Una comisión fallera de Valencia ha indultado la media luna y la mezquita que formaban parte de su falla de este año. El motivo, las protestas de la comunidad musulmana de la ciudad, que veía en el acto de prender fuego a esos símbolos una ofensa intolerable al islam.
"Lo que para nosotros es fuego purificador, para ellos es destrucción total", ha dicho el presidente de la falla. Haciendo de la necesidad virtud, el dirigente ha presentado el indulto como un ejemplo de convivencia y civismo:
Lo que podría haber sido interpretado como una historia de xenofobia e islamofobia ha resultado ser una historia de diálogo social.
Mi interpretación del affaire es ligeramente distinta.
Permítanme dejar claro, para empezar, que no creo que las fallas sean, como a menudo se pretende, la apoteosis de la irreverencia y la libertad crítica. La sátira más común que yo he visto hacer con los ninots consiste en bromas que podríamos llamar de consenso. Bromas que se ríen de los damnificados de siempre (los políticos, los ricos, la Casa Real y el clero católico), con argumentos manidos que rara vez tocan las fibras sensibles de la mayoría.
Las fallas, en otras palabras, están lejos de ser un Charlie Hebdo en tres dimensiones. Las comisiones han abrazado la nueva religión oficial de género, que es incompatible con el humor, y no es la primera vez que se pliegan a los designios de comunidades religiosas. Según cuenta Las Provincias, en 2013 una falla retiró varios elementos asociados a la religión hindú tras las quejas de colectivos indios. Un exaltado de esta religión llegó a intentar quemarse a lo bonzo en señal de protesta ante la falla. El periódico valenciano recuerda también que las protestas de círculos católicos forzaron a otra falla a "redefinir un ninot de San Vicente que se había personalizado con la cara" de un concejal. Figuras representando a un Cristo en un confesionario y de la Virgen de los Desamparados también han sido retiradas de las fallas en años precedentes, según el diario.
Sea como fuere, el indulto a la mezquita y la media luna sienta un precedente concreto que limitará el campo de acción de la sátira fallera. Vista la polvareda que puede levantar incluir representaciones islámicas en los ninots, las comisiones y los maestros falleros se lo pensarán dos veces a la hora de tocar el tema. Y la gran mayoría optará por buscar otro.
Una "historia de diálogo social", que decía el presidente de la falla, que se salda con victoria a domicilio del islamismo, que sigue intratable como visitante en la mayoría de ligas de Europa y no deja de sumar positivos por los campos de España.