El homicidio de Víctor Laínez le ha salido a su autor por tan solo cinco años, menos que si hubiera violado a una mujer. Cosas de la aplicación creativa del Código Penal. El criminal, Rodrigo Lanza, tiene buenos padrinos. No es un delincuente cualquiera, sino el nieto de Sergio Huidobro, contraalmirante y jefe de la infantería de Marina de Chile durante la dictadura de Pinochet y posteriormente embajador de su país en China.
La primera vez que Lanza fue juzgado en España resultó condenado por dejar tetrapléjico de una pedrada al guardia urbano de Barcelona Juan José Salas. Resulta que Lanza es okupa y considerado un generoso "activista" y arrojado "antifascista", todo lo contrario, dice el mozo, que su abuelito milico. El incidente con el policía local tuvo lugar el 4 de febrero de 2006, y dos años después Lanza fue sentenciado a cinco de cárcel, de los que cumplió algo más de la mitad. Más tarde fue objeto de toda clase de reconocimientos y homenajes por parte de Ada Colau, Jaume Asens y demás personajes de la versión catalana de Podemos, que le trataron de "héroe anónimo" y "víctima" de un "montaje policial".
La expresidenta de Chile y actual alta comisionada de las Naciones Unidas para la defensa de los derechos humanos, Michelle Bachelet, se interesó por el caso de su compatriota y hasta gestionó la búsqueda de un abogado para el chico, que no fue otro que Gonzalo Boye, otro chileno, condenado por el secuestro de Emiliano Revilla y que ha cobrado aún más fama como letrado de Puigdemont y Quim Torra.
La mamá del prenda, Mariana Huidobro, fundó una organización para luchar supuestamente por los derechos humanos que se llama Iridia, una entidad que fue ampliamente subvencionada por el ayuntamiento de Colau y que pasado el tiempo se dedica ahora a acusar en los juzgados de Cataluña a los policías y guardias civiles que intervinieron durante el referéndum ilegal del 1-O.
La mayor parte de la gente que no solo defendió la inocencia de Lanza en el caso del guardia tetrapléjico sino que arremetió contra la policía y los jueces calló cuando esa supuesta víctima de la inmoralidad policial y la corrupción del sistema fue detenida por otro crimen, esta vez mortal, el asesinato de Víctor Laínez, cuyo delito fue lucir unos tirantes con la bandera de España que a nuestro protagonista no le gustaron.
Sin embargo, el silencio de los patronos de Lanza no ha sido óbice para que le haya caído una ínfima condena, de resultas de la cual estará libre en la próxima primavera. El tipo agredió por la espalda a su víctima y la pateó cuando ya estaba en el suelo, según el testimonio del propietario del local de Zaragoza donde se produjeron los hechos, pero ni el jurado ni el juez aprecian ensañamiento porque Laínez ya estaba herido de muerte tras el primer golpe. Tampoco aprecian que la reincidencia de Lancita sea un agravante. Al parecer, las acusaciones no hicieron demasiado hincapié en el detalle.
Quienes crean que al no ser firme la sentencia se podrá corregir el desaguisado deberían tener en cuenta que los cinco años que le cayeron por hundir a una persona en una silla de ruedas y sin poder hablar para los restos fueron el resultado del recurso al Supremo, que juzgó insuficientes los cuatro años y medio que se le impusieron en un juzgado de Barcelona.
La primera vez que atacó, se le impuso que debía pagar un millón de euros a la familia del agente Juan José Salas, que Lanza no ha abonado. Ahora debería pagar doscientos mil a los familiares de Laínez. En ambos juicios, por cierto, Lanza compareció con su mejor aspecto, sin rastas ni aretes, como un joven modosito.
Aún hay gente que piensa que Lanza es inocente. Y no solo su madre, que sostiene la teoría de que el muerto quería matar a su niño. "No dejo de pensar que mi hijo podría estar muerto, pero se defendió y está vivo", escribió doña Mariana en una carta abierta pocos días después de la detención, en diciembre de 2017. En el juicio se ha demostrado sin lugar a dudas que fue Lanza quien agredió a Laínez, que la víctima no portaba ninguna navaja y que el ataque se produjo por la espalda. Y aún así, se ha condenado al homicida como si más que matar se hubiera defendido. Que no quería causarle la muerte, se asegura en la delirante sentencia.
Otros amigos del autor del crimen le jalean. Laínez era un "facha" y "tuvo su dosis de karma", se puede leer en un panfleto anarquista. En otra web de la misma tendencia se afirma: "Haya sido o no responsable de los hechos que se le imputan, todo el apoyo a Rodrigo Lanza. La violencia contra el fascismo siempre está justificada. Víctor Laínez, jódete". Ambas páginas difunden esa clase de contenidos sin la más mínima consecuencia.