Antonio Herrero
El 2 de mayo de 1998, a las seis de la tarde, moría ahogado en Marbella, mientras hacía submarinismo, Antonio Herrero Lima. Tenía 43 años. Era una de las grandes figuras de la radio española, la que aparentemente tenía más futuro en la audiencia y, sobre todo, la que había conseguido dar a la radio una capacidad para agitar y conmover la opinión pública, es decir, una influencia política, sin precedentes. En rigor, tampoco tenía ni tiene paralelo en otros países. El prestigio y la credibilidad de la radio en España, superior a la prensa y la televisión, tiene una de sus razones en la brillantísima aunque breve trayectoria de un hombre que fue periodista de profesión, liberal de convicción y español no sólo de nación sino de pasión.
Nació en Madrid el 5 de febrero de 1955. Su madre, a quien adoraba, fue Carola Lima y su padre Antonio Herrero Losada, periodista de época, artífice y director de la agencia privada de noticias, Europa Press, católico ferviente y liberal, que perteneció al Consejo de Don Juan de Borbón. Tuvieron otros tres hijos. En el Bachillerato conoció Antonio al que sería su gran amigo, Luis Herrero, y compartió con él piso y estudios de Periodismo en la Universidad de Navarra. Allí empezó a hacer prácticas en el Diario de Navarra y El Norte Deportivo. Luego entró en ABC como reportero. Se fue a vivir a Londres en 1978 y a su vuelta hizo un viaje que le marcó decisivamente: varios meses por la URSS. Viendo tantas cosas que no se podían contar se reafirmó en su vocación periodística, pero además desarrolló un olfato finísimo, casi un instinto, para detectar cualquier afán dictatorial y combatirlo. Individualista acérrimo y con un sentido muy acusado del liderazgo, renunció a ser una voz solitaria y reunió en torno suyo al mayor número posible de voces. Era un solista con voluntad de director de orquesta y algo de empresario musical. La gustaba coleccionar cualquier cosa, tenía la pasión de la pluralidad. En las personas y en las cosas.
Su carrera en la radio empezó en Antena 3, dirigida por Manuel Martín Ferrand y que contaba con José María García como activo principal. Empezó en 1982 con dos emisoras de FM, fórmula nunca utilizada para la información y que los técnicos consideraban incapaz de salir de la música. Pero en sólo una década, sumando audiencia, anuncios y emisoras, se convirtió en la más oída de España. Y parte esencial de ese éxito lo supuso el programa El Primero de la Mañana, desde las seis de la madrugada. Cuando se lo encomendaron, Antonio había hecho información municipal y del mundo del motor pero El Primero no arrancaba, porque a esas horas, se decía, "aún no estaban puestas las calles". Antonio las puso. Con una constitución física inhumana, se levantaba antes de las cinco de la mañana como el cazador que era, en plena forma y buscando la pieza. Llegaba a la emisora cuando aún no amanecía con la música del coche -era un idólatra de automóvil- a todo volumen. Cuando a las seis en punto daba los buenos días servía una mezcla explosiva de colacao y anfetaminas. Si se le oía desde la cama, por gusto o accidente, era imposible conciliar otra vez el sueño. Si era desde el coche, Antonio le echaba al mundo la bronca que merecía el tráfico.
Hasta El Primero de la Mañana, la gente creía saber lo que era una radio madrugadora. Desde que empezó a hacerlo Antonio, lo supo de verdad. Su fórmula no era escandalosa sino energética. No se limitaba a dar las noticias sino que las comentaba y las vivía, una por una. Daba como cosas graves las que a su juicio lo eran. Pero además las explicaba, las valoraba, las vendía, las arrojaba al oído del somnoliento radioescucha dando su opinión sobre todo y sobre todos, en especial cuando trataba de la política nacional. No pertenecía a la meliflua escuela anglosajona que modela la opinión manipulando sutilmente la información. Antonio era incapaz de censurar ninguna noticia pero quería poder explicarlas y comentarlas todas. Además de la suya, creó espacios de opinión para todas las horas y una tertulia de nueve a diez donde recogió a lo más inconformista de todos los medios escritos. Todos censuraron acremente su estilo y su forma insólita de hacer radio. Todos terminaron imitándole.
Pero no resultaba fácil. Era un entrevistador implacable en asuntos de política y de corrupción, pero tenía también una asombrosa mano izquierda para tratar con la gente corriente y en los momentos más difíciles. Una vez entró un corresponsal dando la noticia de un atraco a un banco con rehenes. Antonio consiguió el teléfono de la sucursal, llamó, habló con el atracador, que tenía el síndrome de abstinencia, y poco a poco en directo y a través de los micrófonos, acabó convenciéndole de que se entregara sin causar daño. Pero el elemento esencial para captar y consolidar una audiencia politizada o para hacerle tomar conciencia de los problemas nacionales fue su denuncia de los escándalos económicos, abusos del poder y crímenes de Estado durante los largos años de esa época con vocación de régimen que llamamos felipismo.
Antonio era el martillo pilón que desde primera hora de la mañana machacaba el empedrado de las conciencias. Era el altavoz de quienes no tenían voz y tampoco encontraban representantes políticos que canalizaran su indignación. Era una solución informativa de emergencia para el individuo desayunante, una referencia implacablemente crítica sobre la España maloliente de Rumasa, Filesa, Malesa, los Guerra, Palomino, el AVE, Ibercorp, el BOE, la Cruz Roja, Roldán, Urralburu, Valverde, la RENFE, el GAL, el CESID, los mil y un episodios de la corrupción sociata.
En 1992, el Gobierno coordinó una operación con dinero de Mario Conde -al que poco después encarceló- para comprar y callar Antena 3 de televisión y Antena 3 de Radio. Ésta acababa de convertirse por primera vez en la emisora de más audiencia, por delante de la SER. Así que se facilitó al dueño de la SER, Jesús de Polanco, la compra de la cadena para quedarse con sus emisoras y cerrarla. En ese momento, el mejor comunicador de la radio española se quedó en paro y nadie se atrevía a contratarlo. Su padre murió de cáncer, pero sus últimas palabras fueron para animarle a no cejar en el empeño. Un mes después, García, Antonio y Luis Herrero reemprendían en una emisora quebrada, la COPE, su tarea crítica. Más de un millón de oyentes se fue con ellos. Las campañas orquestadas entonces por el PSOE y los grupos periodísticos afines fueron implacables para destruirlo personal y profesionalmente. Cuando en 1996 cambió el Gobierno, tampoco el PP le perdonó que mantuviera el mismo espíritu crítico. Fueron momentos durísimos. Aparentemente lo resistía todo, pero cuando le hicieron la autopsia descubrieron una úlcera de estómago tremenda, fruto de la tensión brutal que padecía. Murió sin embargo a plena luz, junto a la mujer que amaba, Cristina Pécker, cerca de sus hijos, en el mar de su infancia. La radio española nunca será la misma. Porque vivió. Porque se fue.
Número 3
Editorial
La mejor página web
El libro pésimo
Retratos
Reseñas
- El liberalismo hoyLorenzo Bernaldo de Quirós
- Los intelectuales y el capitalismoPaloma de la Nuez
- La cantante muda o los horteras de la teleCarlos Semprún Maura
- Balance de una generaciónJosé María Marco
- La mentalidad ilustradaJosé Luis Prieto Benavent
- ProvocaciónEmilio J. González
- Los fantasmas de la izquierdaManuel Álvarez Tardío
- Terror fiscal y corrupciónFederico Jiménez Losantos
- Pujol y la Cope. El telón de PajaAleix Vidal-Quadras
- La privatización del marEnrique Ghersi
- Comprender el cambio económicoDouglass C. North
- La independencia no nos hace más libres.
Una conversación con José María PortilloGermán Yanke - EEUU, intervención o aislamientoÁlvaro Vargas Llosa
- América después de MónicaRamón A. Mestre
- Un futuro incierto para VenezuelaCarlos Sabino
- Por qué se hundió EcuadorFranklin López Buenaño
- La defensa de los cuatroJosé Ángel Izquierdo
- El Baroja liberalJosé Ignacio Gracia Noriega
- De derechas o de izquierdas: un test de veranoChristian Michel
Leyendo el comentario de Ricardo me cabe preguntar hasta que punto están seguros ustedes de que fue un accidente lo que le ocurrió a Antonio Herrero. En aquella época la situación de la gente que, como él, denunciaba los abusos del PSOE (y recuerdo muy bien que "no se casaba con nadie", que repartía para un lado y para otro), era mucho peor que la de ahora, con menos voces discrepantes y más prosélitos defendiendo la necesidad de que el Estado estuviera dotado de cloacas, por las que pudieran fluir las aguas negras de la democracia: contratación de mercenarios portugueses para secuestrar a viajantes de comercio, escuchas ilegales, apropiación de fondos públicos, campañas de difamación contra directores de periódico.
¿Hasta que punto están seguros de que su muerte fue un accidente? Ya se que es una pregunta retórica. Pero pienso que fue una muerte muy oportuna y muy celebrada por cafres como el que ha publicado su comentario con el pseudónimo de Ricardo.?
No sabes Don Abtonio cuanto te hecho de menos, en mis oidos y en mi cerebro aún resuena tu voz firme denunciando la injusticia, eras valiente.
Siempre me ha quedado la duda si fue una muerte accidental o provocada, recuerdo que por aquella época estaba el "horno muy caliente".
Siempre te recordaré amigo.
Descansa en paz. Dios te tenga en su gloria. Amén.?
Que fuerza en su voz, que impetú dando noticias, que crítico con todo ........... te echamos de meos Antonio?
Se ahogó con su propia bilis el hijodeputa. Un día para recordar, sin duda.?
Me gustaría tener algún archivo sonoro con la voz de ese gran periodista que fué Antonio Herrero, despues de cinco años que falleció, aún cada mañana cuando pongo la radio me acuerdo de él, agradecería si saben de algún link de internet donde se pueda bajar esa voz para el recuerdo.?
No se fue. Yo, que he mamado la radio desde que tengo uso de razón, y ahora tengo 24 tacos, me acuerdo de él. En casa lo hemos oído siempre. Supongo que iba con el carácter de mi madre, también muy "sin pelos en la lengua". Yo, desde que tengo uso de razón, no puedo vivir sin una radio al lado. Y no precisamente con la fm en el dial, como la mayoría de los jóvenes que escuchan la radio, sino en la am y cambiando de dial como el que cambia de marchas. La radio es un vehículo de enganche que ya quisieran muchos políticos. Desde los 13 ó 14, no recuerdo muy bien, empecé a escuchar y no he parado. Yo no he vivido todo el lío del PSOE en esa época larga de Don Felipe, aunque tampoco he dejado de informarme después. Me acuerdo del día en que nos dejó Don Antonio Herrero. También el día que nos dejó Doña Encarna. Son días en los que piensas que algo ha cambiado, como quizás ha pasado hace un par de septiembres en Nueva York, aunque, como siempre en la vida, el tren va más rápido que los pasajeros que bajan. De algunos da tiempo a despedirse, de otros no, aunque ellos nos sigan viendo de lejos. Hace un tiempo viví un cierre para mí también bastante importante, como supongo que a vosotros el de Antena 3, a mi manera. Yo era ferviente admirador del programa "Goles", de Pedro Pablo Parrado, del que participaban, por cierto, Juan Manuel Rodríguez, admirador del que me considero desde esa época en Radio España y ahora en la Cope. También Miguel Ángel Muñoz, ahora también allí. Y Balmaseda, que apareció unos días en la Cope y luego se fue, igual que Guijarro, uno de los dos que había, no es el que sigue ahora, y, como no, Pedro Pablo Parrado, que hablaba del "Circo del balón redondo" al referirse al fútbol. Recuerdo como si fuera ayer aquel último programa donde llamábamos para manifestarle nuestro apoyo y fidelidad. Lástima que no haya huecos para todos, por lo menos podríamos elegir. Y recuerdo a Jose María García, también yo gran seguidor, él, muy controvertido, polémico, pero estoy convencido de su honradez y profesionalidad sin límite, de que su forma de hacer radio es algo más que una manera de ver la vida. Y supongo que Antonio Herrero junto a Federico, Luis y José María, no se equivocaba mucho de equipo. Y eso lo sabemos muchos. Por eso digo que él está todavía, como la memoria, como los buenos momentos que la radio nos hace pasar. Si todos los que estamos con vosotros os decimos que estamos con vosotros y que sois ejemplo de profesionalidad y vehemencia, no os creais que somos fanáticos sin rumbo, sin cabeza, que generamos dioses-ídolos a los que unirnos como borregos. No. Simplemente sentimos que sois la garganta que expresa nuestra forma de ver la vida, la política, la cultura, en definitiva, como tantas veces comenta Don Federico de los partidos políticos, el pequeño "voto" que depositamos humildemente sobre vosotros para que nos representéis en esta dificil sociedad que nos ha tocado vivir.
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