La vida íntima y disfuncional de la familia Marx
Marx tuvo cuatro hijos que sobrevivieron a la edad adulta. De las tres féminas, dos acabaron suicidándose. Y al único varón no lo reconoció.
El sábado pasado se cumplieron 200 años del nacimiento de Carlos Marx en Tréveris, Alemania. No voy a hablar sólo del marxismo. La realidad y el siglo XX se han encargado de desmentir las hipótesis de este personaje minuciosamente equivocado. Voy a hablar de su familia disfuncional. Pero antes es necesario trazar, aunque sea someramente, el inventario de falsedades expresadas por Marx.
No era verdad que los obreros industriales estaban destinados a hacer la revolución en el mundo y serían el permanente motor de los cambios sociales.
No era verdad el materialismo dialéctico.
No era verdad el materialismo histórico.
No era verdad que al cambiar las relaciones de propiedad surgiría un hombre nuevo, una sociedad nueva y definitiva, bondadosa y solidaria, fundada en la buena voluntad de las personas, en la que ni las leyes ni los jueces serían necesarios.
No era verdad que en una primera fase todos aportarían de acuerdo con sus capacidades pero tras la llegada del comunismo los seres humanos recibirían su recompensa de acuerdo con sus necesidades.
Un gran escritor venezolano, Ibsen Martínez, escribió una magnífica novela sobre la posible relación incestuosa entre Karl Marx y su hija menor.
Lo único que quedó de aquella cháchara utópica, disfrazada de teoría científica, fueron 100 millones de cadáveres, una veintena de países tiranizados, el recuerdo terrible del Gulag y unos errores conceptuales que lastraron el pensamiento académico durante más de un siglo.
¿Cómo eran Marx y su familia? Ese tema íntimo me interesa mucho, al extremo de que escribo una novela sobre el yerno cubano de Marx, el médico Paul Lafargue.
Marx tuvo cuatro hijos que sobrevivieron a la edad adulta. Tres mujeres: Jenny, Laura y Eleonor. La madre fue Jenny von Westphalen. Y un cuarto, varón, que nunca reconoció: Friedrich Demuth, tenido con la sirvienta de la casa, Elena Demuth.
Karl Marx pidió a su amigo y protector Friedrich Engels que reconociera al niño tenido con la criada para que su mujer no supiera del adulterio o para evitar el escándalo. Todo esto se supo poco antes de la muerte de Engels, cuando llamó a Eleonor, la hija pequeña de Marx, y le contó la truculenta historia.
Friedrich Demuth nunca supo quién fue su padre, pero como era el hijo de la sirvienta de los Marx, ni siquiera le permitían sentarse a la mesa.
De las tres hijas de Marx, dos se suicidaron. Eleonor y Laura. Laura se mató en compañía de su marido Paul Lafargue, quien le puso una inyección de ácido cianhídrico y luego se inoculó el veneno él mismo. Eleonor se mató por un desengaño amoroso, pero torturada por episodios sexuales juveniles que no supo o no pudo encajar.
Un gran escritor venezolano, Ibsen Martínez, escribió una magnífica novela sobre la posible relación incestuosa entre Karl Marx y su hija menor, aunque la alusión que hizo Eleonor en la vida real a un primer encuentro íntimo con un socialista importante pudiera remitir a Engels. La novela se titula El señor Marx no está en casa.
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