Desde la trinchera
En estas elecciones estaban en juego el modelo de Estado español y la pervivencia de la Constitución. También estaba en juego la seguridad colectiva y, en consecuencia, las libertades. Y probablemente estuviera en juego también el modelo económico que ha llevado a España a ocho años de crecimiento y de prosperidad ininterrumpidos.
Los resultados de estas elecciones ponen en cuestión todos estos elementos. Con la particularidad de que no arrojan una alternativa clara y fiable, que permita prever ni siquiera las grandes líneas de lo que ocurrirá con respecto a todo esto en los próximos meses y años.
Es posible que ahora el PSOE en el poder pueda encauzarlos de una forma razonable para el bien común. Sería deseable que así ocurriera, aunque la forma en que se han transgredido todas las formas democráticas en los últimos dos días de campaña electoral, con la violación de la jornada de reflexión y la de votación, el acoso a las sedes del PP y la maniobra de intoxicación y de insultos, no llevan a hacer esta previsión.
Aún así, conviene ser prudentes. Es indudable que en las elecciones ha jugado el miedo. Los atentados del 11 M reintrodujeron en la campaña el terrorismo internacional, uno de cuyos tentáculos es, y será cada vez más, el terrorismo etarra. Podemos decir casi con toda seguridad que las consecuencias de ese factor serán devastadoras, porque en más de un sentido el terror ha ganado la partida en estas elecciones.
Ahora bien, ese miedo –explicable– estaba ahí. Lo estaba desde el compromiso del Gobierno español en la guerra contra el terrorismo y se mantuvo durante las elecciones municipales y autonómicas. Entonces, sólo la situación del PSOE consiguió disimular, que no variar, su expresión en las urnas. Como esperaban quienes los cometieron, los atentados del 11 M lo han reavivado.
Ante eso, el PP se ha comportado como siempre lo ha hecho. Ha confiado en los buenos resultados económicos, en una ejecutoria honrada y en la firmeza de unas convicciones morales. Está bien, pero no basta. Ni se hizo un esfuerzo por explicar el compromiso con los aliados en la Guerra de Irak, ni se han razonado las consecuencias de esa posición, ni se ha intentado convencer a la opinión pública española de que esa toma de partido se hacía en su beneficio.
Las razones de estos errores son muy variadas. Si el PP –como yo lo creo– tenía razones suficientes para mantener la política que ha mantenido en estos años, conviene que abra un debate interno serio acerca de por qué no ha sabido convencer a los españoles.
Muchos de quienes hemos defendido y argumentado las posiciones de fondo del PP lo seguiremos haciendo. Y lo haremos desde donde siempre lo hemos hecho, desde la trinchera. En estos ocho años, el PP no nos ha dado la ocasión de salir de ella. Es un dato mínimo, pero no del todo irrelevante, para comprender lo que acaba de ocurrir.Número 19-20
Ideas en Libertad Digital
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- ¿Qué van a hacer ahora?Daniel Rodríguez Herrera
- La capitulación de EspañaAlberto Acereda
- Zapatero es CarodLucrecio
- El sueño de la pazGEES (Grupo de Estudios Estratégicos)
Varia
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- Frederic Bastiat, vida y obra de un economistaFrancisco Cabrillo
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- Virtud cívica, coacción y subproductoFernando R. Genovés
- Por un verdadero César Vallejo: entre la poesía solidaria y la ceguera marxistaAlberto Acereda
- Frankenstein en Brasilia. Razón, ciencia y complejidad socialJuan Carlos Girauta
- Thomas Sowell y la teoría de las visionesDaniel Rodríguez Herrera
- El largo brazo de CastroCésar Leante
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Retrato: Ronald Reagan (1911-2004)
Reseñas
- España frente al IslamPío Moa
- Intrahistoria del PPJavier Guillamón
- Lo que piensa la derecha que piensaFederico Jiménez Losantos
- Teoría donde no la hayJosé García Domínguez
- La monarquía reivindicadaJuan Ramón Rallo
- Reencuentro con un economista brillanteJosé García Domínguez
- Días de infamiaGuillermo Dupuy López
- «Adiós, España»Pío Moa
la verdad es que me parece bastante
soberbio afirmar que si el pp les hubiese
dejado a sus "intelectualoides" salir de la
trinchera para explicarnos a los pobres e
ignorantes mortales porqué teníamos que
estar en la guerra de Irak junto a la gente con
la que no queríamos estar, haciendo algo que
no queríamos hacer, J. Mª Aznar hubiese
vuelto a ganar las elecciones (y digo muy
conscientemente J.Mª Aznar).
En cualquier caso me alegra ver que la gente
como usted seguirá en la trinchera del PP,
tratando de razonar y argumentar politicas
que convencen cadavez a menos gente. La
estabilidad económica de España está
asegurada, y todos lo sabemos, no hay por
que negarlo, como tampoco hay porque negar
que Rato lo hizo bien. En cualquier caso, ya
que es tan valiente de afirmar todo lo que
firma en el artículo, podría también "salir del
armario literario" y gritar publicamente en
chueca o en la gran vía, frente al circulo de
B.A. que es usted el negro de Aznar.
Menudos Gregarismos, si hazaña levantase
la cabeza.?