Acorralado en su pequeño reducto sirio junto al Éufrates, lo que queda del ISIS trata de resistir al avance de los milicianos kurdos y sus aliados internacionales liderados por Estados Unidos. El califato tiene los días contados, y las fuerzas liberadoras comienzan a preguntarse qué harán con los yihadistas extranjeros capturados. El presidente estadounidense Donald Trump ha exigido a los gobiernos europeos que se hagan cargo de 800 terroristas detenidos que se unieron al califato desde países como Francia, el Reino Unido o Alemania. De lo contrario, ha advertido Trump, Estados Unidos los soltará, los yihadistas quedarán libres y es probable que se infiltren en sus países de origen para proseguir su guerra santa contra los infieles.
Entre los casos más complejos están los de las centenares de jóvenes y adolescentes extranjeras que viajaron a Siria e Irak como novias y futuras esposas de los terroristas. Una de ellas es Shamima Begum, una británica de origen bangladeshí que se unió al ISIS hace cuatro años, cuando tenía 15. Begum saltó este mes a la primera plana de la actualidad al hacer público desde el campo de refugiados donde se encuentra su deseo de regresar a Londres. La joven acaba de tener un hijo de su marido yihadista, y quiere criarlo con la ayuda de la Seguridad Social de su país.
Además de haberse afiliado a una organización criminal que ha asesinado a ciudadanos británicos y propugna la destrucción de los impíos, Begum declaró en su primera entrevista a los medios que no se arrepentía de haberse unido al ISIS y no le pertubaba haber visto las cabezas cortadas de las víctimas del terror yihadista. Esta actitud indignó a la opinión pública de su país, y el gobierno le ha quitado la nacionalidad para evitar tener que recibir a una potencial enemiga de la sociedad británica.
La decisión ha provocado polémica en el Reino Unido. Algunas voces la consideran ilegal. Hay quien insiste en que Begum es más una víctima de los terroristas que una terrorista, mientras que otros celebran no haber de abrirle las puertas y abogan porque pague las consecuencias de la vida que eligió. Por su parte, la interesada ha pedido finalmente disculpas por haberse unido al ISIS, ha pedido una "segunda oportunidad" y se ha ofrecido para ayudar a otros jóvenes británicos a que no cometan el mismo error que cometió ella. El gobierno debe sopesar muy bien su decisión, porque sentará un precedente crucial para las decenas de casos similares que tendrá que resolver en los próximos meses.
Aunque bastantes menos, Estados Unidos también tiene sus shamimas begums. La más famosa por el momento se llama Hoda Muthana, tiene 24 años, es de origen yemení y se fue de Alabama a Siria para unirse al ISIS en 2015. Durante su estancia en el califato Muthana se casó con tres yihadistas distintos, y desde el campo de refugiados en que se encuentra ha solicitado poder regresar a Estados Unidos con su familia junto a su hijo de 18 meses. "Miro hacia atrás y pienso que fui muy arrogante", ha dicho la joven a los medios. "Ahora estoy preocupada por el futuro de mi hijo", ha afirmado Muthana, que lamenta haber sido víctima de un "lavado de cerebro". Muthana provocó indignación en su país cuando celebró en Twitter la cantidad de yihadistas británicos y australianos que estaba conociendo en el califato. "Pero dónde están los americanos, despertad cobardes", añadió antes de pedir a sus correligionarios que no pudieran viajar a Siria e Irak que "aterrorizaran al kuffar (infiel)" en su país.
Pese a haber expresado un arrepentimiento inequívoco, Muthana no lo tendrá fácil para regresar a la vida que tenía antes de irse a Siria. El presidente Trump ha ordenado que no se le permita entrar al país, y el secretario de Estado, Mike Pompeo, ha asegurado que Muthana no es ni siquiera ciudadana estadounidense como afirma su familia, y por tanto no tiene derecho a regresar al país.
Muthana nació en Estados Unidos y es hija de un diplomático yemení. La ley estadounidense no da automáticamente la nacionalidad a los hijos de diplomáticos aunque hayan nacido en el país, puesto que no están bajo la jurisdicción nacional. La familia de Muthana y sus abogados insisten en que la joven tiene pasaporte estadounidense, y agotarán todas las vías legales para conseguir que vuelva a Alabama, donde aún viven sus padres.
El país occidental con más yihadistas es, sin embargo, Francia. La agencia de noticias francesa, AFP, dio con una de las esposas galas del ISIS en uno de los campo de refugiados donde también están Begum y Muthana. Su nombre es Lise, tiene 24 años y es de la ciudad francesa de Tours, donde se convirtió al Islam por su cuenta cuando tenía solo 12 años. Lise se mudó al califato en 2013. Una vez en Siria, la joven se casó con Tayeb Darrez, natural de Perpiñán y descrito por las autoridades de su país como "una máquina de matar que amenaza a Francia". Darrez ha publicado en internet vídeos en los que se le ve ejecutar a varios prisioneros del ISIS, y según la inteligencia gala planeaba volver a entrar en Europa para perpetrar un atentado. Según las informaciones recabadas por AFP, Darrez habría muerto tras ser capturado por un grupo rebelde sirio.
Lise va vestida completamente de negro con una ropa que solo deja ver sus ojos. Uno de los médicos que atiende a los refugiados en los campos describió su aspecto como el de "un animal cazado". En una entrevista concedida a una televisión kurda, la joven ha recordado la felicidad que sintió cuando llegó a al califato y comenzó a vivir "una vida normal" dentro de la estricta ortodoxia islámica que defiende el ISIS. Las cosas empezaron a cambiar cuando el califato empezó su colapso. Sus últimos días bajo gobierno del hijo los pasaron sin comida ni medicinas y expuestas a los bombardeos de las fuerzas de liberación.
A Lise y a las demás esposas del ISIS, que en muchos casos son ahora viudas de los yihadistas, se enfrentan ahora a una larga y angustiosa espera. El gobierno francés ya ha dejado claro que no acometerá la repatriación masiva de sus yihadistas que exigía Trump, y estudiará "uno a uno" los casos de sus ciudadanos que han combatido con el ISIS. París se ha negado hasta ahora a retornar a Francia a los terroristas y sus esposas de nacionalidad francesa, a quienes desde el Elíseo se ha calificado de "enemigos" del Estado que deben ser juzgados en Siria o Irak.
Aún en el caso de que consigan volver a sus países, las esposas y viudas del ISIS podrían tener que responder ante los tribunales por haberse unido a una organización terrorista que tenía entre sus objetivos la destrucción de sus países.