Un día cualquiera de los concursantes de Operación Triunfo en la academia de música de la televisión pública consiste en reuniones de singles, tonos, interpretación, inglés, preparación de los temas de la gala y… ¡una charla sobre feminismo! Como todo el mundo sabe, una charla sobre feminismo es fundamental en una sociedad donde se exige a jueces, profesores y policías que tengan una perspectiva de género. Está bien que Operación Triunfo haya retransmitido en directo esta charla sobre feminismo, impartida por alguien tan ecuánime y objetivo como la activista de extrema izquierda Anna Pacheco, para que todo el mundo se haga una idea del tipo de actividades extraescolares que se imparte en los institutos o del sesgo que se está imponiendo en la academia universitaria y que llevó al acoso al profesor de Filosofía del Derecho Pablo de Lora.
Anna Pacheco defendió, con el aplauso y asentimiento de algunos de los concursantes (y el silencio de otros, no sabemos si cómplice, cobarde, pasota, ignorante o simplemente prudente ante lo que se les venía encima), que su feminismo radical de izquierda es el único posible, criticó el feminismo liberal, se burló del feminismo igualitarista y, en definitiva, identificó su feminismo con todo el feminismo, al modo en que los comunistas defendían que la auténtica democracia era la suya, la de la República Democrática Alemana, y no la liberal de la República Federal Alemana, que había sido construida bajo los parámetros de los liberales de la Escuela de Friburgo.
No deja de ser divertido aunque patético que en un programa tan comercial, en el peor sentido de la expresión, se demonice el capitalismo como si los triunfitos fuesen la versión millennial de las Brigadas Rojas o la continuación postmoderna de la Baader Meinhof. Como si estuviesen ensayando La ópera de los tres centavos de Brecht y Weill. Pero el objetivo ya no es, claro, destruir el capitalismo. La actitud es estrictamente parasitaria. La Secta del Resentimiento (como llamó Harold Bloom a todos los que desde la izquierda odian la excelencia, la verdad y la realidad) está embarcada en una misión nihilista de destrucción de los valores. La izquierda, que un día pretendió construir un paraíso aunque el precio fuese habitar mientras tanto en el infierno, hoy aspira únicamente, constatada la derrota de su utopía, a la destrucción del sistema liberal, aunque mientras tanto habiten en chalets de un millón de euros.
Esta liquidación del sistema liberal pasa por la erosión de sus fundamentos institucionales (como la presunción de inocencia y la independencia judicial), el linchamiento de figuras señaladas (como Woody Allen), el enfrentamiento entre generaciones (a través del adoctrinamiento en las escuelas y las televisiones), la propagación de la postverdad (agudizando el miedo al cambio climático para convertirlo en un fenómeno de alarmismo social) y, como en el caso de la activista femicomunista en Operación Triunfo, la lucha entre sexos.
Que este sectarismo y adoctrinamiento no es una mera anécdota lo prueba que la cuenta de Twitter de RTVE haya borrado un tuit en el que descaradamente hacía propaganda de las medidas del Gobierno:
El gobierno tumbará algunos de los aspectos más dañinos de la última reforma laboral. Pretende con ello que recuperemos algunos de los derechos del trabajo que hemos perdido.
Lo seguirá haciendo, como La Sexta se gana a pulso su mote de "La Secta", tal y como ha denunciado Cayetana Álvarez de Toledo, para escándalo de Ferreras y horror en el piso derechita cobarde del PP. Pero más taimadamente, a través de la selección de opinadores y expertos.
Anna Pacheco tiene de feminista lo que de bomberos aquellos pirómanos de Fahrenheit 451 que se dedicaban a quemar libros. Negando que exista más feminismo que el suyo, Pacheco ha hecho una quema simbólica en prime time de los libros de Martha Nussbaum, Camille Paglia, María Blanco, Wendy McElroy, Naomi Wolff, Gloria Steinem, Betty Friedan y John Stuart Mill. A la intolerancia manifiesta hay que sumar que a la feminista pirómana le pagamos obligatoriamente entre todos a través de la televisión pública que emite esta Operación Fracaso. Necesitamos un pin liberal para evitar que con nuestro dinero se financie esta propaganda gubernamental, estos sectarios lavados de cerebro, estos discursos del odio y, lo que es peor, esta basura de programas pseudomusicales.