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Pedro de Tena

Exescoltas anti-ETA: condenados por 'Salvados' sin presunción de inocencia

3.000 exescoltas, 3.000 protegidos, unos pocos testimonios y veredicto de culpabilidad.

Fernando González 'Gonzo' | Atresmedia

Sabido es que Salvados es un programa que el grupo Atresmedia cede a la izquierda en España para, es de suponer, extender su cuota de mercado en la sociedad española por una parte y obtener la protección necesaria de su negocio cuando gobiernan sus partidos, como es el caso. Nació bajo un gobierno de izquierdas en 2008, al que sirvió, y sigue sirviendo al actual gobierno social-comunista-filoseparatista.

Podrá decirse mucho sobre este programa pero nadie podrá decir que trata equitativamente los temas sin hacer acepción de personas, ideologías o partidos. No es su propósito. No lo fue nunca. Más vale no engañarse desde el principio para no ser tonto de baba. Ni la izquierda ni el separatismo quieren verdades sino propaganda, si es inteligente e indetectable mejor y no la hay más perfecta que aquella que presenta como verdad cabal lo que no es siquiera media verdad, sino una evidente manipulación de palabras, hechos, juicios y cifras.

En el caso que nos ocupa, el escándalo ha surgido por el reportaje que se ha dedicado a los exescoltas que defendieron la vida de sus protegidos en el País Vasco desde hace al menos treinta años, fechas trágicas en que se produjo lo que los asesinos llamaron la "socialización del dolor", tergiversación cruel para advertir que el asesinato, tiro en la nuca, bomba, secuestro o extorsión iban a ser distribuidos "democráticamente" entre todos los adversarios.

Todos los que no pensaban como ETA podían morir asesinados sin juicio previo, como en el famoso bando de la República fallida de 1930 que quiso imponer Fermín Galán. Pero hasta en esto hay trampa. Todos no son todos, sino sólo algunos, porque hay notables excepciones en cuanto a las víctimas mortales. Muy pocas hubo, cuando las hubo, entre los miembros del PNV (los padres que mintieron), como en los demás nacionalismos periféricos como el catalán y el gallego. Apenas hubo asesinados entre sindicalistas de izquierda ni en el PCE (eso sí, mataron con saña a exetarras como Yoyes González).

La mayor parte de los políticos asesinados por ETA militar y otras organizaciones colaterales fueron personas vinculadas a la Transición democrática, desde partidos de derecha o centro derecha al PSOE, pero con evidente desproporción. Los partidos de centro y derecha junto a personas relacionadas con el franquismo sufrieron muchos más atentados que el PSOE. Casi cuatro veces más.[i]

De hecho, AP-PP, UCD, UPN y personas relacionadas con el franquismo suman 39 de los 68 políticos asesinados por la banda mientras que, afortunadamente, el PSOE sólo contó 11 víctimas. Las 18 restantes pertenecían a partidos minoritarios. En conjunto fueron 361 los civiles ajusticiados por las bandas (ETA militar fue la principal), por lo que los políticos representaron sólo el 18 por ciento. El resto fueron fiscales, funcionarios de prisiones, periodistas, técnicos de centrales nucleares e incluso 7 fueron exmiembros de ETA ejecutados por la propia banda.

A esas víctimas civiles hay que sumar las 496 que sufrieron los militares en activo o retirados, los guardias civiles en activo o retirados, los policías nacionales en activo o retirados, los policías autonómicos y los policías municipales en activo o retirados. En total, las víctimas del terrorismo nacionalista ascendieron a 857, 59 de ellas mujeres, 21 menores[ii] y al menos a 11 escoltas, sólo uno privado, aunque la cifra podría ser mayor si se incluye a conductores.

Sirva lo anterior de contexto (que no proporciona Salvados) para comprender el papel de los escoltas en el País Vasco desde la declaración de ETA y Herri Batasuna anunciando la extensión general del terrorismo a todos los que no se plegaran a sus objetivos a comienzos de 1995: "Es legítimo que Euskal Herría defienda su soberanía utilizando todas las formas de lucha, tanto la institucional, la de la calle, como la lucha armada". Naturalmente, tal anuncio produjo una reorientación al alza del sistema de escolta en toda España, especialmente en el País Vasco.

Como consecuencia de todo, 180.000 vascos abandonaron su tierra y viven ahora en otras partes de España, lo que tiene, además de un gran peso de sufrimientos personales, evidentes consecuencias electorales (el peso del nacionalismo es mayor) e incluso demográficas. Tal exilio forzoso "implica una pérdida demográfica adicional de varias decenas de miles de habitantes más, que son los hijos e incluso los nietos que habrían tenido en el País Vasco muchos de los que se fueron"(segundo informe CEU-CEFAS).

Txakurrak (perros en euskera): la mezcla demagógica de lo cabal y de lo inaceptable

Precisemos inicialmente lo que en este programa es cabal y lo que resulta inaceptable por indemostrado y demagógico. Con ese insulto, "perros", se conocía y se conoce a todo componente de las fuerzas de seguridad, del Estado o privadas, en los ambientes proetarras y nacionalistas de El País Vasco. Y así se ha titulado precisamente el programa de Atresmedia, subrayando la ofensa, realizado por Salvados, emitido el pasado 22 de septiembre en el que su responsable, Fernando González "Gonzo" introducía el tema de este modo:

Hace 30 años, ETA dio un giro a su estrategia. Lo bautizó como la socialización del dolor y se resumía en un solo argumento. Si no pensabas como ellos, podías ser asesinado. Políticos de primera fila y concejales de pueblo, empresarios y periodistas, fiscales y funcionarios pasaron a formar parte de su lista negra. Y el Estado, que no tenía policías para protegerlos a todos, destinó al País Vasco a 3.000 escoltas privados. Durante 20 años, Euskadi fue uno de los territorios del mundo con más escoltas y más protegidos.

Cabal. Todo cierto y correcto, aunque el Estado no podía destinar escoltas particulares a su antojo porque dependían de empresas privadas y el número de policías y guardias civiles era muy superior a los 3.000 escoltas privados (que hay quien reduce a 1.700, según las fechas), pero a ello le siguen afirmaciones generales sin fundamento y que, en ese marco vital, inducen —es imposible que no sea fruto de la mala fe—, al desprestigio de víctimas y escoltas.

Inaceptable. En la propia introducción se añade: "Hoy veremos que muchos de aquellos escoltas llegaron sin ninguna experiencia y no recibieron formación". ¿Muchos? ¿Cuántos? ¿Con cuántos de los supuestos 3.000 se ha hablado? ¿Con cuántas de sus empresas? ¿Quiere esto decir que alguien leía un anuncio y, siendo albañil o camarero o profesor era admitido sin más como trabajador de seguridad privada? ¿Se han tenido en cuenta las circunstancias apremiantes, las vidas en juego, en caso de ser así como se cuenta?

Cabal: sufrieron el acoso del entorno abertzale y el repudio de parte de la sociedad vasca.

Inaceptable: inmediatamente después se dice que "sus protegidos abusaron laboralmente de ellos y muchas de sus empresas no querían que el negocio se acabara. Claro que muchos de estos escoltas tampoco se portaron como se esperaba de ellos".

¿Cuántos protegidos abusaron laboralmente de ellos? ¿Todos, algunos, unos cuantos? ¿A qué clase de abusos les sometieron? Salvados generaliza sin más pero no justifica la generalización. ¿O es que se trataba de aludir específicamente a uno de ellos, del que se dice –lo dice "Gonzo" como descubriendo un misterio— es ahora el jefe de un partido político? No dicen su nombre pero se sabe con toda certeza que uno de los "abusadores" fue ¡Santiago Abascal!

Cabal: los escoltas seleccionados por el programa, 4 de 3.000, según sus números, (que se da entender son representativos del conjunto) describen su situación: eran perros, Txakurrak, traidores.

Inaceptable: equidistancia en las imágenes relativas a protestas por el asesinato de Miguel Ángel Blanco y empujones de la Ertzaintza a presuntos kaleborrokistas. O sea, todos eran violentos, los que morían y los que mataban, los que se manifestaban pacíficamente y los que alborotaron brutalmente.

La mezcla de lo cabal y de lo inaceptable deriva en infamia. Es lo que tiene lugar antes de que comience el programa propiamente dicho. Pero resumamos.

La mezquindad sutil: banalización y generalización del mal escolta

Mientras el exescolta Manuel Jiménez[iii], cordobés, pasea ahora ya tranquilo con "Gonzo" acercándose a la casa de su "protegida", la exconcejal socialista de Mondragón, Matilde Martín[iv], para reencontrarse con ella, recuerda su miedo de entonces y las amenazas de muerte que sufrió esta mujer.

Cuando se encuentran expresan su gozo por disfrutar de esta libertad de la "paz" (unos meses antes, 2024, Vox fue acosado por los abertzales en plena campaña electoral y el candidato de Bildu se negó a calificar a ETA de terrorista). Se desliza así sutilmente la idea de que el diálogo con ETA abanderado por el PSOE ha sido beneficioso. ¿Para quiénes?

Salvados elige a cuatro exescoltas para denunciar la falta de formación y preparación de todos, pero en su presentación ordenada, el primero ya era personal de Seguridad en Madrid. Otro, fue militar profesional del Ejército del Aire y luego vigilante de seguridad. El tercero hizo los cursos de vigilancia y escolta en 2001 y sirvió a la familia Beckham y el cuarto, vasco de nacimiento, había sido legionario, con un primo policía asesinado por ETA e hizo sus cursos de formación. O sea, todos ellos tenían bastante cualificación para ejercer sus cometidos si lo complementaban con la Habilitación exigida por el Ministerio del Interior.

Sin embargo, atestiguan sobre un supuesto "perfil genérico" de los 3.000 escoltas a partir de 2003 y dicen cosas inaceptables para un mínimo rigor, como que dado que se necesitaban "tíos armados" daba igual que fuesen tuertos o que estuvieran cojos; que entre ellos había albañiles, carpinteros, comerciales… de todo, pero gente con experiencia en seguridad, muy poca". Incluso se habla de ingestión de sustancias, cocaína, vamos, o alcohol, durante los servicios.

Incluso dice uno: "Hubo mucho flipao (otro lo niega), mucho incompetente, muchos compañeros muy buenos…". "Venían con ideas ultras, de derechas (‘la muy derecha’)", susurra el presentador, y asiente el entrevistado, o discursos antivascos: "hay que matarlos a todos". Se cuenta: "Yo he visto a un tío sacar la pistola y apuntarle a uno a la cabeza por una tontería", "otros disparaban a señales de tráfico". ¿Todos? ¿Los 3.000? ¿Cuántos?

Hacer de la anécdota una categoría o calificar a un todo por alguna de sus partes, una especie de sinécdoque audiovisual, es una de las formas sutiles de la manipulación a todos los niveles. Pero cuando en un programa de televisión con audiencia garantizada se hace tal cosa, se está propiciando que se extraiga una conclusión del tipo: "Los exescoltas anti-ETA eran de todo menos escoltas preparados, odiaban a los vascos y la profesión en general tiene ideas de derecha". Inaceptable por gratuito e indemostrado.

Pero lo inaceptable raya en lo vergonzante cuando uno de ellos afirma sin pestañear que "el hecho de que hubiese un rechazo en la sociedad hacia los escoltas era por el comportamiento de los propios escoltas". ¿De todos? ¿De cuántos? ¿Qué comportamientos? Así, una y otra vez, se va deslizando la idea de la maldad intrínseca de quienes iban a proteger las vidas de sus protegidos de las balas o las bombas de ETA.

Hasta se llegó a trabajar con armas de juguete "un día o dos", se dice, como si hubiera sido la norma. No es inocente que "Gonzo" mencione a Mortadelo y Filemón en tal marco. Sutil. Es más, es que había empresas que "no querían que aquello terminase nunca". Para seguir ganando dinero. ¿Cuántas? ¿Cuáles? ¿Cuántos casos? ¿Tal vez sólo uno?

Luego se pasa a examinar las condiciones vitales de los escoltas, su forma de vestir "sucia" para despistar, su miedo (aparcar a un kilómetro), no comprar en los barrios donde vivían y ser calificados de traidores, por lo que ocultaban lo que eran incluso a sus familias, a pesar de que fueran policías o incluso algún familiar hubiera sido asesinado por ETA.

Pero todo ello se mezcla, anticipadamente, con la información sobre los sueldos y las horas trabajadas, elevados ambos, y con el juicio a unas empresas que salvo excepciones ("una o dos") pensaban más en el dinero que en la "integridad" de su personal (recalca el presentador) cuando se hablaba de condiciones de trabajo.

En realidad, lo hacían por dinero, eran mercenarios, se relata. Pero no se aclara nada porque en un momento se dice que trabajaban 20 días al mes con 10 de descanso por más de 3.000 euros al mes (estamos alrededor de 2003), pero en otro momento se oye que trabajaban 30 días de 30, 400 horas de jornada y que sufrían amenazas de recortes de sueldo. En el mismo Salvados y el mismo espacio.

Los protegidos, posibles víctimas, una basura humana

Con dos excepciones explícitas. El programa elige a la protegida socialista Matilde Martín, cuyo testimonio es más que cabal, e incluso terrible[v]. Llevan féretros caseros a su casa con su nombre o la amenazan directamente de muerte en el Ayuntamiento. Lo mismo ocurre con un segundo elegido para la ocasión, en este caso víctima no mortal por carta bomba, Gorka Landaburu, periodista, también del PSOE. Dos testimonios personales y cabales pero sólo dos de entre miles de amenazados.

Como hemos anotado ya, los partidos más castigados por los asesinatos de ETA fueron los de centro y derecha en una proporción de 4 a 1 respecto al PSOE, pero ninguno de sus amenazados o víctimas supervivientes aparece en el reportaje. Puede ser que no hayan querido colaborar o puede ser que no hayan sido invitados. Que los más perseguidos por ETA no estén representados, cuando menos, es extraño. Esto no es ni sutileza. Es inaceptable.

A partir de ahí, los 4 escoltas abruman con sus testimonios personales sobre los 3.000 protegidos amenazados por ETA. Se refieren a sus experiencias concretas o a las de sus amigos, pero el programa los convierte en generalizaciones inaceptables. Cabe deducir de los 58 minutos que dura el episodio, sin duda alguna, que los protegidos buenos y amables eran los socialistas, significadamente los seleccionados por Salvados y "Gonzo", Matilde y Gorka —cuyos testimonios son lo único respetable—, y los perversos y maltratadores eran los de derechas.

Por ejemplo, acusan a los protegidos, posibles víctimas de ETA, de tratarles como a chóferes, como a criados, como taxistas, como a inferiores a los que podían amenazar e incluso compartir mordidas (600 euros se dice) por simular servicios. Se habla de tener que escoltarlos a puticlubes con alcohol y drogas, con sus amantes y sufrir sus chulerías y provocaciones a grupos abertzales. Cuenta que uno de ellos llegó a cantar el "Cara al sol" en una herrikotaberna. En general, claro, se sentían importantes por llevar escolta, se dice en un momento.

Otro cuenta que escuchó a dos protegidos decir en la parte trasera del coche que "nos vendría bien ahora un atentado para salir en la prensa". Y luego, cómo no, Santiago Abascal, al que califican de abusador de escoltas por querer ir a su casa en Vitoria desde Madrid en el día, fuese la hora que fuese. Aunque son sólo 4 testimonios, operan como la gota de añil en un vaso de agua. Lo tiñen todo siendo generalizaciones improcedentes.

Lo curioso es que tras haber denigrado sutil o zafiamente a todos los escoltas antiETA, se defiende que su labor fue imprescindible para que hubiera menos víctimas e incluso que los terroristas abandonaban objetivos si se trataba de personas que llevaban escoltas privados. Pero, claro, el tinte condenatorio ya estaba echado, aunque no se remata la faena hasta el final.

Cuando ETA abandona la lucha armada, los escoltas estaban destinados a quedarse sin trabajo y muchos tendrían que volver a sus trabajos de seguridad privada en sus ciudades de origen por "la mierda de 1.500 euros al mes". Por ello, se testimonia que hubo quien quería que ETA siguiese, no matando, claro, pero en activo. Se acabó el trabajo, volvieron a sus hogares y sufrieron el paro o montaron bares o encontraron puestos en la seguridad privada. Tal vez muy injusto.

A pesar de la mezquindad con que los trata el programa de Salvados, con generalizaciones y sectarismos, su trabajo fue esencial para salvar la vida de miles de amenazados. Así que, como pide Gorka Landaburu al final, deberíamos propiciar un reconocimiento explícito y práctico de su labor eficaz contra la pandilla de asesinos que fue ETA.

Uno de los homenajes que podríamos hacerles es visionar el documental de la Fundación Miguel Ángel Blanco sobre ellos, "las buenas sombras", o ver cualquiera de los documentales de Iñaki Arteta, mejor todos, u otros documentales o libros serios, rigurosos, contrastados y veraces. De este de Salvados, mejor olvidarse o unirse a los representantes de los escoltas españoles (La Asociación Española de Escoltas y Profesionales de Seguridad (ASES), que ha subrayado la manipulación perpetrada sobre el comportamiento de un colectivo que "arriesgó su vida para proteger a personas amenazadas de muerte".

Como deja entrever Marcos Ondarra, en un agudo artículo sobre el tema, el programa de "Gonzo" no incomoda nada a los asesinos pero vitupera a sus víctimas y a sus escoltas, dividiendo, eso sí y de forma miserable, a los amenazados por ETA en buenos (los socialistas, que copan el espacio) y los malos (todos los demás, sobre todo los de derechas, mayoritarios, que se ignoran). Una bajeza más de quienes presumen de periodismo fetén. Vergonzoso.


[i] Véase el libro Vidas rotas.

[ii] Se creyó durante mucho tiempo que la primera víctima del terrorismo etarra fue un bebé de 22 meses en 1960, Begoña Urroz, abrasada por el estallido de una bomba, no fue la ETA, que acababa de nacer. Fue un grupo terrorista procubano llamado DRIL, íntimos del Che Guevara y de Eloy Gutiérrez Menoyo.

[iii] Cuenta que en Mondragón ni siquiera podía comer en los bares y restaurantes. No le servían o amenazaban a los que lo hacían. Finalmente iban a comer al cementerio, punto alto desde dónde podían verlo todo con seguridad, comprando embutidos en Eroski. Así, años.

[iv] En la carta amenazante que recibe en su casa, ETA se refiere expresamente a la política de dispersión de presos vascos impulsada por el PSOE y especialmente, por Enrique Múgica, cuyo hermano Fernando, fue asesinado por los terroristas.

[v] Su compañero, siendo ya ex concejal socialista de Mondragón, Isaías Carrasco, fue asesinado en marzo de 2008. No quería llevar escolta porque se iba a marchar a La Rioja.

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