Antes soñar que ser
Fernando Pessoa, más conocido por su poesía que por su prosa, es un escritor (y un personaje) complejo, con una obra inmensa en todos los sentidos de la palabra, y ya lo suficientemente divulgada –incluso en nuestro idioma– como para no poder seguir considerándole el poeta desconocido que durante tanto tiempo fue. En 1984, la editorial Pre-Textos publicó por primera vez esta obra, en versión de José Antonio Llardent, gran traductor del portugués, muerto prematuramente muy poco después, y a quien se puede considerar, sin desdoro para los demás traductores de Pessoa, el principal introductor en España de su obra. Menos de 20 años después, la misma editorial nos presenta una nueva traducción, a cargo de Jorge Gimeno, en la que se han incorporado, en apéndice, la segunda versión escrita en 1935, publicada por primera vez en portugués en 1997, así como un fragmento de la versión en inglés que el propio autor preparó en su día.
Como es sabido, Fernando Pessoa, gracias a una suerte de esquizofrenia compensada, encauzó sus diferentes voces en otros tantos heterónimos, que no son sólo Alberto Caeiro, Álvaro de Campos y Ricardo Reis, sino muchos más, hallados, después de su muerte, en aquel mítico "baúl lleno de gente", al que aludió Antonio Tabucchi. Pues bien, como nos dice Jorge Gimeno, en el interesante prólogo, El banquero anarquista es una de las pocas cosas que publicó en vida (concretamente en 1922) con su verdadero nombre.
La obra consiste en un diálogo entre dos caballeros, que se desarrolla en un restaurante, tras una suculenta cena. Uno de ellos, el que lleva la voz cantante, es un hombre rico –banquero y estraperlista– que deja boquiabierto a su interlocutor tras confesarle que es anarquista y que, además, esa ideología libertaria no está ni mucho menos en contradicción con sus intereses capitalistas, sino que, por el contrario, los explica y fundamenta. A partir de ahí, el narrador sólo sirve de contrapunto para que el cínico banquero exponga sus ideas según un esquema situado a medio camino entre los diálogos socráticos de Platón y la lógica deductiva y burlona de las novelas de Conan Doyle, lectura preferida de Pessoa quien apenas leía novelas que no fueran policíacas o de Dickens; y es evidente que hay algo de Watson en el narrador de este cuento tan provocador, que se pretende inmoral.
Contrariamente a lo que la gente cree, Pessoa era un hombre interesado en la política y los sucesos contemporáneos y en este libro, a través del banquero, no pierde ocasión de dar rienda suelta a su insobornable individualismo y de emplearse a fondo contra los sistemas políticos conocidos: "Lo cierto, amigo mío –dice en cierto momento el banquero– es que el socialismo y el comunismo son regímenes de odio, y dicho sea en abono de la humanidad, los regímenes de odio no pueden durar", "¿regímenes de odio?", pregunta el joven y le contesta: "El objetivo del socialismo y del comunismo no es elevar al trabajador, sino rebajar al burgués". Y más adelante: "Ya le he demostrado que el socialismo y el comunismo no sirven; y si no sirven como sistemas de transición, menos servirán aún como sistemas (¡caramba!, da frío sólo de pensarlo) definitivos".
El valor de este libro es doble, pues no sólo sobresale por su calidad literaria, sino como ejemplo de una libertad de expresión y de una contundencia poco comunes pero que se encuentra en algunos de los grandes escépticos que en el mundo han sido . Dice Pessoa en un artículo de 1915: "Trabajemos al menos para perturbar las almas, para desorientar a los espíritus. Cultivemos en nosotros mismos la desintegración mental como una valiosa flor". Flaubert, salvando las distancias, se expresaba en términos muy parecidos ("Quiero ser un pensador, un desmoralizador", escribió a un amigo) y tal vez por eso escribió Bouvard y Pécuchet, esa enciclopedia de la estupidez humana. Sin embargo Pessoa se refugió en la poesía y prefirió "antes soñar que ser".
Fernando Pessoa, El banquero anarquista, traducción y prólogo de Jorge Gimeno, Pre-Textos, Valencia, 2001, 108 páginas.
Número 10
Especial Once de Septiembre
Reseñas
- El general implacableCésar Vidal
- Reforma judicial y economía de mercadoGuillermo Dupuy López
- Crónica del horrorJosé Ignacio del Castillo
- Luces y sombras del pasadoLujia Escobar
- El hombre al que Castro temióVíctor Llano
- Madera de héroeSagrario Fernández Prieto
- Antes soñar que serJulia Escobar
- La reina, mejor que el reyMaría Luisa Moreno
- Entre Jesús y MahomaCésar Vidal
- Amandín, primera memoria del sociólogoJavier Rubio Navarro
- Elegíaco retratoRubén Loza Aguerrebere
- Verdades como puñosCésar Vidal