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La Ilustración Liberal

Comprender el cambio económico

Es un auténtico placer y un inmenso honor participar en esta serie de magníficas conferencias, y me siento feliz de estar aquí, en particular entre tantos viejos amigos a los que conozco hace muchos años.


1. Un mundo de cambio económico dinámico

El tema de mi conferencia de hoy es Comprender el proceso del cambio económico. La palabra comprender requiere una pequeña explicación. Lo que viene a continuación no es una teoría del cambio económico. Estamos muy lejos de haber establecido una teoría de esta índole, y si la comparamos con las teorías generales de las que disponemos en economía, una teoría del cambio económico es probablemente imposible. Pero comprender el proceso del cambio económico es una condición fundamental a la hora de mejorar los resultados económicos. Vivimos en una dinámica de cambio económico global, pero la teoría a la que recurrimos para comprender nuestro mundo es estática, y las herramientas de las que nos servimos no están adaptadas a los problemas a los que nos enfrentamos. No hay mejor ejemplo de esta inadecuación que los torpes esfuerzos realizados en los últimos años para reestructurar lo que fue la economía soviética y ahora rusa. Comprender supone volver a pensar el proceso de cambio, y no conformarnos con modelos estáticos. Ese es el objeto de esta conferencia. Queda mucho camino por recorrer, pero les dará una idea del contenido del libro que estoy escribiendo.

El cambio económico se produce como consecuencia de los cambios: primero, en el número y en las cualidades de los seres humanos; segundo, en la acumulación de conocimientos humanos, sobre todo cuando se aplican al dominio del hombre sobre la naturaleza; y tercero, en la matriz institucional que define la estructura que motiva a la sociedad. Por lo tanto, una teoría completa sobre el cambio económico debería integrar estos tres aspectos. En mi intervención, haré hincapié en los esfuerzos deliberados que realiza el ser humano para controlar su entorno, y por lo tanto en el hecho de que el cambio institucional es una prioridad absoluta. Sin embargo, esto no implica que los otros dos aspectos no tengan la misma importancia, tal y como intentaré demostrarles.

La tarea más importante de la actividad humana ha sido y sigue siendo el esfuerzo que hacen los hombres para controlar sus vidas desarrollando una estructura ordenada en sus relaciones con el entorno. De hecho, el máximo objetivo ha sido reducir la incertidumbre que caracteriza ese entorno. Durante gran parte de la Historia, la incertidumbre más notable ha sido vencer al entorno físico; pero a medida que los hombres iban dominando este entorno, gracias al desarrollo de la ciencia y de la tecnología, las incertidumbres derivadas de la interacción humana, del entorno humano, fueron pasando al primer plano. Una vez dominado ese entorno físico, hemos creado un entorno humano de gran complejidad y, en consecuencia, hemos incrementado la incertidumbre humana. Permítanme desarrollar este punto. Lo que en otras ocasiones he denominado la segunda revolución económica ha sido en realidad la aplicación de la ciencia a la tecnología, que hizo que los hombres ejercieran un dominio cada vez mayor sobre la naturaleza. Esto no sorprende a nadie que haya vivido en este siglo. Lo que aún no comprendemos bien es que mediante el proceso de aplicación de la ciencia a la tecnología, hemos modificado la esencia del entorno humano. Vivimos en un mundo en el que nuestras vidas son interdependientes. Analizar los problemas complejos que se plantean en este entorno radicalmente distinto es fundamental. La estructura que imponemos a nuestras vidas para reducir las incertidumbres está repleta de plazos y de prohibiciones, lo que teje una compleja red de obligaciones, tanto formales como informales, que invaden el lenguaje, los mecanismos físicos y las creencias. Y son precisamente los valores los que vinculan a la "realidad" con las instituciones.


2. Realidad y valores

Nadie puede llegar a conocer la realidad de un sistema político-económico, pero los hombres inventan valores muy elaborados sobre la naturaleza de esa realidad, unos valores que son a la vez un modelo positivo de funcionamiento del sistema y un modelo normativo de la forma en que debería funcionar. El sistema de valores puede estar perfectamente asentado en la sociedad y reflejar un consenso; pero también pueden existir valores muy dispares dentro de esa sociedad, que reflejen la profunda división que existe a la hora de percibir la realidad. Con el paso del tiempo, los valores dominantes, es decir los de los agentes políticos y económicos que se encuentran en posición de elaborar acciones políticas, desembocan en una estructura institucional muy elaborada, tanto con reglas formales como con normas informales, que determinan conjuntamente los resultados económicos y políticos. El resultado es una matriz institucional que impone unas limitaciones estrictas sobre la elección de los agentes a la hora de crear o modificar las instituciones existentes para mejorar su posición económica o política. Esta dependencia dificulta de forma inevitable el cambio, aunque el cambio institucional radical y abrupto que se produce ocasionalmente sugiere que algo parecido al cambio de equilibrio puntual en la biología evolucionista también puede producirse en el cambio económico. El cambio es un fenómeno continuo, aunque el grado de cambio depende del grado de competencia que exista entre las organizaciones y sus empresarios. Los empresarios ponen en marcha políticas que mejoren sus posiciones competitivas, lo que altera la matriz institucional. Lo que viene a continuación es un repaso de algunas percepciones de la realidad, y por lo tanto de los nuevos esfuerzos realizados por los empresarios para mejorar sus posiciones en un proceso infinito de cambio. Permítanme ilustrar este proceso con la breve historia del apogeo y la caída de la Unión Soviética.


La inspiración de Lenin

Marx y Engels crearon el sistema de valores del que se inspiró Lenin, y explicaron cómo era el mundo, y cómo debía ser. La situación de una Rusia desgarrada por la guerra en 1917 brindó una inesperada oportunidad para que se produjera un cambio institucional brutal. Marx no propuso ningún proyecto para la transformación o la construcción de una sociedad socialista, sino grandes bloques fundamentales de construcción ideológica, sobre todo en lo relativo a la propiedad, que acabaron siendo los principios y las limitaciones de los líderes soviéticos. Después de que las necesidades acuciantes les apartaran de estos principios y les condujeran a la creación de la NPE (Nueva Política Económica) en 1921, el primer plan quinquenal de 1929 volvió a someterse a la ortodoxia ideológica. En los primeros años de la Unión Soviética, se debatieron estrategias alternativas, y por lo tanto las instituciones, que iban a desembocar en la construcción del socialismo. El incremento gradual de la compleja matriz institucional que resultó de esos debates provocó éxitos rotundos (como por ejemplo la industria pesada), fracasos (como es el caso de la agricultura), e intentos por corregir los fallos en la ortodoxia marxista.

A medida que fue creciendo, la economía sufrió las devastadoras consecuencias de la invasión nazi, seguida por un lento proceso de reconstrucción. La matriz institucional se veía sometida a modificaciones permanentes causadas por estímulos externos, como fue la guerra, y también por modificaciones institucionales imprescindibles, basadas en un sistema de valores desarrollado dentro de los límites ideológicos del marxismo. A lo largo de los años 50, 60 y principios de los 70, el resultado fue un rápido crecimiento de la producción, sobre todo en la industria pesada, en la tecnología militar y en determinados campos del conocimiento científico. No hay que olvidar tampoco los condicionamientos del nuevo estatus de superpotencia de la URSS. En aquella época, casi la mitad del planeta se volvió socialista o comunista, y se llegó a creer que el socialismo o el comunismo serían los movimientos del futuro. Entonces, el crecimiento empezó a ralentizarse. Esta ralentización era el resultado de crecimientos importantes en los costes de las transacciones; de los problemas agrícolas, cada vez más importantes; y de los esfuerzos realizados con el fin de reformar las instituciones y solucionar los problemas que surgieron, esfuerzos que seguían siendo ineficaces. En 1985, después del acceso al poder de Gorbachov, las políticas de los seis siguientes años condujeron a un declive absoluto, y en 1991, a la desaparición de la Unión Soviética. Posiblemente se trata del caso más sorprendente de colapso rápido, sin intervención externa, de toda la historia de la humanidad.

Es ésta una historia de percepción de la realidad, que pone en juego toda una serie de valores que a su vez ponen en juego una serie de instituciones destinadas a perfilar la sociedad, que introdujeron a su vez políticas de crecimiento, que alteraron la realidad, y cuyo resultado último fue una revisión de los valores del principio. La clave de la historia es la forma en la que los valores se ven alterados por el feedback que los hombres obtienen de los cambios que se producen en la realidad percibida como consecuencia de las políticas que rigen en ese momento, de la eficacia de adaptación de la matriz institucional -es decir su capacidad de respuesta al cambio- y de la limitación de los cambios en las reglas formales aplicados como correctivos de la política percibida. Pero una cosa es proporcionar una descripción resumida del proceso de cambio económico, y otra proporcionar un contenido suficiente a esa definición que nos permita comprender este proceso. ¿Qué queremos decir cuando hablamos de realidad? ¿Cómo nacen los valores? ¿Cómo cambian? ¿Cuál es la relación entre valores e instituciones? ¿Cómo cambian las instituciones? ¿Cómo afectan las instituciones a los resultados? ¿Cómo se explica que existan modelos de comportamiento tan diverso en las economías y en las políticas, tanto en un momento dado como a lo largo del tiempo? Y por último, la pregunta fundamental: ¿cuál es la naturaleza esencial del proceso en sí mismo?

No tengo nada que añadir a la vieja pregunta que se hacían los filósofos: ¿qué es la realidad? Sin embargo, tengo un interés pragmático directo en saber por qué intentamos encontrar modelos en nuestras teorías, valores e ideologías. Este interés pragmático está relacionado con el nivel en que nuestros valores y creencias coinciden con la realidad. En la medida en que coinciden, creemos que las políticas que ponemos en marcha darán los resultados esperados, aunque a lo largo de la historia de la humanidad nos hemos equivocado muchas más veces de las que hemos acertado. Es importante que seamos totalmente conscientes de la naturaleza de esa realidad. Y lo que es más importante, debemos ser conscientes de cómo va cambiando la realidad.

3. Los valores y su evolución

Los valores y la forma en que evolucionan forman el eje de mi ponencia. La mayoría de los economistas, salvo contadas excepciones como es el caso de Hayek, han ignorado el papel de las ideas en la toma de decisiones. La presuposición de racionalidad, que ha servido a los intereses de los economistas y de los sociólogos en un número limitado de problemas relacionados con la teoría macroeconómica, es una gigantesca simplificación para encontrar una solución a los grandes problemas que enfrentan a los sociólogos y a los responsables de las políticas, y constituye una enorme dificultad en la senda del progreso económico. La forma en que percibimos el mundo y elaboramos explicaciones sobre él nos exige adentrarnos en el funcionamiento de la mente y del cerebro, objeto de la ciencia cognitiva. El campo de la ciencia cognitiva aún está en sus comienzos, pero ya se han realizado progresos suficientes, que permiten deducir sus implicaciones en la teoría de las ciencias sociales. Las cuestiones a las que debemos responder son cómo los seres humanos reaccionan ante la incertidumbre, y sobre todo ante la incertidumbre que nace de un paisaje humano siempre cambiante. Uno de los dilemas sobre los que, durante muchos años, los economistas han estado de acuerdo, y que eminentes teóricos como Kenneth Arrow y Robert Lucas han venido subrayando; es que no se puede teorizar sobre la incertidumbre. y no se puede porque, en un mundo en el que no se sabe lo que va a pasar, no existe ninguna manera de averiguar estadísticamente un reparto probable de los resultados. Sin embargo, en la práctica, los seres humanos pasan toda su vida teorizando sobre el mundo de la incertidumbre. Tomamos decisiones a pesar de que la incertidumbre es total, basándonos en ideologías y creencias o valores religiosos o de otra naturaleza. Pues bien, lo que necesitamos saber, aunque no sea éste el objeto de mi ponencia, es cómo los seres humanos llegan a tomar decisiones en condiciones de incertidumbre absoluta. Éste es un tema esencial para explicar cómo, a lo largo de la historia, los seres humanos se han visto obligados a tomar decisiones a pesar de que no comprendían de verdad a dónde iban.

Pero esta ignorancia nunca ha impedido que los seres humanos desarrollen creencias o ideologías complejas. El marxismo es uno de los múltiples sistemas de valores que se han desarrollado, y es además un sistema que dominó los valores y la toma de decisiones de la mitad del planeta durante buena parte del siglo XX. Pero los marxistas no son los únicos. Todos tenemos sistemas de valores, y en la medida en que somos responsables de las políticas y las ponemos en marcha, todos los días estamos haciendo política con los valores y las ideologías, sea cual sea el nombre que les demos. Y los resultados son, por así decirlo, incompletos, imperfectos e inciertos. En la actualidad, la mayoría de lo que se hace en el campo de la ciencia cognitiva se aparta del punto de vista según el cual la mente funciona como un ordenador, como se creía en un principio que funcionaba. Hoy en día, y cada vez más a menudo, llegamos a la conclusión de que la mente funciona según un razonamiento basado en modelos. Las redes de neuronas del cerebro van estableciendo modelos que permiten interpretar el mundo, y esos modelos se convierten en elementos relativamente complejos y sofisticados, lo mismo que ocurre en muchos sistemas de valores e ideologías.

Los modelos son importantes porque en la medida en que nos enfrentamos a situaciones nuevas y a problemas a los que nunca nos habíamos enfrentado antes, nos planteamos la siguiente cuestión: ¿Qué sentido tienen estos modelos?

4. La estructura institucional

Si la nueva situación se parece lo bastante a los modelos que tenemos en mente, y que se derivan de nuestras experiencias pasadas, entonces podemos solucionar los problemas con más o menos precisión y poner en marcha políticas y reglas capaces de mejorar nuestras vidas. En la medida en que las situaciones son realmente nuevas, se plantean dilemas fundamentales con respecto a la manera de tratarlas. En la actualidad, los hombres intentan utilizar la percepción que tienen del mundo para estructurar el entorno humano de manera a reducir las incertidumbres que conlleva la interacción humana. La estructura institucional que se deriva de este proceso es una combinación de reglas formales, de limitaciones informales y de sus características de aplicación. Por reglas formales, entiendo las constituciones, las leyes; por limitaciones informales, entiendo normas de comportamiento, convenciones, códigos de conducta. Es obvio que el grado de aplicación de las reglas formales y de las limitaciones informales determina la eficacia de dichas reglas y limitaciones a la hora de perfilar nuestras acciones. Las limitaciones institucionales se van acumulando con el paso del tiempo, y la cultura de una sociedad es una estructura acumulativa de reglas, normas y creencias que heredamos del pasado, que conforman nuestro presente e influencian nuestro futuro. Las instituciones van cambiando, y se multiplican por regla general, a medida que los responsables de las decisiones políticas y económicas perciben nuevas oportunidades, o reaccionan ante las nuevas amenazas que afectan a su bienestar. El cambio institucional puede derivarse de un cambio de las reglas formales, de las normas informales o de la aplicación de cualquiera de las mismas.

Pero, ¿cuáles, o mejor dicho de quién, son las percepciones que realmente cuentan? Es evidente que no son las de todo el mundo. Necesitamos adentrarnos en el proceso de elaboración de las reglas estructurales que rigen la sociedad para contestar a esta pregunta. La mayoría del trabajo que se realiza en el campo de la economía política tiene que ver con la forma en que hacemos y agregamos las elecciones que conforman los cambios graduales en las instituciones, un tema que, una vez más, se aparta en gran medida del objeto de mi ponencia. La estructura político-económica de la sociedad y la forma en que va evolucionando son elementos clave para saber qué percepciones son las que cuentan y la forma en que se agregan para conformar las políticas.

Ahora, veamos si podemos empezar a reunir todas las piezas del puzzle, y a explorar de forma gradual, y nada exhaustiva, el proceso del cambio. Podemos concebir el proceso como un flujo circular, a través del cual vislumbramos qué es la realidad. A su vez, estas percepciones conducen a la creación de una serie de creencias, valores e ideologías que explican esta realidad y que explican la forma en que deberíamos comportamos. Esto, a su vez, conduce a la creación de una estructura institucional, o matriz institucional, que conforma nuestro "mundo". Y, a medida que nuestras creencias sobre la realidad van cambiando, ponemos en marcha políticas que modifican esa estructura institucional. Un cambio gradual siempre tropieza con lo que encontramos en nuestro camino. Eso quiere decir que las instituciones existentes limitan nuestras elecciones. Hacemos elecciones que van modificando gradualmente la política, y por lo tanto, cambiamos la realidad. y al cambiar la realidad, cambiamos el sistema de creencias que tenemos. Este movimiento circular existe desde la noche de los tiempos, cuando los seres humanos empezaron a querer trazar su destino.

5. Un mundo en constante cambio

Ahora quisiera abrir un paréntesis y explicarles por qué mi punto de vista se aparta del de la mayoría de los economistas en relación a este problema. La diferencia entre lo que les estoy contando y lo que cuentan muchos economistas es que la mayoría de estos últimos creen que se pueden derivar modelos basados en el pasado, y en lo que llamamos la actualización bayesiana del modelo; de ahí, suponen, que se puede elaborar la política adecuada para el presente y el futuro. Ahora bien, este principio funciona siempre que el futuro sea como el pasado. Si el futuro es lo mismo que el pasado, se puede ser rotundamente afirmativo y decir que eso es lo que va a ocurrir. Por muchos errores que hayamos cometido, y por equivocadas que sean las políticas que hemos puesto en marcha, el feedback nos permitiría corregir dichas políticas, modificarlas, y al final el resultado será un mundo en el que nuestro sistema de creencias coincide con la realidad. Pero esto sólo vale si el mundo no cambia. Y éste es el modelo implícito que tienen los economistas. Sin embargo, el mundo no permanece igual. Vamos cambiando la realidad a través de las políticas que ponemos en marcha, y lo hemos hecho desde hace diez mil años. Es un factor muy importante, porque si es cierto que el futuro es distinto del pasado, y lo es por las nuevas vías que ofrece, entonces el problema fundamental es saber si lo hacemos bien o nos estamos equivocando. Pero lo más importante de todo es reconocer que si el mundo va cambiando, si vamos creando nuevas situaciones que no tienen soluciones sencillas, y si no podemos utilizar las mismas herramientas que en el pasado, o no podemos utilizarlas sin ponerlas en tela de juicio, entonces lo haremos mal tanto ahora como en el futuro.

Deberíamos contestar a determinadas preguntas, para las que todavía no tenemos una respuesta certera. ¿Este proceso se da también en los modelos derivados de la biología evolucionista? ¿Qué papel juega la intencionalidad de los agentes? ¿Cuál es la naturaleza de la intencionalidad humana, fuente inmediata de cambio institucional? ¿Procede la incertidumbre de la raza humana de la inestabilidad inherente al medio humano o de las percepciones y creencias que tenemos del medio humano? Los economistas del Instituto de Santa Fe, que he visitado en más de una ocasión, han dedicado mucho tiempo a intentar comprender lo que llamamos complejidad.

En buena parte, la complejidad se refiere al intento de desarrollar modelos caóticos del mundo. ¿Son reflejo del mundo al que intentamos enfrentamos? ¿O acaso el mundo está más ordenado? ¿Son las creencias responsables de que nos equivoquemos? ¿O es que no entendemos bien la realidad? ¿Cuál es el origen u orígenes de un cambio evolucionista brutal y discontinuo? ¿Cuál es el origen de la dependencia de la vía trazada, y cómo ésta afecta a los resultados? De nuevo, éste es un asunto que no conocemos muy bien. Sabemos que es muy real, y cualquier historiador sabe que cambiamos de dirección de forma brutal y que lo hacemos con mucha frecuencia. Las instituciones y valores del pasado ejercen una enorme influencia a la hora de limitar la capacidad de introducir cambios en el presente y en el futuro. Pero, ¿cómo funcionan esas limitaciones cuando se debilitan y nos permiten realizar cambios radicales? y ¿cuándo no ocurre esto? Deberíamos saber mucho más sobre ellas. Por último, ¿qué contribuye a obtener una adaptación eficaz?

6. Adaptación eficaz

Por adaptación eficaz, entiendo la capacidad de determinadas sociedades a adaptarse de forma flexible ante los traumas y a desarrollar instituciones que tratan con eficacia los cambios de la realidad. Llevo tiempo aconsejando sobre la transición y las economías de los países del Tercer Mundo. Observo que cuando la gente se emociona porque su país lleva diez años creciendo, dicen "estamos en el camino del crecimiento", o "por fin hemos superado la inestabilidad latinoamericana", o "por fin, las economías de transición se han puesto en marcha". Para los historiadores económicos, esto es sencillamente ridículo. Yo pienso en términos de cincuenta o cien años, y después en si se ha desarrollado una sociedad capaz de resistir a los traumas, capaz de enfrentarse a continuos problemas. Es algo muy distinto a un crecimiento de diez o veinte años. Europa occidental y Estados Unidos están inmersos en lo que he llamado adaptación eficaz. Son economías y sociedades que han resistido todo tipo de traumas, guerras y cambios radicales de fondo, y que, a pesar de todo, han logrado adaptar su estructura institucional de tal manera que han alcanzado un crecimiento continuo sobre periodos de tiempo muy extensos. Eso es lo que queremos para las sociedades que conforman el Tercer Mundo o para aquellas economías latinoamericanas que vengo asesorando y que han conocido un crecimiento discontinuo durante los últimos trescientos años, en vez de un crecimiento constante. El crecimiento continuo es una cosa bien distinta, algo que no sabemos crear a corto plazo. Sabemos que aquí, en Inglaterra, y en el resto de Europa, así como en Estados Unidos, hemos desarrollado una estructura institucional en la que las normas informales de comportamiento, más que las reglas formales, han permitido esa adaptabilidad en el cuerpo político. La tendencia de esa estructura es proporcionar una serie de líneas directrices que influyen sobre la forma en que desarrollamos y contribuimos a crear una adaptación eficaz. Pero no sabemos cómo crearla a corto plazo. No sé de ningún país que sin haberla vivido, pueda conseguirla sin seguir el ejemplo de Europa occidental. Así es cómo un extenso proceso de evolución, que cubre cuatrocientos o quinientos años, ha permitido desarrollar una serie de instituciones, tanto formales como no formales, que han hecho posible una estructura dotada de estas características.

7. La fábula deprimente de la historia económica

¿Controlamos con éxito nuestro destino? Siguiendo la tradición de Herbert Simon, que se dedicó al estudio de estos problemas, nos preguntamos qué ocurre para que los agentes se alejen tan exageradamente de un comportamiento racional que propiciaría un conocimiento exhaustivo de todas las posibilidades y contingencias, una exploración exhaustiva del árbol de decisiones, y una exposición correcta de las acciones a emprender, así como de los acontecimientos y resultados. Pero lo cierto es que eso acontece constantemente. La historia económica es un infinito y deprimente relato de cálculos equivocados que condujeron a la escasez, al hambre, al engaño y a la guerra, a la muerte, al estancamiento y al declive económico, para culminar en la desaparición de las civilizaciones. Si observamos sin mucha profundidad las noticias del día, nos daremos cuenta de que no se trata de un fenómeno meramente histórico. Es cierto que de vez en cuando acertamos, y que somos testigos del espectacular crecimiento del mundo occidental durante los cuatro o cinco últimos siglos. Pero nos equivocamos mucho más de lo que acertamos.

8. Por qué nos equivocamos tan a menudo

Permítanme exponerles tres formas de equivocamos, en el pasado, en el presente y en el futuro. En primer lugar, está la vía directa, que nos dice que a estas alturas ya deberíamos saber que nunca comprendemos de verdad la realidad. Nuestras teorías, valores y modelos son imperfectos. Son burdas simplificaciones de un mundo complejo, y además suelen ser estáticas. Lo malo no radica en que sean burdas simplificaciones, siempre que entendamos e integremos en nuestras teorías las características esenciales que constituyen las líneas directrices que las hacen funcionar y hacerla s funcionar en el tiempo es mucho más complicado que tener una visión general y precisa de un momento aislado en el tiempo. Así que el grado de comprensión que tenemos de la realidad es obviamente el primer factor que explica que nunca acertamos del todo, y que a veces, estamos completamente equivocados.

En segundo lugar, está el sistema de valores. Está claro que en la medida en que nuestras creencias intentan dar sentido a un mundo en el que sólo hay incertidumbre, es improbable que las mismas puedan ser muy buenas o muy precisas. Que los valores se deriven de la religión, como ha sido el caso en la mayoría de la historia humana; que se deriven de modelos sofisticados, y el marxismo es sin duda uno de los sistemas teóricos más sofisticados, complejos e impresionantes que jamás se haya elaborado; o que sean elementos o piezas de creencias ad hoc que caracterizan la forma en la que la mayoría de nosotros, incluidos buena parte de los políticos, toman decisiones cada día, en la mayoría de los casos vamos a equivocamos. Sobre todo, tal y como intento demostrar, en la medida en que el mundo va cambiando con nosotros.

En tercer lugar, está el hecho de que somos particularmente sensibles al mundo en el que vivimos en la actualidad y a los problemas a los que los economistas se enfrentan al intentar mejorar el proceso de transición y las economías del Tercer Mundo. Esto significa que utilizamos herramientas extremadamente contundentes para controlar nuestro mundo. Los únicos instrumentos de los que disponemos y que nos permiten perfilar el mundo en el que vivimos son las reglas de juego formales. Pero las estructuras que guían nuestro camino están hechas de reglas formales, normas informales de comportamiento y de sus características de aplicación. Lo único que podemos cambiar rápidamente son las reglas formales. No podemos cambiar las limitaciones informales, por lo menos a corto plazo. E incluso nuestra capacidad para controlar su aplicación es muy limitada. En 1990, yo era uno de los cuatro norteamericanos que la Academia Soviética de Científicos invitó a viajar a Moscú para aconsejar a la Unión Soviética sobre asuntos económicos. El primero de mis compatriotas les dijo que lo único que tenían que hacer para que todo saliera bien era privatizar. El segundo les aconsejó eliminar el gobierno. El tercero les recomendó recurrir a los ordenadores. Yo era el cuarto y les dije que no hicieran caso a los primeros tres ponentes. Los problemas son mucho más complejos. Déjenme ilustrar mi discurso con la primera panacea, la privatización.

9. El ejemplo de la privatización

En la actualidad, y desde hace ya bastante tiempo, la privatización es una palabra mágica. Pero cualquiera que analice de cerca la situación en la Unión Soviética, ahora Rusia, ha podido observar que privatizar sin disponer de la estructura fundamental del imperio de la ley y de los mecanismos de aplicación que ésta lleva aparejados no lleva a ninguna parte. Hay privatizaciones en Latinoamérica, pero se realizan en un contexto de monopolios patrocinados por el gobierno, y el resultado es un mundo que no se parece en absoluto a lo que deseamos. El problema surge cuando, al querer mejorar los resultados de una economía, se necesita cambiar las obligaciones informales y poner los medios para que se produzcan los resultados deseados.

A principios del siglo XIX, los países latinoamericanos lograron la independencia, y al hacerlo, la mayoría copió la Constitución de Estados Unidos así como una gran parte de las leyes formales de derechos de propiedad promulgados como parte de esa Constitución. Pues bien, los resultados obtenidos fueron muy distintos a los de Estados Unidos. Y no es sorprendente: en Estados Unidos funcionaron bien, ya que esta legislación nació de una serie de leyes que formaban parte de las asambleas de las diversas colonias. Eran leyes emanadas de Gran Bretaña, para un sistema de autogobierno representativo, así como para una serie de derechos fundamentales de propiedad que resultaron muy eficaces. Se recogieron y se incluyeron en la Constitución de Estados Unidos, y coincidían con las normas de comportamiento y las características de aplicación que habíamos venido desarrollando a lo largo de los años. El resultado no fue sorprendente: funcionaron bastante bien. Sin embargo, cuando los países latinoamericanos adoptaron estas leyes, su situación no era la misma. Latinoamérica había sido gobernada desde Madrid o Lisboa, tenía virreyes que se encargaban de hacer cumplir las leyes para llevar las riquezas a Madrid o a Lisboa; no tenían gobiernos autónomos y los derechos de propiedad, aplicados exclusivamente desde Madrid, dieron el monopolio a los comerciantes.

No es sorprendente que cuando llegó la independencia y se impusieron una serie de políticas derivadas de la experiencia norteamericana, que poco a poco había ido evolucionando, los resultados fueran radicalmente distintos. Latinoamérica me sirve de ejemplo, pero podría perfectamente haber hablando de Rusia o de otras economías del este de Europa. Lo que intentamos es ver cómo se pueden ajustar e introducir cambios en las políticas para que produzcan resultados más eficaces para las sociedades y las economías. Está bastante claro que nuestra capacidad para aportar un cambio radical depende de la forma en que las creencias han ido desarrollándose en la sociedad, y del grado en que las creencias son capaces de responder a los tipos de cambios que creemos esenciales. Les voy a dar dos ejemplos. El primero es general, y el segundo se refiere a la economía quizá más interesante del mundo actual: China.

10. La transición del intercambio personal al intercambio impersonal

El ejemplo general es bastante sencillo. La transición más dramática y traumática que hayan padecido los seres humanos a lo largo de la historia es el paso del intercambio personal al intercambio impersonal. Por intercambio personal, entiendo un mundo en el que tratamos los unos con los otros de forma continua en el marco de una actividad económica, política y social a pequeña escala, donde todos se conocen y donde, en virtud de estas condiciones y para utilizar la imagen de la teoría de los juegos, se gana cuando se colabora. Según la teoría de los juegos, los seres humanos colaboran los unos con los otros cuando juegan a un juego una y otra vez, cuando ese juego no tiene fin, cuando conocen a las otras partes presentes en el intercambio, y cuando las cifras son pequeñas. En un mundo de este tipo, los costes de las transacciones son baratos, pero los costes de producción son elevados porque se trata de un mundo en el que la producción se realiza a pequeña escala, sin economías de escala, y en el que no se pueden utilizar las tecnologías modernas que he venido describiendo como parte de la segunda revolución económica.

Esta revolución se inició en la segunda parte del siglo XIX en Alemania, en el campo de la industria química, y ahora se está extendiendo a todo el planeta. Ha creado un mundo que se caracteriza por el intercambio impersonal, un mundo en el que nuestra dependencia se extiende a todas las personas del planeta, personas que no conocemos. Las transacciones son siempre distintas y en ellas están involucrados un gran número de agentes. Por lo tanto, es un mundo en el que las reglas de juego ya no son las mismas. Según la teoría de los juegos, lo más provechoso, en un mundo de este tipo, es la huida. Esto quiere decir que si no conoces a la otra parte, si nunca vas a volver a verla, y si ninguna de las partes tiene ningún tipo de atadura particular con la otra, lo mejor es salir corriendo con el dinero. La mayoría de los historiadores económicos han dedicado muchas horas al estudio del mundo occidental en los últimos seis o siete siglos. Han estudiado la forma en que Occidente ha desarrollado un conjunto de instituciones que han hecho que la colaboración impersonal merezca la pena. Esto quiere decir que las instituciones han conseguido cambiar el valor del intercambio impersonal, de tal forma que resultara beneficioso; gracias a eso, la gente no sale corriendo, ni engaña, ni miente, ni roba. Es un éxito enorme. Sin embargo, el paso del intercambio personal al intercambio impersonal significa que hay que crear no solamente instituciones económicas capaces de sostenerlo, sino también instituciones políticas. y aquí está el problema. Sabemos cómo crear instituciones económicas capaces de contribuir al intercambio impersonal, y de hecho, hemos creado muchas. Pero no sabemos crear instituciones políticas que hagan lo mismo. Es necesario contar con instituciones políticas fuertes, ya que a partir del momento en que el ámbito del mercado supera el marco en el que el prestigio constituye una forma eficaz de controlar el comportamiento humano, es necesaria la intervención de un tercero, es decir del gobierno y del Estado. Y puedo asegurarles que no sabemos crear estos sistemas políticos, a pesar de que se esté llevando a cabo un gran trabajo en el campo de la economía política. Rusia nunca alcanzará una situación estable si no cuenta con un sistema político que propicie estos resultados. Nadie lo conseguirá nunca. Y estamos muy lejos de lograrlo. Así que el paso del intercambio personal al intercambio impersonal es un escollo fundamental.

11. La evolución de las instituciones en China

China es un caso interesante porque, a primera vista, lo hace todo mal. Está claro que no hay imperio de la ley, sino una dictadura política. Los derechos de propiedad no están garantizados, pero son esos derechos los que han servido de base al desarrollo de Estados Unidos y del mundo occidental. Ahora bien, tomen ustedes nota de lo que ha hecho China. El gobierno central ha concedido la autonomía a los gobiernos locales, a pesar de que en algunas ocasiones no lo haya hecho de forma deliberada. Pero lo ha hecho. La autonomía se ha alimentado de los capitales procedentes del ahorro chino de ultramar. Las empresas locales no son verdaderas empresas ni cooperativas, sino una extraña mezcla de las dos estructuras. Gozan de una gran autonomía, y los jefes locales del Partido Comunista les garantizan los derechos de propiedad. El resultado es una economía que, informalmente, ha desarrollado una serie de instituciones y reglas de juego, una economía que ha dado lugar al tipo de crecimiento más elevado que haya conocido jamás una economía (aunque China también está atravesando enormes dificultades). Así que existen muchas maneras diferentes de conseguir riqueza. Hay muchas formas de estructurar el juego, de proporcionar los incentivos adecuados (que es lo que son las instituciones, estructuras de incentivos) para hacer las cosas bien. y sin embargo, hay que obtener una sabia combinación que rara vez alcanzamos.

12. Algunas implicaciones generales

Permítanme concluir esta ponencia con algunas implicaciones muy generales, que se oponen en gran medida a lo que afirma la mayoría de las economías ortodoxas. En primer lugar, está un hecho relativamente sencillo, que sin duda no les sorprenderá aunque no estén de acuerdo con ello: no existe ninguna manera de realizar predicciones inteligentes sobre los cambios a largo plazo. Y esto se debe a que en la actualidad, no sabemos lo que vamos a aprender y creer el día de mañana. No creo que nadie, aparte de los adivinos, pueda decir lo que va a ocurrir en las sociedades y en las economías del futuro. Podemos saber lo que ocurrirá mañana, pasado mañana, dentro de unos pocos años, pero lo que vamos a aprender y lo que vamos a creer en un futuro más alejado es algo que hoy en día somos incapaces de saber.

En segundo lugar, no existe el laissez-faire. Soy un gran admirador de Milton Friedman, pero el laissez-faire nos ha dado muchos disgustos. Los mercados que funcionan bien están estructurados. Se estructuran gracias a una voluntad deliberada que permite a los elementos competir en términos de precios y de calidad en vez de destruirse. Quisiera insistir en este punto, porque a lo largo de la historia y, de hecho, en el mundo actual, se ha hablado mucho del laissez-faire o de excluir al gobierno. No puede excluirse al gobierno. Lo que debe hacer el gobierno, ya sea de forma directa a través de leyes y regulaciones y derechos de propiedad o de forma indirecta, es que se estructure el juego para obligar a los jugadores a competir en términos de precios y de calidad en vez de emplear otros medios. Esto significa que hay que estructurar de forma distinta factor y productos de mercado. Esto significa que hay que estructurar un mercado laboral y un mercado de capitales. Estoy especialmente sensibilizado con este problema ya que en los últimos seis años, he sido asesor del Banco Mundial en una serie de políticas que intentan ver la forma de estructurar distintos tipos de mercados para que funcionen bien. Nos hemos interesado por las telecomunicaciones, y hace poco, por el agua y hemos aprendido muchísimo. Si escogemos el ejemplo de las telecomunicaciones, la estructura que en un momento dado puede dar buenos resultados, no dará los mismos resultados en otro momento porque la tecnología ha cambiado la industria, que pasó de ser un monopolio natural a una industria competitiva. y por lo tanto, puede que se pongan en marcha políticas radicalmente distintas con respecto ala forma en que se quiere estructurar el juego para obtener los resultados deseados.

Estoy convencido de que esto tiene grandes implicaciones en el mundo en el que vivimos en la actualidad, porque el tipo de estructura de los mercados financieros y de capitales que dieron buenos resultados en el pasado ya no tienen por qué seguir funcionando bien. Por ejemplo, si tomamos el ejemplo de lo que ocurrió en Japón en los últimos 40 años, los mercados financieros y de capitales dieron buenos resultados. El Ministerio de Hacienda y la burocracia japonesa crearon un mercado de capitales y una estructura financiera que han dejado de funcionar bien. Así que no se puede afirmar que esos mercados sigan dando buenos resultados. No sólo tenemos que estructurar cada mercado de forma diferente, sino que si lo estructuramos de la misma forma que ayer, no significa que vaya a estar bien estructurado para hoy o para mañana. Las tecnologías cambian, las estructuras competitivas cambian, las políticas gubernamentales cambian, así como su forma de funcionar.. Si queremos tener mercados que obtengan buenos resultados el día de mañana, tendrán que poder adaptarse a los nuevos problemas y a las nuevas estrategias.

Mi exposición es un resumen muy breve del proceso de cambio económico. Espero que inspire a los estudiosos para que avancen en una investigación que considero fundamental a la hora de mejorar los resultados de las economías a través del tiempo.

Número 3

Editorial

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Enseñanza y libertad

El rincón de los serviles

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comentarios
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De puertas para adentro.
Francisco Fernández Hervás

Hace tiempo, a resultas de este comentario, que fue escrito "Comprender...". Hoy es junio/2006, acorde con la búsqueda de entender hacia dónde apuntan con exactitud Instituciones,Multinacionales,..al agotarse el tirón económico que nada es constante y ese es el beneficio. El beneficio de la duda en la incertidumbre. Cuando veamos el humo blanco sabremos que podremos seguir creyendo ¿pero cómo?.
Los primeros pasos no sabremos darlos pero a traspiés estas Instituciones;..dan la ventaja de las señales a puertas cerradas del poder líquido.
Ésta es otra incertidumbre en un día después de anunciar Bill Gates comprometerse con su propia Fundación, un hombre expuesto de puertas hacia afuera y más que nunca fuera de pretensiones políticas. Quizá sea esta su razón.
El beneficio de la duda es éste. Cuándo quedan satisfechos y el límite de agotamiento de cierta clase no institucional, ni si quiera poítica, creo que distinta a la de Gates. Incluso me aventuro en la utopía de un cambio tan radical en la que los aciertos y desaciertos conduzcan a una economía sin ciclos. Es sólo posible si supieramos qué deseamos. Otra vez, no podemos dejar de equivocarnos a propósito.?