¿Quién mató la neutralidad de red? Google
'Hipocresía' es demasiado suave para definir lo de estos progres.
Está la cibercosa muy agitada por que la FCC (Comisión Federal de Comunicaciones) haya propuesto dejar de regular internet bajo una norma creada en los inicios de la telefonía, hace casi ya un siglo, porque eso supone que desaparezca la neutralidad de red. ¿Y eso qué es? En principio, se trata de obligar a las compañías de telecomunicaciones a no priorizar ni bloquear el tráfico de internet, a tratar todos los bits como iguales, vengan de donde vengan y vayan a donde vayan. Como concepto, como principio, no le veo nada que objetar. Como obligación impuesta por el Estado es otra cosa.
En los debates que llevaron a que la FCC, controlada entonces por los demócratas de Obama se habló, sobre todo, de dos razones principales para apoyar que el Gobierno norteamericano se hiciera cargo de regular internet. La primera era económica. Existía el peligro de que las operadoras cobraran a sitios web especialmente importantes y con la faltriquera bien cubierta (como Google o Facebook) por llegar a sus usuarios; un riesgo que no se ha materializado porque nadie querría un internet sin los servicios de estas empresas y las operadoras lo saben. O que tuviéramos una internet de dos velocidades por que una operadora decidiera ralentizar a empresas que compitieran directamente con ella en lo referido a la televisión, como pudiera ser Netflix, HBO o Prime Video. Algo que, si sucede, lo normal es que provoque un cambio de proveedor por parte del cliente.
No es ya la clásica hemiplejía moral que lleva a censurar todo contenido de odio considerado de extrema derecha mientras se permite, cuando no se promueve, el odio de extrema izquierda. Es que las mismas empresas que durante años han hecho presión para que los Gobiernos prohíban a las operadoras elegir qué permiten y qué no permiten en sus redes están usando su posición dominante en internet para hacerlo ellas ¡en todo el mundo!
La segunda se refería a la libertad de expresión. ¿Qué pasa si a la telefónica de turno le da por bloquear sitios web con opiniones políticas con las que discrepa? Sin legislación específica que lo impida, ¿por qué no hacerlo? La razón es evidente: no ganan nada haciéndolo y pueden perder clientes. Pero podría haber una excepción: webs tan repulsivas para casi todos los clientes que la ganancia en imagen por bloquearlas fuera superior a la pérdida de usuarios. El caso es que no ha sucedido. O, mejor dicho, no lo han hecho las operadoras. Porque si ya sabíamos que la principal amenaza para la libertad de expresión son los Gobiernos a quienes se quiere confiar la regulación de internet, hace unas semanas hemos descubierto que no son las telecos las que más la amenazan, sino algunas de las empresas que más dicen defender la neutralidad de red.
Ha sido el caso Daily Stormer. Se trata de un sitio web neonazi, racista, antisemita y al que podríamos dedicar adjetivos como estos durante todo un artículo y aún nos quedaríamos cortos; basta decir que nació como sucesor de otro llamado Total Fascism. Y ha sido desterrado de internet por la acción de unas pocas empresas, principalmente GoDaddy, Google y Cloudfare. El cofundador y consejero delegado de esta última reconoció que se levantó de mala leche y decidió "que alguien no debería estar permitido en internet. Nadie debería tener ese poder". Y la persecución a esa ideología por parte de compañías privadas no se queda ahí. Spotify elimina de su servicio la música que no considera políticamente aceptable, el antaño cuasi-anarquista Reddit ha expulsado foros de esta ideología, Wordpress ha eliminado blogs neonazis, etcétera, etcétera.
No es ya la clásica hemiplejía moral que lleva a censurar todo contenido de odio considerado de extrema derecha mientras se permite, cuando no se promueve, el odio de extrema izquierda, aunque no sea un tema menor. Es que las mismas empresas que durante años han hecho presión para que los Gobiernos prohíban a las operadoras elegir qué permiten y qué no permiten en sus redes están usando su posición dominante en internet para hacerlo ellas ¡en todo el mundo! Si la neutralidad de red significa algo, debería ser que nadie pueda discriminar según el contenido, ni Telefónica ni Google. Tras años alertando del peligro de que lo hiciera la primera, resulta que quien lo hace en realidad es la segunda. Hipocresía es una palabra demasiado suave para definir lo de estos progres de Silicon Valley.
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