Galíndez 'versus' Durán. Espías españoles en la Guerra Fría
Introducción
Del espionaje español sabemos todavía muy poco. A finales del siglo XVIII y principios del XIX, cuando aún ostentaba una posición imperial, aunque ya bastante mermada, España contó con dos notables agentes de influencia en la política internacional: el general norteamericano James Wilkinson, alias Agente 13, y el barcelonés Domingo Badía y Leblich, más conocido como Alí Bey el Abassi[1].
En el convulso siglo XIX proliferaron los espías, en la vorágine de las guerras de independencia (en España e Hispanoamérica), así como en las guerras carlistas (recuérdese al genial y liberal Eugenio de Aviraneta[2], investigado y novelado por Pío Baroja). Más tarde vino la gran eclosión, con la guerra civil de 1936-39 y la Segunda Guerra Mundial, con la confrontación, en esta última, de las ideologías totalitarias comunista y nazi, con sus respectivos aparatos de propaganda e inteligencia, con la correspondiente aportación española a ambos bandos, que también hubo en el de los aliados democráticos (v. el caso del famoso Juan Pujol García, Garbo [3].
En la posguerra mundial y en la Guerra Fría destacan dos agentes españoles: el proamericano Galíndez y el prosoviético Durán. Curiosamente, ambos procedían del bando republicano, y en un momento determinado sus vidas y actividades principales se cruzaron en el tiempo y el espacio: la ciudad de Nueva York, y más concretamente en la sede de las Naciones Unidas. No sabemos si llegó a existir alguna relación entre ellos, pero resulta casi imposible que no se conocieran. Sobre Galíndez, aunque persisten muchas incógnitas, la documentación sobre su colaboración con la inteligencia norteamericana (militar y FBI) está contrastada. Respecto a Durán, sólo disponemos de referencias indirectas, circunstanciales, sobre su colaboración con los soviéticos, y es preciso todavía esperar a que futuros investigadores en los archivos del programa Venona y en los aún secretos del NKVD/KGB nos aporten la documentación correspondiente.
El enfrentamiento entre Galíndez y Durán a que alude el título de este artículo es sobre todo simbólico o metafórico: EEUU-URSS en la Guerra Fría, aunque no deja de ser plausible la hipótesis de que el primero denunciara al segundo ante el FBI. En este supuesto, ahí podría estar la causa de la ulterior desaparición, secreta, misteriosa, del propio Galíndez.
Jesus de Galíndez
"¡Pendejo, pendejo!". Es muy probable que éstas fueran la últimas palabras que Galíndez escuchara en vida; en boca del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo Molina, que igual en ese momento lo cruzaba la cara con una fusta. Bernard Diederich ha escrito[4] el relato más plausible de la escena:
Trujillo, dressed in riding clothes and carrying a riding crop, confronted Galindez. In the Generalissimo's hand was a copy of the thesis, stolen from Galindez's apartment during his abduction. "Eat it", ordered Trujillo, his shrill, tinny voice rising out of control. Galindez, weakened and dazed by drugs, took the papers in one hand and for a moment looked uncomprehendingly at the Generalissimo.
He then droped his head to his chest and the papers to the floor. "Pendejo, pendejo!", Trujillo suddenly shouted and flayed the man across the head with his riding crop. Then he turned and stalked out.
La verdad sobre el caso Galíndez se ha enredado aún más con las fantasías y licencias estéticas de Manuel Vázquez Montalbán (Galíndez, 1990) y, en menor medida, Mario Vargas Llosa (La fiesta del Chivo, 2000), y con las del cineasta Gerardo Herrero (El misterio Galíndez, 2003). Por otra parte, el aparato de propaganda del Partido Nacionalista Vasco ha alimentado la leyenda del mártir Galíndez, cuidándose mucho de revelar datos que dieran una imagen más objetiva del personaje[5].
Un detalle, aparentemente banal pero que tiene su importancia en la aclaración de este caso: en la película de Gerardo Herrero –basada en la novela de Montalbán-, la confrontación Trujillo-Galíndez se presenta como una especie de juicio formal, aunque sumario y excepcional, en el que la prueba de la acusación es el libro –el libro, no la tesis– de Galíndez La era de Trujillo. El detalle es importante, porque, según la práctica totalidad de las versiones periodísticas, literarias y artísticas, se trata de la única razón de la muerte del espía, cuando la cuestión de fondo, como veremos, es más compleja.
Los agentes de Trujillo asaltaron el apartamento de Galíndez en New York, pero, según Dietrich, de todas formas se conservaron al menos dos copias de la tesis del español: una, escrita en inglés, la tenía la New York University Press, y la otra, en español, estaba en manos de un amigo de Galíndez, el chileno Alfonso Naranjo, que permitió su publicación en Santiago de Chile en junio de 1956. Enseguida se convertiría en un bestseller en América Latina; de hecho, según el editor norteamericano de la obra de Galíndez, R. H. Fitzgibbon, el presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, llegó a declarar: "Ninguna otra publicación política en lengua española alcanzó tan espectacular distribución en este siglo"[6].
Presumiblemente, la muerte de Galíndez se produjo antes de la publicación y difusión de su tesis. La causa, también presumiblemente, era otra, aunque resultaba conveniente que pareciese que fue la inquina que le tenía el dictador Trujillo.
Es cierto que ya en 1955 Galíndez había publicado un anticipo de su obra, el artículo "Un reportaje sobre Santo Domingo", en la revista mejicana Cuadernos Americanos. Sea como fuere, una de las claves del misterio Galíndez se encuentra en el capítulo noveno de su tesis, titulado "El anti-comunismo de Trujillo", donde se da cuenta de los gestos de amistad que durante los años 1945-47 prodigó el dominicano a los comunistas y a la propia Unión Soviética; incluso cuando, con el inicio de la Guerra Fría, y siguiendo el dictado de Estados Unidos, tuvo que adoptar una posición anti-comunista, mantuvo una especial y publicitada relación de amistad con el infame embajador Joseph E. Davies, que había justificado los procesos de Moscú, después de los cuales siguió siendo un apologista de Stalin.
"Trujillo colaboró con los comunistas –escribió Galíndez– por su propio interés al final de la Segunda Guerra Mundial; ahora usa su anti-comunismo como instrumento para la persecución o represión de sus críticos". Y en la sexta de las conclusiones de su tesis volvió a subrayar: "Durante los años recientes ha usado el anti-comunismo como una justificación, pero no ha dudado en el pasado en colaborar con los comunistas, de la misma manera que lo han hecho otros gobiernos latinoamericanos...". Galíndez podría haber añadido: "... como ha hecho y seguirá haciendo, cuando le convenga, el Partido Nacionalista Vasco"[7].
Galíndez no dice más (no podía), pero existen datos y documentos que demuestran que tenía mucha más información para insinuar el anti-comunismo de Trujillo. Este es el aspecto que ignoran o escamotean deliberadamente los que han tratado el caso, salvo alguna excepción que mencionaremos más adelante.
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Pero ¿quién era Jesús de Galíndez? Vázquez Montalbán, que investigó diversas fuentes, nos proporciona algunos datos biográficos[8]:
Jesús de Galíndez Suárez. Jurista y escritor vasco nacido en Madrid en 1915. Murió su madre a temprana edad y fue educado por su padre, que era médico. Jesús de Galíndez estudió en la Universidad Complutense de Madrid y fue un joven profesor adjunto de Sánchez Román, catedrático de Derecho Político (...) Durante su etapa madrileña, Galíndez militó en las juventudes universitarias del Partido Nacionalista Vasco, y cuando estalló la guerra fue uno de los ayudantes de Manuel de Irujo, ministro de Justicia, y vasco también. De hecho, se dedicó a salvar paisanos perseguidos por los incontrolados, incluidas monjas, y su lealtad hacia la República era una estricta lealtad hacia el País Vasco, cuyas libertades estaban amenazadas por el franquismo. Al acabar la guerra huyó a Francia, y de allí pasó a la República Dominicana, donde ejerció de profesor de Derecho y abogado laboralista. En 1946 se trasladó a Nueva York, donde desarrolló una gran labor como organizador de grupos antifranquistas, llegando a ser representante del PNV en la ONU y ante el Departamento de Estado. Mientras tanto, preparaba su tesis sobre Trujillo, el dictador dominicano, que presentó en la Universidad de Columbia en febrero de 1956, a pesar de las presiones del propio Trujillo y sus colaboradores del lobbydominicano de Estados Unidos (...) Días después, exactamente el 12 de marzo de 1956, era secuestrado, y nunca más se volvió a saber de él.
Del editor Fitzgibbon obtenemos[9] estos otros datos:
Jesús de Galíndez enseñó Derecho Internacional en la República Dominicana, en la escuela diplomática y consular de la Oficina de Asuntos Exteriores de ese país. Asimismo, trabajó como consejero legal en el Departamento de Trabajo y arbitró varios conflictos huelguísticos en favor de los trabajadores, lo cual molestó a Trujillo. Como resultado, fue presionado para que abandonara el país. En 1946 obtuvo una visa para los Estados Unidos. Su desaparición súbita en 1956 se convirtió en causa célebre, e hizo que la opinión pública se volviera vehementemente contra el dictador dominicano. (...) Había tomado parte activa en la Asociación Interamericana para la Democracia y la Libertad, y sirvió como consejero de firmas jurídicas y de negocios norteamericanas en complejas cuestiones de Derecho Internacional. Galíndez comenzó su vinculación con la Universidad de Columbia en 1951, como lector part-timede español y ciencia política (...) El presidente de Columbia Grayson Kirk escribiría más tarde en The New York Timesque Galíndez fue un scholar respetado.
Por otra parte, el Departamento de Policía de la Ciudad de New York, en su Missing Persons Bulletin, todavía mantiene este aviso[10]:
JESUS DE GALINDEZ. MISSING since 10.30 P.M. March 12th, 1956, last time seen when subject was to take subway from 57th Street & 8th Avenue, New York, N.Y. Subject is described as a white male, 41 years of age, 6' 1'', 160 lbs., slim build, fair complexion, light brown hair (slightly bald in front), brown eyes, good teeth; may be wearing a dark grey overcoat with belt in back and grey-green fedora and was carrying a dark brown briefcase. Subject is a lecturer in International Law and Spanish at Columbia University, New York, N. Y. Special attention to all hospitals. Any information call Missing Persons Bureau Canal 6-2000.
El Departamento de Justicia de los Estados Unidos, la Oficina de Registros de la Administración y los Archivos Nacionales han declarado el caso Galíndez de valor histórico permanente, y está sujeto a clasificación. El FBI y la CIA tienen sus propios archivos clasificados y separados del caso[11].
Las dos últimas citas nos remiten por fin al más importante de los análisis realizados sobre el caso. Se trata del capítulo "Galindez" del libro de memorias del agente especial de la policía de New York Tony Ulasewicz: The President's Private Eye. The Journey of detective Tony U. from NYPD to the Nixon White House, publicado en 1990. Ninguna de las obras importantes sobre la historia del FBI (D.Whitehead, 1956; M. W. Felt, 1979; W. Sullivan, 1979; N. J. Welch y D. W. Maston, 1984; C. Gentry, 1991; A. Theoharis, 1991, 2000; A. Summers, 1993; R. Kessler, 1992, 1993, 2002) menciona el caso Galíndez.
Tony Ulasewicz, agente del Bossi (Bureau of Special Service and Investigation) encargado de investigar la desaparición de Galíndez, escribe ahí lo siguiente[12]:
Galindez, code name Rojas, had served as one of the Hoover's paid confidential informants from June 1944 until he dissappeared. Before going on Hoover's payroll, Galindez had been secretly employed by U.S. Military Intelligence at the same time he was serving as an official of the Trujillo government. Under de code name DR-10, he had been an informant for the Office of the Legal Attache before fleeing the Dominican Republic for the United States.
Doce años al servicio del FBI y antes, probablemente, cuatro o cinco al servicio de la Inteligencia militar hacen un total de dieciseis o diecisiete años, la práctica totalidad de su vida como exiliado, como informador secreto de los Estados Unidos. La colaboración del PNV, por iniciativa del lehendakari José Antonio Aguirre, con la OSS y luego con la CIA[13] fue una conveniente justificación política oficial, pero la colaboración de Galíndez con los norteamericanos se inició antes, y en cierto modo fue una empresa personal.
A su llegada a Santo Domingo, en el otoño de 1939, Galíndez creó su propia red de informadores dentro del Ejército dominicano al amparo de la Grenada Company, una subsidiaria de la United Fruit probablemente controlada por el FBI y la Inteligencia militar norteamericana, con el objeto de procurar información sobre los dominicanos y sobre los latinoamericanos en general, así como sobre los españoles refugiados en la república caribeña. Galíndez espió a sus compatriotas, afirma Ulasewicz, para determinar las simpatías pro-comunistas y pro-nazis en América Latina. Cuando se estableció en New York, en 1946, informó al FBI sobre las actividades de los elementos presuntamente comunistas de la comunidad hispana de la ciudad, así como sobre ciudadanos norteamericanos simpatizantes con el comunismo pertenecientes al Committee for Latin American Unity o a la Veterans of the Abraham Lincoln Brigade. El último de sus informes escritos lleva por fecha el 9 de marzo de 1956, tres días antes de su desaparición. Para Ulasewicz, Galíndez desempeñaba un "intelligence role" y su desaparición estaba conectada con una "intelligence operation"[14].
Un día, su jefe inmediato, el inspector Robb, informó a Ulasewicz de que el delegado de Polícia de New York, Stephen Kennedy, había ordenado, a petición de la CIA, por razones de "seguridad nacional" y sin explicaciones concretas, que el agente del Bossi Eli Kerner (Ulasewicz estaba fuera de servicio) entrara en el apartamento del ya desaparecido Galíndez, cogiera su cartera de mano y entregara todo su contenido –presuntamente, "documentos clasificados de alta sensibilidad"- directamente a Kennedy, quien a su vez lo pasaría inmediatamente a la CIA. A petición de ésta, nadie debería hacer preguntas, ojear los documentos, realizar informes de la entrada de Kerner en el apartamento de Galíndez. "Tuve la profunda sensación -escribe Ulasewicz- de que algunas personas muy poderosas estaban maniobrando para asegurarse de que nadie averiguara lo que realmente le había sucedido a Galíndez, y por qué"[15]. Al cabo, Ulasewicz iba a comprender que se encontraba en medio de una "intelligence war" entre el FBI y la CIA, con ramificaciones internacionales, que nunca llegó a comprender muy bien.
El 3 de diciembre del mismo 1956 el caso Galíndez se complica con la noticia de la muerte, en la República Dominicana, del joven norteamericano Gerald Lester Murphy, piloto de aviación al servicio de Trujillo que había participado en el traslado de Galíndez, secuestrado, desde Long Island a Montecristo, en la propia República Dominicana. Según las informaciones que llegaron al Bossi, Murphy habría sido eliminado luego de traicionar a Trujillo: habría tratado de vender a Batista información relativa a la colaboración del dictador dominicano con los rebeldes cubanos. "El rumor acerca del posible doble trato de Murphy -indica Ulasewicz- elevaba también la sospecha de que Galíndez pudiera haber interferido en el plan de los rebeldes cubanos de derrocar a Batista"[16].
La historia del complot cubano-dominicano contra Batista está bastante documentada. En la primera biografia favorable a Fidel Castro, a la que el propio líder cubano no puso objeciones, Jules Dubois afirma:
Una fuerza expedicionaria de 120 cubanos estaba siendo entrenada en la República Dominicana por oficiales del Ejército y la Fuerzas Aérea de Trujillo. Algunos de los cubanos habían sido reclutados en La Habana por amigos de Prío. Otros lo habían sido en Miami (...) Fueron reunidos en Santo Domingo y trasladados a un campo en las afueras de la ciudad, donde recibieron un intenso entrenamiento militar (...) Esto era en diciembre de 1956 (...) Informaciones no definitivamente confirmadas revelaron que Trujillo ordenó que Gerald Lester Murphy, un piloto americano de Eugene, Oregon, bombardeara La Habana; cuando Murphy se negó, fue arrojado a los tiburones, en el Caribe[17].
En la misma obra, Dubois nos informa de que en 1953 Raúl Castro asistió al Congreso Mundial de la Juventud Comunista celebrado en Viena y de que posteriormente visitó algunos países del bloque comunista (presumiblemente, Hungría y Rumanía)[18], por lo que resulta seguro que en tales fechas Fidel ya conocía la militancia política y las conexiones internacionales de su hermano. En marzo de 1956, en las mismas fechas en que desaparece Galíndez, Fidel rompe con el Partido Ortodoxo y anuncia la creación del Movimiento del 26 de Julio.
En abril del 56, Batista descubre la conspiración de Prío con Trujillo y envía a su oponente al exilio, a Miami, al tiempo que acusa a Castro, que se encontraba en México entrenándose con sus leales, de participar en el complot. Aunque Castro lo niega, el hecho es que se reúne clandestinamente en septiembre con Prío en McAllen, Texas (Castro cruzó a nado el Río Grande para entrar ilegalmente en los Estados Unidos). El 25 de noviembre el yate Gramma parte de México hacia Cuba: a bordo se encuentran Fidel Castro, su hermano Raúl y el Ché Guevara, entre otros[19].
El FBI descubrió las conexiones de Murphy con John Frank (ex agente del propio FBI), Arturo Espaillat (jefe de la Inteligencia dominicana) y Félix Bernardino (cónsul dominicano en New York), todos ellos al servicio de Trujillo, en el secuestro de Galíndez. Según Ulasewicz, J. Edgar Hoover, a la sazón director del FBI, presionó fuertemente para que John Frank y la CIA pagaran por las muertes de Galíndez y Murphy:
The CIA's public image had been badly stained and its problems severely magnified now that Castro and his rebels had won the revolution in Cuba. The CIA had backed the wrong man in Castro. Galindez had warned the FBI about Castro several years before the Cuban revolution got rolling (...) Galindez had warned his FBI contacts about Castro's Moscow connections. As a result of his kipnapping and murder, Galindez became the missing link to information about the plans and tactics of revolutionaries all over Latin America[20].
Años después, desaparecido ya Trujillo, un ex jefe de la Inteligencia dominicana, el general Arturo Espaillat -al que Ramfis Trujillo acusó de planear, junto a los Estados Unidos, el asesinato de su padre[21]-, escribió un libro, titulado Trujillo: The Last Caesar [22], en el que confesaba que podía asegurar "con cierta autoridad" que el secuestro de Galíndez fue "un factor en el plan de permitir a los comunistas la conquista de Cuba"[23].
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El periodista católico y conservador Manuel Jiménez Quílez relataría cómo se libró de una muerte segura en el Madrid republicano durante la Guerra Civil gracias a su amigo Jesús de Galíndez, que le ayudó a refugiarse en la embajada holandesa y posteriormente le facilitó la salida clandestina del país. Lo cual permite sospechar que Galíndez -es solo una hipótesis, pero que explicaría sus conexiones originales con la Inteligencia- pudo pertenecer a, o colaborar con, la famosa Quinta Columna[24].
Gustavo Durán
Durante muchos años se ha especulado con el papel que desempeñó Gustavo Durán en la Guerra Civil y en la Guerra Fría. Incluso se intentó elevarlo a la categoría de víctima inocente del macartismo; algunos lo veían como un icono del anti-anticomunismo. Horacio Vázquez-Rial llegó a escribir una biografia novelada, excelentemente documentada, sobre el personaje, El soldado de porcelana (1997), en la que aparecía finalmente como un héroe progresista, sofisticado y cosmopolita, de la lucha internacional por la democracia contra el fascismo, injustamente tratado por historiadores y políticos occidentales, aunque el autor también planteaba algunos interrogantes. Más recientemente, el embajador Javier Rupérez publicó, en la misma línea pero sin alusiones a las posibles actividades de espionaje mencionadas por Vázquez-Rial, un interesante artículo, titulado "Gustavo Durán en las novelas de Ernest Hemingway y André Malraux" (Revista de Occidente, 307, Madrid, diciembre de 2006). José Javier Esparza, en su importante investigación El Terror Rojo en España (Áltera, Barcelona, 2007, pp. 310-311), menciona a Durán como posible miembro del PCE y agente soviético responsable de copar con 400 comunistas el Servicio de Información Militar (SIM), del que fue su primer director por recomendación de Alexander Orlov, máximo jefe soviético de las operaciones de inteligencia y contra-inteligencia en España, lo que provocó al final la indignación del ministro Indalecio Prieto y la sustitución de Durán por un personaje de filiación socialista, Ángel Pedrero. En cuanto a Javier Juárez, ha publicado Comandante Durán (Debate, Barcelona, 2009), con pretensiones de biografía definitiva y autorizada por la familia de Durán, aunque presenta graves deficiencias, algunas de las cuales han sido oportunamente señaladas por Javier Rubio[25].
No hace muchos años, la Residencia de Estudiantes le dedicó un discreto homenaje con motivo de la recepción de su archivo personal, donado por la familia. A la espera de que concluya la exhaustiva investigación biográfica que hace tiempo viene realizando Javier Rubio, por nuestra parte podemos avanzar algunas hipótesis, basadas en las pesquisas de Ronald Perry, así como en testimonios de ex agentes del KGB y en autores que han investigado en los archivos desclasificados del FBI y de la URSS.
Ronald Perry es un autor australiano que publicó hace algunos años (1994) The Fith Man, sobre el espía britanico Victor Rothschild y su esposa, Tess Major, vinculados a la red del NKVD/KGB en la Universidad de Cambridge; en su último libro, Last of the Cold War Spies. The Life of Michael Straight (Cambridge, Massachusetts, 2005), sobre el único agente norteamericano (y, al parecer, también el único straight) del mismo grupo, nos ofrece algunos datos interesantes relativos a Gustavo Durán. Resulta que Straight y Durán fueron no sólo amigos durante un largo periodo de tiempo, también parientes; en concreto, cuñados, pues estaban casados con las norteamericanas hermanas Belinda y Bonte Crompton, respectivamente (una tercera hermana, Catherine, fue amante del escritor británico, filocomunista y también vinculado a los servicios de inteligencia, Graham Green).
Recapitulemos ahora algunos datos básicos. Gustavo José María Durán Martínez nació en Barcelona el 13 de noviembre de 1906, hijo del coronel de artillería retirado José Durán Labad y de Petra Martínez. En 1921 inició sus estudios musicales en el Conservatorio de Madrid, adonde se había trasladado a vivir su familia. Siendo todavía muy joven, frecuenta ambientes culturales de la futura Generación del 27 (o de la República) y se relaciona con notorios homosexuales, como Federico García Lorca y el pintor canario Néstor Martín Fernández de la Torre. Entre 1928 y 1934 reside en París, y presumiblemente es en estos años cuando es reclutado por la Inteligencia soviética. Al tiempo, obtiene cierta celebridad como compositor y pianista en la compañía de Antonia Mercé, la Argentina. Cuando regresa a Madrid, en 1934, resulta ya obvia su inclinación comunista, lo que explica su meteórico ascenso en el ejército republicano durante la Guerra Civil. Durante un breve período en 1937 ostentará la jafatura del SIM en Madrid. Al terminar el conflicto se refugia en Inglaterra; en Dartington Hall, a mediados de agosto de 1939, conocerá a su futura esposa, Bonte Crompton. Gracias a su matrimonio, residirá en los Estados Unidos y obtendrá la nacionalidad estadounidense en diciembre de 1942. Trabajará con Nelson Rockefeller y después, por sugerencia de Ernest Hemingway, en Cuba. Probablemente por influencia de su cuñado Michael Straight, consigue un puesto en el Departamento de Estado en Washington DC, en el que se mantiene hasta que un amigo del presidente Truman, Edwin Pauley, consigue expulsarlo por las sospechas, documentadas por el FBI, de que tenía conexiones comunistas. Se desplaza entonces a New York y comienza a trabajar en las Naciones Unidas. McCarthy presentará su acusación pública contra Durán el 30 de agosto de 1951, pero él seguirá trabajando en el organismo internacional hasta su muerte, en Grecia, casi dos décadas más tarde. Fallecido en Atenas el 25 de marzo de 1969, será enterrado en Creta. Su último amante conocido fue el poeta catalán Jaime Gil de Biedma.
El biógrafo de Gil de Biedma, Miguel Dalmau, ha constatado que la relación sentimental entre Durán y el joven poeta catalán se inició en 1960 y que se mantuvo hasta la muerte del presunto espía: "Espía del gobierno norteamericano para unos, agente del KGB para otros, diplomático de la ONU... Aquel hombre era un auténtico enigma", escribe[26]. Lo que ya no se sostiene es que haya dudas sobre su militancia comunista. Aparte del testimonio del ministro socialista de Defensa durante la Guerra Civil, Indalecio Prieto, que le nombró jefe del SIM para la región de Madrid y tuvo que destituirle al poco tiempo por introducir a centenares de comunistas en la organización (el historiador Gabriel Jackson dice "un centenar", mientras que Esparza habla de "cuatrocientos"), la Inteligencia militar norteamericana también tenía conocimiento de su filiación comunista, como veremos más adelante, al menos desde 1943, pero posiblemente desde 1939. El propio PCE, en su historia oficial, supervisada por Dolores Ibarruri (presidenta) y Santiago Carrillo (secretario General) y editada en Moscú en 1977, admitió que Durán era uno de los suyos, dato que dan por bueno historiadores como Burnett Bolloten (The Spanish Civil War: Revolution and Counterrrevolution, University of North Carolina Press, Chapel Hill, 1991) y Gabriel Jackson, en su última obra publicada, Juan Negrín, una biografía apologética de éste, jefe de Gobierno del Frente Popular y simpatizante de la línea comunista. En la obra antes citada de Bolloten, supervisada por Payne y considerada canónica por la mayoría de expertos, en el Index se encuentran estas referencias:
Durán, Major Gustavo, pro-communist head of Madrid section of SIM: and Emilio Kléber, 547; named to Madrid SIM by Prieto, 547; dismissed by Prieto, 547-548; Communist ties of, 548-49; appoints Communist agents, 601[27].
Un episodio interesante pero poco investigado es la fuga de Durán a Inglaterra en los días finales de la guerra y desde un puerto levantino, a bordo del crucero británico Galatea, en el que también iba el coronel Segismundo Casado, líder del golpe anti-comunista que en marzo de 1939 intentó sin éxito una paz negociada y honorable con Franco. Resulta, a mi juicio, muy plausible que la presencia de Durán en el mismo buque que Casado estuviera perfectamente planeada, como una operación de seguimiento, por parte de la Inteligencia soviética.
Ernest Hemingway, siguiendo la pauta de la propaganda comunista, incorporó el nombre de Durán a la mitología de la Guerra Civil cuando, en su novela mundialmente famosa For Whom the Bell Tolls (1940), puso en boca de Karkov, un corresponsal soviéticos que colaboraba con el Frente Popular (personaje claramente inspirado en el confidente de Stalin Mijaíl Koltsov), las siguientes palabras:
We are building a huge army now and some of the elements, those of Modesto, of el Campesino, of Lister and of Durán are reliable. They are more than reliable. They are magnificent[28].
Hemingway creía ingenuamente que Durán, a diferencia de Modesto, el Campesino o Líster, no era un militante comunista, sino un liberal progresista y anti-fascista, como él mismo se consideraba. Por su parte, Javier Rupérez, en el artículo sobre Durán ya referido, nos muestra cómo éste sirvió de modelo para el personaje Manuel de la novela de André Malraux sobre la guerra civil española L’Espoir (1937), claramente pro-comunista. A diferencia de Malraux, Hemingway no nos presenta a Durán como miembro del partido comunista.
En el Madrid sitiado, Hemingway estaba acompañado de su amante, y también escritora, Martha Gellhorn, igual que él una fan de Durán que contribuiría a la exaltación propagandística del comandante y, sin que el propio Hemingway lo sospechara, probablemente fuera agente de influencia del NKVD, como se infiere de la biografía que le ha dedicado Caroline Moorehead[29].
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En la primera semana de octubre de 2009 tuve la oportunidad de impartir una conferencia sobre la España democrática en el campus de la Universidad de Michigan en Ann Arbor. A dos manzanas del pequeño y discretamente elegante Bell Tower Hotel, donde me hospedaba, está la Maynar Street, adonde me acerqué dando un paseo, movido por la curiosidad, ya que en ella se encuentra la Maynar House, un edificio de apartamentos que tuvo por vecino al legendario Alexander Orlov, el desertor soviético de más alto rango desde la guerra civil española (huyó en 1938) hasta la Guerra Fría; durante los años sesenta trabajó como profesor de esa universidad, semi-clandestinamente, bajo la protección del FBI y la CIA. John Costello y Oleg Tsarev, en su obra Deadly Illusions. The KGB Orlov Dossier Reveals Stalin´s Master Spy (Crown, New York, 1993), ofrecen un intrigante relato de la estancia de Leiba/Leon Lazarevich Feldbin (Alexander Orlov era uno de sus múltiples alias: ocho según el FBI, doce según el KGB) en la Maynar House, donde fue localizado y contactado por el KGB en 1969. Pero, significativamente, en esta peculiar obra no hay referencias a Gustavo Durán ni a Michael Straight (ya verémos por qué).
Lo de peculiar se debe a que, pese a la buena voluntad del británico Costello, y a la enorme cantidad de datos que proporciona sobre el legendario y misterioso personaje (aunque otra falla memorable es la ausencia de referencias a Stanley G. Payne, que había dado con Orlov y mantenido correspondencia con él desde 1968; hasta le envió un cuestionario sobre nuestra guerra civil), la aparición posterior del libro de Edgard Gazur Alexander Orlov: The FBI´s KGB General (Carrol & Graf, New York, 2002) plantea serias dudas y hace bastante plausible la sospecha de que la obra de Costello fuera manipulada y contaminada por los servicios de inteligencia y desinformación rusos, herederos y controladores de los archivos de la Unión Soviética.
El prestigioso especialista en espionaje soviético durante la Guerra Fría Gordon Brook-Shepherd, en el prólogo a la obra de Gazur, señala que Orlov "certainly took some secrets with him to his death in April 1973, including his supected role as a recruiter of key Western agents in the mid-1930s"[30]. Y en sus palabras finales el propio Gazur escribe (p. 588):
To my personal knowledge, Orlov’s defection letter and its appendix were never found, wich would strongly indicate that the letter and appendix were the motive of the burglary. My guess is that the person o persons of the KGB wanted to shield were well-respected and prominets official(s) with the British or American Governments. Perhaps another member of the Cambridge Group that had never been exposed (...) or perhaps even the unidentified individual (...) Whoever or whatever it was, Orlov’s "sensational" secret went to the grave with him in 1973.
Es preciso relacionar la obra de Costello y Tsarev con otra que aparece el mismo año en Francia, de Yuri Modin: Mes camarades de Cambridge (Robert Laffont, París, 1993[31]), sobre la que se puede sospechar forma parte del mismo plan de desinformación. Modin había sido uno de los sucesores de Orlov como controlador del grupo de espías británicos, aunque no le menciona por su nombre (sólo se refiere a él, varias veces, como "el oficial de enlace del NKVD" que reclutó a Philby, Burgess, Blunt, Maclean... y el misterioso X). En otro momento relata la deserción de Orlov -sin identificarlo como el controlador del grupo de Cambridge-, y que, ya instalado éste en los EEUU,
para salvar la vida mandó una carta a un abogado americano en la que se incluía una lista con un centenar de nombres de agentes soviéticos en todo el mundo. El abogado recibió la consigna de abrir la carta sólo en el caso de que Orlov falleciera de muerte violenta (...) Así salvó su vida. Eso no le impidió colaborar con los servicios secretos norteamericanos, pero no facilitó ningún nombre importante. Para él era una especie de seguro de vida[32].
Modin se delata como uno de los privilegiados que conocían la famosa lista que robó el KGB a Orlov en 1973, y a la que hace referencia Gazur. No obstante, y en lo que parece una suerte de seguro de desempleo o plus de jubilación, parece que Modin, en años posteriores, decidió contar más cosas al australiano Roland Perry; por ejemplo, detalles de las relaciones del KGB con Straight y con Durán en los Estados Unidos.
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La adscripción de Durán al PCE y sus conexiones con el NKVD/KGB se han puesto en cuestión, generalmente, por talante inquisitorial del infame comité del senador McCarthy, que desplegó sus actividades en los frenéticos años 1947-50. Los antimacartistas y los anti-anticomunistas han alegado reiteradamente que el fascistoide senador de Wisconsin utilizaba documentación manipulada por los servicios de inteligencia del régimen franquista. La obra fundamental para aclarar este embrollo sigue siendo la de William F. Buckley Jr. y L. Brent Bozell McCarthy & His Enemies. The Record and Its Meaning, (Regnery, Washington DC, 1954). La introducción de la edición de 1995 es clave para certificar la objetividad de los materiales manejados por McCarthy, frente a lo que han venido sosteniendo anti-macartistas liberales –en el sentido americano del término- como Dwight Macdonald, Elmer Davis, Arthur Schlesinger Jr., Richard Rovere y Drew Pearson o conservadores como Evelyn Waugh y Henry Cabot Lodge.
Para el caso Durán (páginas 140-146 y 367 de la nueva edición), lo relevante es que la información original sobre la militancia comunista y los vínculos con la GPU del sujeto no era el informe del 4 de junio de 1946 del coronel Wendall Johnson, de la embajada norteamericana en Madrid -que reproducía, según Durán, la información de los servicios franquistas-, sino uno de Edgard J. Ruff, de la embajada norteamericana en la República Dominicana, fechado el 28 de diciembre de 1943; incluso uno bastante anterior: el informe de Indalecio Prieto para el Comité Nacional del PSOE celebrado en Barcelona el 7 o el 9 de agosto (hay discrepancias en la fecha) de 1938, que luego publicaría como panfleto con el título Why and How I Left the Defense Ministry in the Intrigue of Russia in Spain (1939), que aparecería en español al año siguiente: Cómo y por qué salí del Ministerio de Defensa Nacional (México DF). En otras palabras: tanto la inteligencia militar norteamericana (desde 1938) como la dominicana (1943) tenían un conocimiento completo del perfil político y las actividades secretas de Durán. En 1938 Galíndez estaba en España, como alto funcionario del Frente Popular en el Ministerio de Justicia, y en 1943 en la República Dominicana, como consejero especial del dictador Trujillo, y al menos desde 1939 informaba (como agente DR-10) a la inteligencia militar de los Estados Unidos, y posteriormente (agente Rojas), al FBI[33].
En los años cuarenta y cincuenta, Durán y Straight desempeñaron diversos cargos en el Departamento de Estado norteamericano; Durán, además, trabajaría en la ONU. El 27 de agosto de 1940, Straight, con 24 años recién cumplidos, consiguió su primer puesto gubernamental, en la División Europea del Departamento de Estado, gracias a una recomendación personal del presidente Franklin D. Roosevelt y de su esposa, Eleonor[34]. Desde esa posición desempeñó un papel clave en la localización y eliminación del famoso Walter Krivitsky, junto con Orlov el desertor soviético de más alto rango. La información de Perry se basa en unas entrevistas realizadas en 1996 a Yuri Modin y otros ex agentes rusos, que no nombra, los cuales confirmaron lo que muchos sospechaban desde 1941: que Krivitsky había sido asesinado por los agentes Bruesse, Mink y Parilla, del NKVD, guiados por Straight, que poseía la información y controlaba los movimientos del desertor en Washington DC[35]. Es imposible no sospechar que Gustavo Durán, sobre cuyas conexiones con la inteligencia soviética desde la Guerra Civil Krivitsky debía conocer, y de las que lógicamente habría informado al FBI, no estuviera al tanto de la operación.
Aunque hoy sabemos que Straight ocultó después de la Guerra Mundial a su familia su doble vida como agente del KGB, plausiblemente palió el stress de la situación gracias al soporte psicológico de su cuñado, colega y amigo Durán, que también llevaba esa misma doble vida. La desaparición de Durán en 1969, coincidente en el tiempo con el divorcio de Straight de Belinda (nuestro hombre volviño a casarse, con Nina Steers, medio hermana de Gore Vidal y hermanastra de Jackie Kennedy), liberó al americano de esas tensiones; además, acabó adquiriendo notoriedad pública como adjunto a la presidenta del National Endowment for the Arts (NEA), Nancy Hanks, cargo que desempeñó entre 1969 y 1977. Paradójicamente, Straight vio mejorar su suerte con la llegada de la administración republicana de Richard Nixon y gracias a los buenos oficios de Leonard Garment, consejero y abogado del presidente durante la crisis de Watergate y el inicio del impeachment[36]. Por cierto, aunque Perry no lo menciona, para algunos investigadores Garment estuvo implicado en la conspiración para derribar a Nixon desde el interior de la Casa Blanca. Hoy sabemos quién era Garganta Profunda: W. Mark Felt, el alto directivo (y probable traidor a la nación) del FBI que informaba a Bob Woodward, pero queda mucho por investigar. Por ejemplo, las relaciones entre Woodward, John Dean y Leonard Garment: hace algunos años presencié un debate televisivo sobre el caso Watergate en el que participaron los tres, en un ambiente muy amistoso y distendido, y no se hicieron el menor reproche. Como en el caso de Krivinsky, Straight pudo desempeñar un papel de informador y agente provocador al servicio del KGB manipulando a su amigo Garment, si es que éste no se prestó voluntariamente a ser manipulado[37].
Hipótesis final
Si parece comprobado que Galíndez y el Partido Nacionalista Vasco colaboraron activamente con el FBI y otras agencias de espionaje y contra-espionaje norteamericanas en toda América, particularmente en la denuncia de las actividades de los comunistas españoles y latinoamericanos, no es disparatado plantear la hipótesis de que el propio Galíndez informara al FBI de Hoover sobre la militancia comunista de Gustavo Durán durante la Guerra Civil, así como de su posible pertenencia a la red del espionaje soviético, asunto este último sobre el que seguramente Krivinsky (y quizá también Orlov, aunque el FBI no lo ha reconocido explícitamente) había proporcionado pruebas más concluyentes a las autoridades norteamericanas. Toda esta información, plausiblemente, fue transmitida por el FBI a Joseph McCarthy, y éste denunciaría a Durán ante el Comité de Actividades Antiamericanas. En este caso, es imaginable que la desaparición y presunta ejecución de Galíndez por esbirros de Trujillo pudiera haber recibido el soporte del KGB, ante la pasividad ignorante de la propia CIA. En efecto, ésta, aparentemente, desconocía o despreciaba las relaciones especiales y subterráneas que el dictador dominicano mantenía con la Unión Soviética y con los grupos guerrilleros –incluidos los castristas- que conspiraban y se entrenaban en territorio dominicano para el derrocamiento de Batista. Galíndez, según esta hipótesis, habría alertado al FBI de las conexiones de Fidel Castro con la Unión Soviética y con Trujillo, además de denunciar a Gustavo Durán ante el comité de McCarthy. El presunto asesinato de Galíndez con la colaboración o participación de agentes del KGB, como anteriormente en el de Krivinsky, premeditadamente quedaría envuelto en un nebuloso misterio.
[1]Sobre Domingo Badía, véanse sus memorias, Viajes de Alí Bey, Compañía Literaria, Madrid, 1996, y Joaquín Bardavío et. al., Servicios secretos, Plaza & Janés, Barcelona, 2000, pp. 45-47. En esta última obra no se menciona al general James Wilkinson, sobre el que existe una amplia bibliografía en inglés, y un estudio mío, todavía inédito, "El Agente Número 13" (2002), que sólo he distribuido en forma de fotocopias entre mis alumnos de doctorado de la Universidad Complutense. La biografía más recientemente publicada del personaje es obra de Andro Linklater: An Artist in Treason: The Extraordinary Double Life of General James Wilkinson, Walter & Company, 2009.
[2]Sobre Eugenio Aviraneta, véase su Memoria dirigida al Gobierno Español sobre los planes y operaciones puestos en ejecución para aniquilar la rebelión en las provincias del Norte de España, Imprenta Henault, Tolosa (Francia), 1841. Asimismo, Pío Baroja, Aviraneta o la vida de un conspirador, Espasa-Calpe, Madrid, 1931, y José Luis Castillo Puche, Memorias íntimas de Aviraneta o manual del conspirador (Réplica a Baroja), Biblioteca Nueva, Madrid, s. a. Menos conocido es el hecho de que Aviraneta fue autor de uno de los primeros tratados liberales de derecho constitucional de nuestro país, Lo que debería ser el Estatuto Real ó Derecho Público de los españoles, Imprenta de Ramón León, Zaragoza, 1834.
[3]Véase, entre la literatura más reciente publicada, Tomás Harris, Garbo: doble agente, Martínez Roca, Madrid, 2004, basado en el informe oficial del propio Harris, agente del MI 5, "The Summary of the Garbo Case, 1941-1945"; Javier Juárez, Juan Pujol, el espía que derrotó a Hitler, Temas de Hoy, Madrid, 2004, y Christopher Andrew, Defend the Realm. The Authorized History of MI 5, A. A. Knopf, New York, 2009, pp. 251-262.
[4]B. Diederich, Trujillo. The Death of the Goat, Little, Brown, Boston, 1978, pp. 8-9.
[5]Existe también un documental hispano-cubano, Galíndez (2002), dirigido por Ana Díez, que aporta datos y testimonios interesantes, pero que distorsiona gravemente la verdad.
[6]J. Galíndez, La era de Trujillo. Un estudio casuístico de dictadura hispanoamericana, Ediciones del Pacífico, Santiago de Chile, 1956, es la primera de todas las ediciones. Cito aquí la más completa y académica en inglés: J. Galíndez (Russell H. Fitzgibbon, ed.), The Era of Trujillo. Dominican Dictator, The University of Arizona Press, Tucson, Arizona, 1973.
[7]J. Galíndez, "Un reportaje sobre Santo Domingo", Cuadernos Americanos, nº 80, México DF, 1955, pp. 37-56. J. Galíndez, ob. cit. R. H. Fitzgibbon, pp. 224, 236, 259 y, abundando en el tema, pp. 264-265. Galíndez había publicado previamente el libro Los vascos en el Madrid sitiado, Ekin, Buenos Aires, 1945.
[8]M. Vázquez Montalbán, ob. cit., p. 28.
[9]F. H. Fitzgibbon, ob. cit., pp. iv y xv.
[10] Tony Ulasewicz y Stuart A. McKeever, The President's Private Eye, Macsam, Westport, Connecticut, 1990, Appendix 6, p. 318.
[11]T. Ulasewicz, ob. cit., p. 352.
[12]T. Ulasewicz, ob. cit., p.106.
[13]Miguel J. Rodríguez Álvarez, "Espías vascos al servicio de Estados Unidos", en Historia 16, Madrid, abril 1999, pp. 24-ss;J. Bardavío y otros, ob. cit., pp. 162-ss. En realidad, Aguirre y Álvarez del Vayo, ambos residentes en New York en 1942, proporcionaron a Donald Downes, asociado a Donovan y Dulles en la COI y la OSS, contactos en México con el Gobierno republicano español en el exilio para una colaboración amplia con la Inteligencia norteamericana. Véase Richard Harris Smith, OSS. The Secret History of America´s First Central Intelligence Agency, University of California Press, Berkeley, California, 1972, pp. 74-ss.
[14]T. Ulasewicz, ob. cit, pp. 106-107.
[15]T. Ulasewicz, ob. cit., pp. 78-79.
[16]T. Ulasewicz, Ob. cit., pp. 10-103.
[17] J. Dubois, Fidel Castro. Rebel, Liberator o Dictator?, Bobbs-Merrill, Indianapolis-New York, 1959, p. 147. Fulgencio Batista, en su obra The Growth and Decline of the Cuban Republic (Devin-Adair, New York, 1964), claramente denuncia a Trujillo –también lo hizo ante la OEA- como instigador de la insurrección contra su gobierno liderada por Carlos Prío y Fidel Castro: a su juicio, les permitió usar la República Dominicana como "base de operaciones" (p. 50). Por su parte, Robert D. Crassweller, en la canónica Trujillo. The Life and Times of a Caribbean Dictator (Macmillan, New York, 1966), afirma que desde 1955 Trujillo apoyó una invasión de Cuba proporcionando armas y dinero a Prío, armas y dinero que éste traspasaría a Castro (pp. 343-344).
[18] J. Dubois, ob. cit., pp. 274, 114, 125.
[19]J. Dubois, ob. cit., pp. 134-138.
[20] T. Ulasewicz, ob. cit., pp. 116-117 y 127. Uno de los mejores relatos sobre la guerra de Inteligencia entre el FBI y la CIA es la obra de Mark RieblingWedge. From Pearl Harbor to 9/11. How the Secret War between the FBI and the CIA has endangered National Security, Simon & Schuster, New York, 1994 y 2002.
[21]Ramfis, que acabaría muriendo en un accidente de tráfico en Madrid, llegó a amenazar por ello con apoyar al movimiento comunista para que tomara el poder en su país.
[22]Regnery, Chicago, 1964.
[23]T. Ulasewicz, ob. cit., p. 127.
[24]Félix Morales, "Manuel Jiménez Quílez", Razón Española, nº 111, Madrid, 2002.
[25]J. Rubio, "Un héroe de cartón piedra", Libertad Digital, 25 de febrero de 2010.
[26] M. Dalmau, Jaime Gil de Biedma. Retrato de un poeta, Circe, Barcelona, 2004, p. 319.
[27]B. Bolloten, ob. cit., pp. 547-49 y 1.040.
[28]E. Hemingway, For Whom the Bells Tolls, Scribner´s Sons, New York, 1940, p. 266.
[29]C. Moorehead, Gellhorn, H. Holt, New York, 2003.
[30]G. Brook-Shepherd, en E. Gazur, ob. cit., p. xiii.
[31]Versión en español: Planeta, Barcelona, 1995.
[32]Y. Modin, ob. cit. (ed. española), p. 45.
[33]T. Ulasewicz, ob. cit., p. 106.
[34]R. Perry, ob. cit., p. 123.
[35]R. Perry, ob. cit., pp. 133-134.
[36]R. Perry, ob. cit., 321y ss.
[37]R. Perry, ob. cit., pp. 314-316. En su autobiografía (After Long Silence, W. W. Norton, New York, 1983), Straight menciona a Durán sólo como víctima del macartismo (pp. 265-272), pero nunca dice que fue miembro del partido comunista. Según Straight, Durán fue denunciado a las autoridades norteamericanas como agente soviético por el presidente argentino Perón, y Franco apoyó la denuncia (p. 269). Por su parte, el historiador británico, y gran especialista en cuestiones de Inteligencia, Christopher Andrew, en su reciente y voluminosa obra Defend the Realm. The Authorized History of MI 5 (A. A. Knopf, New York, 2009), ni siquiera menciona a Durán, ni a Orlov, lo cual resulta cuando menos sorprendente. Igualmente sorprendente es que los autores John Earl Haynes, Harvey Klehr y Alexander Vassiliev, en su igualmente voluminoso (650 páginas) y celebrado Spies. The Rise and Fall of the KGB in America (Yale University Press, New Haven, 2009), aunque dedican un epígrafe a Straight (pp. 245-252), y lo citan otra decena de veces, ignoren las actividades secretas de éste después de 1963, no mencionen en momento alguno a Gustavo Durán y, por tanto, no sean capaces de establecer la relación entre Straight y Durán; de hecho, ignoran completamente la obra de Ronald Perry, publicada cuatro años antes y que contiene información esencial sobre el tema que tratan.
Número 45-46
Varia
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