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Elías Cohen

Pero ¿quién es George Soros?

El filántropo ha encontrado resistencias y ahora parece estar perdiendo. Él mismo ha asegurado que está sobrevalorado.

George Soros | Wikipedia

George Soros está de moda. Hungría ha bautizado como Leyes Stop Soros a una batería de medidas para evitar su influencia en el país; medidas que en estos días podrían desembocar en el traslado a Viena de la Universidad Centroeuropea de Budapest.

En EEUU, Trump le acusó de financiar las protestas y la ofensiva mediática contra Brett Kavanaugh, y numerosos seguidores del presidente lo consideran el mayor enemigo de Occidente. En Israel también le odian. El Gobierno de Netanyahu no ha dudado en apoyar a Orbán en su campaña contra Soros, y Likud proporcionó información sobre el filántropo para tal propósito. En España, Santiago Abascal ha dicho que Soros es uno de los personajes más siniestros de la actualidad. El Kremlin es uno de los principales enemigos de Soros, y prohibió la actividad en Rusia de su red de fundaciones, la Open Society Foundations, alegando razones de seguridad nacional.

Si uno se pasea por algunas webs, o por YouTube, el asunto se vuelve aún más siniestro. Como escribió José Leal hace un par de años, cuando el tema Soros empezó a resonar en el debate público, "todo el mundo odia a George Soros".

Pero ¿quién es George Soros? ¿Qué hace para que genere tanto rechazo y tenga tan notables enemigos?

Multimillonario e idealista

Resumirlo en una frase es sencillo, aunque se trata de un ejercicio incompleto: Soros es una persona con mucho, muchísimo dinero que influye en política. Otros poderosos lo hacen, es cierto, pero pasan mucho más inadvertidos. Soros, por su activismo global y el rechazo que genera, precisa de un análisis más detallado.

George Soros, nacido como György Schwartz, es un multimillonario y filántropo húngaro de origen judío, nacionalizado estadounidense, que huyó con su familia del nazismo y, después, de la ocupación soviética. En 2014 Forbes calculaba su fortuna en 24.000 millones de dólares; en 2018 ha descendido a 8.300 millones, según la misma revista. Desconocemos las fluctuaciones del valor de sus activos, pero en el último lustro ha invertido grandes cantidades de dinero en sus luchas políticas y personales; en el caso de Soros, ambas confluyen. Es un idealista y lo pone en práctica.

Para entender el idealismo de Soros hay que acudir a su infancia. Además de la huida de su familia, su lengua materna tiene protagonismo en su forma de pensar y de concebir el mundo. Su padre era un creyente y un promotor del esperanto; Soros es, de hecho, uno de los pocos hablantes nativos de esta lengua planificada. El esperanto aspiró a ser un lenguaje global para una aldea global, en la que Soros cree. La relación entre lengua y pensamiento ha arrojado una cantidad de literatura científica apasionante, y aunque no seamos, ni de lejos, expertos en el tema, sí podemos concluir que una materia prima cognitiva de Soros, su lengua, estaba concebida para ser común a todos los humanos; un idioma globalizado y abierto, sin distinciones ni fronteras. Soros –el apellido que adoptó su familia para ocultar su origen judío– quiere decir, en esperanto, "se elevará".

Estudió en la London School of Economics y fue discípulo del filósofo liberal Karl Popper. De hecho, la Open Society Foundations (OSF) es una clara referencia a la gran obra popperiana La sociedad abierta y sus enemigos.

El primer hito de su carrera como financiero fue apostar contra la libra esterlina el 16 de septiembre de 1992. Tras esta operación, en la que ganó unos 1.000 millones de dólares de entonces, se le etiquetó como "el hombre que provocó la quiebra del Banco de Inglaterra". Una acusación que él siempre ha negado.

George Soros no es ningún santo, y actualmente su fortuna sirve a proyectos y organizaciones que abjuran de la democracia liberal y de la sociedad abierta. No obstante, tampoco es un Sabio de Sion ni un demonio que vaya a acabar, el solito, con los Estados-nación y con los valores tradicionales de Occidente.

Aunque no sea observante, y mucho menos militante, su judaísmo encaja con las eternas teorías de la conspiración que llevan resonando en el imaginario colectivo occidental desde tiempos inmemoriales. Obviaremos a los que le odian por antisemitismo; esos no nos interesan, al menos por ahora, para entender quién es Soros y qué hace. No obstante, es importante mencionar que Soros es muy crítico con Israel y con las comunidades judías organizadas de la actualidad. Opina que los judíos deben abandonar el tribalismo, y que es el lobby proisraelí el principal generador de antisemitismo. "No le niego a los judíos el derecho a su existencia nacional, pero yo no quiero ser parte de eso", dijo en una entrevista a la New Yorker en el año 1995. De acuerdo con la watchdog israelí NGO-Monitor, la OSF financia organizaciones críticas con el Gobierno de Israel y que apoyan el movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones).

El patrón del 'globalismo'

Todo o casi todo lo que hace Soros es público y accesible. La periodista de New Yorker Connie Bruck escribió de él que lo que Soros más quería, por encima de todo, era ser escuchado. La OSF es su gran aparato de influencia, mediante el que financia las grandes causas progresistas y denominadas globalistas de nuestro tiempo: la inmigración, las fronteras abiertas, las políticas identitarias de las minorías, el aborto, los derechos LGTBI o la legalización del cannabis, entre otros. También apoya causas liberales como la desregulación económica o el proyecto de integración europeo. Por eso se ha ganado títulos como el de destructor de naciones, corruptor de los valores tradicionales cristianos o enemigo de la raza blanca.

Soros tiene indudables capacidades para influir, pero la OSF no es omnipresente y todopoderosa. Es atractivo pensar que hay una élite organizada que domina el mundo y mueve los hilos; no obstante, la realidad es antigua y conocida: son muchos los grupos de poder, enfrentados y contrapuestos, que luchan encarnizadamente por imponer sus intereses. Y Soros es uno más de ellos en ese juego.

El filántropo ha encontrado resistencias y ahora parece estar perdiendo. Él mismo ha declarado que está sobrevalorado. Respecto a sus enemigos, encabezados por los nacionalistas europeos y por el Kremlin, ha aseverado que: "Me siento orgulloso de mis enemigos, mucho más que de mis amigos".

De Lech Walesa a Black Lives Matter

Sin embargo, Soros no siempre fue el ogro de los conservadores . En su día fue un gran apoyo para Václav Havel (República Checa), para el Sindicato Solidaridad de Lech Walesa (Polonia) y para Andréi Sájarov (Unión Soviética). Soros opinaba que los países de Europa del Este deberían haber sido objeto de un Plan Marshall cuando se desgajaron de la órbita soviética, para evitar que cayeran en alguna forma de totalitarismo, y desde entonces sus acciones han estado dirigidas hacia ese objetivo. Invirtió mucho en educación en estos países; así, un joven Viktor Orbán estudió Ciencias Políticas en Oxford gracias a una beca de la OSF. En una entrevista en el New York Times Magazine el año pasado dijo que se oponía a los extremos, y también a la extrema izquierda.

Si su implicación política empezó siendo loable y acorde a la sociedad abierta de Popper, hoy muchos de los proyectos que financia están alejados de dicho concepto. Entidades apoyadas por la OSF como MoveOn, Center for Popular Democracy, Center for Constitutional Right o el Southern Poverty Law Center no abogan precisamente por esa sociedad abierta. El "Con nosotros o contra nosotros" de Black Lives Matter u Occupy Wall Street –también presuntamente financiados por Soros–, un maniqueísmo que Soros calificó de nazismo cuando lo asumió George W. Bush después del 11-S, es la regla de estas organizaciones. En España, informes de inteligencia hablan de la ayuda financiera de la OSF al movimiento independentista.

Soros es, en cierta medida, un Darth Vader de la influencia política: está sirviendo a movimientos e ideologías contra los que, creemos, juró combatir.

Soros ha salido a pelear en la batalla de la influencia política y de las ideas, y eso, además de ser muy caro, tiene consecuencias. Sus enemigos le han señalado con el dedo y han ido a por él. Otros multimillonarios que hacen cosas parecidas, como los libertarios hermanos Koch, no reciben tanta atención política y mediática; quizás porque aplican otro tipo de métodos, porque apoyan otras ideas o porque no son tan agresivos.

Soros también tiene poderosos aliados. En su lucha contra Trump, Orbán y Putin, los medios mainstream se han alineado con él, y en medios como el New York Times o la CNN no se cuestiona qué hace ni cómo lo hace. Siendo como es uno de los principales donantes del Partido Demócrata norteamericano, no es de extrañar que los Obama y los Clinton estén con él.

George Soros no es ningún santo, y actualmente su fortuna sirve a proyectos y organizaciones que abjuran de la democracia liberal y de la sociedad abierta. No obstante, tampoco es un Sabio de Sion ni un demonio que vaya a acabar, el solito, con los Estados-nación y con los valores tradicionales de Occidente.

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