). [Algunos de los resultados se pueden encontrar aquí y aquí].

MS: Luego de tantos años y de tener tanta experiencia con agentes gubernamentales de países en vías de desarrollo, ¿cuál cree que sería el espacio que debería ocupar el sector estatal en la educación de los más pobres?

JT: Puede sonar algo radical, pero tengo la convicción, luego de tantos años de estudio, y de haber estado en tantos sitios , de que los Gobiernos deberían liberalizar (desregular) la educación. De este modo podrían florecer todo tipo de sistemas de provisión educativa, incluyendo los de enseñanza privada low-cost.

MS: En su obra aparece frecuentemente el problema de la corrupción como un factor muy dañino a la hora de lograr una relación más fluida entre el sector estatal y las iniciativas educativas privadas. ¿Cree que hay alguna manera de disminuir esta variable, o se trata de algo casi inherente a los incentivos con que actúan los funcionarios públicos?

JT: He intentado explorar algunas de las razones que permiten comprender la corrupción en Imprisoned in India. Recomiendo su lectura para abordar un tema tan denso y complejo.

MS: Al leer las páginas de su libro se percibe su respeto e incluso admiración por muchos de los modus vivendi que ha encontrado en África, la India y China. ¿Podría comentar cómo ha influido en su concepción del ser humano la riquísima experiencia cultural que ha podido acumular durante todos estos años?

JT: Me siento muy afortunado de haber podido rastrear, a través de mis viajes, el espíritu emprendedor que anida en los seres humanos. Me parece extraordinario el modo como los pobres han podido crear oportunidades de mejora educativas sin ninguna asistencia de las administraciones o de las agencias internacionales. Mi asombro y admiración por la humanidad se han ido incrementando a lo largo de todos estos años.

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