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El Club de los Viernes

Cáritas, un barco a la deriva

Esta institución benéfica de indudable valor y merecidísimo prestigio es a día de hoy un barco que se adentra cada vez más en las tenebrosas aguas del populismo.

Esta institución benéfica de indudable valor y merecidísimo prestigio es a día de hoy un barco que se adentra cada vez más en las tenebrosas aguas del populismo.
Cordonpress

Cáritas, institución benéfica de indudable valor y merecidísimo prestigio, es a día de hoy un barco que se adentra cada vez más en las tenebrosas aguas del populismo y lo políticamente correcto. Hace ya demasiado tiempo que Cáritas parece avergonzarse de la palabra caridad y prefiere enfocar sus esfuerzos en un nuevo objetivo: la transformación social mediante la consecución de una nueva justicia social. Justicia social entendida, al parecer y por desgracia, en clave intervencionista e igualitarista. A la actual Cáritas parece no gustarle que se le reconozca como una institución ejemplar en el apoyo a los más necesitados, base de su actividad y prestigio, sino por su activismo socializante. Activismo socializante que ya en el año 2015 se convirtió directamente en activismo político. En las elecciones generales de ese año, Cáritas elaboró un documento de propuestas políticas en el que emplazaba a las Administraciones Públicas a mantener y potenciar un mal llamado "Estado Social de Bienestar". Entre esas propuestas se incluían medidas como el establecimiento de un sistema de garantía de ingresos mínimos de ámbito estatal o que el salario mínimo interprofesional tendiese a equipararse con el salario medio, con subidas siempre por encima del incremento de la inflación.

El mismo lema de Cáritas es ahora un simple despropósito: "Cáritas: trabajando por la justicia". ¿Es acaso Cáritas una asociación de secretarios de juzgado? Este lema carece totalmente de sentido en una asociación destinada al auxilio material de los más necesitados, excepto que dicha asociación entienda la justicia no como el cumplimiento de las leyes sino como una herramienta de transformación en aras de una etérea justicia social.

De hecho, la justicia social se ha constituido en el eje central de la práctica totalidad de las campañas desarrolladas por Cáritas en los últimos años. Justicia social que aspira a conseguir mediante lo que denomina "economía solidaria". Economía solidaria cuyos cuatro pilares fundamentales son: empleo inclusivo, economía social, comercio justo y finanzas éticas. Y en este contexto, las soluciones que propone para modificar el sistema económico español, a su juicio basado en una economía antisocial, un régimen de empleo excluyente, un comercio injusto y un sistema financiero poco ético, son las viejas recetas fracasadas de la izquierda. Así, las relaciones comerciales no deberían basarse en la voluntariedad, sino en la dignidad de las personas y las relaciones éticas y equitativas. El sistema financiero no debería ser un medio para facilitar la capitalización de las sociedades con el fin de elevar su nivel de vida, sino un medio para buscar la redistribución de la riqueza y el cuidado del medioambiente, gestionando el dinero con criterios "éticos" y priorizando siempre la inversión "social y medioambiental". La economía no debería ser un medio para gestionar de la mejor forma posible los escasos recursos con los que contamos, sino un conjunto de actuaciones basadas en la "sostenibilidad, la solidaridad y la justicia social"… Como ven, toda una declaración de intenciones basada en conceptos claramente inspirados en lo que ha venido a denominarse socialismo del siglo XXI.

Síntoma evidente de la deriva populista que está tomando esta reputada institución benéfica son sus recientes estudios serios. En los últimos números de su revista de estudios sociales y sociología aplicada, Documentación social, podemos leer artículos con títulos tan indicativos de su desnortado pensamiento como "Libertad y Seguridad: relaciones imposibles en un contexto neoliberal" o "Extractivismo, derechos humanos y crisis socioambiental". Y no es esta una corriente de reciente implantación en Cáritas. En el año 2014, en esa misma revista podíamos leer otros artículos de títulos igualmente definitorios: "Poner coto a la desigualdad: nivelación por abajo y por arriba,""Sociedad y política social en el contexto neoliberal. Una lectura del modelo y de su crisis desde el Barómetro Social de España". No es de extrañar que, con esta base ideológica, recientemente se haya conocido que Cáritas ha servido de cantera para la selección de varios candidatos de la formación política neocomunista Podemos.

Pero un barco a la deriva es un barco que todavía está a flote. Un barco que todavía puede ser reconducido hacia la misión para la cual fue creado y gracias a la cual se ha configurado como un referente moral para toda la sociedad española: el auxilio caritativo de los más desfavorecidos. Lo peor que le puede suceder a Cáritas no es que coyunturalmente la gente pueda disminuir sus aportaciones voluntarias de tiempo y dinero, sino que se convierta en un mero instrumento de la hoy omnipresente propaganda socialista. Por desgracia, eso es exactamente lo que le está sucediendo.

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