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Leandro Fleischer

El kirchnerismo, a la caza de las palomas

Cristina Kirchner ha presentado su candidatura para las presidenciales de octubre. Lo ha hecho de un modo insólito: dando a conocer a su presidente.

Cordon

Finalmente, Cristina Fernández de Kirchner, la expresidente argentina, ha decidido terminar con el suspense y presentado su candidatura para las elecciones presidenciales de octubre. Lo ha hecho de un modo insólito: dando a conocer a su presidente. Sí, leyó bien, estimado lector, ella será la vice (al menos en los papeles), y tal vez por primera vez en la historia de la humanidad un vice ha elegido a su presidente. Todo puede ser en este país.

¿Quién tendrá el lujo de ser el compañero de fórmula de la jefa? Nada menos que Alberto Fernández. ¿Quién? Alberto Fernández, señor, señora, ¿no lo conoce? Uno de los políticos argentinos con más principios que pueda llegar a haber. Tuvo tantos principios y tan diferentes en su extensa carrera de burócrata profesional, que ya uno perdió la cuenta, incluso al mismísimo Alberto le cuesta recordarlos. Es que no se trata solamente de tener principios, claro, sino de finales también. Es que Don Albertito sabe dónde va a empezar, nunca dónde terminará. Eso sí, la fórmula Fernández-Fernández le da un toque publicitario interesante. Quizá se pensó en eso también a la hora del lanzamiento, ya que para vender un producto antiguo, gastado y fallido la estrategia de marketing tiene que ser excelente y ocuparse de cada detalle.

Albertito fue menemista en los años 90, todo un neoliberal vampiresco, usted sabe; luego estuvo con el difunto Néstor Kirchner (sí, el bizco), pero cuando estaba vivo, claro. Le administraba un poco el tema de los ministros como jefe de Gabinete, porque por más bizco que fuera el otro, algo siempre podía escapársele. Fue así como ambos exmenemistas se convirtieron en furibundos antimenemistas. Cosas de principios… con finales abiertos, desde ya.

Tras la muerte de su compañero Néstor, fue tras otros principios y se alió con Sergio Massa (otro exkirchnerista y ex varias cosas más), y libró una guerra sin cuartel contra el kirchnerismo. Tras varios años de haber estado a su lado, por fin Albertito se dio cuenta de que sus excompañeros eran, según confesara él mismo en aquella época, una banda de ladrones, mentirosos y autoritarios que habían dejado el país en ruinas. Sin embargo, él no se había dado cuenta mientras estaba a su lado, no, hay que comprenderlo, estaba tratando de acomodar los principios y se le pasó. Cosas de la política.

Días atrás, el sindicalista camionero multimillonario Hugo Moyano (kirchernista, luego macrista, luego kirchnerista, luego veremos) dijo: "Los peronistas somos así, un día decimos una cosa y otro día decimos otra, pero cuando el pueblo nos necesita, nos unimos". Parece que el pueblo anda necesitando ahora una banda de ladrones, mentirosos, autoritarios y empobrecedores, ya que Albertito decidió volver a unírseles, dejando cualquier tipo de rencor atrás y aplicando el perdón cristiano a los pequeños deslices de Cristina y compañía. Después de todo, la multiplicación de la pobreza es algo que puede pasar; los manejos de la Justicia no son más que caprichitos; las persecuciones a periodistas con la AFIP (Hacienda) pudieron haber sido enojos repentinos; el asesinato de un fiscal que había denunciado a Cristina por encubrimiento del atentado contra la mutual judía AMIA puede asociarse a un simple descuido; y el aumento exponencial de la fortuna de la familia Kirchner, sus funcionarios, y hasta su jardinero y su chofer, estaría relacionado con la gran capacidad de ahorro de todos ellos, sumado a algún vueltillo que se quedaron. Y, bueno, la carne es débil. ¡Pero eso qué importa, demonios! ¡La gente estaba mejor! O no, da igual. Lo importante, piensa Albertito, es que crean que lo estará. En fin, cuando los principios son tantos que ya sobran, a todo se le puede encontrar una explicación o un perdón. Lo importante es unirse en el momento adecuado, como dijo el compañero Moyano.

El kirchnerismo, a pesar de lo que fue y es, continúa arrojando su maíz envenenado con la esperanza de que picotee una mayoría que lo deposite de nuevo en el poder.

Los que parecen un poco confundidos en las redes sociales son los fanáticos del kirchnerismo. Por si ya no tuvieran complicada la cosa intentando justificar la situación en Venezuela, ahora tienen que hacer un esfuerzo con esto. La defienden, obviamente, porque las palomas no se hacen preguntas cuando un anciano sentado en una banca de un parque arroja maíz para que se alimenten; van y picotean moviendo el cuello, del mismo modo que los miembros del fan club de Cris asienten cuando la señora manda obedecer. Eso sí, el aplauso no fue tan efusivo por la nueva alianza, sino sólo por el hecho de que la jefa tendrá su cara nuevamente en una boleta electoral. Por las dudas, no lo aplaudieron tanto a él, no vaya a ser cosa que Albertito sea nuevamente un enemigo el día de mañana, ¿no? Es bienvenido al movimiento otra vez, piensan, pero que respete a la candidata a reina-vice del Reino de Peronia. Tal vez les sirva para suavizar el madurismo típico del kirchnerismo y atraer más palomas, no de las irreverentes y atrevidas, como las de Venecia, sino unas bien sumisas y cómplices del poder, que picoteen cualquier maíz sin hacer preguntas, como debe ser.

En el kirchnerismo ya han anunciado que no permitirán que la Justicia les ponga palos en las ruedas, y quieren que la misma quede bajo el mandato de la potencial vice-reina del potencial reino absolutista de Peronia. Incluso Albertito, tratando de ser aceptado nuevamente por sus excompinches, también sacó a relucir todo su espíritu peronio en una entrevista para el diario Perfil: "Algunos jueces van a tener que dar explicaciones".

Se han tejido todo tipo de hipótesis respecto de esta nueva jugada kirchnerista para volver a poner a la reina en el trono peronio, y aseguran que Albertito no será más que un títere de la señora.

El kirchnerismo, a pesar de lo que fue y es, continúa arrojando su maíz envenenado con la esperanza de que picotee una mayoría que lo deposite de nuevo en el poder. La crisis, originada por ellos y continuada por el actual Gobierno, que no hizo nada para revertir la situación, les ha dado una llama de esperanza.

Mientras la Argentina continúe siendo un país de palomas que esperan a un anciano en una plaza, el fantasma de Venezuela siempre estará presente. Argentina necesita halcones.

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