Expertos y 'expertos'
Últimamente estamos viendo la degeneración del sistema político y científico por el triunfo de los 'expertos' sobre los expertos.
Twitter ha advertido de que pedirá que se eliminen los tuits que "nieguen los consejos de los expertos". Es revelador que una red social quiera limitar la libertad de expresión. También es sintomático de la confusión que existe acerca de la figura del experto, alguien que según Twitter goza de todavía más infalibilidad que el Papa cuando habla ex cathedra.
Cuando explotó el transbordador espacial Challenger, en el año 86, crearon una comisión de investigación. Había científicos, ingenieros y políticos. Y Richard Feynman. El físico, ya en posesión del Premio Nobel, tenía una personalidad independiente desbordante. Se había negado a ser incluido en un libro sobre judíos ganadores de la distinción sueca porque pasaba olímpicamente de categorizaciones étnicas o religiosas y no creía en más pueblo elegido que el del mérito individual y la dignidad universal. Freeman Dyson, otro físico intempestivo, lo describió en una ocasión como "mitad genio, mitad bufón". Con el paso de los años rectificó a "un completo genio, un completo bufón". Feynman escribía sus ecuaciones en las mismas hojas en las que había dibujado bailarinas, no precisamente del Bolshoi, y se relajaba tocando los bongos. Su frase favorita era "No lo sé". Se hubiese llevado muy bien con Sócrates.
En la Comisión rápidamente se granjeó la enemistad de un tipo que, aunque ingeniero de formación, había hecho carrera política. No se le ocurrió otra cosa que preguntarle: "¿Cómo puede prosperar en Washington una persona íntegra?". Lo cuenta en el último capítulo de su libro ¿Qué te importa lo que piensen los demás?, que es su relato de cómo funcionó la Comisión Rogers y, sobre todo, un extraordinario libro de ética práctica, fundamental para científicos e ingenieros que suelen tener un grave problema: tratan con empresarios y políticos que suelen tener valores más bien utilitarios.
Al aceptar un cargo político cualquier científico debe saber sobre la contradicción de servir a dos señores: la verdad y el poder. Por ello, Feynman alertó socráticamente acerca de la relación entre ciencia y expertos: "La ciencia es la creencia en la ignorancia de los expertos".
En la comisión que investigó a la NASA, el presidente de la misma pretendió poner como guinda al informe una proclama patriótica final al objeto de seguir gastando dinero simplemente para sostener una estructura burocrática. Feynman se negó y amenazó con un informe propio. Warren le dijo a Neil Armstrong que Feynman era una molestia. Eso es un experto de verdad: una molestia para el poder.
Imaginen si el 7-M Fernando Simón hubiese recomendando con contundencia llevar mascarillas y guantes y mantener una distancia de seguridad a la hora de asistir a manifestaciones, partidos de fútbol y celebraciones religiosas.
Últimamente estamos viendo la degeneración del sistema político y científico por el triunfo de los expertos sobre los expertos. No solo es el caso de Fernando Simón, que el 7 de marzo se lavó las manos ante una pregunta sobre los eventos multitudinarios del día después, no fuera a alterar el planazo feminista de Carmen Calvo e Irene Montero. Fíjense en la doctora María Neira, una directora médica de la Organización Mundial de la Salud que patrocina sin recato desde su cuenta en Twitter delirantes proclamas de la extrema izquierda sobre el "decrecimiento". A principios de febrero desmintió al doctor Cavadas porque había advertido sobre lo probable manipulación de datos del Gobierno comunista chino y aseguró que la información de Pekín era fiable (el director de la OMS es un microbiólogo pero también un político etíope marxista-leninista).
Cuando Cavadas advirtió sobre los indicios que había de que China estaba ocultando información relevante, se le tachó de alarmista. ¿Cuántas dimisiones se han producido en la OMS a cuenta de su fracaso estructural en la prevención de la pandemia? Desde el punto de vista científico, las teorías se contrastan con la experiencia. Desde el punto de vista político y social, refutación equivale a dimisión. Simón y Neira, que han demostrado su falta de capacidad y su sobredosis de ideología, deberían dimitir.
Este es un correlato paralelo en la OMS del desastre que ha significado el asesoramiento de Fernando Simón en España. Los expertos son como los futbolistas, no todos juegan al mismo nivel ni tienen el mismo rendimiento. El endiosamiento acrítico de esa figura es irracional. Feynman tenía una regla para evaluar políticos:
Cuando veo un congresista dando su opinión sobre algún asunto, me pregunto siempre si lo que dice es reflejo de su verdadera opinión o si representa una opinión diseñada con el fin de ser elegido.
El problema de la prevaricación científico-moral alcanza el nivel de gangrena cuando agentes presuntamente independientes del poder político, como generales de la Guardia Civil o responsables sanitarios, empiezan a sonar más bien como agentes a sueldo partidista del Gobierno. En la actividad política profesional se aprende una especie de deshonestidad y mendacidad estándar que amenaza el compromiso con la verdad y la objetividad, que es la esencia moral de la actividad científica.
Venceremos al coronavirus, pero una cuestión más peliaguda es si venceremos a la miseria moral habitual en la política. No quiero insinuar con ello que todos los políticos son iguales. Angela Merkel tiene toda la pinta de ser alguien que ha conseguido un equilibrio adecuado entre su faceta científica, que le llevó a escribir una tesis doctoral sin sombra de plagio, y su dimensión de política que ha triunfado en el resbaladizo mundo de las mentiras nobles.
Terminaba su informe final Feynman, que lo presentó como un apéndice final al oficial de la Comisión Rogers, con recomendaciones éticas además de científicas e ingenieriles. En primer lugar, que los políticos y los funcionarios vivan en un mundo de realidad y no en una burbuja virtual de bulos, fake news, wishful thinking y encuestas adulteradas. Ello les servirá para ser realistas a la hora de estimar probabilidades y costos. Imaginen si el 7-M Fernando Simón hubiese recomendando con contundencia llevar mascarillas y guantes y mantener una distancia de seguridad a la hora de asistir a manifestaciones, partidos de fútbol y celebraciones religiosas.
Remata Feynman, y habría que regalar una camiseta con esta frase a cada parlamentario junto al pack de mascarilla y guantes:
Para que una tecnología tenga éxito, es preciso que la realidad tenga precedencia sobre las relaciones públicas, pues a la Naturaleza no se la puede engañar.
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