La necesidad de creer
'Paganos', de Porta Perales, es un libro ideal para estimular en nuestro tiempo el pensamiento crítico de creyentes y no creyentes.
Al lector de los ensayos de Miquel Porta Perales siempre le asombra -agradablemente- su prodigiosa capacidad para transmitir sus conocimientos enciclopédicos sobre los más diversos temas con un estilo didáctico, ameno y al mismo tiempo condimentado por el humor cáustico. No terminamos de ilustrarnos con el retrato del Totalismo (ED Libros) que nos despersonaliza, cuando nos sorprende con la noticia de que somos Paganos. Crédulos, fanáticos, farsantes y vanidosos (ED Libros), como lo corrobora la enumeración y la disección muy documentadas de los dioses menores que tomamos como modelos.
El meollo del libro enseña que los seres humanos creen. Creen por imperativos sociales y culturales y también, como explica el autor con un aporte impresionante de datos científicos, porque la necesidad de creer está impresa en nuestro cerebro. Creen en Dios los monoteístas, en dioses los politeístas y paganos, y en sustitutos diversos casi todos los seres humanos, incluidos los agnósticos y ateos, que también tienen un ersatz de religión, aunque no lo admitan. Es precisamente a este último grupo, compuesto por casi todos los seres humanos, al que el autor asigna la categoría de modernos paganos, y la suma de sus peculiaridades demuestra -¡oh sorpresa!- que vivimos en una sociedad gobernada por idolatrías que equivalen a aquellos dioses eclipsados. "La tortuga terrestre" es el alter ego del autor que desmenuza estas equivalencias de trecho en trecho.
La revancha de la clandestinidad
Porta Perales se interna en los vericuetos del paganismo antiguo y en su intercambio de influencias con el cristianismo primitivo, hasta que este fue institucionalizado y condenó a su rival a una clandestinidad de la que ahora se toma la revancha bajo nuevas apariencias. Y es a partir de aquí que el autor exhibe sin evasiones su talento crítico.
"¿Y ahora en qué creemos?", se pregunta. Y responde:
Como el dinosaurio de Augusto Monterroso, el paganismo o lo pagano está ahí. Sigue ahí. Renace como paganismo banal laico. Un paganismo que marca la vida cotidiana de una parte importante de la ciudadanía, que aparece por todas partes y en cualquier circunstancia. Que se adapta al espacio privado y público. Un paganismo rutinario, familiar, difuso, omnipresente y versátil que orienta la conducta del ciudadano y tiene respuesta para todo y para todos.
(…)
¿Nuestro paganismo contemporáneo? Una manera de aprehender el mundo, así como un determinado sistema de creencias y valores. Y deseos, ilusiones y esperanzas. También un código de conducta. El paganismo secularizado y laico no rechaza la espiritualidad, ni la experiencia de lo sagrado, sino que elige una espiritualidad y una experiencia de lo sagrado distintas.
Objetos de culto
Porta Perales inicia "un recorrido por algunas de las deidades mundanas del paganismo banal contemporáneo", entre las que se encuentran valores consagrados, trampantojos ideológicos y modas pasajeras. Otra sorpresa para el lector. Va a descubrir que estas deidades son las que gobiernan parcelas de su vida, o su vida íntegra si así lo disponen sus creencias.
A cada objeto de culto -y son más de los que imaginamos los profanos- dedica el autor un análisis teórico y práctico y un sabroso comentario de "La Tortuga Terrestre".
He aquí la lista:
El Hombre busca amar y honrar a la Madre Naturaleza. De ahí, el culto a la Naturaleza.
El Hombre busca la compañía del Hermano Lobo. De ahí, el culto a los Animales.
El Hombre busca que su cuerpo se asemeje al de los dioses bellos. De ahí, el culto a la Imagen.
El Hombre busca una Iglesia que imparta doctrina y leyes. De ahí, el culto a la Sociedad.
El Hombre busca Mitos que reflejen su imagen. De ahí, el culto a los Ídolos (ejemplos: Justin Bieber, Leo Messi, Belén Esteban, Hugo Chávez, Diego Armando Maradona).
El Hombre busca la imagen de la comunidad de los creyentes en un solo Ser. De ahí, el culto al Pueblo.
El Hombre busca un Hogar donde vivir con los suyos. De ahí, el culto a la Nación. Pero ¿qué es una nación?
El Hombre busca que le protejan de los malos que acechan. De ahí, el culto al Estado.
El Hombre busca que alguien le señale el recto camino. De ahí, el culto a ka Democracia. Pero qué democracia venera el paganismo banal?
El Hombre busca el horizonte de una vida nueva, De ahí, el culto a la Utopía.
El Hombre busca relacionarse con la trascendencia. De ahí, el culto a la Meditación.
El Hombre busca quien le ilumine. De ahí, el culto a la Virtud.
El Hombre busca el placer de los dioses. De ahí, el culto al Sexo.
El Hombre aspira a la aceleración máxima. De ahí, el culto a la Velocidad.
El Hombre busca la experiencia sensorial en la cocina. De ahí, el culto a la Gastronomía.
El Hombre busca milagros. De ahí, el culto a la Magia.
El Hombre busca la fortuna. De ahí, el culto al Azar.
El Hombre busca el espectáculo. De ahí, el culto a lo Frívolo.
El Hombre busca un templo en donde expresar reproches y manifestar esperanzas. De ahí, el culto al Mercado.
El Hombre busca la omnipresencia, la omnisciencia y la omnipotencia. De ahí, el culto a Internet.
El Hombre busca ser Dios. De ahí, el culto al Yo.
El regreso de Nietzsche
La invasión de nuevas deidades que ha creado el hombre, movido por su innata necesidad de creer, obliga a reconsiderar la famosa sentencia de Friedrich Nietzsche: "Dios ha muerto". Porta Perales opina por intermedio de "La Tortuga Terrestre", que él a su vez ha creado:
Si el filósofo de la "muerte de Dios" regresara al mundo de los vivos se encontraría con una triple sorpresa: en primer lugar, constataría que el politeísmo neopagano está triunfando desde el último tercio del siglo XX; en segundo lugar, constataría que los nuevos paganos se comportan de una manera parecida a como lo hacían y lo hacen los fieles del Dios destronado; en tercer lugar, constataría que entre los neopaganos los hay libres, pero también gregarios que disuelven su identidad en un 'yo' uniforme de carácter colectivo. En fin, el neopaganismo de nuestro tiempo, plural como es, no sigue a un Dios mayor, sino a una serie de dioses menores que ocupan o usurpan su lugar y se comportan -se admiten matices- como Él.
Un libro ideal para estimular en nuestro tiempo el pensamiento crítico de creyentes y no creyentes. Incluso de los escépticos que podríamos figurar en la lista de paganos porque practicamos, moderadamente, el culto a la diosa Razón. Moderadamente, porque nuestro escepticismo nos enseña que esta diosa también engendra monstruos, guillotinas y gulags.
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