Ojo, Llamazares
A estas alturas de la democracia, gentes organizadas de IU se han permitido convertir a un ciudadano en caricatura para, una vez objetualizado, ponerlo dentro de una señal de tráfico que es el trasunto de una diana. La campaña es una amenaza en toda regla. Trata de amedrentar, aislar y, eventualmente, aterrorizar (es decir, bloquear, anular, anihilar, aniquilar) a Pío Moa.
Pío Moa no tiene cargos políticos ni representativos. Escribe libros. Ejercita su libertad de expresión y de opinión. Pero supone un grave problema para progres y nacionalistas, pues esos libros se venden por centenares de miles, aportan copiosa información en muchos casos inédita, denuncian los esquemas de la historiografía marxista (reconocida o no como tal) y beben en las fuentes de los denunciados, partidos totalitarios y golpistas de los años treinta. Partidos cuyas siglas perviven y cuyas ignominias de antaño intentan sus actuales gestores vendernos hogaño como glorias democráticas.
Bien. Pío Moa ya está dentro de una diana implícita. Una señal de tráfico con toda la redondez de una diana, con todo su rojo sangriento y con todo el obsceno uso del nombre del maldito. Y ya están ahí los pareados de parvulario con su nombre y apellido. De parvulario soviético. ¿Y ahora, qué?
Pues ahora pueden suceder varias cosas. Que lleguen a los jueces unas cuantas denuncias o querellas, o una sola acción judicial con decenas o centenares de denunciantes. Jamás se le condenará, y eso lo saben muy bien los neoestalinistas. No les importa porque la campaña no persigue, como se ha dicho, encarcelarle. Nadie ignora que eso es imposible. El fin es otro.
El fin es destruirle personalmente, excitar el odio contra él en una masa cuyos componentes, por supuesto, no se tomarán la molestia de leer a Moa. El fin es la muerte civil del hombre que tras largo y concienzudo trabajo ha acabado con el monopolio progre de la interpretación de la Segunda República y de la Guerra Civil. Interpretación que apenas merecía el calificativo de histórica, pues había devenido pura y simple prolongación –discretamente actualizada– de la propaganda del Comintern. Cansina repetición de consignas, tópicos y hechos sin contrastar a través de las décadas.
Hay otra posibilidad. Que las fieras que azuza la izquierda española actúen de acuerdo con el mensaje subyacente de esa señal que contiene la caricatura de Moa, y acaben de convertir en objeto al objeto mediante el atentado personal. No sé si Llamazares se da cuenta de la responsabilidad en que puede estar incurriendo su formación.
Libertad Digital, 28-XI-2007