La lotería de Sorrocloco
A mi amiga X le tocó una peculiar lotería hace quince años. Su marido fue asesinado por pistoleros de ETA. Ayer deseaba ponerse en contacto con el hermano del ministro de Justicia para contarle cómo se vive cuando te cae encima el gordo del terror. Acababa de descubrirse que Carlos López Aguilar era quien, bajo el alias de Sorrocloco, escribía que a José Alcaraz le había tocado la Primitiva con bote cuando una bomba etarra asesinó a su hermano y a sus dos pequeñas sobrinas en 1987en Zaragoza. Apuntaba el sedicente humorista que decirlo no era "políticamente correcto", y hasta en ese atisbo de conciencia mostraba su torcimiento. No era la suya una trasgresión de un sistema de convenciones, sino una vileza moral. Y una que no le afecta sólo a él. Es infección común entre los de su cuerda. Si aún no se lanzan como lobos contra las víctimas del terrorismo de ETA, si todavía, como este sujeto, se ven obligados a disculparse con la boca pequeña, es porque ahora las víctimas gozan de reconocimiento.
Todavía. Durante años, fue la suya una voz doblemente silenciada. Primero por los criminales, y luego por gobiernos, administraciones, partidos políticos y medios de comunicación. De no haber estado arrinconadas y hasta mal vistas, de haber ocupado antes el lugar que merecían, la sociedad no hubiera soportado la manga ancha, la tolerancia, la inacción, el dejar pasar y la vista gorda con los terroristas y sus cómplices que han sido cruciales para la supervivencia de ETA. Eso pasó, y cambió. Por poco tiempo. Pues no bien habían recuperado parte de la voz y la dignidad que tanto les regatearon, cuando quieren quitárselas. Constituyen un obstáculo. Para removerlo se han hecho maniobras subrepticias. Desde la chequera hasta sembrar la discordia, pasando por Peces-Barba. Y como telón de fondo, una campaña destinada a empañar su prestigio.
Sorrocloco venía a ser una minúscula clavija en la máquina de difamación que ha echado a andar, un artilugio clásico que las cúpulas socialistas mantienen siempre a punto para eso que los anglosajones llaman gráficamente character assasination. Una vez que se pone a rodar, hay miles de voluntarios que colaboran con sádico fervor. Les encanta el procedimiento. Éste, para mayor eficacia, es selectivo. Se eligen los blancos a enlodar. En el pimpampún contra las víctimas, el gordo le ha tocado a Alcaraz. Desde periódicos presuntamente respetables se han sacado a la luz sus creencias religiosas de antaño para insinuar fanatismo, se ha sugerido que es un perturbado, y se le ha ridiculizado a cuenta de su profesión. Si esto se hace en los papeles "serios", en los blogs que simpatizan con el poder lo menos que se le ha llamado es "desagradable lunático", "casposo sinvergüenza" o "inmundo fascista". Pero que el árbol no oculte el bosque. Son las víctimas que se resisten al pacto con ETA y su corolario de cesiones quienes están en la diana. Muchas otras, como Gotzone Mora y mi amiga X, sufren ahora el acoso y las vejaciones de cargos y militantes socialistas.
El hermano del ministro de Justicia pensaba que hacía su aportación al vilipendio amparado por el anonimato. Como si una canallada dejara de serlo por anónima. Pero no era ése su refugio. Vivía bajo otros paraguas, en otra burbuja. Habita este individuo en un gueto en el cual los insultos y ofensas contra las personas señaladas por el dedo de sus jefes políticos no acompañan sino que sustituyen al pensamiento. Cuando su obra, creada en la penumbra confortable de los iguales, salió al exterior, fue vista como lo que era, una infamia. De ahí que no haya tenido la valentía de mantener aquello que, decía, "nadie me quita de la cabeza". Es el suyo un mundo pequeño y cerrado, endogámico y autocomplaciente. Pero sus moradores no lo saben. Creen que la mayoría de la gente es como ellos. Y que cualquier atrocidad que perpetren quedará impune. Se sienten protegidos, y lo están. Si Libertad Digital no hubiera descubierto esta villanía, Sorrocloco jamás hubiera hecho amago de disculpas. Pero no llegará la sangre al río. El País nunca le dedicará una portada, como aquélla que llenó para adjudicar al Grupo Risa de la COPE unas fotos obscenas de las ministras que no eran obra suya y estaban en internet. Y la calumnia ahí quedó. Ah, ojalá no le toque nunca a este señor ni un décimo de su propia lotería.
(Libertad Digital, 19-IV-2006)