Fernando Savater: Mira por dónde
Los progres que uno ha conocido coinciden por lo común con el retrato que Javier Cercas, el de Soldados de Salamina, pinta de sí mismo: gente llena de neuras, depres, alternancias de indignación y autocompasión, de cinismo y sensiblería... Dados los ingredientes de su manutención intelectual, parece bastante lógico. Pero algunos estómagos privilegiados pueden con todo. Savater, caso poco común, traga desde los tópicos más tópicos del anticlericalismo o el antifranquismo a las drogas, desde la liberación sexual o la pornografía a la garrulería volteriana o el pacifismo... ¡Y todo le sienta bien, al tío! Su autobiografía, Mira por dónde, deja, a ratos, la impresión de un eufórico chisgarabís encantado de haberse conocido y no lejano de la felicidad perfecta. Y como dista tanto de ser bobo, el lector queda con la sospecha de si no acompañará sus raciones de progresismo con algún antídoto secreto.
El antídoto que en los tiempos remotos del franquismo permitía a los progres mantener una pasable autoestima era la descalificación sumaria de aquel régimen, sobre el cual descargaban todas las culpas, hasta por los disparates o las ineptitudes puramente particulares de los antifranquistas. Por no ir más lejos, así han explicado algunos críticos las deprimentes memorias, tan personales, de Jesús Pardo: "Con un régimen semejante, ¿cómo quieren ustedes que no fuésemos unos completos idiotas?" vienen a decir, los pobres.
Savater no llega tan lejos, pero a veces ha aludido a la ferocidad de una dictadura que incluso llegó a encarcelarlo a él, pese a no ser de los más subversivos. O refiere la muerte del estudiante Enrique Ruano, caído por el hueco de la escalera de su casa, se dijo que empujado por la policía: "Entonces no era infrecuente este tipo de accidentes fatales, en comisarías o durante los interrogatorios. Creo sencillamente que, de un modo u otro, lo mataron". Esto no concuerda con sus previas apreciaciones sobre el carácter de la policía, y en realidad esos "accidentes" eran sumamente infrecuentes. Yo no recuerdo ahora mismo ningún otro caso, aunque pudo haberlo, aparte del bastante anterior de Julián Grimau. Su excepcionalidad y la poca relevancia política de Ruano vuelven improbable la tesis del asesinato.
También la estancia de Savater en la cárcel, contada por él mismo, ilustra bastante sobre el panorama. Le detuvieron con un centenar más de estudiantes, durante un estado de excepción, y los aglomeraron en unas pocas celdas disponibles en la DGS madrileña. De allí pasaban a prestar declaración. "Uno de los primeros en subir fue José Mari Mohedano (...) al que bajaron luego en no muy buen estado: le habían zurrado (...) Pero José Mari no perdió por eso el entusiasmo subversivo y procuraba aliviar las magulladuras cantándonos coplillas revolucionarias cubanas". Cuando le llegó el turno, "me interrogaron sin crueldad". Al volver a la celda, los grises, como se llamaba a los equivalentes de la policía nacional, "se interesaron solícitos por mi estado: ¿qué te han hecho esos? ¿Te han zurrado? Les transmití un parte médico absolutamente tranquilizador". Ya en la cárcel de Carabanchel, la situación "tampoco carecía de cierto encanto sombrío". El caso de un joven que se había prostituido le provoca este comentario: "En la cárcel se castiga, pero no se reeduca al adolescente: más bien se les sella para siempre con la impronta de la marginación y la ilegalidad". En parte es cierto, sólo en parte, y también lo es que no hace falta ir a la cárcel para prostituirse: el viejo negocio ha alcanzado en estos años últimos una dimensión realmente gigantesca.
Luego, "apareció por la enfermería Marcelino Camacho, al enterarse de que allí había dos estudiantes (...) (el otro era un chaval que no pasó por la galería, quizá por algún tipo de recomendación de las que tan útiles resultan en esos casos). Camacho estuvo muy amable y nos trajo naranjas; daba la impresión de moverse por Carabanchel como si fuera el alcaide. Hablamos un poco de la situación, de la necesaria alianza de las fuerzas del trabajo y la cultura y nos dio noticias alentadoras sobre la revolución en marcha, porque según él se estaban sublevando zonas de Vallecas".
Savater estuvo un mes en la cárcel, que desde luego tenía muy poco en común con el Gulag o las prisiones cubanas, cuyos creadores tanto encandilaban a Mohedano y a casi toda la oposición antifranquista. No obstante, y dramatizando un poco, asegura: "una vez se ha estado en la cárcel nunca se sale ya del todo".
El libro Savater describe bastante bien a aquella oposición. Como señala muy adecuadamente, los antifranquistas reales, incluso con actividad moderada, eran escasos. La mayoría de los antifranquistas lo son post Franco, y "se dedicaban entonces al periodismo, a sus carreras, a sus obras de arte, a sus amores y negocios... por lo que no tenían tiempo para hacer política más que en la estricta intimidad. ¡Bien hubieran querido luchar subversivamente, desde luego, pero el resto de sus ocupaciones les impidieron el heroísmo, incluso de cuarta categoría". La oposición tampoco exigía, por lo común, una dosis excesiva de heroísmo: "Decía Tierno Galván que el franquismo era un totalitarismo suavizado por el incumplimiento generalizado de las leyes; también resultó ser un régimen policial aliviado por la incuria de los funcionarios represivos (...) En el fondo, creo que les daba igual (a los funcionarios) y con razón. Con una oposición militante como la nuestra, el régimen podría haber durado mil años".
Exagera un tanto Savater cuando, después de esa descripción, afirma: "El franquismo lo fuimos liquidando poco a poco quienes no nos resignamos del todo a su tiranía, como se comprobó al día siguiente de la muerte del dictador". Lo que se comprobó fue el fracaso de una "democracia orgánica" en la que ya casi nadie creía dentro del régimen, y la lógica evolución del mismo, que la oposición intentó, sin éxito, convertir en "ruptura".
Como buen progre, Savater flirteó un tiempo con los nacionalismos balcanizantes y cercanos al terrorismo. Por fortuna se desengañó pronto, y con el tiempo pasó a convertirse en un azote del nacionalismo vasco, al cual aplica sin miramientos su aguijoneante y también privilegiada pluma, con una valentía tan poco usual como inesperada. El movimiento creciente de oposición a los fanáticos de Arana y de la épica del tiro por la espalda debe mucho a la argumentación y el ejemplo práctico de Savater. Un día, caminando por San Sebastián, iba él preguntándose: "¿Qué diablos pinto yo aquí, donde no puedo ni pasearme tranquilo sin custodia policial? ¿Por qué no me largo de una buena vez a un sitio más seguro y me dedico a cosas más propias de mi edad, más serenas —incluso más respetables— y menos arriesgadas? En esas estaba cuando al paso, rápida y trémula, se me acercó una señora mayor, es decir, de mi edad. Frené educadamente, claro, y ella me dijo con un suspiro: "¡Ay, profesor, mientras le veamos a usted pasear por San Sebastián sabremos que no nos han dejado solos!".
Aunque una autobiografía es una exposición, más o menos aguda o sincera, de la propia personalidad, prefiero no entrar en esos vericuetos. El ser humano resulta demasiado complicado para su propia capacidad de comprensión. Quiero decir que aunque nos pasamos la vida juzgando al prójimo, siempre se nos escapan elementos de juicio importantes. Y no digamos cuando nos juzgamos a nosotros mismos.
Fernando Savater, Mira por dónde: autobiografía razonada, Taurus Ediciones,S.A, Grupo Santillana, 2003.
Número 16
Homenaje a Marjorie Grice-Hutchinson
En el centenario de George Orwell
Retrato
Ideas en Libertad Digital
- La reforma FischlerAlberto Recarte
- La burbuja del fútbolAlberto Recarte
- Chismorreos en torno al euroFrancisco Cabrillo
- Chirac sigue enredandoAlberto Míguez
- La estrategia del avestruzAlberto Míguez
- Cinismo francésCarlos Semprún Maura
- Afrontar los hechosPío Moa
- Grandes superficies, mezquinas políticasJesús Gómez Ruiz
- La trama de las viviendas protegidasAlicia Delibes
- Zapatero muertoLucrecio
- Irak, el eje de la libertadJosé María Marco
Sencillamente no puedo creer lo q leen mis ojos...q todavía haya personas capaces de decir cosas tan absurdas y con total libertad me hace pensar q estamos en el camino correcto. Recomiendo a este señor q pase de nuevo x la facultad de historia a ver si con una segunda oprtunidad conseguimos q se establezcan nuevas conexiones neuronales y se reorganice el estado interno de su red sináptica. Sería muy saludable xra todos, x supuesto, xro sobre todo xra él mismo.?
A lo mejor lo próximo es que digas, Pío Moa, con tan maravilloso criterio como siempre, que en la posguerra no se pasó hambre, que hubo más muertes por el comunismo que por la derecha...Claro que sí...eso sí, admiro el autoconvencimiento que te impones en las cosas que dices, que sólo unos cuantos descerebrados o "fachas" apoyan...se nota que vienes de la generación de nuestro admirable Fraga...eres un franquista liberal?un neofranquista? es que te adjetivo de la misma manera que tú adjetivas a Fernando Savater, el escritor más respetado, inteligente y admirable para mí, de "progre"...Prefiero ser "progre" que ser una pobre y cutre "facha"?
dos tiros mereces que te peguen, cabrón. el champán está enfriándose.?
me ha gustado el articulo, el comentario me ha dejado de piedra... le haría falta al lector anterior releerlo, esperando que en el siguiente comentario no insulte a nadie, para que así se le entendiera, al menos un poco. ?
Vuelve a los GRAPO hijo puta, de terrorista te pasaste a fascista, ahora éres terrorista de Estado. Bien laboras por el PP.?