Sus nombres ya están archivados en los anales de la infamia del siglo XX como símbolos de la traición a la patria por su subordinación a una potencia extranjera. Philippe Pétain en Francia, Vidkun Quisling en Noruega, Léon Degrelle en Bélgica, gobernaron sus países tributando una obediencia ciega al ocupante nazi alemán. ¿En qué categoría aparecerán encuadrados Pedro Sánchez y sus cortesanos en los libros de historia de España?
Islotes estériles
La España donde impera Sánchez no ha sido sojuzgada por ningún enemigo foráneo. Lo que dejará una marca indeleble en el legajo de este Tartufo es su complicidad con los crápulas montados sobre los volcanes donde bulle el magma antiespañol que ellos extraen y luego esparcen para calcinar el Reino. Y si bien los volcanes están dentro de nuestro territorio, un territorio cohesionado por vínculos seculares, el magma lo componen elementos tóxicos cuyas coladas se bifurcan unas veces para crear islotes estériles que llaman repúblicas, y otras veces se fusionan en tenebrosos frentes populares para aumentar su poder destructivo.
Basta de metáforas. El peligro no viene de afuera sino que fermenta infiltrado en nuestras propias instituciones. Quien le ha abierto la puerta es nada menos que el presidente del Gobierno, tejiendo alianzas, un día sí y otro también, con quienes, aun siendo españoles nativos, proclaman jactanciosamente su voluntad de dejar de serlo por vías fraudulentas, para convertirse en extranjeros respecto de su propio país.
Chantaje colectivo
Todos estos renegados usufructúan la intermediación de los ministros y ministras comunistas, encabezados por nuestra Rosa Luxemburgo gallega después de la fuga del Lenin de pacotilla, y cuando terminan de empotrarse en las estructuras de poder, alternan sus duelos fratricidas particulares con ejercicios descarados de chantaje colectivo para rapiñar el presupuesto del Estado que ambicionan desmembrar. El colaboracionista entronizado en una Moncloa, que es la réplica del Vichy petainista, les va concediendo gradualmente parcelas del rescate que le exigen a cambio de su perpetuación en la poltrona.
En Cataluña entrega privilegios económicos, monopolio de los medios de comunicación, hegemonía dialectal en detrimento de la lengua común, conversión degradante del sistema de enseñanza en otro de adoctrinamiento, indultos a los sediciosos condenados con sentencia firme, insinuaciones de amnistía a los delincuentes prófugos, mesa de negociación de igual a igual entre el Estado y funcionarios subalternos. En la Comunidad Vasca (me niego a llamarla "país") cede la expansión de un régimen foral anacrónico que roza el estatus de la independencia, combinado con el negacionismo ideado para disimular la fusión del sabino-aranismo racista oficial con la barbarie etarra.
Y por si esto fuera poco, el 23/10 los sediciosos indultados, encabezados por Oriol Junqueras en representación de ERC y Josep Rull en representación de Junts, se sumaron a los filoetarras de Bildu para engrosar una manifestación, en San Sebastián, a favor de los verdugos presos. Amancebados, a calzón quitado, con el PNV extorsionador congénito y con los burócratas desclasados de la UGT, más fieles a la oligarquía secesionista que a los trabajadores. ¿Quieren más? Pues tienen los conciliábulos del presidente socialista valenciano Ximo Puig con su colega esquerrano catalán Pere Aragonès y con la presidenta también socialista mallorquina Francina Armengol, para sembrar, al amparo de la lengua regional impuesta coactivamente, las semillas irredentistas de los codiciados Països Catalans.
Alabanzas al timo
El magma antiespañol avanza, con la casquería de ETA en la vanguardia de la colada. Ah, ya que hablamos de vanguardia… El diario homónimo batió records de fake news cuando tituló así un editorial bochornoso (19/10): "La izquierda abertzale cuestiona a ETA", deshaciéndose en alabanzas al timo del embaucador Arnaldo Otegi. Escribió el plumilla mendaz de turno:
La declaración de ayer es una excelente noticia y se presta a varias interpretaciones, todas alentadoras. En primer lugar, por lo que tiene de reparación parcial (sic) para las 853 víctimas mortales, los alrededor de 2.500 heridos, los familiares de todos ellos. (…) En segundo lugar, porque constituye un paso importante, aunque todavía no definitivo, hacia la normalización política en el País Vasco. (…) En tercer lugar, porque implica un corrimiento de la izquierda abertzale hacia posiciones más pragmáticas y centradas. (…) Y en cuarto lugar, por ser Otegi una figura emblemática de la izquierda abertzale, también de su evolución, puesto que operó con el brazo político de ETA, más tarde se esforzó por aproximar posiciones y ahora cuestiona a la banda terrorista.
"El nazi bueno"
Esta nauseabunda apología de los pupilos de los matarifes impenitentes y del terrorista emérito que alardea de su predisposición a votar los presupuestos del Estado a cambio de la libertad de 200 asesinos que –dijo– "tenemos" en prisión (nótese el plural de la tenencia que delata su coparticipación en la banda patibularia), me trae a la memoria la campaña encaminada a blanquear el pasado de Albert Speer para erigirlo en el modelo de "el nazi bueno".
El arquitecto Albert Speer se afilió al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán en 1931. No tardó en incorporarse al círculo íntimo de Adolf Hitler, construyó algunos de los edificios colosales del Tercer Reich y durante la guerra ascendió al puesto de ministro de Armamento, que desempeñó eficazmente hasta el día de la capitulación. Durante el juicio de Nuremberg alegó desconocer las atrocidades del Holocausto, aunque reconoció sus inocultables afinidades con el nazismo. Fue sentenciado a veinte años de prisión en la cárcel de Spandau, aunque los soviéticos pidieron la pena de muerte.
Cumplió íntegramente su condena y escribió dos libros de memorias donde se presentaba como un tecnócrata apolítico. A lo largo del tiempo afloraron documentos que probaban su participación en los peores crímenes de guerra que habrían justificado su ejecución si se hubieran conocido en Nuremberg, pero pasó a la historia como "el nazi bueno".
"El terrorista bueno"
Ahora los colaboracionistas del magma antiespañol –que van desde Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero hasta la manada de comunistas, supremacistas étnicos y terroristas mal reciclados, pasando por editorialistas de la prensa venal– nos quieren vender el trampantojo de Arnaldo Otegi como "hombre de paz". Ágrafos crónicos, desconocen el relato trucado del "nazi bueno" Albert Speer. Si lo conocieran, ya habrían premiado a Otegi con el galardón de "el terrorista bueno".
Nazi alemán, terrorista vasco, tanto monta monta tanto.