Carta al Alcalde de Madrid sobre un artista madrileño maltratado
Los restos del bailarín Félix García, que nunca debió ser olvidado por lo que aportó al desarrollo de la danza española y a su repercusión internacional, deben reposar en su Madrid natal.
Excelentísimo Señor Alcalde de Madrid:
¿Qué hay que hacer para que los políticos sean sensibles a unas peticiones que tienen todo el sentido común y la buena voluntad del mundo, no persiguen beneficio personal alguno salvo el derivado de la reparación moral de un grave daño y pretenden enmendar las consecuencias de una muy probable canallada que recluyó en un manicomio de Epsom, condado de Surrey, Inglaterra, a un bailarín español y madrileño de 16 años, Félix Fernández González, hasta su muerte en 1941? Aún no había cumplido 38 años. ¿Qué hay que hacer? La verdad es que pocos lo saben, si los hay.
¿Es mucho pedir que se interese por la repatriación de los restos de Félix García a la ciudad que le vio nacer? ¿Es insolencia reclamar que se trate su figura como la de una gran personalidad del arte español y se dé a conocer su biografía y su aportación? ¿Es inconveniente pretender que, mientras todo eso se hace posible, su ciudad, Madrid, colabore con quienes, desde otros puntos de España, ya lo hacen sin más interés que la justicia de un desagravio?
Félix García fue el nombre artístico utilizado por Félix Fernández González, que ni fue gitano ni fue andaluz ni estaba loco, como se ha dicho y escrito mal. Fue un madrileño nacido el 18 de octubre de 1903 en la calle de Dos Hermanas, 6 y criado en el número 13 de la calle la Ruda, entre el Mercado de la Cebada y la Plaza del Rastro. Murió el 18 de marzo de 1941 tras casi 22 años de internamiento no justificado y está enterrado en el antiguo y abandonado Horton Cemetery situado entre Epsom y Ewell, fosa 1.624, nivel C.
Tan real y nuestro fue este madrileño que forma parte de la galería biográfica de la Real Academia de la Historia, aunque con inexactitudes llamativas. Por ejemplo, se afirma en su entrada que nació en Sevilla ¡en 1896! y admite el calificativo de El Loco para el pobre Félix –que le impusieron los que lo maltrataron e ingresaron—, aunque no actualiza sus notas con la investigación del profesor y músico murciano Antonio Hernández Moreno, que proporciona documentos inéditos de varios archivos en su libro Treinta castañuelas para Londres. La verdadera historia del bailarín Félix García y los Ballets Russes de Diaghilev (2019).
La versión oficial de nuestra Academia de la Historia es que Félix era andaluz, sevillano, que tenía más de 18 años cuando fue contratado por el ruso sin escrúpulos Serguéi (Serge) Diaghilev[1], que lo conoció con Manuel de Falla en Granada y que, cuando decidieron escenificar como ballet español una versión de El sombrero de tres picos, inspirado en el relato de Pedro Antonio de Alarcón, contrataron a Félix para enseñar flamenco a las primeras figuras del ballet ruso y se lo llevaron de gira por España.
Para nuestra Academia, todos quedaron impresionados por "su precisión, el ritmo de sus movimientos y su perfecto control". Pero luego desliza poco a poco la idea de la incapacidad del bailarín madrileño para hacer convivir en su baile la improvisación y la pasión con el metrónomo, que es la versión ofrecida por el bailarín ruso Leonid Massine, su competidor para el papel del "Molinero". En su relato, tal disensión le condujo a la locura total cuando supo que no sería el protagonista de una obra que había contribuido a crear. Hasta Falla reconoció que la farruca del Molinero de su obra contenía una brillante aportación de Félix.
Esta versión se ha repetido una y otra vez y siempre hay un hilo común que las liga al entorno del ruso Diaghilev, que fue quien consintió o propició su confinamiento en el hospital de Epsom, un asilo mental para vagos, maleantes, exsoldados y dementes.
Para justificarlo, se guionizó la escena de Félix García bailando como un poseso en el altar de la Iglesia de St Martin-in-the-Fields, en Trafalgar Square, tras haber roto una ventana del templo de acogida anglicano. Allí lo detuvo la Policía, que no se refiere en ningún momento a acto blasfemo alguno. Nunca volvió a ser libre ni regresó a España.
En 2019, va a hacer cinco años, se dio a conocer la investigación minuciosa y detallada de Antonio Hernández Moreno que, después de confirmar el trágico destino del bailarín español —boleros se les llamaba a tales artistas—, ha dedicado muchos años de su vida a una tenaz y persistente labor de investigación alumbrando datos que han sido documentados y depositados ante notario, la mayoría de ellos publicados en forma novelada en su libro Treinta castañuelas para Londres.
Su tesis, que no es una versión sin más porque se apoya en documentos sustanciales y certificados, demuestra que Félix Fernández González nació en 1903 en Madrid, que el estreno de El sombrero de tres picos en Londres fue en 1919, cuando sólo tenía 16 años, edad falsificada en el contrato que firmó con Diaghilev (25 años firmó tener) porque era necesaria la mayoría de edad para legalizar todos los trámites.
Para su investigación, Félix García era su nombre artístico y fue adoptado en memoria de un mítico bailarín "bolero", otro Félix García, que triunfó en Londres sesenta años antes. Además, García era un apellido muy apreciado en la Europa musicalmente culta porque Manuel García, sevillano, fue un músico excepcional, amigo de Rossini, cuyo Barbero de Sevilla enriqueció con la guitarra, maestro de canto e intérprete y, por si fuera poco, padre de las dos cantantes de ópera más famosas del siglo XIX, La Malibrán y Pauline Viardot.
Nuestro Félix fue víctima de un ruso sin escrúpulos para quien se transformó de inspirador en estorbo. El motivo fue el incumplimiento de la promesa de Diaguilev de que Félix García sería el "molinero" en el estreno de El corregidor y la molinera, semanas antes de que el nombre del ballet cambiara a El sombrero de tres picos en el teatro Alhambra de Londres en 1919.
Diaghilev dio el papel a su entonces amante, Leonid Massine, de quien pocos se explican por qué fue a visitar al "loco" español en Epsom, según se ha afirmado[2], hasta que comenzó la II Guerra Mundial. Así se lo contó él mismo a la bailarina Lydia Sokolova que se enteró, años después, de que su admirado Félix estaba ingresado en el Horton Asylum, conocido luego como Long Grove Mental Hospital. ¿Razón? Diaghilev había mentido a su ballet diciendo a todos que Félix había muerto.
Sokolova, primera figura del ballet hasta entonces, aporta, en sus Memorias[3], además de la importancia artística de Félix, , un elemento esclarecedor:
En el escenario, Diaghilev tenía en la mano un papel que parecía una carta o un telegrama. "Sé que todos lamentarán mucho saber que el pobre Félix ha muerto en el manicomio cerca de Londres", dijo. Naturalmente, todos pusieron caras de simpatía y emitieron los sonidos adecuados. De hecho, me sentí muy mal por el pobre muchacho que había hecho tanto por la creación de Le Tricorne y que, como resultado, había perdido la razón. Catorce años después, cuando visité a Massine en un camerino de Londres, me dijo que acababa de visitar a Félix. Me quedé asombrada. Más tarde fui a verlo yo misma. De hecho, murió en 1941. Nunca he sabido por qué Diaghilev hizo ese anuncio falso, si estaba mal informado o si tenía miedo de que, mientras representábamos Le Tricorne en España, la familia de Félix pudiera reclamarle algo.
Es extraña esta circunstancia porque, de haber enloquecido aquel joven de 16 años, el empresario ruso o su amigo y admirador Manuel de Falla, o alguien de su confianza, debería haberse puesto en contacto con su familia y permitirle que se hiciera cargo de Félix y traerlo a España. Pero no fue así. Fuese por lo que fuese, quitarse un estorbo de encima o eludir los posibles problemas legales e indemnizaciones probables, el ruso consintió el ingreso de su bailarín en el manicomio y lo ocultó a sus compañeros de ballet y a su familia.
Por tanto, parece oportuno establecer que Félix Fernández González, Félix García, más que loco estuvo indignado profundamente por el maltrato recibido del empresario ruso. Tras haber enseñado a la compañía los movimientos, compases e instrumentos del arte bolero, Diaghilev prefirió que su amante Massine tuviera el honor de ser la primera figura del ballet de El sombrero de tres picos, apartando al madrileño. De igual forma lo hizo con su pareja de baile, la Sokolova, en favor de la recién rescatada Tamara Karsavina.
La disconformidad del bailarín español con aquel incumplimiento de la palabra dada y el contrato suscrito provocó su reacción durante los primeros ensayos, meses antes del estreno de la obra en Londres. Tras su detención por la Policía en la iglesia ya mencionada, Félix fue trasladado al Horton Asylum de Epsom y allí permaneció durante el resto de su corta y desgraciada vida.
La importancia de Félix García en la historia de la danza española es muy relevante. No sólo contribuyó a la puesta en escena de la obra maestra que es El sombrero de tres picos, sino que dio a conocer la cultura española por toda España y por Europa. Es más, todos los grandes artistas que le trataron le reconocieron un don extraordinario para la danza.
Pondré el ejemplo de Leonid Massine, la gran estrella masculina del ballet ruso por entonces, que, en su autobiografía My life in ballet (1968), menciona 12 veces a Félix Fernández García, así lo llama, y lo considera un superdotado. Dice el ruso: Félix "comenzó a enseñarme los intrincados movimientos de pies y piernas del flamenco. Aunque carecía de nuestra formación clásica, era un bailarín naturalmente dotado y un profesor muy paciente". De hecho, mencionó a Félix y a Falla como sus tutores en música y danza española.
Y añade: "Me sorprendió la forma en que había perfeccionado su dominio del baile español hasta el punto de que se había convertido en un arte altamente refinado. No sólo había ideado un sistema escrito de notación para el zapateado, los movimientos de pies del flamenco, sino que también había aprendido a cantar las difíciles seguidillas y las canciones de alegría mientras bailaba. Esta fue una hazaña muy notable…".
Excelentísimo Señor Alcalde de Madrid, todo lo antedicho tiene que unirse a la presencia de este bailarín madrileño en la cúpula del arte europeo del primer cuarto del siglo XX. Además de Massine, Félix García estuvo relacionado con los grandes de la época: Nijinsky, Picasso, Igor Stravinsky, Maurice Ravel, Manuel de Falla, Joaquín Turina, Olga Khokhlova, Jean Cocteau, Lydia Sokolova, Coco Chanel y tantos otros.
Por cierto, la relación que unió a Maurice Ravel con la compañía de Diaghilev, Félix García entre ellos, ejemplo de bolero español, sustenta la defensa que Hernández Moreno hace sobre la famosa pieza del francés, Bolero, inspirada en la música española. Para el investigador murciano, el Bolero fue inspirado y dedicado verdaderamente al bailarín madrileño.
Este caudal, moderado, de elementos, de hechos y de presencias, debería haber hecho posible hace tiempo que los gobiernos de Madrid, el que depende de su Excelencia y el que depende de la Comunidad Autónoma, al cual, como al suyo, se ha informado cumplidamente de estos acontecimientos, al menos se tomaran interés en saber por qué un madrileño bien ilustre tiene sus huesos alojados en el cementerio inglés de Epsom.
La prueba de la vida
Por eso, por esa indiferencia poco comprensible, mi familia y yo decidimos viajar a Epsom este pasado 25 de julio para asistir a los concierto de música y danza españolas que, en honor de la memoria de Félix García, se celebraron cerca de su última morada en The Horton Arts Centre, siguiendo la senda abierta de años anteriores.
El profesor Hernández Moreno, además de investigar sobre Félix García, inició una labor de divulgación muy importante que ha fraguado en un movimiento de apoyo y de rescate del olvido y el descrédito ("el loco") al bailarín madrileño, al que considera un gran artista que "colaboró de forma paciente e incansable en el estreno de una obra maestra: el ballet español El sombrero de tres picos, a partir de la música de Falla, los textos de María de la O Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra y la escenografía de Picasso, entre otros colaboradores esenciales.
Puso en marcha el Ciclo de Conciertos en homenaje al bailarín Félix García de música, canto y baile españoles que ha tenido un arraigo inesperado desde hace tres años en la localidad inglesa de Epsom, en cuyo Horton Arts Centre —restaurado en torno a la capilla de todo el viejo complejo sanitario de Epsom en cuyo pabellón mental fue penado Félix García—, se celebran unas jornadas donde se recuerda y analiza la figura del bailarín madrileño[4], así como la música y la danza españolas.
Este centro cultural está dirigido por la amabilísima y rigurosa María Reeves y en él se ofrecen todos los veranos, desde hace tres, conciertos instrumentales de músicos españoles de primer nivel internacional, espectáculos de danza española e incluso clases iniciáticas. Claro, Félix está enterrado allí, se dirá. Cierto. Pero no lo es menos que nació y floreció en Madrid, Excelentísimo Señor, y aquí poco se hace. Tampoco en la Andalucía de Falla ni en la España de todos.
Por decir algo más de la personalidad de esta amiga inglesa, aportaré que mi familia y yo fuimos invitados a la cena que en su casa, en su casa, sí, he dicho, organizó para agasajar a los promotores españoles del evento y al grupo de músicos y bailarinas españolas que se desplazan desde la península para participar en los espectáculos sin que el dinero, digámoslo así, tenga relevancia alguna[5] en los acontecimientos.
Lo que une a estos artistas, a los que me referiré a continuación, sobre todo a los de este año, es el impulso artístico coordinado puesto en marcha por Antonio Hernández Moreno y, además y tal vez sobre todo, la reivindicación y el respeto por la figura del madrileño Félix Fernández González. Casi todos ellos son murcianos y levantinos, porque allí brota la savia generosa del inspirador artístico, pero para los españoles, y aún no hemos dejado de serlo, todos somos uno y nadie es más que nadie. Y Félix fue y es de los nuestros. Pero, ¿lo es de los madrileños? ¿Lo es de los españoles?
Más de cien años de inmerecido olvido. Eso es lo que fuimos a remediar a Epsom el profesor Hernández Moreno, los artistas de este año[6], nuestra familia y el Horton Arts Centre. Alguien podrá pensar que estos pianistas, violinistas, chelistas y bailarinas son cualquier cosa, una excusa, un pretexto, un sucedáneo del arte y la música españolas. Pero no, Excelentísimo Señor Alcalde, no. Son y lo serán aún más en el futuro, figuras de un altísimo nivel profesional y artístico. Pero lo que hacen lo hacen por fe, por la verdad, por el compromiso con lo propio y bello y en memoria de Félix García.
El pianista José Vicente Riquelme Ros, matrícula de honor fin de carrera en el Conservatorio de Murcia, ha obtenido premios internacionales, entre ellos el de Mozart en Berlín. Su compañero al piano para tocar el Bolero de Ravel a cuatro manos, el albaceteño Jose Alberto del Cerro tiene premios en Berlín, Bélgica y otros países siendo profesor de piano en el Conservatorio de Música de Murcia.
El violinista, desde los 6 años, Fulgencio Aparicio Hernández, de Alcantarilla (Murcia), otra matrícula de honor, tiene posgrado en Amberes y completado estudios en Rochester. El alicantino Adrián López Agudo, violoncelo, tras haber completado estudios con máximas calificaciones, actúa ahora como violonchelista en la Orquesta Sinfónica de Murcia.
Elena Molina Llopis, bailarina de Alcoy, estuvo en la Accademia Nazionale di Danza de Roma en 2019/2020, terminando con 3 matrículas de honor y fue becada para el curso de la cátedra de Alicia Alonso, dentro de la Universidad Rey Juan Carlos. Entre otras mil cosas.
La bailarina española y madrileña, vaya, Lucía Ramírez, matrícula de honor en flamenco y especializada en Danza Española. Primera bailarina en una reciente producción de la Ópera Goyescas, con giras internacionales a sus espaldas, devenida coreógrafa de alto nivel y miembro del elenco principal del Ballet Español de la Comunidad de Madrid. Vaya. De nuevo.
Tras todos ellos, el inspirador y coordinador de todo este esfuerzo, el profesor Antonio Hernández Moreno y Marta Melgarejo Martínez, profesora también y directora de comunicación y redes sociales de todas las actividades e iniciativas. Todos ellos, y nosotros, unidos por la recuperación de la memoria de un bailarín español que nunca debió ser olvidado por lo que aportó al desarrollo de la danza española y a su repercusión internacional, estuvimos en su tumba.
Juntos fuimos al monolito que rememora a los 9.000 enterrados en el cementerio casi fantasmal de Epsom, donde reposan los restos de Félix García desde hace 83 años sin que nadie nunca jamás haya reclamado su traslado a Madrid, a España, a su patria. El horror que vivió este joven de 16 años nos sigue avergonzando. Pongamos fin a esta indecencia.
Me invitaron a leer unos versos propios dedicados a Félix y los leí junto a la cerca ajada de ese cementerio inglés. Los titulé Farruca del Molinero y suenan así
¡Farruca del Molinero!
¡Qué tumba más indebida
para la flor de un bolero!Que fue más que flor, un alma
la que enterraron en Epsom:
el alma desbaratada
de un bailarín madrileño.Le juraron paraísos
y le pagaron infiernos.
Pintaron luces en Londres
pero lo dejaron ciego.
Le robaron sus milagros
y le mataron los sueños.Palillos y castañuelas,
tacones de un alto cielo,
miel de una coreografía,
prodigio para un sombrero
de tres picos afilados,
los mismos que lo murieron.Félix el loco, infamaron.
Delincuente, decidieron.
Un ángel, fue, descompuesto
por las balas del dinero,
por los piratas del arte
y el espesor de los celos.Félix Fernández González.
"Farruca del molinero".
Qué fosa más indebida
la que te arropa, aquí, en Epsom.Félix Fernández González,
Félix, príncipe bolero,
Madrid te debe una tumba
y España un merecimiento.
Excelentísimo Señor Alcalde de Madrid, repito: ¿es mucho pedir que se interese por la repatriación de los restos de Félix García a la ciudad que le vio nacer? ¿Es insolencia reclamar que se trate su figura como la de una gran personalidad del arte español y se dé a conocer su biografía y su aportación? ¿Es inconveniente pedirle que, mientras todo eso se hace posible, su ciudad, Madrid, colabore con quienes, desde otros puntos de España, ya lo hacen sin más interés que el enderezo de un entuerto?
Ya sé que hay temas más importantes. Pero Félix fue un genial madrileño y español maltratado. Si no respetamos a nuestras víctimas y olvidamos sus méritos, ¿qué nos quedará?
Atentamente,
Pedro de Tena Alfonso.
[1] Es lo que él mismo dijo de sí mismo.
[2] Así lo cuentan un biógrafo y otros artistas de la época.
[3] Dancing for Diaghilev: The Memoirs of Lydia Sokolova, 1960 .
[4] El propio profesor Hernández Moreno pronunció una conferencia sobre la trágica vida de Félix Fernández González.
[5] La mayor ayuda obtenida, 1.000 euros, procede de una entidad de ahorros de Murcia. Los demás gastos se sufragan privadamente por los promotores del evento y se alivian, si bien no totalmente, con la venta de entradas.
[6] Lamento no poder relacionar a todos los que han participado desde sus comienzos, pero tengan mi admiración sincera.
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