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La Ilustración Liberal

SOS integrismo

En Francia son conocidos como los laicos, porque una de sus reivindicaciones básicas es la separación del Estado y la religión. El término "laicos" admite matices. En buena medida les cabría el nombre sin más de demócratas, aunque bastantes colaboraron, en nombre de la modernidad, con los regímenes socialistas, laicos y dictatoriales. En los años sesenta eran fuertes. Luego han ido siendo arrinconados y diezmados por el integrismo, porque, entre otras cosas, la religión islámica predica el deber de todo buen musulmán de asesinar a quien habiendo nacido tal abandona su fe o la somete a juicio, por ejemplo, con interpretaciones del Corán en su contexto histórico o en sentido figurado.

Su visión, sus posturas, su lucha están magníficamente descritas en el espléndido libro Islam y Libertad, el malentendido histórico, de Mohamed Charfi, ministro tunecino de Educación entre 1989 y 1994. Se podrían decir muchas cuestiones de sus análisis, pero conviene ir al meollo. ¿Por qué los laicos han sido perseguidos y marginados? ¿Por qué ha crecido el integrismo? Hay muchos aspectos, históricos, políticos y económicos. La modernización ha sido un concepto que se ha identificado, como malentendido, con el socialismo, el colectivismo y la democracia con formas de imitación de las "democracias populares". Pero, sobre todos ellos, hay uno determinante: "la escuela -dice Mohamed Charfi- puede sola explicar acontecimientos políticos de la mayor relevancia" o "la política de enseñanza en el mundo árabe es uno de los principales desencadenantes de la ola integrista, y la reforma de la enseñanza es uno de los remedios esenciales para salir de la crisis".

Su experiencia deja poco lugar para las disquisiciones: "desde los años sesenta asistimos a un nuevo auge del integrismo. El origen del mal se halla en la enseñanza". De hecho, "el nacimiento del movimiento integrista es el producto de un divorcio entre la sociedad y la escuela". "Parece como si hubiera una ley universal según la cual, los hombres de religión, cuando tienen las manos libres, prefieren monopolizar la enseñanza, reducirla a la esfera religiosa y concentrarse sobre todo en las teorías más ortodoxas".

"El auge del integrismo puede explicarse por la combinación de múltiples factores. La manera en que se enseña el Islam en las escuelas es uno de los más importantes". La enseñanza se establece sobre una contradicción completa con el principio democrático de igualdad de todos ante la ley porque se basa en la insistencia en tres diferencias en términos de superioridad: el varón sobre la mujer, el musulmán sobre el no musulmán y el amo sobre el esclavo.

El desarrollo del integrismo avanzó, dramáticamente, en alas del incremento cuantitativo de la educación, de los planes "modernizadores" de la enseñanza: "En el conjunto del mundo musulmán, paralelamente a otras medidas de modernización y desarrollo, se adoptó una política de generalización de la enseñanza. En este campo, desgraciadamente, se ha pensado casi siempre en términos cuantitativos. El contenido y los métodos educativos no han sido objeto de una detenida reflexión y de serios debates. Se añadió simplemente la enseñanza de materias científicas y lenguas extranjeras a los programas de las escuelas tradicionales. Estas escuelas no enseñaban el Islam solamente como una religión. Lo presentaban al mismo tiempo como una identidad y como un sistema jurídico y políticos. Como una identidad".

No estamos hablando de un problema de Afganistán. Estamos ya hablando de un problema nuestro. Se está intentando introducir en la escuela española el integrismo mediante una de esas pesadas herencias del felipismo. La ministra de Educación, Pilar del Castillo tiene sobre su mesa una propuesta para desarrollar la enseñanza islámica mediante la contratación de docentes. Con dinero público se puede llegar a predicar la discriminación natural de las mujeres, el deber de matar al apóstata, la inferioridad del infiel y la necesidad de combatirle por la espada, la legitimación de la violencia y la apología del terrorismo que representa la yihad


Los docentes

Desde aquella retórica franquista de nuestra tradicional amistad con los pueblos árabes, hasta la actual incoherencia banal de Aznar y Piqué, España está bastante preparada -desarmada intelectualmente- para permitir la generación de un lobby integrista en su seno. Basta ver los esfuerzos de la izquierda para que la Ley de Extranjería no se cumpla, sobre todo en lo relativo a poblaciones de origen musulmán. O el mismo esquema de relaciones que el mismo Juan Carlos ha venido imponiendo estableciendo la relación en términos fraternales con las nomenklaturas, mirando para otro lado respecto a la necesidad de reformas en relación con los derechos personales.

En el libro de Mohamed Charfi hay una acusación subliminal pero constante: Occidente, lo que se conoce por tal, ha abandonado a los laicos, a los demócratas, y ha preferido entenderse con los integristas, porque estos se presentaban como conservadores, religiosos (de orden), y utilizaban en su favor una terminología "occidental", postmoderna, presentándose como el "otro", como especificidad musulmana, mientras se dedicaban a perseguir y asesinar a los demócratas bajo la acusación de apostasía. La lapidación por ejercer la libertad sexual pasaba por excepción cultural, que sólo en los últimos tiempos ha empezado a condenarse, y no en Arabia Saudí, que es donde más se ejerce y desde donde se ha exportado la Sharia.

No se necesita ser muy clarividente para darse cuenta de que en la propuesta de enseñar el Islam en las escuelas públicas se esconde el intento de generar un lobby docente integrista, que impida la integración y la evolución de las mentalidades de los hijos de los inmigrantes, predicándoles una identidad contraria a los valores democráticos.

Ese ha sido el funcionamiento en los países islámicos. Así se ha desarrollado el integrismo. Y esa es la experiencia previa de Málaga, con los docentes financiados por Arabia Saudí y seleccionados por el imán de Fuengirola, autor de un libro sobre como pegar a las mujeres sin que se noten las heridas.

El aumento de la educación, propuesta de los laicos árabes ilustrados, llevó al desarrollo del integrismo, porque se atendió a la cantidad y no a los contenidos. Es una curiosidad que estos laicos añoran la existencia de una Iglesia en el mundo musulmán, capaz de evolucionar. O la propuesta de que La Meca se convierta en una especie de Vaticano. Sin Iglesia y sin clero, son los ulemas y los grupos integristas, los que abanderan de continuo la ortodoxia, impidiendo toda evolución, por el expeditivo método de asesinar al disidente y al discrepante. ¡Se presentan falsamente como representantes de un mundo que en principio no tiene representación, salvo el califato!

No puede hablarse de acuerdos con la comunidad islámica porque ésta no existe. No hay Iglesia o jerarquía. Los que hablan en nombre de esa comunidad son grupos habitualmente integristas financiados por Arabia Saudí. Eso es lo que está sucediendo en España. Una democracia no puede dar carta de naturaleza a la existencia de comunidades porque eso es permitir la lesión de los derechos de la persona en su seno.

Los reformistas del mundo musulmán cometieron el error de dejar la enseñanza religiosa en manos de esos grupos integristas, interpretando que con ciencia y lenguas se equilibraría su influjo. La mayoría de los integristas han salido de las facultades de ciencias e informática.

Mohamed Charfi apunta al sencillo nudo gordiano del error: los docentes. Se entregó la enseñanza de la religión a docentes integristas. Es a lo que estos grupos se dedicaron con intensidad.

Es lo que se pretende hacer en España: dominar las mentes de las nuevas generaciones, que podrían ser un factor de reforma en sus países, al tiempo que, con cargo al erario público, se desarrolla un cuerpo docente integrista. Mohamed Charfi cree en un Islam liberal y pacífico. No es lo que yo leo en los textos, ni la evidencia de la práctica. Hay cuestiones "ortodoxas" del Islam que son delitos en España: la apología del terrorismo o guerra santa, la discriminación de la mujer, los castigos corporales de la Sharia, la negación de la libertad sexual, el asesinato de agnósticos y ateos.

Eso simplemente no se puede enseñar ni con dinero público, ni con dinero privado. José María Aznar, tan incoherente en estas cuestiones, y Pilar del Castillo están ante un reto histórico para dar alas o rechazar la creación de un lobby integrista en España. Ante la "tolerancia" de Gallardón hacia la discriminación de la mujer es preciso avisar con todas las fuerzas posibles del riesgo. Cito a Mohamed Charif: "Desde los años sesenta asistimos a un nuevo auge del integrismo. El origen del mal está en la enseñanza. La paz y la concordia reinarán entre las personas y entre los pueblos cuando hayamos separado claramente la política y la religión y cuando enseñemos los fundamentos de esta separación a nuestros hijos".

Mohamd Charfi, Islam y Libertad, el malentendido histórico, Editorial Almed, Granada, 2001.

Número 11

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