El término inglés accountability quiere decir rendición y petición de cuentas. Y aunque es un mantra entre nuestros anglófilos que es intraducible y casi incomprensible para la cultura latina, mediterránea y/o española, lo cierto es que era algo habitual entre los antiguos griegos, que te mandaban al ostracismo por gastar mal un dracma, norma entre los romanos imperiales y tuvo su más clarividente ejemplo en Fernando el Católico cuando le hizo un accountability de libro a Gonzalo de Córdoba tras su campaña militar por tierras italianas. Si Roma no paga traidores, Aragón no paga guantes perfumados para las tropas (se non è vero, è ben trovato).
El nuevo Parlamento andaluz nos da pistas de cómo puede ser la política española en los próximos años. Una de las primeras medidas del gobierno-binomio entre PP y Ciudadanos ha sido continuar la política universitaria del PSOE, apoyada como casi todo por Ciudadanos, consistente en prácticamente regalar las tasas universitarias a todos los alumnos con la única condición de pasar de curso aunque sea con tristes aprobados. Lo curioso del caso es que Manuel Hidalgo, el nuevo secretario general de Economía de la Junta, había publicado un artículo en el que sostenía que dichas medidas son regresivas, ineficientes e injustas porque consisten fundamentalmente en transferir rentas hacia la clase media y media-alta que no las necesitan para nada. Muy amablemente Manuel Hidalgo me contestó en Twitter que desde su cargo no se podía arreglar todo. Ok. Pero como remarcó el nuevo consejero de Economía, Rogelio Velasco, todas las áreas de gobierno han de estar coordinadas y que no hay que engañar al electorado con varitas mágicas. Espero, al menos, que Hidalgo le mande su artículo a Velasco e Imbroda, el Consejero de Educación, con el haghstag #nohayqueengañaralelectorado. Esto por la accountability económica (dar la cara por el dinero gastado).
Por otro lado, Ciudadanos Córdoba ha abierto expediente disciplinario a varios militantes que habían ejercido la crítica sobre el nepotismo del partido a la hora de confeccionar las listas electorales, como imponer sibilinamente a un candidato para el Parlamento que ni pudo votar por no estar empadronado en la ciudad, y al que posteriormente también hicieron senador por los que manejan el reparto de cargos. Ciudadanos, un partido que se suponía que venía a regenerar estas prácticas habituales entre el leninismo y el caciquismo, está viendo cómo la naranja de su símbolo se va progresivamente poniendo mustia o, lo que es peor, transformándose en un pomelo. Esto por la accountability política (dar la cara por los enchufados).
El colmo de la accountability ha sido la petición de Vox para identificar a los trabajadores en las unidades de violencia de género ante la sospecha de que han sido contratados por motivos ideológicos. Dada la corrupción sistémica de los socialistas durante su etapa en la Junta, así como su tendencia a la manipulación ideológica de la administración pública, no es una petición rocambolesca ni extraña. Sobre todo teniendo en cuenta casos como el de Juana Rivas, asesorada legalmente por una comisaria política de género que no estaba colegiada como abogada, o el del falso psicólogo que emitía informes sobre malos tratos. Todavía más rocambolesco ha sido el caso del Centro de la Mujer cerrado por una concejala socialista porque como dependen de las subvenciones ahora no está seguro de recibirlas porque, y esta frase resume cuarenta añazos de PSOE-A,
Antes la Junta era nuestra y todo era más fácil, no sé si me explico.
Hay que tener en cuenta que como si fuera una distopía orwelliana, la izquierda ha ido cambiando el término "adoctrinamiento" por "sensibilización, concienciación, formación e implicación" de manera que han introducido en todo el sistema educativo una serie de "formadores" (quieren decir "adoctrinadores") para hacer un lavado de cerebro a profesores y estudiantes sobre "Igualdad y perspectiva de género", "micromachismos y lenguaje sexista", "Pornografía. Estereotipos sexistas" o "Conocimiento del cuerpo, identidad de género y genitalidad". Lo que sería muy útil y no pernicioso si se impartiese desde una perspectiva científica e ilustrada en la que se citase más a Charles Darwin, el gran Satán tanto para creacionistas religiosos como feministas de género, y menos los sesgos de lucha de géneros y resentimiento sexista a lo Andrea Dworkin. Esto por la accountability moral (porque el feminismo no puede ser monopolizado por sectarias ni parásitas).