A propósito de 'Lenin. El inventor del totalitarismo', de Stéphane Courtois
En el año 2017, con motivo del centenario de la Revolución de 1917, se publicó en Francia Lénine, l’inventeur du totalitarisme, una completa y documentada biografía de Lenin escrita por el historiador francés Stéphane Courtois, autor de más de treinta libros consagrados al comunismo y al fenómeno totalitario [1].
Esta biografía de Lenin, traducida magníficamente al español por Julia Escobar y prologada por Federico Jiménez Losantos, ha sido recientemente publicada en España por La Esfera de los Libros, con el título Lenin. El inventor del totalitarismo.
Stéphane Courtois viajó a Rusia por primera vez en 1992, "justo después de la implosión de la URSS". Allí, además de visitar lugares donde se podían encontrar emblemas del difunto régimen, trabajó como un forzado en los recién abiertos archivos de la Internacional Comunista (Komintern), rebuscando en las obras completas de Lenin los argumentos que pudieran corroborar su tesis. Courtois, que fue admirador de Mao en su juventud sesentayochista, ha escrito este libro movido por una imperiosa necesidad moral de desmitificar de una vez por todas al siniestro personaje, ídolo de la izquierda occidental.
Que la idolatría mantenida por los regímenes y los militantes comunistas de cualquier obediencia (…) fuera poderosa mientras existía la URSS y el sistema comunista mundial estaba en su apogeo es algo concebible. Lo sorprendente es que haya persistido hasta hoy.
Con ocasión del XX Congreso del PCUS, celebrado a principios de 1956, al que asistían los dirigentes comunistas de todo el mundo, Nikita Jruschov organizó una reunión a puerta cerrada en la que leyó a los miembros del politburó soviético el que se llamó Informe secreto, una maniobra destinada a blanquear a toda la dirección que había participado en "el terror". Les hacía responsables, pero no culpables de los crímenes cometidos. El único culpable era el malvado Stalin, que a partir de 1934 había perdido completamente la cabeza.
Jruschov recurrió a un desdoblamiento de las dos figuras, Lenin y Stalin, con el objeto de relegitimar al régimen y al conjunto del movimiento comunista en torno a la única figura de su fundador. "En resumen, una vuelta a las fuentes del bolchevismo en toda su pureza".
El informe secreto de Jruschov eligió aplastar a Stalin para mejor preservar al fundador, con el fin de prorrogar a toda costa el sistema. Y así se difundió la vulgata, todavía en vigor, según la cual la pureza del leninismo había sido mancillada por la sanguinaria trayectoria de su sucesor.
A pesar de que el informe se filtró y de que el New York Times lo hizo público el 16 de marzo de 1956, la figura de Stalin se borró y la de Lenin reapareció con esplendor.
Courtois señala ciertos rincones de Francia en los que, en pleno siglo XXI, se le han dedicado estatuas, placas conmemorativas e incluso tabernas. Pero no hace falta irse a Francia: en España, en el Ayuntamiento de Madrid, uno de los concejales de la alcaldesa Manuela Carmena presumía continuamente de tener un retrato de Lenin en su despacho, y seguramente todos los concejales del partido Unidas Podemos que gobernaban la alcaldía madrileña con gusto hubieran dedicado una calle al "gran Lenin".
Y es que, como dice Courtois,
el ejemplo del poder leninista persiste en varios países donde los partidos comunistas siguen funcionando, y las huellas de su pensamiento siguen pesando en el debate público, incluso hoy en día.
Los nuevos comunistas, los socialistas del siglo XXI, ya no hablan de lucha de clases porque es una retórica desfasada. Pero la estrategia leninista, es decir totalitaria, la conocen bien y sus líderes la ensayan cada día. El hechizo del comunismo no murió con la caída del Muro, tan solo cambió de rostro para adaptarse a los nuevos tiempos. El socialismo del siglo XXI es una impostura como lo fue el del siglo XX. Alimenta la mala conciencia de Occidente para que se autodestruya. El leninismo de hoy viene disfrazado de modernidad, de solidaridad, de inclusividad, de feminismo, de animalismo, de veganismo… y de tantos otros ismos como maldades se les vayan ocurriendo a sus ideólogos, siempre y cuando puedan servir para destruir la civilización occidental.
En su libro, Courtois nos cuenta la vida de Lenin, su formación ideológica, su proyecto revolucionario, sus manipulaciones políticas para hacerse con el liderazgo del partido bolchevique, su asalto al poder y su actuación como jefe único e indiscutible del "primer régimen totalitario de la Historia".
Un extraordinario esfuerzo intelectual cuyo objetivo es acabar con una de las grandes mentiras de la historia del comunismo, la figura idílica de Lenin. Lenin, idolatrado por comunistas y neocomunistas, fue el primer responsable de lo que Courtois llama el "genocidio de clase [2]". Lenin inventó el totalitarismo, Stalin fue su mejor alumno. Y es que Lenin, como dice Jiménez Losantos en el prólogo de este libro, ha sido "el peor hombre de todos los tiempos".
El comunismo no se rindió en 1989. Quienes amamos la libertad y la consideramos un valor irrenunciable debemos ser conscientes de ello y combatir todas y cada una de las nuevas falacias que se esconden tras ese proyecto totalitario que los ideólogos del comunismo del siglo XXI llaman "construir un nuevo pueblo".
La Rusia en la que nació Lenin
En 1855 al zar Nicolás I le sucedió en el trono Alejandro II, llamado el Liberador debido a las reformas liberalizadoras que introdujo durante su reinado, entre ellas la libertad de los siervos, decretada el 1 de marzo de 1861.
En la década de 1860 las universidades se fueron convirtiendo en cuna de los primeros nihilistas rusos. El término nihilista fue popularizado en Rusia con la novela Padres e hijos, de Iván Turguéniev (1818-1883), publicada en 1862. El protagonista, Bazárov, es un estudiante de Medicina al que Turguéniev califica de "nihilista" porque es "una persona que no se doblega ante ninguna autoridad, que no acepta ningún principio como dogma de fe, por mucho respeto que ese principio infunda a su alrededor".
En esos años, el nihilismo suponía el banderín de enganche para jóvenes rusos de buena familia que buscaban dar sentido a su vida y trataban de encontrarlo en el rechazo de toda autoridad, la de los padres, la de la Iglesia y la del Estado. Luchaban contra lo que consideraban mentiras convencionales de la sociedad civilizada.
De aquellas actitudes individuales de rebeldía surgió una organización clandestina, Tierra y Libertad [3], cuyo objetivo era provocar la sublevación de los campesinos. Sus miembros, casi todos intelectuales e hijos de terratenientes, fueron llamados "populistas" (naródniki) por su estrategia de acercamiento y adaptación a la vida de los campesinos para impulsar la revolución contra el sistema opresor de los zares.
El mismo año de la publicación de Padres e hijos fue detenido Nikolái Chernyshevski (1828-1889) [4], escritor y filósofo revolucionario que fue muy influyente en la juventud universitaria de San Petersburgo. Acusado de ser uno de los fundadores de Tierra y Libertad, fue encerrado en la fortaleza de San Pedro y San Pablo, donde escribió ¿Qué hacer? Relatos sobre los hombres nuevos, novela política que se publicó en 1863 y que se convertiría en el evangelio de los jóvenes revolucionarios rusos de la segunda mitad del siglo XIX, entre ellos el mismísimo Lenin.
El 21 de noviembre de 1869, en un estanque de los alrededores de Moscú, fue hallado el cadáver de un estudiante de agricultura. Tras recibir un disparo en la cabeza, había sido arrojado al agua con unas piedras atadas al cuello. La Policía descubrió que el crimen había sido cometido por un grupo de cinco personas e instigado por un anarquista que se decía discípulo de Bakunin, Serguéi Necháyev [5]. Este, después del asesinato, huyó a Ginebra, donde conoció a Bakunin, quien le facilitó los salvoconductos necesarios para viajar por Europa. El caso fue novelado por Dostoyevski en su obra Los demonios, publicada en 1872.
En 1872 Necháyev fue detenido en Zúrich. Devuelto a Rusia, fue juzgado y condenado a veinte años de trabajos forzados. Murió en prisión diez años más tarde. El crimen de Necháyev desencadenó la persecución del movimiento Tierra y Libertad. La organización, que había resurgido en 1876, a finales de la década de 1870 estaba prácticamente desaparecida. De sus cenizas surgió el primer partido revolucionario ruso, con el nombre de Voluntad del Pueblo [6]. Sus miembros, que justificaban el uso de la violencia, cometieron varios atentados contra Alejandro II. Finalmente, el zar libertador fue asesinado el 13 de marzo de 1881.
Vladímir Ilich Uliánov (Lenin) nació el 22 de abril de 1870. Era el tercero de los seis hijos del matrimonio de Iliá Uliánov, profesor de enseñanza secundaria que en 1869 había sido nombrado inspector de las escuelas públicas, y de María Blank, hija de un médico judío propietario de una hacienda en la aldea de Kokuchkino, próxima a Kazán, en la que los niños Uliánov pasaban los veranos.
Vladímir fue un escolar aplicado, que se educó en el seno de una familia que Courtois describe como "muy digna, muy unida, con unos modales perfectamente burgueses, típica de esa clase intelligent que apareció a la vuelta de la década de 1860". El futuro Lenin creció fascinado por su hermano Alexandr, "el bienamado hijo mayor, orgullo y esperanza de la familia", un escolar modélico, trabajador y responsable.
Los Uliánov, que habían apoyado sin reservas las reformas políticas de Alejandro II, recibieron la noticia del asesinato del zar con enorme indignación y, según Courtois, "condenaron sin remisión a los terroristas y demás revolucionarios de todo pelaje".
Adolescencia y juventud
Alejandro III subió al trono dispuesto a poner fin a las reformas liberales de su padre. Con el objeto de desmantelar las organizaciones y sociedades clandestinas, la primera de sus medidas fue el fortalecimiento de la policía secreta.
En 1883, un antiguo militante de Tierra y Libertad, Gueorgui Plejánov [7], como reacción al terrorismo desatado por los militantes de Voluntad del Pueblo, decidió fundar un grupo marxista revolucionario que descartara la violencia como estrategia política. La nueva organización, con el nombre de Grupo para la Emancipación del Trabajo (GET), debía dedicarse, fundamentalmente, al estudio de la obra de Marx y a su adaptación a las características de la sociedad rusa.
En enero de 1886 la apacible vida de los Uliánov fue trastocada por la inesperada muerte del padre de familia. El mayor de los hijos, Alexandr, que estudiaba química y biología en la Universidad de San Petersburgo, sufrió una notable transformación. Abandonó la práctica religiosa y cambió los libros de texto por lecturas que incitaban a la revolución, como el ¿Qué hacer? de Chernyshevski o El Capital de Marx. Dispuesto a romper con lo que consideraba el aburguesamiento intolerable de sus padres, entró en contacto con el sector más violento de La Voluntad del Pueblo, convirtiéndose en uno de sus líderes.
En 1887, cuando se acercaba la fecha del aniversario del asesinato de Alejandro II, los camaradas de Alexandr decidieron celebrarlo con un nuevo atentado contra su sucesor. "El químico Alexandr fue el encargado de preparar las bombas". La policía secreta tuvo conocimiento de los preparativos y los autores fueron detenidos antes de cometer el crimen. Entre los arrestados estaban Ana y Alexandr Uliánov. Durante el juicio, Alexandr se declaró culpable y el único responsable del intento de asesinato. Por si fuera poco, hizo todo un alegato a favor del terrorismo político y se negó a solicitar la clemencia del zar. Fue condenado a muerte y ahorcado el 20 de mayo de 1887, junto a cuatro camaradas. Tenía 21 años.
"La ejecución de su hermano mayor proyectó brutalmente a Vladímir Ilich hacia el mundo de los adultos. Ese adolescente que llevaba una vida despreocupada se hundió en la dimensión trágica de la Historia", escribe Courtois.
Poco después de la ejecución de su hermano, Vladímir tuvo que presentarse a los exámenes finales de bachillerato. A pesar del drama recién vivido, los aprobó con magníficas calificaciones. Al llegar a la universidad, influido sin duda por la biografía de su hermano mayor, el joven Uliánov se acercó a los compañeros ideológicamente más cercanos a Voluntad del Pueblo, lo que provocó su expulsión antes de que finalizara el primer curso. Como solo se le permitía presentarse a los exámenes finales, se instaló a vivir en Kokuchkino. Aquella sería su residencia hasta noviembre de 1888.
En Kokuchkino, Vladímir se adueñó de la biblioteca de su hermano Alexandr para buscar en ella su formación revolucionaria: Chernyshevski, Necháiev, Marx, Plejánov…
La lectura del ¿Qué hacer? de Chernyshevski "cambió profundamente al joven Vladímir, en medio del drama familiar y en plena crisis de identidad de la adolescencia". Para Courtois, Vladímir encontró en esta novela no solo un reflejo de su situación familiar, sino un modelo a seguir.
La novela proponía un camino, de una voluntad de regeneración de la sociedad y del hombre por la ideología, de una búsqueda de la felicidad general, ambas soportadas por un héroe [Rajmétov] lleno de abnegación, enderezador de entuertos, salvador de la humanidad. Como Vladímir Ilich había perdido la fe, su modelo ya no podía ser Cristo. Se convertiría pues en una reencarnación inédita de Rajmétov [8].
La formación ideológica del que sería el inventor del totalitarismo fue trazada por sus lecturas. En Chernyshevski, Vladímir encontró el héroe que podía legitimar una moral revolucionaria; en Necháyev, la justificación de la violencia; en Marx, el valor científico de la ideología revolucionaria; más tarde, Plejánov "le daría el marco de una línea política efectiva".
En el otoño de 1888 la familia se trasladó a Kazán. Allí Vladímir entró en contacto con círculos revolucionarios, tanto con los grupos terroristas a los que había pertenecido su hermano como con aquellos más afines al marxismo. Courtois señala el hecho curioso de que Lenin hiciera siempre lo posible por borrar las huellas que en él dejó su afinidad con Necháiev:
¿Acaso el futuro líder bolchevique temía que le acusaran de populismo zafio, cuando lo que pretendía era ser el guardián de los principios científicos del marxismo?
En la primavera de 1889 María Uliánov compró una hacienda con la idea de que su hijo Vladímir se ocupara de ella. Pensaba que podría hacer de él un terrateniente y apartarle de las tentaciones revolucionarias. Su plan resultó un completo fracaso. El futuro Lenin se pasaba el día leyendo, sin mostrar interés alguno por la agricultura ni por los campesinos.
Licenciado en 1892, Lenin optó por dedicarse al ejercicio de la abogacía en Moscú y San Petersburgo. Al llegar a Moscú, como ya era costumbre en él, lo primero que hizo fue entrar en contacto con los grupos marxistas universitarios.
Activismo político. Siberia
El 1 de noviembre de 1894. Alejandro III murió por una enfermedad del riñón. Esta inesperada desaparición de un zar conservador, pero modernizador y eficaz, iba a tener consecuencias considerables; su hijo Nicolás II, que entonces apenas era mayor que Vladímir Uliánov, no estaba preparado para esa función y solo aceptó el trono por deber.
En marzo de 1895 el Ministerio del Interior concedió a Vladímir su pasaporte. Ya podía viajar a Europa y entrar en contacto con la socialdemocracia europea. En París conoció a Paul Lafargue, el yerno de Marx; en Berlín se entrevistó con Liebknecht, uno de los jefes del SPD, y en Ginebra con "el ídolo viviente del marxismo ruso", Gueorgui Plejánov.
De vuelta a Rusia después de cinco meses de gira europea, organizó la Unión de Lucha para la Emancipación de la Clase Obrera, organización que tuvo pocos meses de vida, pues pronto fue desarticulada y sus dirigentes, detenidos. A Lenin lo detuvieron en diciembre de 1895. En febrero de 1897 fue juzgado y condenado a tres años de exilio en Siberia. Una "deportación de lujo", pues se le concedía la compañía de una mujer con la condición de que estuviera casado con ella. Así fue como decidió contraer matrimonio con Nadezhda Krúpskaya, a la que había conocido en prisión. Se casaron el 22 de julio de 1898. De ella dice Courtois:
Nadezda –¡acompañada siempre por su madre!– se comportó más como una muy atenta camarada, y luego como una militante del aparato bolchevique, que como una amante apasionada. (…) Que los historiadores sepan, Vladímir solo tuvo una verdadera pasión amorosa con una mujer madura, liberada y más joven que él, Inessa Armand [9].
El 10 de febrero de 1900 terminó su condena, pero se le prohibía residir en cualquier ciudad universitaria y ejercer cualquier profesión de las consideradas liberales, como la abogacía o la docencia. "Dejaba Siberia en un estado de entusiasmo doctrinal y de angustia ante la división de la socialdemocracia rusa". Era necesario una teoría revolucionaria que uniese a todos los socialistas. Y a eso pensaba dedicar todo su esfuerzo.
Lleno de rabia y de resentimiento, decidió optar por una lucha radical contra ese régimen y esa sociedad, y emplear toda su inteligencia y su energía –que no eran pocas– en legitimar en el plano ideológico y teórico esa lucha a muerte y en crear el instrumento que le permitiera llevarlo a cabo.
Al tiempo que mantenía el principio revolucionario surgido de la Revolución Francesa y de la esperanza utópica de una sociedad perfecta procedente de Tomás Moro y su Utopía de 1516, transmitidos en la novela de Chernyshevski, Lenin los legitimaba gracias a la teoría marxista convertida en ciencia.
Con ello no hacía más que responder a la moda del cientifismo que había marcado el siglo XIX:
Dicho cientifismo, pecado venial de la sociología del siglo XIX, se convertiría en el elemento propulsor de los movimientos totalitarios, tanto del comunismo como del nazismo [10].
Lenin se reunió con Mártov y algunos de los camaradas marxistas más próximos a sus ideas para explicarles su proyecto de crear una revista revolucionaria que espolease la agitación. Así nació Iskra ("La Chispa"). El primer número, impreso en Leipzig, se publicó el 24 de diciembre de 1900. Lenin fue el autor anónimo del editorial.
El exilio
A finales de junio de 1900 Vladímir Uliánov consiguió un pasaporte y pudo salir de Rusia. Ya no volvería hasta la Revolución de febrero de 1917, salvo por unos meses entre diciembre de 1905 y la primavera de 1906.
Llegó a Zúrich, y de allí marchó a Ginebra. Quería volver a reunirse con Plejánov, "su héroe e ídolo". Un encuentro que él soñaba decisivo pero que resultó fatal.
En mayo de 1901 Iskra publicaba un artículo anónimo en su primera página, "¿Por dónde empezar?", llamando a la unión de todos los marxistas rusos bajo mando único [11].
En una reunión que se celebró en Zúrich para organizar el congreso de unificación de marxistas rusos en el exilio, Vladímir Uliánov, que asistió como delegado de Iskra, intentó crear una escisión en la Usdre (Unión Social Demócrata Rusa en el Extranjero). Al no conseguirlo, abandonó la reunión. Con ello, explica Courtois, inauguraba una estrategia "muy bolchevique", que consistía en infiltrarse en la reunión para controlarla y, si esto no se lograba, provocar una escisión; y si esto tampoco se conseguía los partidarios de Lenin se levantaban y se iban dando un portazo, "acusando a los demás de las peores villanías".
En julio de 1901 estalló el primer conflicto con Plejánov, que provocó que Iskra rompiera definitivamente con la socialdemocracia. En diciembre Vladímir Uliánov publicó en la revista un artículo firmado por N. Lenin en el que atacaba violentamente a liberales, populistas y marxistas teóricos.
En marzo de 1902 se publicó el famoso ¿Qué hacer? Las preguntas candentes de nuestro movimiento, en el que el autor hacía oficial su seudónimo Lenin, una alusión al río Lena, junto al que había vivido en su exilio de Siberia.
Qué hacer, se preguntaba Lenin en lo que quería ser su manifiesto ideológico, para evitar las tentaciones burocráticas y pequeñoburguesas de algunos dirigentes socialdemócratas. Qué hacer para extender la conciencia política y revolucionaria a amplios sectores de la población. Qué hacer para crear un partido fuerte que dé respuesta a las inquietudes revolucionarias cada vez más extendidas en la sociedad rusa. Qué hacer para extenderse sin traicionar el espíritu revolucionario del movimiento. No puede haber términos medios, advertía Lenin a los desviacionistas. La ideología o es burguesa o es socialista, y "todo lo que sea rebajar la ideología socialista, todo lo que sea alejarse de ella, equivale a fortalecer la ideología burguesa".
Según explicaba Lenin en su ¿Qué hacer?, la organización del partido debía basarse en un único principio, "el de la más severa discreción conspirativa, la más rigurosa selección de afiliados y la preparación de revolucionarios profesionales". Las propuestas de Lenin para extender el partido a todas las capas sociales y evitar que se cayera en el aburguesamiento eran la propaganda, la agitación, las denuncias y las depuraciones.
El joven lobo revolucionario retornado de Siberia empezaba a enseñar los colmillos y no tardaría en crear un formidable desorden en el redil de los marxistas rusos. A partir de entonces, Vladímir Uliánov, bajo el seudónimo de Lenin, sería su propio héroe. (…) En esta aventura imaginaria, sería el líder de un partido que tomaría el poder e implantaría el socialismo. Era una manera de reinventarse en el radiante porvenir, en la utopía.
En la primavera de 1902, los camaradas del SPD alemán recomendaron que la redacción de Iskra abandonara Alemania. En abril, todo el equipo de redacción desembarcó en Londres. Lenin, que había llegado acompañado de su mujer y de su suegra, ocupó su tiempo en la preparación de un congreso de refundación del POSDR unificado.
En otoño de 1902 se incorporó Trotski, que acababa de evadirse de Siberia. En abril de 1903, en contra de la opinión de Lenin, el equipo de redacción se trasladó a Ginebra para estar cerca de Plejánov. El 30 de julio de ese mismo año Plejánov inauguró en Bruselas el II Congreso del POSDR. El 7 de agosto la presión de la Policía obligó a trasladar el congreso a Ginebra. Durante el congreso, Lenin utilizó a la perfección "lo que sería su táctica favorita: la provocación".
Lenin salió triunfador del Congreso con una escasa mayoría, lo que no impidió que denominara a los suyos "bolcheviques", o mayoritarios, y al resto como "mencheviques", o minoritarios. El congreso que había sido convocado para conseguir la unión de los marxistas acabó con una escisión que ya nunca se cerró.
Pero el escueto triunfo de Lenin no duró mucho tiempo. Las disputas en Iskra continuaron, y finalmente Plejánov y Mártov se aliaron contra Lenin, dejándole excluido de la dirección de Iskra.
Lenin se quedó aislado y apoyado solo por su familia (madre, mujer, suegra, hermanas, cuñado y hermano). Su opa sobre el movimiento marxista había fracasado. Excluido de las direcciones de Iskra y el Comité Central, decidió que ya era hora de cruzar el Rubicón y crear su propio partido. Así fue como nació el leninismo. A partir de ese momento, cualquier divergencia con el líder sería considerada una herejía castigada con la "exclusión del círculo mágico de los fieles". En agosto de 1904, Lenin creaba su propio Comité Central.
"Y así", escribe Courtois, "a finales de 1904 ya habían aparecido todas las premisas del futuro partido totalitario": un líder carismático, una visión paranoica del mundo –dividido en amigos y enemigos–, una política revolucionaria radical que legitimaba la violencia y un partido de revolucionarios profesionales, basado en la lealtad personal al líder y a su doctrina.
La revolución de 1905
Mientras los revolucionarios y opositores al régimen radicalizaban su lucha, en el exterior, el zar Nicolás II se enfrentaba a un conflicto mayor. El 8 de febrero de 1904 los japoneses atacaron Port Arthur, lugar estratégico para Rusia. Después de casi un año de guerra y de un buen número de batallas ganadas por los japoneses, Rusia se vio obligada a capitular. La capitulación de Port Arthur se firmó el 2 de enero de 1905.
El 22 de enero, una manifestación pacífica y autorizada de 150.000 personas era violentamente atacada por la Policía. El resultado fue una auténtica matanza (200 muertos y más de 800 heridos) que hizo saltar por los aires el mito del buen zar. La manifestación fue presenciada por Alexandr Kérenski y por Gorki, que esa misma noche escribía a una amiga: "La revolución rusa ha empezado: mis más sinceras felicitaciones".
El 8 de marzo el zar propuso la creación de una asamblea consultiva, pero los zemstvos [12] exigían que fuera constituyente. La oposición liberal y el partido demócrata pedían el sufragio universal. Por su parte, Lenin, desde Ginebra, se reafirmaba en su postura de rechazo de cualquier forma de democracia parlamentaria y continuaba reivindicando el uso de la violencia extrema.
Para Lenin, todas estas batallas no eran más que etapas necesarias de la revolución burguesa, previa a la todavía lejana revolución socialista, la cual llegaría como "un vuelco violento del orden existente".
El zar, con la intención de cerrar la crisis de una forma pacífica, publicó el llamado Manifiesto del 30 de octubre, en el que se garantizaba "la libertad de conciencia, de expresión, de reunión y de asociación" y se anunciaba la convocatoria de elecciones [13].
Para disgusto de Lenin, la revolución parecía haber sido sofocada. Pero seis días después los marineros de la base militar de Kronstadt se levantaban exigiendo mejoras salariales. El 23 de noviembre Lenin, con un pasaporte falso, viajaba a San Petersburgo. Allí se alojó en casa de su hermana María y asistió de forma clandestina y con pseudónimo a una sesión del sóviet. El 28 de diciembre se levantaron sin éxito los bolcheviques de Moscú. La acción del Ejército dejó más de mil muertos. "Lenin tenía por fin su Comuna", escribe Courtois, para quien es remarcable la obsesión de Lenin con la Comuna de París de 1871.
Las reformas del manifiesto del zar del 30 de octubre de 1905 fueron tranquilizando la situación. Se produjo la ruptura definitiva entre los liberales y demócratas partidarios de reformas políticas y los que buscaban la revolución social. Los revolucionarios fueron perdiendo poder. Todo parecía indicar que Rusia avanzaba hacia una monarquía parlamentaria.
En ese clima de retroceso revolucionario, en mayo de 1907, el POSDR celebraba en Londres su V Congreso. En él, Lenin adoptó un talante moderado mientras, paralelamente, mantenía viva y secreta su propia organización.
El 26 de diciembre de 1907, Lenin, al sospechar que le estaba siguiendo la Policía, decidió volverse a Europa. Se instaló en Ginebra con Krúpskaya y la madre de esta y, en el otoño del año siguiente, el grupo se trasladó a París.
Del 15 de enero al 5 de febrero de 1910 se celebró en París el pleno de Comité Central del POSDR. Esta vez Lenin salió derrotado. Al darse cuenta de que ya había perdido el apoyo de su partido decidió abandonarlo. Había llegado el momento de poner en marcha el proyecto concebido en ¿Qué hacer?
En París, Lenin conoció a la que fue el único gran amor de su vida, Inessa Armand. Inessa (Elisabeth Pécheux) había nacido en París en 1874. Su padre murió cuando ella tenía 5 años. Su madre era una artista inglesa. Cuando se quedó huérfana se la llevó a Moscú una tía suya, que entró a trabajar como profesora de música en una familia rica, los Armand. Inessa tuvo como compañeros de juego a los niños Armand: Alexánder y Vladímir.
A los 20 años se casó con el mayor, Alexánder, con quien tuvo cuatro hijos. Cuando llevaban seis años casados, Inessa confesó a su marido que estaba enamorada de su hermano Vladímir. Alexánder aceptó la situación al más puro estilo nihilista y la nueva pareja marchó a Suiza, donde conectaron con los bolcheviques. Inessa sufrió varias detenciones. En 1907 fue condenada al exilio interior, entonces se dio a la fuga y se instaló en Francia. Vladímir Armand murió de tuberculosis en enero de 1909.
En París, Inessa asistió a una conferencia de Lenin. "Cuando sus destinos se cruzaron, se reconocieron como dos almas gemelas", escribe Courtois. Lenin con Inessa y su fiel Krupskaia formaron un curioso ménage à trois. Lo que nunca estuvo claro es si la relación de Lenin con Inessa era "carnal o platónica", pero, en todo caso, una cosa era segura: "En la gran tradición del sacrificio por la causa, Nadezhda aceptó la presencia permanente de Inessa".
Con la ayuda de uno de los líderes de la socialdemocracia checa, Lenin trataba de organizar una conferencia que, finalmente, se celebró de forma secreta en Praga en enero de 1912. De ella salió un nuevo Comité Central presidido por Lenin, en el que todos sus miembros fueron elegidos por él. Era un golpe de Estado dentro de la socialdemocracia rusa que provocó reacciones violentas de los demás marxistas. El estilo totalitario de Lenin "se consolidaba un poco más cada día", escribe Courtois. Los Uliánov dejaron París en junio de 1912 para fijar su nueva residencia en Cracovia.
Primera Guerra Mundial y la revolución de febrero de 1917
En la primavera 1914 los Ulíanov se fueron a pasar el verano en Peronin, pueblo de Galitzia bajo autoridad austrohúngara situado cerca de la frontera rusa. Allí les sorprendió el asesinato del archiduque de Austria en Sarajevo el 28 de junio de 1914. La Policía detuvo a Lenin al sospechar que podía ser un espía ruso. Gracias a la intervención de un socialista austríaco, fue puesto en libertad y enviado a Suiza.
El estallido de la guerra paralizó la II Internacional. No era eso lo que había pronosticado Marx. La revolución comunista iba a ser una revolución mundial, "el obrero no tiene patria" y los proletarios del mundo debían estar siempre unidos.
Ya en el primer congreso de esa II Internacional, celebrado en Stuttgart en 1907, Lenin había presentado una enmienda junto a Rosa Luxemburgo en la que exigían que, en caso de guerra, los socialistas aprovecharan para "levantar a las masas y derribar al capitalismo".
Sin embargo, cuando el día 1 de agosto estalló la guerra, "una corriente patriótica y belicista" se extendió rápidamente por los países implicados. A los líderes socialistas no les quedó otra que incorporarse al sentir patriótico. Todos lo hicieron salvo los bolcheviques rusos.
"Lo más penoso para un socialista no son los horrores de la guerra, sino los horrores de la traición de los jefes socialistas, los horrores del fracaso de la Internacional actual", dejó escrito Lenin.
El 11 de octubre de 1914 Lenin asistió a una conferencia pública en Lausana en la que Plejánov anunció su adhesión a la política de defensa nacional. Aquella adhesión suponía la ruptura definitiva con Lenin.
El 9 de enero de 1915 Lenin decidía cortar amarras con los KD, los SR, Plejánov y los mencheviques y crear, bajo su autoridad, una III Internacional. Lenin se planteaba ya renunciar al nombre de socialdemocracia, "mancillado y envilecido", para volver a la vieja denominación marxista de comunista.
En el otoño de aquel año el desplome del bolchevismo era una evidencia. En febrero de 1916 los Uliánov tuvieron que dejar su casa de Berna para trasladarse a una miserable habitación en Zúrich. Estaban sin blanca y la revolución parecía alejarse cada día más. Cuando todo parecía salirle mal, el 7 de marzo de 1917 llegó la gran noticia del derrocamiento del régimen zarista. Era el momento soñado por Lenin, "para el que llevaba veinte años preparándose". Era la oportunidad de crear "el primer partido-Estado totalitario" y llegaba cuando su inventor menos lo esperaba.
¿Cómo se había llegado hasta allí? En Rusia, al comienzo de la guerra, la situación social, política y militar estuvo bastante controlada. Sin embargo, un año más tarde las cosas empezaron a torcerse. Liberales y socialistas aprovecharon las primeras derrotas para intensificar su lucha contra el poder. En 1915 se formó en la Duma un bloque progresista con los KD, cuyo líder era Pável Miliukov, y los nacionalistas de izquierdas. El 14 de noviembre de 1916, Miliukov y el líder socialista Kérenski acusaron desde la tribuna al Gobierno de alta traición. El asesinato de Rasputín el 29 de diciembre sumió a la pareja imperial en una profunda desesperación. El 12 de enero de 1917, todos los grandes duques se unieron para pedir al zar un cambio de Gobierno.
De pronto, todo empezaba a desmoronarse. En Petrogrado [14] las manifestaciones y las huelgas se sucedían, y en los cuarteles se organizaban motines entre los soldados que se negaban a ir al frente. Se produjeron asesinatos de oficiales en los regimientos y en las calles, se mataba a militares, policías y burgueses. Sobre la situación, Courtois escribe:
La crueldad, tan cara a Lenin, acaba de hacer su entrada en público. En Petrogrado la revolución de febrero, presentada a menudo como pacífica, causó unos 1.500 muertos y 6.000 heridos.
El 15 de marzo dos diputados se presentaron ante el zar para pedirle su abdicación. La petición fue apoyada por todos los generales con mando en el frente. El zar abdicó sin discutir a favor de su hermano, el gran duque Miguel. Sin embargo, este, persuadido por Kerenski, renunció al trono. "La dinastía de los Romanov, con tres siglos de antigüedad, acababa de caer", escribe Courtois.
Lenin, que estaba a mil leguas de imaginar lo que estaba ocurriendo, cuando leyó la noticia en la prensa suiza exclamó: "¡Demoledor! ¡Increíble! ¡Completamente inesperado!". El 16 de marzo escribía a uno de sus camaradas: "Es la primera etapa de la primera revolución, que no será ni la última ni exclusivamente rusa".
Según Courtois, ya entonces Lenin
tenía en mente el plan de una guerra relámpago revolucionaria que llevaría directamente al asalto al poder y a la revolución comunista y lo único que pensaba era en unirse lo más pronto posible a ese nuevo campo de batalla.
Desde el 20 de marzo al 8 de abril, Lenin se dedicó a enviar cartas desde Zúrich para impedir que los bolcheviques colaboraran con el Gobierno provisional y con los mencheviques.
El regreso
El 6 de abril EEUU declaraba la guerra a Alemania. El general Ludendorf se dio cuenta de que una revolución en Rusia arruinaría la capacidad militar de este país y a él le permitiría ocuparse del frente franco-británico antes de la llegada de los americanos. El 9 de abril, treinta y dos emigrados rusos, entre los que se encontraban Lenin, su mujer, Inessa y quince bolcheviques más, subían a un tren alemán en la frontera suiza. En un vagón sellado (desde el punto de vista jurídico), viajaron a través de Frankfurt, Berlín y Estocolmo hasta llegar a Petrogrado. El 18 de abril, dos días después de su llegada, Lenin tomaba la palabra ante el comité ejecutivo del sóviet de Petrogrado para exponer su plan. Su intervención estuvo lejos de ser bien recibida. Los observadores más avispados comprendieron que el nuevo Lenin no era el de 1905. Se había deshumanizado, conspiraba contra todos y estaba dispuesto a lanzarse a la conquista del poder. Plejánov se dio perfectamente cuenta de que Lenin estaba dispuesto a levantar el estandarte de la guerra civil.
Plejánov no se equivocaba. Como primera tarea, Lenin se propuso afianzar su poder sobre los sóviets de Petrogrado y Moscú. Del 7 al 12 de mayo se reunió la conferencia nacional bolchevique, en la que se refrendaron sus tesis de abril. Tras este pequeño éxito, Lenin decidió concentrar la acción de agitación y propaganda entre los obreros y, sobre todo, entre los soldados.
A finales de junio habían liberado a los bolcheviques presos (entre ellos a Trotski), que inmediatamente se incorporaron a la nueva guardia roja de Lenin. El 16 de julio los bolcheviques organizaron una gran manifestación que fue repelida con violencia. Se saldó con treinta muertos y un centenar de heridos.
Kerenski, que tenía pruebas de la financiación alemana de los bolcheviques, ordenó la detención de 16 de sus dirigentes. La sede de Pravda fue arrasada, y se desarmó a las tropas de la guardia roja. Lenin se escondió en una granja disfrazado de campesino. El 4 de agosto se formaba el tercer Gobierno provisional, con Kerenski a la cabeza y Kornílov como comandante en jefe.
Los bolcheviques parecían definitivamente vencidos. Lenin, que se mantenía escondido en los alrededores de Petrogrado, el 3 de septiembre se marchó a Finlandia. Allí esperaría hasta que surgiera una oportunidad para hacerse con el poder. Y la oportunidad llegó.
El 10 de septiembre Kerenski, que, según Courtois, demostró ser "un político de la peor especie", anunciaba que Kornílov, un "excelente militar", había dimitido tras intentar dar un golpe de Estado. El tal golpe era falso, pero sirvió a Kerenski para exigir la dimisión de todo el Gobierno y asumir el poder absoluto. Se hizo nombrar comandante en jefe y el 14 de septiembre proclamó la República. Con ello abandonaba definitivamente a la derecha liberal y se entregaba a los bolcheviques.
La jugada de Kerenski fue la oportunidad que Lenin esperaba. En otoño el bolchevique se había convertido en un partido de masas con más de 300.000 militantes. El 20 de octubre Lenin entró clandestinamente en Petrogrado decidido a hacerse con el control absoluto del partido. El 6 de noviembre 6.000 guardias rojos fieles a Lenin ocupaban los puntos estratégicos de la capital. Aquella noche Lenin, disfrazado, llegó a Smolny, el barrio de Petrogrado que se había convertido en el cuartel general bolchevique. El día 7 por la mañana un cartel-proclama de Lenin colgaba por toda la ciudad:
¡A los ciudadanos de Rusia! El Gobierno provisional está destituido. El poder del Estado ha pasado a manos del órgano del sóviet de los diputados obreros y soldados de Petrogrado. (….) ¡Viva la revolución de los obreros, los soldados y los campesinos!
En la noche del 7 al 8 de noviembre, los guardias rojos y los marineros de Kronstadt atacaban el Palacio de Invierno, donde estaba el Gobierno en pleno, a excepción de Kerenski, que había huido.
La dictadura del proletariado
Lenin hizo votar una resolución por la que se crearía un Gobierno provisional de obreros y campesinos encargados de dirigir el país hasta que se convocara la Asamblea Constituyente.
El nuevo Gobierno se llamó Consejo de los Comisarios del Pueblo (Sovnarkom). Se nombraron quince comisarios, todos ellos bolcheviques de estricta obediencia al líder [15].
El Consejo estaba presididos por el todopoderoso Lenin que no tardó en dar las primeras órdenes represivas. Se prohibieron los panfletos contrarrevolucionarios, se pusieron bajo el control del Gobierno la radio y el telégrafo, se registraron pisos y automóviles y se cerraron siete de los principales periódicos. Obsesionado por mantener el poder, llevó a cabo una depuración salvaje de funcionarios dudosos de su confianza, así como la promoción de los entusiastas.
En realidad, Lenin jugaba con la dialéctica del caos y la dictadura. Por un lado, con la destrucción desde abajo del antiguo orden (…) Y, por otro lado, estaba empezando a organizar un tipo de poder sin precedentes. El Partido-Estado, cuyo amo supremo era él y donde los intereses particulares del Partido se confundían con los generales del Estado.
Cinco semanas después del golpe, Lenin había consolidado su poder en Petrogrado y en Moscú Kerenski había desaparecido, el Ejército estaba decapitado y a punto de entregarse. Los congresos de los sóviets y el Comité Ejecutivo Central estaban bajo su control.
El 25 de noviembre se celebran las elecciones a la Asamblea Constituyente. Si bien en Petrogrado el triunfo bolchevique era claro, "la capital no era el Imperio" y de los 37 millones de votos solo 10 millones (esencialmente de soldados y de obreros) fueron para el partido bolchevique. Lenin no iba a permitirlo: si se constituía la Asamblea, tenía que quedar sometida al poder del Gobierno.
Creó entonces un comité de lucha contra la contrarrevolución que detuvo a los organizadores de las elecciones y del recuento de votos. Lenin manipuló para que los sóviets locales, regimientos y campesinos pidieran que los kadetes, que habían obtenido el 5% de los votos, fueran expulsados de la Asamblea. El 20 de diciembre se creaba la Checa Central, encargada de vigilar, infiltrarse, detener, juzgar, condenar y ejecutar.
El fin de la Guerra Mundial
Lenin necesitaba poner fin a la guerra. Trotski fue el encargado de llevar a cabo las conversaciones. El 15 de diciembre habían cesado las hostilidades y el 22 dio comienzo la conferencia de Brest-Litovsk. Las condiciones de Alemania eran inadmisibles para Rusia. Pero Lenin, cuya mayor preocupación era liquidar la Asamblea Constituyente, ordenó que se cerrara cuanto antes el asunto alemán, fueran cuales fueran las condiciones. Finalmente, el 3 de marzo de 1918 Lenin firmó el humillante tratado de Brest-Litovsk, por el que Rusia perdía 80.000 kilómetros cuadrados de territorio.
La liquidación de la Asamblea
Lenin tenía muy claro que sin el control absoluto de la Asamblea su proyecto político no podría salir adelante y, por tanto, la supervivencia de la Asamblea dependía de que esta reconociera "sin reservas el poder de los sóviets". Para ello, estaba dispuesto a detener a los diputados de forma preventiva.
El 18 de enero se convocó la reunión de la Asamblea en el Palacio de Táuride, atestado de bolcheviques, guardias rojos y marineros de Kronstadt. Por la tarde se abrió la sesión con la presencia de Lenin, que leyó la Declaración de los derechos del pueblo trabajador y explotado, una hoja de ruta cuyo objetivo era la autodisolución de la Cámara, cosa que la Asamblea se negó a aceptar. Cuando al día siguiente llegaron los diputados, se encontraron el palacio rodeado por la guardia roja.
Frente a esos centenares de diputados lanzados a la calle y pronto encarcelados, exiliados o asesinados, que representaban a decenas de millones de ciudadanos expoliados, se alzaba un nuevo poder absoluto que reinaba con mano de hierro y que no temblaba jamás.
Parapetado tras el poder de los sóviets, Lenin había tomado el control de todos ellos en beneficio de un partido único, ligado tanto a su persona como a sus ideas.
La guerra civil y el asesinato de la familia del zar
La capitulación incondicional de Brest-Litvosk enfrentó a todas las fuerzas de derechas o de izquierdas que aún mantenían un sentimiento patriótico contra los bolcheviques. Desde los zaristas hasta los mencheviques, incluido un grupo de social-revolucionarios de izquierdas que cometieron varios atentados. Lenin ordenó el asesinato de todos los sospechosos de ser "contrarrevolucionarios".
En medio de ese ambiente de extrema crueldad, Lenin decidió "organizar meticulosamente y con el mayor de los secretos la matanza de la familia imperial en Ektarinburgo, la noche del 16 al 17 de julio de 1918, y ordenar el exterminio de todos los Romanov". Para ello se sirvió de unos militantes de su absoluta confianza. Hasta después de 1991 no se pudo saber el lugar exacto donde estaban enterrados los miembros de la familia que habían sido asesinados. Para Courtois, la actitud de Lenin mostraba "el carácter de venganza personal y de crueldad de esa matanza. La sangre de la familia imperial lavaba la de su hermano Alexandr".
A partir de ese momento se desató la guerra civil entre rojos y blancos. La orden de Lenin era clara:
Ninguna debilidad, ninguna duda puede ser tolerada en la aplicación del terror de masas.
Escribe Courtois:
Es cierto que durante la guerra civil ambos campos cometieron atrocidades sin nombre y dieron rienda suelta a su crueldad. Sin embargo, a diferencia del terror blanco, el terror rojo fue sistemático, pensado y ejecutado como tal por Lenin, según una voluntad de exterminio premeditado mucho antes de 1917 contra grupos enteros de la sociedad. Hasta el punto de que se puede hablar de genocidio de clase, al ser aquí la clase el criterio de exterminio.
El 10 de marzo de 1918 se transfirió el poder a Moscú. La dirección del partido se instaló en el Kremlin y la Checa Central en la Lubianka. En la noche del 11 al 12 de abril se produjo un ataque masivo contra los anarquistas: 25 ejecuciones y más de 500 detenciones.
Con el fin de dar a su poder una apariencia estatal normal, el 10 de julio de 1918 Lenin promulgó la Constitución de la República Federativa Soviética, que establecía: "El partido comunista dirige, gobierna y domina todo el aparato del Estado". El articulo 23 negaba a las personas y a los grupos "los derechos que pudieran utilizar en detrimento de la revolución socialista", es decir, toda posibilidad de crítica y oposición, advierte Courtois.
La III Internacional
En marzo de 1919 Lenin crea la III Internacional Comunista o Komintern, con la que soñaba desde otoño de 1914. En julio de 1920, ante delegados de toda Europa, se celebró su II Congreso. Se reconocía a los numerosos partidos comunistas, creados por escisión de los distintos partidos socialistas. Dichos partidos se concebían como secciones nacionales de un gran partido comunista mundial, y su misión era "combatir a todos los socialistas reformistas y llevar la guerra civil a sus propios países".
La hambruna
El 29 de abril de 1918 Lenin decretó la guerra contra los pequeños propietarios (kulaks), acusados de guardar el cereal para sí mismos y sus familias. Los campesinos fueron obligados por decreto a "entregar sus excedentes bajo pena de fusilamiento". La guerra contra los kulaks condujo a la mayor hambruna sufrida por el campesinado ruso.
Lenin se vio obligado a cambiar su política económica. La NEP (Nueva Política Económica) admitía la propiedad privada de los campesinos. Se trataba de un repliegue táctico para calmar al campesinado, pero Lenin no perdía de vista su meta de implantar el socialismo.
La NEP llegaba demasiado tarde y no pudo impedir la hambruna que cubrió las zonas donde se registraron las mayores confiscaciones de grano y las mayores revueltas campesinas. A eso se añadieron las grandes superficies no sembradas, la sequía y la prohibición del comercio interior. La hambruna estalló en la primavera de 1921 y duró hasta principios de 1923. Afectó a 30 millones de personas y puso fin a la resistencia campesina. Este éxito de Lenin sirvió de enseñanza a su mejor alumno, Stalin, que utilizó el mismo sistema en Ucrania entre 1932 y 1933.
El fin de Lenin
La salud de Lenin empezaba a resentirse, pero no aceptaba soltar el mando. En la noche del 25 al 26 de mayo de 1922 tuvo su primer ataque cerebral, que le dejó paralizado el lado derecho. El 2 de octubre volvía al Kremlin. El 13 de noviembre pronunció su último discurso en la apertura del IV Congreso del Komintern. En diciembre sufrió un nuevo ictus. Murió el 21 de enero de 1924. Tenía 53 años, pero aparentaba 90.
El 27 de enero, un día de frío siberiano, todos los pretendientes a la sucesión, salvo Trotski, "hábilmente alejado por un telegrama de Stalin", portaron el féretro del gran líder. Allí estaban Stalin, Zinóviev, Kámenev, Bujárin, Molótov, Tomski, Rudzutaky Dzerzhinski. Después, "esos locos marxistas tuvieron la idea de embalsamar el cuerpo" y exponerlo en el mausoleo para "ofrecerlo a la adoración de las masas".
Lenin instauró la cultura de la violencia y de la sumisión, favoreció el incremento del extremismo que enlutó el siglo XX e hirió de muerte a la vieja Europa. Su gran responsabilidad, escribe Courtois,"fue el haber intentado por todos los medios destruir el movimiento socialista fiel a la cultura democrática en beneficio de un comunismo totalitario, tanto en su esencia como en su práctica".
¿Cómo podemos comprender la inmensa impostura que fue el comunismo del siglo XX? ¿Cómo explicar que millones de hombres y mujeres hayan creído durante décadas –y siguen todavía creyéndolo– que esa idea garantizaría la felicidad de los obreros, cuando en realidad lo que hacían era postrarse ante el primer régimen totalitario inventado por ese mismo camarada Lenin? Un régimen que no solo sembraría desastres económicos, sociales y culturales, e inmensas tragedias humanas, sino que serviría de escuela y, a menudo, de modelo a todas las dictaduras del siglo XX, comunistas, por supuesto, pero también en gran medida a los fascistas y a los nazis.
Con estas palabras de desesperanza cierra Courtois su libro sobre Lenin y el régimen totalitario que inventó. Desesperanza justificada, pues está claro que el comunismo no ha dicho su última palabra.
[1] Courtois es autor principal del Libro negro del comunismo (1997).
[2] Era una clase social lo que había que exterminar.
[3] La actividad del movimiento Tierra y Libertad tuvo dos periodos: desde 1861 a 1864 y desde 1876 a 1879.
[4] Chernyshevski había adquirido una gran cultura gracias, primero, a las enseñanzas recibidas de su padre, sacerdote, y, más tarde, en el seminario de su localidad. A los 18 años ingresó en la Universidad de San Petersburgo para estudiar historia y filosofía; allí entró en contacto con círculos literarios más progresistas. En 1864, tras dos años en la fortaleza de San Pedro y San Pablo, fue condenado a siete años de prisión seguidos del exilio de por vida en Siberia. Liberado por Alejandro III, volvió a su ciudad natal, Sarátov, para morir cuando tenía 61 años.
[5] Serguéi Necháyev (1847-1882), nacido en una familia de siervos, llegó a ser maestro en San Petersburgo y a convertirse en líder de los estudiantes revolucionarios.
[6] En agosto de 1879 se produjo la escisión de Tierra y Libertad en Voluntad del Pueblo, cuyos miembros eran partidarios de los actos de terrorismo, y Repartición Negra (contarios a toda acción violenta), uno de cuyos dirigentes fue Plejánov.
[7] Plejánov vivió en el exilio desde enero de 1880.
[8] ¿Qué hacer? me parece una novela farragosa y aburrida, sobre todo si la comparo con cualquiera de las novelas de Tolstói o Dostoyevski escritas en la misma época, como Los demonios (1871), Los hermanos Karamazov (1880), Guerra y paz (1865-1869) o Ana Karenina (1877)
[9] Inessa y Lenin se conocieron en París años después.
[10] El cientifismo es también la coartada racional de las causas defendidas por los colectivos totalitarios que forman el comunismo del siglo XXI.
[11] En esos momentos la oposición al régimen estaba constituida por diferentes grupos: el de los terroristas que provenían de La Voluntad del Pueblo, y del que formaba parte el Partido Social-Revolucionario (SR), una corriente democrática que aspiraba a una monarquía constitucional, un movimiento marxista de exiliados muy dividido (estaban los ortodoxos de Iskra y los fieles a Plejánov) y, además, todos los activistas que vivían en Rusia.
[12] Los zemstvos eran consejos locales creados en tiempo de Alejandro II y que, más tarde, por iniciativa de los mencheviques, serían sustituidos por los sóviets.
[13] Se formaron nuevos partidos políticos: el Partido Democrático Constitucional (el KD o cadete), formado por intelectuales de la intelligentsia; el Partido Octubrista, partidario de reformas moderadas; el Bund de los judíos, el de los mencheviques y el de los bolcheviques.
[14] De 1914 a 1924 San Petersburgo se llamó Petrogrado.
[15] Como comisario de Instrucción Pública, Lenin nombró a Anatoli Lunacharski, a quien se debe la organización del juicio contra Dios por sus "crímenes contra la Humanidad". Tuvo como subordinada a la Krúpskaya. Ambos dimitieron en 1929 por no estar de acuerdo con las reformas educativas de Stalin.