El secreto bancario y el lujo que se respira en sus ciudades hacen de Suiza un destino predilecto para dictadores de todo el mundo. Los tiranos encuentran en la Confederación Helvética todo lo que les falta en sus países: la privacidad en las calles que les confiere el anonimato; seguridad jurídica, tolerancia racial y religiosa; prosperidad general y paz social. Dentro de Suiza, la idílica ciudad francófona de Ginebra es la ciudad elegida para gastarse el dinero público que rapiñan de sus conciudadanos muchos dictadores.
Para arrojar luz sobre la opaca e hipócrita afición de estos autócratas al orden y la abundancia, el periodista helvético François Pilet creó hace dos años la Geneva Dictator Alert (GDA).
Gracias a una antena instalada junto al aeropuerto de Ginebra capaz de detectar e identificar cualquier avión que despegue o aterrice de allí, la GDA tiene información de primera mano sobre esta cuestión sustancial. Pilet y su socio en el proyecto, el también periodista Emmanuel Freudenthal, disponen de una lista con los datos de registro de los aviones propiedad de regímenes dictatoriales de todo el planeta. Cotejando las aeronaves que detecta la antena con las que figuran en su lista, Pilet y Freudenthal identifican los aviones de dictadores que llegan y se van de Ginebra, y lo anuncian en tiempo real con una anotación en su cuenta de Twitter.
"Es importante dejar claro que no somos nosotros quienes decidimos quién es un dictador y quién no", dice Freudenthal en una entrevista telefónica con Libertad Digital. "Para establecer quién es un dictador y quién no, nos basamos en el Índice de Democracia de 2016 de la Unidad de Inteligencia del Economist", agrega.
Quizá por ser una federación de siete monarquías absolutas, cada una con su emir y su familia real, Emiratos Árabes Unidos es el país que encabeza el ránking de visitas a Ginebra de la GDA.
Otras monarquías del Golfo, como Qatar, Kuwait, Arabia Saudí o Bahréin, ocupan lugares destacados en una lista en la que también son asiduos Azerbaiyán, Níger, Costa de Marfil, Camerún, Rusia, Venezuela o Guinea Ecuatorial.
Precisamente de Guinea Ecuatorial eran los aviones en que viajaba a Ginebra Teodorín Nguema Obiang, hijo del presidente de la excolonia española, Teodoro Obiang, e hipercorrupto vicepresidente del país. Teodorín Obiang tiene propiedades valoradas en muchos millones de dólares en países como Estados Unidos y Francia, cuyos sistemas de justicia han actuado contra el hijo y posible sucesor del dictador embargándole algunas de sus posesiones. Eso mismo hizo la Fiscalía suiza en el verano de 2016, al arrebatarle once vehículos de lujo. Las informaciones proporcionadas por la GDA sobre los constantes viajes y las prolongadas estancias del vicepresidente ecuatoguineano en la ciudad contribuyeron al éxito de la investigación.
La utilidad pública del proyecto quedó demostrada una vez más en noviembre de 2016. La entonces fiscal general adjunta de los EEUU dijo en una conferencia sobre corrupción internacional que la Iniciativa para Recuperar Bienes Robados (Kleptocracy Asset Recovery Initiative) del Departamento de Justicia estadounidense utilizaba las informaciones de la GDA como apoyo para sus investigaciones.
Aunque Ginebra es un destino habitual del dinero mal habido de sátrapas y corruptos de aquí y allá, Pilet y Freudenthal saben que el impacto de su iniciativa se multiplicaría exponencialmente si la GDA fuera capaz de rastrear los movimientos de los dictadores por todo el globo. "Estamos comenzando a expandirnos con un proyecto de la OCCRP [siglas en inglés de Proyecto de Información sobre el Crimen Organizado y la Corrupción], y hemos empezado a poner antenas en distintos lugares del mundo", cuenta Freudenthal. Estas antenas, explica Freudenthal, son las mismas que permiten rastrear todo tipo de vuelos a páginas webs como Flightradar24 o FlightAware, de cuya cobertura quedan exentos los propietarios de los aviones que así lo requieran, lo que permite a quienes quieran ocultar sus movimientos aéreos mantener secretos los viajes de sus aparatos.
Preguntado sobre los aeropuertos junto a los que la GDA está instalando antenas, Freudenthal prefiere no divulgar por el momento detalles para evitar posibles boicots de quienes pudieran estar interesados en bloquear la extensión del proyecto.
El mejor cliente del Hotel Intercontinental
Además de trabajar en la GDA, Freudenthal ha llevado a cabo recientemente, junto a sus colegas cameruneses Frank William Batchou y Gaelle Tjat, una investigación sobre los hábitos viajeros de un líder dictatorial. Concretamente del presidente de Camerún, Paul Biya, que tiene 85 años y dirige los destinos de su país desde 1982. Los resultados detallados pueden verse en esta página web, disponible en inglés y francés. Con datos de la GDA, pero sobre todo con las portadas que el periódico gubernamental, Cameroon Tribune, dedica a los viajes internacionales del presidente, Freudenthal y sus coinvestigadores han cifrado en 5 años y medio el tiempo que Biya ha pasado fuera del país desde que tomara el poder, hace 36. De ese tiempo, 4 años y medio corresponden a viajes privados, y solo un año a viajes oficiales.
Según estos datos, poco cuestionables al basarse en informaciones oficiales del órgano de propaganda de Biya, el presidente camerunés ha pasado de viaje privado al extranjero una media de 45 días cada año de los 36 que lleva en la jefatura del Estado.
El lugar donde Biya ha pasado más tiempo es, como no podía ser de otra manera, Ginebra. Un reciente reportaje del Wall Street Journal mostraba con testimonios directos la familiaridad con Biya y su esposa de los trabajadores del Hotel Intercontinental de Ginebra, el establecimiento de 5 estrellas donde se hospeda. La pareja presidencial y su séquito son un auténtico puntal para el rendimiento del lujoso hotel, que cuando Biya haya de ceder por imperativo biológico el mando de su país difícilmente encontrará un cliente más fiel y desprendido.
"También calculamos el coste [de sus viajes en estos 36 años], que es de alrededor de 180 millones de dólares [unos 157 millones de euros al cambio actual]", señala Freudenthal a Libertad Digital. "Cada vez que va a Ginebra alquila una planta o dos para él y para su corte, porque viaja con su esposa, un equipo de mayordomos, peluqueros, guardaespaldas y los ministros y demás que lo acompañan. Y toda esa gente ha de ser hospedada en el hotel".
La única respuesta del régimen de Biya a los resultados de esta investigación vino de uno de sus ministros, que a la pregunta de un periodista en una rueda de prensa respondió que no había motivo para preocuparse por las continuadas ausencias del presidente: utilizando las posibilidades tecnológicas y las nuevas formas de comunicación que le ofrecen estos tiempos, Biya maneja perfectamente Camerún. Especialmente desde su hotel de 5 estrellas en Ginebra.