El Borbón non grato
Alfonso de Borbón y Dampierre, el nieto mayor de Alfonso XIII, fue un personaje que vivió siempre atormentado por la desgracia, que se cebó con él. Hasta su muerte se produjo de forma trágica: el duque de Cádiz, recordará el lector, murió decapitado, aunque no en el cadalso de París por obra de los revolucionarios, como alguno de sus antepasados, sino en una pista de esquí, a causa de un cable mal colocado. En los últimos años de su vida tuvo que hacer frente al fallecimiento de su hijo menor, Gonzalo, muerto en un accidente de tráfico que casi cuesta la vida a todos los ocupantes del vehículo siniestrado; incluso a él mismo, que era quien conducía.
La presente biografía, escrita por el que quizá sea el mayor experto en el linaje de los Borbones, José María Zavala, nos muestra a un personaje que en vida tuvo una gran presencia mediática, a pesar de que no ha habido otro protagonista más incómodo para la Casa Real española y sus fieles de cámara que él.
Hijo de don Jaime, primogénito a su vez de Alfonso XIII, Alfonso de Borbón y Dampierre pudo reclamar con títulos suficientes la jefatura de la Casa Real a la muerte de su padre, obligado a renunciar a sus derechos dinásticos en una maniobra rocambolesca con claros tintes ilegales, puesto que Jaime, el hijo sordomudo de Alfonso XIII, incluyó a su descendencia en esa renuncia, algo a lo que no tenía derecho alguno. Más tarde, advertido de su trágico error y desengañado tras no recibir el dinero prometido para continuar su vida disipada a cambio de la renuncia, el infante D. Jaime reclamó de nuevo su derecho a la herencia dinástica para él y sus hijos, lo que le enfrentó a D. Juan, padre de nuestro actual monarca, quien siempre vio en su hermano y, especialmente, en su sobrino Alfonso una amenaza para su ascenso al trono de España, una vez Franco eligiera sucesor.
La batalla dinástica por la jefatura de la Casa Real aparece perfectamente detallada y documentada en las páginas de este libro, lo que permite al lector hacerse una idea muy exacta de la elegancia y el sentido familiar de los Borbones cuando están en juego la fama, el poder y la riqueza. Don Juan es, tal vez, quien sale peor parado de toda esta operación para desplazar de la carrera sucesoria a quienes reclamaban su puesto con mayor legitimidad. El padre de nuestro monarca se consideró siempre el único descendiente real con derecho a ocupar el trono de España. Cuando Franco se decantó por D. Juan Carlos, el segundo hijo de Alfonso XIII tuvo una reacción brutal, con expresiones hacia su propio hijo que Zavala no ahorra al lector, para un más amplio conocimiento de las relaciones entre ambos cuando ya tocaban el cetro con la punta de los dedos.
Alfonso de Borbón, como es sabido, casó con la nieta mayor de Franco, Carmencita, que luego se reveló una simpática tarambana y que aún aparece esporádicamente en las portadas de las revistas de peluquería. Su marido, en cambio, era todo seriedad y circunspección. A pesar de que hubo quienes creyeron que Alfonso de Borbón podría convertirse en el elegido por Franco para sucederle, lo cierto es que el dictador no pensó seriamente en esa posibilidad. O no confiaba en el don de gentes de Alfonso o conocía demasiado a su nieta, pero lo cierto es que su elección se decantó por el vástago mayor de la otra rama, nuestro monarca actual, cuya vida guarde Dios muchos años.
A tenor de esta documentada biografía, Alfonso de Borbón hubiera sido un rey completamente distinto a su primo. El nieto mayor de Alfonso XIII era católico a machamartillo y defensor de la monarquía tradicional española, circunstancias ambas que a su primo Juan Carlos le traían (y le traen) más bien al pairo. Sobre la unidad de la patria y la igualdad de todos sus ciudadanos, que Alfonso siempre defendió de forma pública, ya conocemos también la opinión tácita del actual monarca.
El heredero de Alfonso de Borbón, su hijo Luis Alfonso, casado con una rica heredera sudamericana, es actualmente, como lo fue en vida su padre, el candidato de los legitimistas franceses al trono de aquel país en su condición de duque de Anjou, a pesar de que las posibilidades de una restauración monárquica en la república vecina sean más bien inexistentes.
Zavala dedica espacio en este libro a realizar un estudio muy preciso de las circunstancias en las que se produjo la muerte del biografiado, sobre las que aún pesan ciertas dudas. Sin embargo, las páginas más interesantes, como ha quedado dicho, corresponden a las batallas dinásticas entre don Juan y su hermano Jaime, con los hijos de ambos en segundo plano, unas veces colaborando y otras desentendiéndose de las intrigas de sus padres. El autor aporta abundante documentación, mucha de ella inédita, que permite situar a todos los personajes de la tragicomedia borbónica en su lugar oportuno.
Se trata de un libro excelentemente editado y escrito con brillantez, que ostenta además un mérito adicional: en La Zarzuela no ha gustado nada. Sólo por eso ya merece la pena su lectura.
José María Zavala, El Borbón non grato, Áltera, Madrid, 2008, 437 páginas.
Número 40
En la muerte de Carlos Semprún Maura
Varia
Los primeros diez años
- Diez años ya de Ilustración, sólo diez años de LiberalismoFederico Jiménez Losantos
- Internet no acabó con 'La Ilustración'Javier Rubio Navarro
- Instinto liberalJosé María Marco
- Entonces no había nadieDaniel Rodríguez Herrera
- Liberales de 'La Ilustración'Fernando Díaz Villanueva
- La sociedad abierta y sus nuevos enemigosRafael L. Bardají
Y luego nos quejamos del PRI. Abur?