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La Ilustración Liberal

El capitalismo salvaje del clima

El cambio climático, provocado en gran parte por la voracidad del hombre y el capitalismo salvaje, ha pasado de ser una amenaza utópica a una realidad alarmante. Buero Vallejo tenía razón. La intuición del inolvidado dramaturgo le condujo a escribir Las trampas del azar, con aquella atroz escena final de la destrucción del planeta.

Después de once mil años, una extensión de la Siberia occidental tan grande como Francia y Alemania juntas, ha emergido de los hielos. Impresionante primera página de The Guardian. Miles de millones de toneladas de metano, un gas veinte veces más potente que el dióxido de carbono, están siendo liberadas a la atmósfera, lo que contribuirá a su calentamiento general. La crecida de temperatura, si no se detiene a tiempo, transformará el medio ambiente. España se convertirá en un desierto tórrido y Dinamarca o Inglaterra disfrutarán de climas subtropicales.

A finales del XIX, durante la revolución industrial, el hombre se dedicó a explotar al hombre en las naciones occidentales hasta que revoluciones o amenazas de revoluciones de muy vario signo terminaron por imponer la justa distribución de la riqueza a escala nacional. En la actualidad vivimos la explotación de las naciones pobres por las naciones poderosas, lo que ha generado movimientos migratorios y terroristas, anticipados por la clarividencia de Arnold J. Toynbee, y que, como vaticinó el gran filósofo de la Historia, significan de hecho la III Guerra Mundial no convencional. El desafío del siglo XXI consiste en establecer la justa distribución de la riqueza a escala mundial.

A la explotación del hombre por el hombre, de la nación por la nación, va a suceder la explotación de las generaciones venideras por la actual generación. La justicia exige que no leguemos a los que nos sucedan un planeta invivible. La voracidad del hombre, su pasión por el beneficio económico a toda costa, no se pueden satisfacer con la explotación de unos recursos que deben ser preservados de forma razonable para las generaciones venideras.

(Publicado en el diario La Razón el 12 de agosto de 2005)