Edward Said, Juan Goytisolo y la comprobación de los datos
Orientalismo (1978), escrito por el norteamericano de origen palestino Edward Said (1935-2003), fue publicado en España en 1990 (Ediciones Libertarias) y en 2002 (Debate). Se trata de un libro que ha provocado polémica por varias razones. Su tesis más conocida es que los estudios europeos acerca de las lenguas y culturas de Oriente Medio, Asia y el norte de África han servido de apoyo al imperialismo, y que los investigadores europeos han sido racistas. Sin embargo, en los últimos tiempos varios investigadores han controlado la investigación de Said y podido comprobar que el texto contiene afirmaciones que no se corresponden a lo que dicen las fuentes. La crítica también subraya que Said mezcla épocas, países, géneros y situaciones, y que no define términos tan cruciales como... Oriente. Además, Said no se interesa por el imperialismo, el colonialismo y el racismo no occidentales, por lo que su texto adolece de falta de equilibrio.
En 1997 Said añadió un epílogo en el que no admitía haber cometido error alguno ni corregía siquiera los que eran obvios. Es más, afirmaba que la polémica había surgido porque le habían leído mal tanto sus críticos occidentales como los fundamentalistas islámicos que veían en su obra un apoyo incondicional al islam. En ese texto añadido, Said se erige líder de la corriente poscolonialista y elogia a diferentes investigadores no occidentales, mientras que cubre de insultos a su odiado Bernard Lewis.
En este artículo vamos a examinar los prólogos escritos por Said y su amigo Juan Goytisolo para la edición española de 2002, y los vamos a contrastar con lo que dicen algunos críticos del primero. El enfoque incidirá en la importancia de la comprobación de los datos.
El prólogo de Said
Said arranca diciendo que su libro se publicó originalmente en los Estados Unidos y que poco después fue traducido a numerosas lenguas en el mundo entero. En otras palabras, se presenta como un escritor de enorme éxito, lo cual es cierto. Después afirma que se equivoca la crítica cuando denuncia que él no ha estudiado más que una selección de orientalistas y aun así saca conclusiones generales. Said replica afirmando no ha querido analizar todos los estudios orientalistas, sino sólo los de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos. Said dice textualmente: "Mi interés se centraba en la conexión entre imperio y orientalismo". Más o menos admite, pues, haber decidido cuál será el resultado de su investigación antes de emprenderla.
Curiosamente, dice que hubiera querido dedicar más espacio a España:
Había otra crítica que sí tenía más fundamento: yo había dicho muy poco sobre la extremadamente compleja y densa relación entre España y el islam, que ciertamente no se podía caracterizar simplemente como una relación imperial. Desde 1978, y debido en gran parte a mi creciente familiaridad con la obra de Américo Castro y de Juan Goytisolo, he llegado a darme cuenta no solo de cuánto hubiera deseado saber más acerca del orientalismo español mientras escribía mi libro durante los años setenta, sino de hasta qué punto España es una notable excepción en el contexto del modelo general europeo, cuyas líneas generales se describen en Orientalismo.
Son unas líneas llamativas, porque en ellas Said entra en contradicción con lo que acababa de afirmar acerca de que sólo se interesaba por Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos. Pero aquí habla de un "modelo general europeo". En otras palabras: tanto sus lectores europeos como los islamistas habían leído correctamente el texto.
Said prosigue dando su versión de la historia española:
Más que cualquier otra parte de Europa, el islam formó parte de la cultura española durante varios siglos, y los ecos y pautas que perduran de tal relación siguen nutriendo la cultura española hasta nuestros días. Esto es algo que he aprendido gracias a la obra y la amistad de Juan Goytisolo, uno de los grandes pioneros en abordar esta cuestión, y por lo que le estaré eternamente agradecido. Sin embargo es crucial insistir en que lo que otorga riqueza y complejidad a la imagen del islam en España es el hecho de ser parte sustancial de la cultura española y no una fuerza exterior y distante de la que hay que defenderse como si fuera un ejército invasor.
Cualquier lector de Goytisolo ve que Said se ha dejado influir por su amigo. Lo que dice Said de la influencia del islam en España viene de Goytisolo, que no es un investigador y además es conocido por su pronunciada parcialidad en favor del islam. Said hasta se sirve de términos y expresiones frecuentemente utilizados por el propio Goytisolo, como nutrir, riqueza, complejidad, parte sustancial, distante y ejército invasor. Esta aceptación de las ideas y las palabras de un amigo como si fueran hechos probados científicamente puede hacer que el lector se pregunte si los otros datos presentados por Said provienen también de algún encuentro fortuito.
Sigamos:
El Oriente que describo en mi libro como creado en cierto modo por los conquistadores, administradores, académicos, viajeros, artistas, novelistas y poetas británicos y franceses es siempre algo que está "afuera", algo (como decía Schlegel a principios del siglo XIX) que representaba la forma más elevada y, en cierto modo, más inaccesible de ese romanticismo que los europeos buscan sin descanso.
Aquí vemos que Said propone la idea de que el Oriente no tiene una referencia concreta, sino que es una creación de los europeos; una idea que podríamos denominar posmoderna. Los lectores no familiarizados con el posmodernismo podrían encontrar extraña una afirmación así; pero más extraña todavía debe de parecerles la idea a los africanos y a los asiáticos. Usando una generalización realmente llamativa, Said atribuye a todos los europeos un romanticismo que les hace buscar al Otro en el Oriente. Una afirmación de esta índole despierta sospechas sobre el crédito de quien la profiere. Vale la pena notar la referencia a Schlegel, que no aporta sustancia a la argumentación pero permite al autor demostrar su nivel cultural. Es un ejemplo de name dropping, hacer gárgaras con nombres.
En este sentido el contraste con España no podía ser mayor, puesto que el islam y la cultura española se habitan mutuamente en lugar de confrontarse con beligerancia. Ciertamente no se puede pasar por alto ni minimizar la larga y a menudo complicada relación entre la ideología de la España católica y el pasado judeomusulmán tanto tiempo suprimido, aunque me atrevería a decir que hasta en tales polémicas existe una relación de complementariedad e incluso de intimidad que raramente se ha repetido fuera de la península Ibérica.
Aquí, Said parece trasmitirnos sin más la versión del pasado español que maneja Goytisolo. ¿Cómo sabe Said que las cosas sucedieron así? ¿Qué querrá decir con la afirmación de que el islam y la cultura española "se habitan" en vez de "confrontarse con beligerancia", teniendo en cuenta que España fue invadida por los musulmanes y que, para sacudirse ese yugo, emprendió un proceso (Reconquista) que se prolongó por espacio de siete siglos? Las palabras complementariedad e intimidad también sorprenden. ¿A qué se refieren? ¿Y qué quiere decirnos cuando, a continuación, afirma: "La simbiosis entre España y el islam nos proporciona un maravilloso modelo alternativo"?
Said no parece ser consciente de que España fue conquistada. ¿Le ciega el hecho de que los conquistadores fueran los otros? España constituye un doble contraejemplo de su afirmación sobre la relación entre imperialismo y orientalismo. En España, los musulmanes fueron los conquistadores y los europeos, los conquistados; además, los musulmanes establecieron su imperio sin haber estudiado antes la cultura europea. Por otro lado, no hicieron esfuerzo alguno por salvaguardar la riqueza cultural cristiana, ni mostraron aprecio por lo cristiano. Si los cristianos del norte no hubieran iniciado la reconquista del territorio, España sería un país islámico como lo es la actual Turquía, la Bizancio cristiana. En Turquía fue erradicado el cristianismo, así que tampoco allí hubo "simbiosis". El caso turco también es, pues, una prueba contra la tesis de Said.
Si en sólo dos páginas hemos encontrado tantas razones para dudar de la calidad del trabajo de Said, entonces es que es difícil fiarse de sus afirmaciones.
"Un intelectual libre". La introducción de Goytisolo
Las tres páginas del prólogo de Goytisolo presentan muchas semejanzas con las de Said, cuya versión acepta el español sin comprobar los datos. Goytisolo divide su texto en tres partes. Primero repite la tesis de Said sobre la relación entre el estudio europeo del Oriente y el imperialismo, después habla de las muchas facetas de la personalidad de su amigo y finalmente equipara la supuesta falta de nivel científico de los orientalistas europeos con la falta de curiosidad intelectual de árabes y musulmanes.
Para el lector crítico, llama la atención que el prólogo de Goytisolo no se centre en el propio texto de Orientalismo. Quizá la razón sea que el autor sabe muy bien que Orientalismo ha sido utilizado por los fundamentalistas islámicos para justificar su odio contra Occidente. Cuando Goytisolo escribe su texto, todos los lectores tienen presente el ataque a las Torres Gemelas. Ésta podría ser la razón por la cual Goytisolo condena a Occidente a la par que critica el "ensimismamiento" de los países musulmanes. Se trata de una maniobra que recuerda algo que ya denunciara Revel en El conocimiento inútil (1988): mientras existía la Unión Soviética, muchos intelectuales occidentales intercalaban críticas a países occidentales cuando pretendían criticar algo de países comunistas, para suavizar la denuncia contra éstos. Revel señalaba que esa manera de proceder es aceptable sólo si los objetos de la crítica son igual de negativos.
Goytisolo arranca comparando la excelencia de Said con la estrechez de miras de los estudiosos europeos del Oriente:
En 1978, la publicación de Orientalismo, del palestino Edward Said, profesor de literatura inglesa y comparada en la Universidad de Columbia, en Nueva York –conocido hasta entonces por sus excelentes estudios de crítica literaria–, produjo el efecto de un cataclismo en el ámbito selecto, un tanto cerrado y autosuficiente, de los orientalistas anglosajones y franceses.
Ya en este primer pasaje hay mucho que comentar. Es cierto que Said se presentaba como palestino; pero también fue ciudadano estadounidense, como lo fue también su padre, cristiano protestante de origen medio-oriental. Esa conexión del padre con los Estados Unidos fue la razón por la que Edward estudió en dicho país, en el que acabó quedándose a vivir. Said podría presentarse como estadounidense, pues vivió mucho más tiempo en los Estados Unidos que en cualquier otro país. Además, los Estados Unidos le trataron excepcionalmente bien y le confiaron una cátedra en Columbia.
Goytisolo hace referencia a la excelente calidad de la crítica literaria de Said, pero no hay unanimidad al respecto (v. Varisco 2007, p. 201). Asimismo, afirma que cuando se publicó Orientalismo se produjo un "cataclismo", pero da la casualidad de que el propio Said dice en el epílogo que al principio el libro no suscitó demasiado interés. Finalmente, Goytisolo califica el mundo de los orientalistas anglosajones y franceses de "cerrado" y "autosuficiente". Como él no es investigador, probablemente tiene una experiencia limitada de cuál es el panorama en dichos ámbitos. En otras palabras: Goytisolo acepta como verdadero lo afirmado por Said. Goytisolo suele quejarse de que otros crean en verdades absolutas, pero él hace lo mismo cuando se trata de las opiniones de su amigo.
Veamos qué otras cosas dice el autor español sobre el orientalismo y los orientalistas:
Fundándose en premisas vagas e inciertas, forjó una avasalladora masa de documentos que, copiándose unos a otros, apoyándose unos en otros, adquirieron con el tiempo un indiscutido –pero discutible– valor científico. Una cáfila de clisés etnocentristas, acumulados durante los siglos de lucha de la cristiandad contra el islam, orientaron así la labor escrita de viajeros, letrados, comerciantes y diplomáticos: su visión subjetiva, embebida de prejuicios, teñía sus observaciones de tal modo que, enfrentado a una realidad compleja e indomesticable, preferían soslayarla a favor de la "verdad" abrumadora del "testimonio" ya escrito.
Goytisolo hace suya la mala opinión de Said acerca de la calidad de la investigación de los orientalistas. Es curioso que Said se atreviera a pronunciarse sobre la calidad de otros investigadores, cuando acabamos de ver cómo procedía él mismo. Goytisolo funciona como un segundo eslabón en esta cadena, y repite las afirmaciones del primero sin aportar pruebas. Sin haber comprobado los datos, alaba a su amigo: "Con un rigor implacable, Said exponía los mecanismos de la fabricación del Otro que, desde la Edad Media, articulan el proyecto orientalista". Ese rigor ha sido cuestionado por una serie de estudiosos que sostienen que, por el contrario, Said se pronunciaba sobre asuntos que no conocía bien, y además lo hacía de manera sesgada. Pero el caso es que impresionó al escritor español.
Conocedor profundo de la literatura e historiografía anglosajonas y francesas y de las claves de la dominación imperialista de Occidente sobre el mundo árabo-musulmán, ha podido examinar a este a la vez con intimidad y a distancia, con amor, pero sin indulgencia.
A continuación vamos a ver que bastantes investigadores discrepan de este juicio de Goytisolo. Investigadores que critican a Said por pronunciarse sin tener suficientes conocimientos de historia y denuncian el desequilibrio que lastra Orientalismo por la ausencia de información sobre el imperialismo árabo-musulmán.
'Orientalismo', cuestionado
Landes (1999), historiador y economista, ha escrito que Orientalismo constituye un rechazo emocional a las herramientas de que se sirve el conocimiento. Said sostiene que sólo los directamente implicados en un asunto pueden estudiarlo; es ésta una tesis que conduce al solipsismo intelectual. El orientalista Irwin (2006) denuncia las distorsiones de Said y su falta de seriedad como investigador; su "malignant charlatanry in which it is hard to distinguish honest mistakes from willful misrepresentations" (p. 4). En el libro de Irwin los orientalistas estudiados por Said aparecen con sus limitaciones y peculiaridades, pero por lo general sin la mala intención que les atribuye éste.
Irwin subraya que hasta bien entrado el siglo XX los estudios orientalistas se desarrollaban como los que tienen por objeto lenguas muertas como el latín, el griego y el hebreo, de ahí que una tarea frecuente fuera la traducción y publicación de manuscritos. Asimismo, informa de que los periodos de avance del orientalismo no coinciden con los de desarrollo del imperialismo europeo, y de que algunos de los mejores orientalistas vivían en países no imperialistas. La tesis de Said es, pues, simplemente falsa. Irwin rechaza queOrientalismo pueda servir como plataforma para el debate público, ya que presenta una versión imaginaria de la historia y del propio orientalismo. Irwin lo considera un constructo lleno de ambigüedades elaborado por un profesor de literatura no especializado en orientalismo, y cree que su éxito se debe a la utilización de las ideas de Foucault y Gramsci a propósito del conocimiento como poder y sobre el concepto de hegemonía, muy en boga en aquel entonces.
Irwin dedica también alguna página a hablar del hombre Said: elegante, cosmopolita, siempre viajando, había recibido todos los honores posibles en Occidente, y aun así eligió presentarse como palestino, exiliado e incomprendido. En otras palabras: Irwin destaca la falta de coherencia de Said.
En cuanto al antropólogo Varisco (2007), nos entrega un libro ambiguo: critica punto por punto a Said... a la vez que nos dice que todo lo que hace y dice Said está bien. Varisco le admira como polemista político pero constata que lee a sus fuentes sólo para encontrar citas aisladas que le sirvan para criticar a otros autores. Igualmente comprueba que no es un buen historiador, que no define de manera clara los términos que utiliza, que en sus textos hay omisiones llamativas y que no adopta una actitud imparcial ante los hechos. Denuncia que mezcla fuentes privadas y documentos oficiales como si tuvieran la misma importancia. Comparte con Irwin la idea de que el éxito de Said está relacionado con la fama de Foucault y Gramsci durante los años 80 y 90. Entiende que Orientalismo abrió una puerta para legitimar cualquier crítica hacia Occidente, con independencia de que esté apoyada en los datos o no.
Al igual que Irwin, Varisco termina reflexionando sobre el individuo: si Said realmente creía que Occidente representaba el Mal y aun así optaba por vivir en él, su comportamiento era de todo punto incoherente. Y remata saliendo en defensa del mundo de la investigación y afirmando que la mejor manera de combatir la mala investigación pasa por mejorar la calidad de la propia investigación, no por la retórica.
Curtis (2009), historiador de las ideas políticas, habla de la visión que del Medio Oriente y la India tienen algunos filósofos europeos importantes. Con una referencia crítica obvia a Said, pero sin mencionarlo, constata que los estudiosos analizados basaban sus trabajos en la información a la que tenían acceso, no en fantasías. Estudiaban el Oriente para obtener ejemplos de formas de gobierno. Curtis rechaza absolutamente la idea de que sólo los musulmanes puedan pronunciarse sobre la cultura islámica y de que la reflexión europea sobre ésta sea necesariamente imperialista o racista.
Históricamente, subraya este autor, el problema del Occidente no ha sido cómo dominar a los musulmanes, sino cómo defenderse de ellos. Conquistaron España en 711, amenazaron a Francia, sitiaron Viena y no dejaron los Balcanes hasta el siglo XIX. Los piratas argelinos fueron una amenaza constante hasta que fueron derrotados por británicos y norteamericanos, a comienzos del Ochocientos: practicaban el secuestro y reducían a la esclavitud a sus prisioneros. Entre 1530 y 1780, hasta un millón y medio de europeos –sobre todo españoles, franceses y británicos– fueron esclavizados en países islámicos.
Montesquieu, Burke, Tocqueville, Mill y Weber reflexionaron sobre el despotismo que caracteriza a los países que no separan el poder político del religioso. El poder absoluto de uno solo sin control constitucional lleva a la tiranía y deja a la gente sin seguridad, lo cual puede conducirle a la apatía.
A propósito de la preservación árabe de parte de la cultura grecolatina, Curtis recuerda que si los árabes no hubieran invadido el norte de África, España y Bizancio no se hubiera roto esa tradición, por lo que no hubiera sido necesario preservarla. Curtis concluye con un comentario sobre la enseñanza de la historia: un profesor que despliega también los datos que le incomodan es moralmente digno de elogio. El lector puede llegar a la conclusión de que no era ése el caso de Said.
Ibn Warraq (2007), originario de la India, ha dedicado años a estudiar las afirmaciones del famoso libro de Said, y encontrado en ellas errores, lagunas y prejuicios. A continuación ofreceré un breve resumen de su libro, porque en él se contradice lo afirmado por Said y repetido por Goytisolo o no denunciado como falso.
Ibn Warraq subraya que Orientalismo ha tenido una influencia sumamente negativa en los países islámicos. Se ha utilizado para justificar la tendencia a culpar a de los males propios a un tercero, es decir, ha alentado el victimismo. Ibn Warraq denuncia que Said presenta los hechos como conviene a su tesis y destruye gratuitamente el buen nombre de varios orientalistas honorables; que el conocimiento que de la historia tenía el profesor de Columbia era defectuoso: así, afirmaba que habían sido colonizados países que jamás lo fueron; que sus omisiones a propósito del colonialismo oriental son clamorosas: no habla de la dominación otomana sobre Egipto, que duró cuatro veces que la occidental, ni de la invasión musulmana de la India (ni de que los hindúes guardan bastante mejor recuerdo de la dominación británica que de la islámica: si los orientalistas británicos no hubieran estudiado la cultura india preislámica, los hindúes sabrían bastante menos de la historia india); y llama la atención sobre una contradicción subyacente a la tesis de Said: si los orientalistas entendieron todo mal, ¿cómo pudo ese conocimiento erróneo haber ayudado a los países occidentales a conquistar el Oriente?
Said no dice nada de la esclavitud en los países islámicos, ni del racismo en países no occidentales. La idea de Yihad no es occidental, y Said no la estudia. Tampoco dice palabra sobre la falta de libertad intelectual en las sociedades en que la religión no ha sido separada del poder político. En la falta de rigor científico de Said, Ibn Warraq ve pereza y arrogancia. El autor de Por qué no soy musulmán insiste en el hondo efecto negativo que Orientalismo ha tenido... no sólo en el mundo islámico, también en el académico: los investigadores ya no se atreven a estudiar el islam. Es decir, que Said introdujo un tabú.
Para Ibn Warraq, Occidente está adoptando una postura suicida al no denunciar y defenderse de afirmaciones erróneas como las vertidas en el célebre libro de Said.
Datos sin contrastar que circulan como verdades
Said y Goytisolo aceptan como verdades datos no comprobados pero presentados como tales por sus amigos. De igual modo proceden sus admiradores. Veamos unos pocos ejemplos:
– Un crítico literario inglés que escribe sobre Goytisolo, Black (2001), acepta sin comprobación las afirmaciones de Said:
Said shows how the discourse had little to do with the actual reality of the Orient but instead was "a Western style for dominating, restructuring, and having authority over the Orient". Said's approach is to analyse the texts of Western writers on the Orient to see how, rather than portraying the truth of the Orient, they in fact revealed more about the West's own values and prejudices, especially those relating to its superiority over the East, and thus functioned as an instrument of cultural hegemony (p. 163).
– En una tesis doctoral sueca de antropología (Evers Rosander, 1991) se cita a Goytisolo como fuente para afirmar sin más que en la literatura y en los proverbios españoles las alusiones a los moros como violentos y sexualmente brutales son numerosas (p. 59). Ni la autora ni el propio Goytisolo incluyen una comparación con lo que se dice de los españoles en la literatura y los proverbios marroquíes. La autora no es especialista en literatura española pero, al salir de su propia disciplina, se fía de lo que dice un escritor conocido.
– La tesis doctoral sobre Goytisolo leída en la Universidad de Murcia por El Sharkawy (2004) consiste en gran medida en una repetición sin cuestionamiento de las afirmaciones del propio Goytisolo. Éste escribe para "despertar la conciencia occidental y llevarla a revisar su conducta hacia el mundo árabe" (p. 240), y se insinúa que Europa tiene mucho que reprocharse y el mundo islámico, no. Ah, y se afirma que Goytisolo es "una de las voces más respetadas en Europa" (p. 230).
– También encontramos una visión acrítica en los sociólogos marroquíes Affaya y Guerraoui (2005), que citan a Goytisolo una y otra vez en el libro que le dedican. Affaya y Guerraoui salen constantemente de su campo de especialización y de su tema principal y toman como datos fehacientes información procedente de otras fuentes. Acuden a Goytisolo para decir que, mientras en Marruecos España es muy popular (gracias, sobre todo, al fútbol, apuntan), en España miran hacia el sur de manera "diferente": "Hay siempre un sentimiento de superioridad latente para el vecino pobre" (p. 17). La simple opinión de Goytisolo pasa a ser un dato de investigación. El libro está lleno de ecos de Goytisolo; por ejemplo, aquí: "La imagen del moro, del africano, del árabe y del musulmán está fuertemente arraigada en el imaginario colectivo español (...) [hay] fuertes prejuicios y estereotipos" (p. 20). Affaya y Guerraoui no son estudiosos de la lengua, la literatura y la historia españolas, pero igual sostienen que España, en su relación con Marruecos, "todavía es tributaria de reflejos arcaicos que hurgan en un léxico de prejuicios sobre el moro que data de tiempos de la Reconquista" (p. 21). También parecen usar a Said y su Orientalismo, aunque sin mencionarlos, como fuentes de absoluta solvencia. Hablan de Marruecos como la representación del Oriente para los europeos, pero no aportan pruebas ni remiten a fuente alguna: "El marroquí fue endiablado, animalizado y reducido a representaciones de una peculiar crueldad fruto de un sentimiento de superioridad y de una cultura eurocentrista que no podía ver al Otro en su alteridad real" (p. 50). Y repiten la opinión que Goytisolo tiene de sí mismo cuando afirman: "Goytisolo va en contra de los estereotipos que reducen al Otro, y sobre todo al marroquí, en clichés producidos en tiempos pasados" (p.57).
En España se han publicado dos volúmenes de homenaje a Said –actas de sendos congresos–, y en ninguno de ellos se vierte una sola crítica (Tono Martínez, 2007 y Oliver Martí, 2006). En las universidades del "Tercer Mundo" también creen que es verdad lo que afirma Said, probablemente debido a su fama y porque no se le somete a crítica en las universidades occidentales. Wadia (2004) es uno de los investigadores que ven en Said un inspirador de la corriente llamada poscolonial. También los posmodernos utilizan a Said, sobre todo su idea de que la verdad imparcial no existe. Almond (2007) adopta una perspectiva islámica para decir que los no musulmanes no deben opinar sobre el islam; es decir, niega la idea misma de la investigación como método de conocimiento.
Los ejemplos mencionados ilustran, entre otras cosas, los peligros de la multidisciplinariedad. Cuando un autor sale de su campo de estudio es más fácil que se deje engañar. Los estragos causados por los intelectuales que ponen en circulación datos no comprobados son numerosos. Veamos algunos:
– Corrompen el debate público, que se ha de basar en el respeto a la verdad.
– Van en contra del ethos del investigador. Para no empezar siempre desde cero, los estudiosos necesitan poder fiarse de los datos de sus colegas.
– Perjudican notablemente a los estudiantes que todavía no han adquirido los conocimientos suficientes para separar lo verosímil de lo que no lo es, así como a los estudiosos radicados en países con pocos recursos bibliográficos, que quizá carezcan de acceso a fuentes alternativas para comprobar una afirmación.
La responsabilidad, en el caso que hemos estudiado, recae en primer lugar en Said y en Goytisolo; pero también en los profesores e investigadores que los citan sin comprobar si sus afirmaciones son válidas. No se puede justificar el gasto que representan la enseñanza universitaria y la investigación si no producen datos fehacientes. Aceptar que circulen datos falsos equivale a corromper el mundo intelectual. Los datos falsos ocultan los datos verdaderos y desvían la energía de los investigadores. Una investigación que presenta datos no comprobados no es digna de tal nombre
Bibliografía
– Affaya, Noureddine y Guerraou, Driss. La imagen de España en Marruecos. Barcelona: Cidob, 2005.
– Almond, Ian. The new orientalists. Postmodern representations of islam from Foucault to Baudrillard. Londres: Tauris, 2007.
– Black, Stanley. Juan Goytisolo and the poetics of contagion. The evolution of a radical aesthetic in the later novels. University of Liverpool Press, 2001.
– Curtis, Michael.Orientalism and Islam. European Thinkers on Oriental Despostism in the Middle East and India. Cambridge University Press, 2009.
– Evers Rosander, Eva. Women in a borderland. Managing Muslim Identity where Morocco meets Spain. Universidad de Estocolmo, 1991.
– Irwin, Robert. For lust of knowing. The Orientalists and their enemies. Londres: Allen Lane, 2006.
– Landes, David. The wealth and poverty of nations. Nueva York: Norton, 1999.
– Oliver Martí, Antonio (ed). Edward W. Said. Crítica a la alteridad interesada. Valencia: Unesco, 2006.
– Revel, Jean-François. El conocimiento inútil. Madrid: Espasa-Calpe, 2007 (4ª ed).
– Said, Edward W. Orientalismo. Madrid: Debate, 2002. (Con prólogos de Edward Said y de Juan Goytisolo).
– El Sharkawy, Fawzi Shafik. La visión del mundo árabe en la narrativa de Juan Goytisolo. Universidad de Murcia: 2004.
– Tono Martínez, José (ed.). El orientalismo al revés. Homenaje a Edward W. Said. Madrid: Catarata, 2007.
– Varisco, Daniel Martin. Reading Orientalism. Said and the unsaid. Seattle: University of Washington Press, 2007.
– Walia, Shelley.Edward Said y la historiografía. Barcelona: Gedisa, 2004.
– Warraq, Ibn. Defending the West. A Critique os Edwards Said’s 'Orientalism'. Amherst: Prometheus Books, 2007.
Número 43
Varia
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