Durante la celebración de la Champions ganada por el Real Madrid en el terreno de juego pudimos ver en manos de los futbolistas del equipo español una bandera croata, otra marroquí, una más de Colombia y dos de Andalucía. ¿De Andalucía? Cada vez es más común en Andalucía que el sentimiento y la identidad andaluces se pongan por encima de los españoles. A ello ha contribuido la andalucización de los andaluces (en gran medida, una sevillanización) que ha promovido la siempre socialista Junta de Andalucía a través de Canal Sur, promoviendo un folclore de faralaes y dialecto forzado, y el sistema educativo, en el que se reparten gratuitos desayunos de pan y aceite el Día de Andalucía, cuyo himno se saben de memoria los "millennials".
Pero lo mismo ocurre en otras regiones. Y es que el Estado de las Autonomías está desvertebrando España a medida que articula cada uno de los "reinos de taifas", convertidas todas ellas, salvo quizás Madrid, en espejos deformes del nacionalismo tumoral de Cataluña y el País Vasco, donde el particularismo le come terreno a lo nacional y lo supremacista a lo cosmopolita. Desde un punto de vista ilustrado, en todo caso debiéramos compartir la racionalidad española con la europea, pero en realidad hay un repliegue romántico hacia la sentimentalidad regional y aldeana.
José Ignacio Wert desató una polémica porque quería "españolizar a los alumnos catalanes" desde el Ministerio de Educación. Los nacionalistas pusieron el grito en el cielo, lo que era de esperar, pero también alzó la voz escandalizado el PSOE, ante la al parecer inaudita pretensión de Wert de que los alumnos catalanes "se sintieran tan orgullosos de ser catalanes como de ser españoles".
Albert Rivera ha subido la apuesta de Wert y ha emprendido la tarea de "españolizar" España. En un tuit expresaba un proyecto que es tan urgente como sutil:
Hay quien reniega de ello, pero yo sí estoy orgulloso del país que nos han legado con esfuerzo y sacrificio nuestros padres y abuelos.
Millones de españoles creemos en la España que viene. #EspañaCiudadana.
Y digo que sutil porque, del mismo modo que a la hora de aceptar una herencia hay que tener cuidado de que no haya deudas tóxicas que la conviertan en un lastre, con el legado de nuestros padres y abuelos hay que pararse a separar lo meritorio de lo execrable, lo heroico de lo miserable. Kipling escribió en el epitafio de su hijo, muerto durante la I Guerra Mundial:
Si alguno pregunta por qué hemos muerto / diles, porque nuestros padres mintieron.
Se puede "españolizar", o "catalanizar" o "andalucizar", desde el amor a lo propio o desde el odio a lo ajeno. Desde una vocación universal y abierta o desde una dimensión particularista y endogámica. En cualquier himno se deberían parafrasear los versos del de Andalucía
¡Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad!
"Españolicemos", entonces, desde el amor a lo propio pero con vocación universal. Es decir, abiertos a todo lo que desde fuera nos pueda hacer más ricos y complejos como personas que trascienden lo individual biológico y lo ciudadano cívico. En un eje, lo universal y racional, habría que estimular el patriotismo constitucional, el compromiso con los valores ilustrados que son el cimiento moral y político de nuestra Constitución. En otro eje, lo cultural y sentimental: desde la gastronomía basada en el aceite de oliva y la creatividad de vanguardia, a la literatura, la culminación intelectual a través de la cual los individuos pasan a dominar la lengua que en un principio les posee. De este modo, cuando un alumno español terminase el bachillerato debería llevar en su portfolio tanto un soneto como un ensayo y un informe económico sobre su país. Y que supiese que ya Góngora hace 500 años mencionaba el nombre de España en uno de sus poemas:
Levanta, España, tu famosa diestra
desde el francés Pirene al moro Atlante
y al ronco son de trompas belicosas
haz, envuelta en durísimo diamante,
de tus valientes hijos feroz muestra
debajo de tus señas victoriosas.
Sobre esa base de lo que alimenta nuestros cuerpos y nuestros espíritus, seguir españolizando sin complejos y sin pausa para continuar enriqueciendo un modo de ser humano que ha escrito buena parte de las más vibrantes y altas páginas de la historia de la humanidad. Españolizar a los españoles significa que los ciudadanos de este país, independientemente de su origen, se apropien de su pasado cultural y sean capaces a partir de él de aportar algo nuevo y mejor a lo que hicieron sus padres de la patria, de Santa Teresa de Jesús a Pere Gimferrer (poeta en español y catalán, y también en francés e italiano) pasando por Juan de Mariana, Cánovas del Castillo o Manolete.
Hablando del más mítico torero de la historia, fijémonos en la tauromaquia. ¿Cómo es posible que en lo que va de año hayan visitado el Museo de la plaza de toros de Bilbao dieciocho institutos franceses y ni uno solo español? Quizás estoy mal informado pero juraría que en Madrid sí hay plazas de toros mientras que en París, no. Sin embargo, hablar de toros en el sistema educativo español es un tabú, mientras se multiplican los cursos de adoctrinamiento en ideología de género. Educar y profundizar en la tauromaquia, como hicieron en el Centro Pompidou de París, sería calificado en España como "facha". Y sencillamente inimaginable algo parecido a lo que pasó en Arles, cuando unos antitaurinos quisieron boicotear la corrida de toros y la plaza entera cantó el himno francés para mostrar su compromiso tanto con el valor constitucional de la libertad, como la defensa de una tradición artística que pretende eliminar la homogeneización mundial de corte anglosajón
¿Qué es españolizar, se pregunta usted mientras contempla atónito, cómo los etarras ufanos se pasean por los platós cómplices de TV3, cómo los tribunales belgas y alemanes acogen a los golpistas xenófobos para que no comparezcan ante la Justicia, cómo el gobierno español desampara y abandona a los ciudadanos ante la kale borroka desatada por los catalanistas, como el idioma común se trata como si fuera un chicle que se pudiera masticar y escupir? Españolizar consiste en
Cantar de nuestra España
las armas, los trïunfos, la corona.
Y no seré yo quien desmienta a Góngora.