Boadella a diario
La función de los cómicos ha sido siempre actuar en la sociedad como los francotiradores en las batallas. Agazapados entre líneas, surgían abruptamente para lanzar una descarga mortal contra el adversario y desaparecer acto seguido hasta la siguiente acción. Así ha venido siendo desde la Edad Media hasta que el nacionalismo identitario, entre otros totalitarismos del siglo XX, declaró el humor un sector estratégico que había que normalizar. En Cataluña es donde con más saña y dotación presupuestaria se ha perseguido al discrepante del sentido del humor oficial, consistente en que las bromas sólo se hacen contra el enemigo imaginario, al que se culpa de todos los males colectivos. La mala suerte del cómico Albert Boadella es haber nacido precisamente en Cataluña, con lo bonito que hubiera sido hacerlo en Madrigal de las Altas Torres, según su propia confesión, y la de conflictos y cuitas que se habría evitado en su ya larga trayectoria.
Expatriado voluntariamente de Cataluña, decisión que explicó por escrito con todo lujo de detalles en su Adiós Cataluña (también en Espasa), Boadella ofrece ahora al lector esta compilación de reflexiones surgidas durante los desayunos diarios con la mujer de su vida, Dolors, principal factor de estabilidad al que el fundador de Els Joglars atribuye su exitosa carrera profesional y sus más recientes incursiones literarias.
Pocos asuntos de actualidad escapan al análisis a vuelapluma de Boadella en este dietario, a lo largo de cuyas páginas nos ofrece siempre un punto de vista sugestivo y preñado de sinceridad aun en los temas más polémicos. La crítica a las corrientes artísticas contemporáneas es tal vez una de las cuestiones a las que Boadella presta una mayor atención, tal vez como homenaje inconfesado a Dolors, inspiradora del libro y pintora, cuya obra está en los antípodas de los "bricolajes de frenopático" que la crítica actual sitúa muy por encima de las grandes obras de la pintura universal, aunque nadie, ni siquiera los propios autores, sea capaz de desentrañar sus claves con un código mínimamente comprensible para el público.
Los fieles lectores de Boadella tienen también en este libro varios episodios de su clásico combate contra los personajes más patéticos del nacionalismo catalán, cuyas anécdotas más jugosas aparecen actualizadas. Así, da cuenta de uno de sus adversarios más encarnizados, que hace poco dio con sus huesos en la cárcel de Can Brians, acusado de múltiples delitos de corrupción, y al que hizo llegar varios telegramas expresándole sus particulares "condolencias".
Boadella zanja aquí el problema catalán llegando a la conclusión de que lo único que puede hacer España es permitir la independencia de Cataluña. "Que se larguen de una puñetera vez" es el nombre que el autor propone para una asociación que promueva precisamente la separación de España de este territorio en el que la psicosis nacionalista tiene ya un carácter endémico, imposible de erradicar. No se trata de la originalidad típica del histrión que busca significarse, sino un serio discurso que gana adeptos fuera de Cataluña con cada nueva ofensa del nacionalismo catalán y su deriva secesionista, al parecer ya irrefrenable. Si la independencia se consuma, Boadella estará ahí para contarlo con la dosis adecuada de inteligencia y humor que caracteriza toda su obra.
Albert Boadella, Diarios de un francotirador, Espasa, Barcelona, 2012, 223 páginas.
Número 54
Varia
- México: llegó la hora de una alternativa a la guerra contra las drogasJorge Castañeda
- Las falacias del igualitarismoCarlos Alberto Montaner
- La crisis europea y el Estado de BienestarMauricio Rojas
- Pomperipossa en MonismaniaAstrid Lindgren
- ¿La única patente buena es la patente muerta?Santiago Navajas
- El futuro que nos anuncia la leche de sedaLuis del Pino