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La Ilustración Liberal

El aborto en los tiempos de 'Gattaca'

Imagine, estimado lector, que un día es secuestrado por la SAM (Sociendad de Amantes de la Música). No quiere pedir un rescate a cambio de su vida, ni torturarlo haciéndole escuchar a Shakira, ni reivindicar que se programen conciertos de la Filarmónica de Berlín en prime time televisivo. Su objetivo es más modesto y, al mismo tiempo, más radical. Pretenden que durante nueve meses su sistema circulatorio esté conectado al de un fantástico violinista cuyos riñones han dejado de funcionar. Así, durante nueve meses en el que ambos sistemas sanguíneos estén conectados, sus riñones servirán para limpiar la sangre de usted, claro, y la del violinista. En caso contrario, que usted se desconecte, el violista morirá.

¿Qué haría usted? O, dicho de otro modo, ¿cree usted que el derecho a la vida que sin duda tiene el violinista le obliga a usted a mantenerlo con vida, a que él pueda usar su cuerpo para mantener el suyo con vida, aunque sea sólo por nueve meses?

Este experimento mental fue propuesto por la filósofa Judith Jarvis Thomson como un apoyo al derecho al aborto de las mujeres, en cuanto que, aun suponiendo que los embriones/fetos tienen derecho a la vida, ello no implica que las mujeres tengan la obligación de dejar usar su propio cuerpo a otro individuo1. Pero, como sucede con las metáforas, la interpretación del experimento mental de Thomson podría ser dirigida en sentido contrario (o, al menos, matizada durante el periodo en el que el feto llega a ser viable fuera del vientre de la mujer). Veamos otras posibles formas de argumentar en relación a la problemática del aborto.

Embriones genéticamente seleccionados

Gattaca es una película de ciencia ficción. Pero sobre todo de moral y política ficción. ¿Qué pasaría, se preguntan los autores de la película, en una sociedad en la que fuese posible que los padres seleccionaran a los embriones de sus futuros hijos? Los protagonistas de la película tienen un hijo por el procedimiento habitual –ya saben, un poco borrachos en el asiento de atrás de un coche, al amanecer– y les sale defectuoso (¿quién no?). El análisis genético del recién parido señala que tiene un 90% de probabilidad de morir antes de los 30. Escarmentados, se ponen en manos de un genetista que ante sus dudas les plantea un argumento irrefutable: piensen que su hijo seleccionado genéticamente tendrá de ustedes únicamente lo mejor, sin errores, sin mácula del reverso tenebroso de los genes (eso que en períodos más confusos se acostumbraba a denominar pecado original).

El resto de la película será un intenso duelo entre los dos hermanos. El primogénito, lastrado por la naturaleza y discriminado por la sociedad, frente al benjamín, ungido por los genes, bendecido por los memes2. Sin embargo… Y aunque el conflicto no llega al nivel trágico de Caín y Abel, también es un relato densamente metafórico. En esta ocasión, y como señala el biólogo Lee M. Silver3, sobre el peligro de una deriva científica de la sociedad y de la sustitución del azar de la selección natural por el intervencionismo de la selección artificial en lo que a los humanos se refiere.

Pero Gattaca plantea dos temas fundamentales relacionados directamente con la problemática del aborto: la capacidad de elección sobre nuestro destino y el estatuto ontológico de los embriones. Estas son las dos claves de una disputa entre dos facciones tan enfrentadas retóricamente como no tan distintas de hecho. Porque ambas aceptan el planteamiento a favor de la vida como valor supremo y de la libertad de elección sobre la propia vida como derecho inalienable. El problema surge al articular jerárquicamente ambos cuando entran en conflicto. Situación en la que habrá que hilar muy fino y en la que tenemos que huir de las consignas fáciles para tejer una argumentación tan densa como diáfana.

El experimento mental que supone Gattaca es planteado en la revista liberal-libertaria Reason para argumentar a favor del derecho de los padres a tomar decisiones que ellos consideran oportunas en relación a su derecho a la elección reproductiva. El concepto clave es el de autonomía, que fue definido por el filósofo liberal Immanuel Kant a partir de su lema: Sapere aude! Es decir, ten el valor de servirte de tu propio entendimiento sin más guía que tu propia capacidad de razonar, sin dejarte manipular por tutores en el sentido amplio que te digan lo que tienes que pensar o sentir.

Esta reivindicación de la autonomía kantiana sin el paternalismo de ningún tutor es invocada implícitamente por Reason4 cuando cita a Bruce Korf, de la Universidad de Alabama, para el que es ético dar a los progenitores la información genómica5 relevante de su descendencia posible, ya que es "un derecho básico de la elección reproductora y la autonomía parental; las personas pueden elegir cuándo y con quién y cómo reproducirse, y tienen el derecho a toda la información disponible que pueda ser relevante para tomar esas decisiones".

Libertarios 'pro-choice'

Desde el punto de vista liberal-libertario, las claves filosóficas para la acción política son los derechos individuales, de lo que se seguiría, desde el punto de vista libertario mayoritario, el derecho de las mujeres al control de su cuerpo. Pero también hay otros principios libertarios, como el principio de no agresión, que haría más compleja la cuestión, debido a que se proporcionaría un abanico de protección al derecho a la vida de los fetos.

La más famosa defensa del derecho al aborto dentro de los círculos liberales-libertarios la realizó la filósofa objetivista Ayn Rand, que negó que el feto tuviera derecho a la vida en cuanto que hasta el nacimiento sería una parte más del cuerpo de la mujer, con una argumentación de impronta aristotélica sobre la que volveremos luego6:

Estoy a favor del aborto, del control de la natalidad, del sexo como tal, como un derecho absoluto de las personas involucradas. El derecho de un ser humano vivo tiene precedencia sobre cualquier ser humano potencial.

Yo nunca equiparo lo potencial con lo real. Además, si argumentas que todo ser humano potencial tiene el derecho a la vida, entonces somos todos asesinos en cada momento que no estamos en la cama intentando reproducirnos.

En ese misma dirección, Murray Rothbard calificó al feto como "parásito" dentro del cuerpo de una persona, por lo que las mujeres tendrían el derecho a abortar en cualquier momento7:

El auténtico dato de partida para el análisis del aborto se encuentra en el derecho absoluto de cada persona a la propiedad de sí misma. Esto implica, de forma inmediata, que todas las mujeres tienen el derecho absoluto sobre su cuerpo, que tienen dominio total sobre él y sobre cuanto hay dentro de él, incluido el feto. En la mayoría de los casos, los fetos se encuentran en el seno materno con consentimiento de las madres. Ahora bien, si una mujer no desea que se prolongue esta situación, el feto se convierte en invasor de su persona y la madre tendría perfecto derecho a expulsarlo de sus dominios. Según esto, habría que considerar el aborto no como el asesinato de una persona, sino como la expulsión de un invasor indeseado del cuerpo de la madre. Por consiguiente, todas las leyes que restringen o prohíben el aborto invaden derechos de las mujeres afectadas por esta normativa.

Walter Block, sin embargo, haría una matización a este planteamiento general estableciendo una distinción entre expulsar al feto del vientre materno (desalojarlo) y, por otra parte, matarlo. Así, Block cree que una mujer podría legalmente abortar en el caso de que el feto no fuese viable fuera del vientre. También en el caso de que la mujer, habiendo renunciado a su derecho a la custodia del feto, no encontrase a nadie que se hubiese ofrecido a cuidar del mismo. Es lo que Block denomina eviccionismo. En el límite, y gracias al desarrollo de la tecnología, podría llegar a ser prohibido el aborto en cuanto que sería posible mantener al embrión desde el mismo momento de la fecundación fuera del vientre materno (como ya había imaginado Aldous Huxley en Un mundo feliz). Esta argumentación de Block fue recogida por el último candidato del Libertarian Party, Gary Johnson, cuando apoyó "el derecho de las mujeres a elegir hasta el momento de la viabilidad [del feto]".

Libertarios 'pro-life'

Los liberales-libertarios provida mantienen, por el contrario, que el principio de no agresión incluye tanto a la mujer como al feto en igualdad. Y que el conflicto al parecer perfecto entre el derecho de la mujer a disponer de su cuerpo y el derecho del feto a que no disponga del suyo se salda a favor de este último, ya que formaría parte de la responsabilidad de la mujer no quedarse embarazada8.

Por supuesto, en un debate tan enconado no podía faltar quien incurriese en la ley de Goodwin. Así, la ALF (Association of Libertarian Feminists) trazaba un paralelismo entre las víctimas de los campos de concentración nazis y comunistas con las mujeres que son obligadas a no abortar, en contra de sus deseos9. En el campo contrario, Ron Paul comentaba que no es casualidad que "el genocidio, el aborto y la eutanasia fueran practicados en tiempos de Hitler, y que sean tres rasgos que caracterizan a los estados totalitarios"10.

Ley Gallardón

A raíz de la Ley Gallardón sobre el aborto se han sucedido las proclamas y diatribas a favor o en contra, en las que se ha preferido estigmatizar a los adversarios y denunciar sus oscuras intenciones antes que hacer un análisis riguroso y una valoración imparcial de los supuestos e implicaciones de cada una de las posiciones enfrentadas. Por ejemplo, Antonio Burgos en La Razón escribe: "Gallardón era quien tenía que llevar a la práctica la promesa electoral de Rajoy sobre la reforma de la Barra Libre del Aborto de ZP (…) El Castillo de Herodes está ahora en las clínicas abortistas, donde matan a los inocentes"11. En la trinchera de enfrente, Juan José Téllez defiende en Público:

Frente a la Ley de Salud Sexual Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo, actualmente en vigor, la Iglesia, el Partido Popular y otras organizaciones más o menos afines, lograron movilizar a cientos de miles de personas que llenaron las calles con un denuedo a favor de la vida que no demostraron, por ejemplo, durante las últimas ejecuciones del franquismo12.

Tratemos de evitar la mencionada Ley de Godwin, según la cual a medida que una discusión se alarga la probabilidad de que en una comparación alguien mencione a Hitler (o en nuestro contexto cultural también a Franco o a… ¡Herodes!) se aproxima a uno. Desconfíen de los que busquen el aplauso fácil de sus lectores como si estuviesen en un plató de Tele 5. También desconfíen de los que traten de resolver la cuestión desde un laboratorio científico. La legitimidad y amplitud del aborto es una cuestión fundamentalmente política, en el sentido aristotélico de que tiene que ver con lo que la sociedad en su conjunto debate sobre lo que es justo y correcto. Con los distintos valores y concepciones que de lo humano tienen los ciudadanos. En esta discusión, los científicos son útiles consultores sobre problemas biológicos relevantes para decidir sobre las cuestiones antropológicas puestas en cuestión, pero en ningún caso oráculos. El método científico permite hablar sobre hechos, no sobre valores respecto de los cuales la ciencia no tiene ninguna tribuna privilegiada, ni los científicos son sabios platónicos. La filosofía no es ni una sierva de la teología, como se pretendía en la Edad Media, ni una sierva de la ciencia (en este caso, todo lo contrario), como a veces se presupone en esta Edad Cientificista. Tampoco cabe citar lo que digan las leyes o la Constitución como si fuesen las mismísimas Tablas del Sinaí, porque las mismas, precisamente, tratan de organizar jurídicamente el debate filosófico subyacente.

Dos problemas en la cuestión del aborto

En su defensa blockeana de una ley del aborto de plazos, al economista Sala i Martín le parece que,

para los liberales, el debate no está en si el feto puede considerarse un ser humano o no. Es decir, si la vida empieza en el momento de la concepción o en el momento del nacimiento es irrelevante. Y debemos dar gracias a Dios de que esa no sea la cuestión clave porque, creedme, no hay nada más inútil y más cansino que los estériles debates bizantino-religiosos sobre el momento exacto en que empieza la vida13.

Lo que no es más que la estrategia del avestruz aplicada a dos problemas filosóficos sustantivos combinada con el error categorial de confundir la cuestión científica sobre cuándo comienza la vida con la dilucidación antropológica de cuándo y cómo consideramos que una vida –biológica o sintética, como diría el androide Bishop en Alien, el octavo pasajero– es una vida humana. De hecho, Sala i Martin es explícitamente impreciso cuando afirma en su argumentación a favor de una ley de plazos que la ley implantada en tiempos de Zapatero "más o menos" coincide con la argumentación de Block, ya que mientras que según el criterio de la viabilidad el plazo deberían ser aproximadamente seis meses, el plazo en la propuesta de Zapatero era de algo más de tres meses. No es lo mismo un "más o menos" de unos días que de ¡tres meses! Y es que la justificación de fondo era muy diferente y en la misma sí se tenían en cuenta las cuestiones filosóficas que tan superficialmente deja de lado Sala i Martín.

Son dos fundamentalmente los problemas conceptuales que subyacen a una ley sobre el aborto, sobre el presunto derecho de las mujeres a interrumpir su embarazo. El primero tiene que ver con el estatuto antropológico del embrión o feto (nasciturus, el no nacido). Lo que implica considerarlo un conjunto de células humanas, un ser humano en el sentido exclusivamente biológico pero no una persona o, por último, una persona propiamente dicha. Caben varias combinaciones de dichos conjuntos y podríamos hablar de prepersonas para los dos primeros casos (que es la filosofía del Tribunal Constitucional español de considerar al nasciturus bien jurídico que hay que proteger, pero no persona ni ciudadano a todos los efectos). Así, los defensores de prohibir el aborto suelen identificar ser-un-conjunto-de-células-humanas con ser-una-persona, basándose en que los embriones ya tienen una huella genética distintiva que los individualiza. Distinto es el planteamiento de los que proponen esperar a que en el desarrollo fetal se alcance una característica forma cuasihumana y se terminen de desarrollar todos los órganos (lo que llevaría a permitir el aborto libre hasta el tercer mes de embarazo).

Los partidarios de una despenalización lo más amplia posible del aborto, por el contrario, consideran que el estatuto definitivo de persona sólo se alcanza con la emergencia de la mente o la viabilidad del feto fuera del cuerpo de la mujer, lo que les lleva a defender un plazo mucho más largo (que en filósofos como Peter Singer se prolonga incluso más allá del nacimiento14). Desde estas últimas perspectivas se subraya que no todos los seres humanos, genéticamente hablando, han de ser considerados personas en sentido estricto y que, por otro lado, se puede ser catalogado como persona aunque no se sea humano (seres inteligentes extraterrestres, como E. T., por ejemplo, si los hubiera; o ángeles como el Clarence de Qué bello es vivir, para los creyentes; o robots como el niño David de Inteligencia Artificial; o chimpancés, orangutanes y gorilas como los de El planeta de los simios).

Dos viñetas a favor del aborto

Ha circulado profusamente por Facebook y Twitter un collage en el que bajo un huevo frito se lee "Esto no es una gallina" y bajo una imagen de un espermatozoide entrando en un óvulo, "Esto no es una persona". Hay ahí al menos dos conceptos difíciles15. El primero tiene que ver con lo que refiere la palabra esto en las imágenes. Si nos ponemos magritteanos16, se puede estar haciendo alusión a las imágenes de un huevo y del momento en el que el espermatozoide entra en el óvulo para formar un embrión. Efectivamente, una fotografía de un huevo no es una gallina, nos pongamos como nos pongamos. Ahora bien, si suponemos que está haciendo alusión a un huevo físico, concreto e individual y nos transmutamos en aristotélicos, las cosas se complican. Escribía el filósofo griego (Metafísica, libro IX, 1):

Pero, puesto que lo que es se dice, de una parte, el qué, o la cualidad, o la cantidad, y de otra parte, se dice según la potencia y la realización.

Por lo que, efectivamente, el huevo es una gallina. En potencia. Si es, claro, un huevo de gallina y no de emu o de pato. Lo que vendrá dado por su estructura genética, que atesora una serie de capacidades. Así que el ser, el concepto difícil por antonomasia, se puede decir de muchas maneras (pero no infinitas, vade retro sofistas), y somos un compuesto de ser y de no ser relativos a la actualización de la cosa en cuanto que cosa.

En el mismo libro IX, pero en el capítulo 7, Aristóteles nos aclara un poco más el difícil concepto de ser-en-potencia, con el que se liaban tanto los eleatas como los sofistas:

El esperma no es aún en potencia hombre (puesto que tiene que depositarse en otro y transformarse), pero una vez que ha llegado a ser tal, por el principio que le es propio, entonces ya lo es en potencia.

Y es que nos cuesta pensar los entes como procesos... Somos propensos a considerarnos como seres en lugar de como devenires. Sobre todo cuando el ente humano es, como nos gusta imaginar que somos, un Dasein, un ser arrojado al mundo en el que la existencia y la esencia pelean por la preeminencia, lo que nos lleva a una existencialista indeterminación antropológica como la que plantea Heidegger en Ser y Tiempo:

¿Ha decidido alguna vez el Dasein libremente y por sí mismo, y podrá decidir jamás, si quiere o no venir a la existencia?

Pero el problema de consideración ontológica del feto en realidad se proyecta sobre el ser humano en cualquiera de sus modos. Podemos definir persona según diversas perspectivas e intereses, del mismo modo que W. V. Quine nos mostró en La relatividad ontológica que

podemos traducir gavagai por conejo o parte inseparable de conejo o estado de conejo, gracias a ajustes compensatorios en la traducción de locuciones nativas que le acompañan.

La cuestión del aborto nos problematiza nuestra mismidad humana y nuestra radical contingencia. Y, en términos de necesidades sociales, de nuestra no menos radical prescindibilidad debido a ajustes compensatorios de nuestros circunstanciales intereses humanos (demasiado humanos). En la serie de televisión Battlestar Galáctica (Ronald D. Moore, 2004-2009) se plantea el experimento mental de que los seres humanos fueran aniquilados casi en su totalidad por unos enemigos robóticos (sin duda personas, dado su grado de conciencia y reflexión. Y muy religiosas además), lo que llevaría a una prohibición absoluta del aborto porque el derecho individual al mismo se subordinaría, dadas las especiales circunstancias, a la necesidad de supervivencia de la especie. En el otro extremo de la cuerda vital, cuando el destino malthusiano nos alcance, no seremos quizá otra cosa que Soylent Green (Cuando el destino nos alcance, Richard Fleischer, 1973), el alimento reciclado proveniente de eutanasias de ancianos con el que sobrevive una superpoblación tras una catástrofe ecológica.

Por otro lado tenemos el conflicto de derechos que se establece entre el derecho a la vida del feto (para lo que es determinante haber resuelto el dilema planteado arriba) y el derecho de las mujeres a hacer con su cuerpo y su vida lo que estimen más oportuno, sin que ninguna autoridad establecida o poder fáctico les deba decretar cómo realizar una vida buena. Este es otro concepto difícil que suele ser resuelto de una forma superficial por una rama emergente del feminismo que podríamos denominar Del Coño, de moda entre las más jóvenas representantes del movimiento, como Diana López17, y que también se ha hecho notar en las redes sociales con, por ejemplo, un cartel en el que se leía: "Mi coño, mis normas. Aborto libre y gratuito".

Mi coño, mis normas. Aborto libre y gratuito. Que sea gratuito es otro problema político-económico relevante, pero en este artículo escorado a la filosofía importa más bien el concepto de libre. Efectivamente, con sus órganos reproductores las mujeres y los hombres pueden hacer lo que les venga en gana, siempre y cuando no se conculquen los derechos de otras personas (o animales). Un hombre no puede legítimamente reivindicar la libertad sexual para ir por ahí violando a quien le parezca. La mujer podrá abortar libremente siempre y cuando se haya resuelto anteriormente el problema conceptual planteado sobre el huevo y la gallina, lo que en las hembras vivíparas, como es el caso de las humanas, se complica por la existencia del cordón umbilical, que hace que sea discutido y discutible señalar si son una única entidad con subapartados o dos. Más que con el nacimiento en sí, lo que nos hace ser definitivamente nosotros mismos y no una extensión de nuestra madre es el corte de esa vía de conexión entre ambas entidades. Entre los romanos era el corte del cordón umbilical y no el nacimiento lo que hacía considerar al recién nacido poseedor de una personalidad. Hoy en día discutimos sobre un cordón umbilical metafórico que al cortarlo haría considerar al feto como una persona con nombre propio y no como "una parte de otra persona". Mientras que en el proyecto de ley del aborto alumbrado durante la legislatura de Zapatero se ponía el límite de esa diferenciación antropológica entre mujer y feto en los tres meses de embarazo, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos lo ha marcado en el instante en el que el feto se hace viable (dada la tecnología disponible, unos seis meses).

Conclusión: de Rouco a Rawls

Finalmente, tenemos que ser conscientes de que lo que decidamos sobre el aborto va a repercutir lógicamente en cuestiones adyacentes moral y políticamente, como el infanticidio, la eugenesia y la eutanasia. Sin embargo, y a pesar de los berrinches a uno y otro lado de la barricada política, el consenso en nuestra sociedad sobre la cuestión está bastante asentado. De hecho, la ley Gallardón es más parecida a la socialista ley de supuestos de Felipe González que a la distopía prohibicionista de Rouco Varela, del mismo modo que la propuesta de Zapatero era una variante mejorada de la de González más que de la utopía abortista de Izquierda Unida18.

Una posición liberal compleja sobre la cuestión del aborto se basa en una aplicación de los conceptos de John Rawls posición originaria y velo de la ignorancia para trazar un liberal marco político de convivencia de diferentes proyectos vitales. El argumento, tal y como lo expuse en Libertad Digital19, queda como sigue:

Supongamos que, tras un velo de ignorancia, desconozco si mi papel en un momento dado va a ser el de una mujer que, por los motivos que sean, pretende abortar, o bien el de un feto que, aunque sea por instinto de conservación, no quiere ser abortado. ¿Cómo reconciliar dicho dilema epistemológico? Encuentro que hay una regulación legal que me protege tanto en una circunstancia –la de la mujer que quiere abortar– como en la opuesta. Porque en los tres primeros meses del embarazo, en cuanto que feto, no sentiría ningún dolor en dicha operación, y mi muerte sería indiferente no sólo desde el punto de vista de la conciencia, evidentemente, sino también de la mera sensibilidad nerviosa.

En esos tres primeros meses, en los que el feto tiene exclusivamente vida vegetativa (podríamos denominarla así para distinguirla de la vida animal, que emerge cuando se es capaz de sentir dolor y, más adelante, de la vida propiamente humana, cuando los rudimentos de una vida cognitiva hicieran su aparición), la gestante podría decidir si sigue o no con su embarazo. Más allá de ese límite temporal, el feto se consideraría humano.

Bienvenidos al fascinante mundo de los argumentos racionales y no de las falacias, los errores categoriales (mi favorito últimamente es el que ha llevado a dictaminar a una bióloga que los fetos de menos de 20 semanas están "legalmente" muertos20) y las descalificaciones.


1 Thomson, J., "A Defense of Abortion", Philosophy and Public Affairs, Autumn, 1971), 47–66.

2 Un meme (o mem) es, en las teorías sobre la difusión cultural, la unidad teórica de información cultural transmisible de un individuo a otro, o de una mente a otra, o de una generación a la siguiente. Es un neologismo acuñado por Richard Dawkins en El gen egoísta, por la semejanza fonética con gene (gen en idioma inglés) y para señalar la similitud con memoria y mimesis.

3 Lee M. Silver, "Genetics goes to Hollywood", Nature Genetics, volumen 17, número 3. http://www.nature.com/ng/wilma/v17n3.877620827.html

4 Ronald Bailey, "Should parents Be Allowed to Know Their Fetus will Get Alzheimer's?", Reason, 14-II-2014.

5 La genética estudia todo lo referente al ADN y la evolución del mismo. Las ciencias genómicas se dedican a investigar métodos para mejorar el ADN estructuralmente, crear nuevas alternativas en cuanto a enfermedades, mejorar la calidad de vida. etc. Pero, en sí, las dos van de la mano: se necesita saber de genética para poder crear o avanzar en las ciencias genómicas.

6 Ayn Rand, "El aborto: un derecho absoluto", en http://objetivismo.org/el-aborto-un-derecho-absoluto/

7 Murray Rothbard, La ética de la libertad, cap. XIV, disponible en http://www.enemigosdelestado.com/los-derechos-de-los-ninos-por-murray-rothbard/

8 Una exposición extensa del punto de vista liberal provida la desarrolló Albert Esplugas en el número 21-22 de esta misma revista.

9 AFL, "The Right to Abortion: A Libertarian Defense", disponible en http://www.alf.org/abortion.php

10 Ron Paul, "Abortion and Liberty", The Foundation for Rational Economics and Education, disponible en http://media.ronpaul.se/2012/01/Ron-Paul-Abortion-and-Liberty.pdf

11 Antonio Burgos, "Las nuevas Herodesas", La Razón, 28 de diciembre de 2013.

12 Juan José Téllez, "Nana para un aborto imposible", Público, 29 de diciembre de 2013.

13 Xavier Sala i Martin, "Ley del Aborto: en eso el PP tampoco es liberal", disponible en http://www.salaimartin.com/randomthoughts/item/707-ley-del-aborto-en-eso-el-pp-tampoco-es-liberal.html

14 Peter Singer, Should the Baby Live? The Problem of Handicapped Infants (co-author with Helga Kuhse), Oxford University Press, Oxford, 1985

15 La dificultad inherente a esta cuestión lleva a algunos como Xavier Sala i Martín a preferir no tratarlos, aunque la problemática se mantiene implícitamente, haciéndole ser incoherente con su propia argumentación. Estoy de acuerdo con él en que Ruiz Gallardón no es liberal, pero él peca de simpleza y superficialidad.

16 Nos referimos a su cuadro que representa una pipa. Magritte pintó bajo la pipa: Ceci n'est pas une pipe (Wsto no es una pipa). El cuadro no es una pipa, sino una imagen de una pipa.

17 Diana López, "Mi coño, tu coño", larepublica.es, 24 de diciembre de 2013.

18 Para la extrema izquierda, lo deseable sería "una ley que permita a las mujeres interrumpir su embarazo en el momento y por las razones que desee, sin restricciones, sin plazos y sin tutelas". V http://www.izquierda-unida.es/node/13204

19 Santiago Navajas, "Eugenesia, aborto y eutanasia", 28 de mayo de 2013.

20 Elena Pérez-Nadales, "Un embrión de 20 semanas está legalmente muerto", disponible en http://cordopolis.es/cuaderno-de-laboratorio/tag/aborto/