Comunismo: La ilusión perdida
Introducción
No sólo de pan vive el hombre, también de ilusiones. La ilusión es necesaria, da un sentido al vivir y mantiene la esperanza. Luchar por un mundo mejor donde los humanos serán libres e iguales es un proyecto más que aceptable, capaz de ilusionar a quien tenga un poco de corazón. Si el proyecto no funciona en la realidad, se dice que es ilusorio. y la ilusión esperanzadora se transforma en una ilusión de iluso. Perder una esperanza es cruel y por eso la gente se niega, con todas sus fuerzas a desilusionarse. Se va a contar aquí la perdida de una ilusión importante, perdida que fue dolorosa para muchos.
La esperanza de un mundo mejor nos la ofrecía el Partido Comunista. Su oferta tenía un plus, como se dice ahora, existía un país donde la utopía de un mundo mejor se había realizado y se podía visitar .Ya no hacía falta imaginar como haríamos esa sociedad libre, bastaba con imitar lo ya realizado. Esto es importante, pues los militantes comunistas estaban exentos de imaginación, bastaba "memorizar" la URSS. En vez de soñar, se hacía. Era un proyecto eminentemente práctico. Que el modelo existiera en la realidad ofrecía otras ventajas; no hacía falta pensar, ya lo habían hecho los constructores del socialismo real. Teníamos un modo de empleo, como esos que acompañan los "kits" de muebles para montarlos uno mismo, pero en este caso el modo de empleo estaba traducido del ruso y no del japonés. La otra ventaja es que también te daban los instrumentos para el montaje de tu revolución: la estructura del partido. Así liberado de toda actividad intelectual podías entregarte en cuerpo y alma, es un decir, a la acción.
Hay otro punto que es importante. El proyecto te ofrecía y esto, creo, es lo fundamental, una visión del mundo muy coherente. Esta visión del mundo, esta filosofía, era la armazón ideológica del proyecto y su fundamento. Este esquema del mundo va a ser lo que guiará a los militantes del partido en la vida. Es una moral, ya que les dice lo que es bueno y lo que es malo y les evita "caer en tentación", que es el pensar. Esto lo ha explicado con gran precisión Orwell en su libro 1984 (libro que recomendamos, pues a muchos nos ha ayudado a salir de la ilusión). Esta doctrina, esta filosofía se denominaba "marxismo-leninismo". Hoy ya no, aún sigue existiendo en las cabezas de algunos, pero de modo anónimo, eso si, estructurando el pensar de muchos intelectuales de izquierdas hoy, a los que podemos llamar con toda justicia "tardoestalinianos". Las doctrinas son como las enfermedades unas son contagiosas y otras, además, se vuelven endémicas y latentes, como en este caso.
La ilusión perdida se llama comunismo. El hundimiento del socialismo real en los países más desarrollados ha confirmado que la idea de comunismo, a lo menos tal como se definió en el siglo XIX. ha quedado obsoleta. Es incapaz de construir un mundo mejor, que era su objetivo. Pero curiosamente el batacazo de los regímenes liderados por los partidos comunistas, no ha servido para eliminar la doctrina en la que se fundaban. Sorprendentemente sigue siendo operativa en los medios intelectuales y ha desaparecido del medio obrero. Puede ser que unos vivan en las nubes y otros suden. Las razones de esto son muy complejas y profundas.
Aquí intentaremos describir como se ha perdido esa ilusión. Este proceso se ha efectuado durante el siglo XX y forma parte de la triste historia de ese período. Es un ejemplo del brote de un mito y de su agostamiento. Es también un modelo del funcionamiento de la alienación ideológica, individual y en masa, que nos muestra la fragilidad de la razón, y la debilidad de la moral de muchos humanos.
Una doctrina que propugna un mundo libre, sus seguidores establecen un sistema totalitario de opresión extrema. En paralelo veremos que por otras vías aparece un nacional-socialismo totalitario. Los dos sistemas, que tienen estructuras sociales muy semejantes se van a enfrentar, uno muere por una acción exterior, el otro por muerte natural, natural para un régimen totalitario: por consunción.
El brote
Para que brote una planta no basta con sembrarla, son necesarias unas condiciones adecuadas: un terreno que sea propicio, un cierto clima y unos cuidados apropiados. En un medio dejado al abandono crecen todas las especies y las más duras arraigan mejor, pero con rendimientos reducidos. En un país con un régimen dictatorial, con una buena dosis de desigualdad social, una falta de libertad importante y una capacidad represiva rodada durante años, las ideas de libertad y de lucha por la igualdad pueden cuajar fácilmente. Por eso mismo las autoridades ejercen un fuerte control sobre la difusión de ideas y sobre las personas que pueden ser portadores de otras "verdades" que podrían alterar el equilibrio del sistema, basado, como corresponde a una sociedad cerrada, en la unicidad de "su" verdad.
La unicidad del pensamiento del sistema conduce a la aparición espontánea de minúsculos grupos de crítica de todo tipo, literaria, social y política, que son la reacción normal a la viscosidad intelectual del medio. Estos grupos pueden llegar a ser núcleos de disidencia política y es en ellos donde puede caer, con posibilidad de fructificar, la semilla de una ideología política elaborada. En España, a finales de los años 40 y principio de los 50, se reunían las condiciones para la aparición de núcleos de disidencia, diferentes de los residuos de opciones políticas anteriores a la guerra civil. Es decir, que el sistema generaba su propia oposición a partir de su realidad.
En la Universidad en particular se formaban grupos informales que discutían otros temas diferentes de los litigios sobre resultados de los partidos de fútbol. Los asuntos eran variados sobre la censura del cine o del teatro o la novela; de ahí se solía pasar a una búsqueda de ideas diferentes de las que ofrecía el sistema, pues por la general estas últimas no permitían comprender razonablemente la que sucedía, cultural o socialmente. Las reuniones tenían lugar, por lo que sé, en bares, cafés y en la trastienda de alguna librería o en el Ateneo. Siempre grupos muy reducidos, casi nunca más de diez personas, formados por estudiantes de ciencias, letras, derecho e ingeniería, todos mezclados y a veces un licenciado que hacía oposiciones.
Los textos que se leían eran tan heterogéneos como homogéneo era el pensar oficial. Russell, Eddington, Unamuno, Jaspers, Ortega, Kierkegaard, Husserl, Humme, y más tarde Camus, Heidegger y Sartre. En algunos casos era conocidos de oído más que por lectura. No hay que olvidar que una parte de los profesores de los institutos de segunda enseñanza eran "de antes de la guerra" y se les solía "escapar" alguna que otra cosa interesante en sus enseñanzas. Eran como indicadores de cultura posible y muchas veces sin querer, fuente de bibliografía "herética".
No eran muchos los grupitos de inquietos y aún menos numerosos los núcleos potencialmente políticos. Un par de ellos fueron contactados por el Partido Comunista. En ello tuvieron mucho que ver los hermanos Semprun, Carlos y "Federico Sánchez". Los contactos esporádicos y por lo general breves, de los mensajeros, sólo permitían la exposición unos esbozos doctrinales. Pero el hecho de ser la doctrina enemiga número uno del régimen y la dura represión que sufrían sus seguidores, le confería un estatuto de seriedad, que compensaba ampliamente la escasez y pobreza de la información ideológica. A esto hay que añadir la existencia de la Unión Soviética, estado en el que se había realizado la revolución por la libertad y por la igualdad, lo que era mucho más, por ser real, que un argumento.
De este modo gentes entrenadas por una clandestinidad cultural ligera, entraban con entusiasmo en una clandestinidad mucho más temible. y su prácticamente nula información sobre el marxismo, en cualquiera de sus variantes ideológicas, hacían que se aceptase las migajas doctrinales como un saber total. A esto hay que añadir que los mensajeros aparecían como los representantes del proletariado, la clase ascendente. No eran, estos enviados, proletarios, simplemente se trataba de las conexiones, humanas y verdaderas, con La Clase, y ellos, los mensajeros, sabían lo que había que saber. Nace así una fe. Fe en los enviados, ángeles, que con los riesgos, reales y de todos sabidos, que corren, dan testimonio de la verdad que revelan: una Buena Nueva, el evangelio de que existe una salvación terrenal, y que el paraíso ya existe y esta aquí, y esa es la verdadera fe.
A una masa, reducida, de intelectuales en formación, con una astronomía de doctrinas inconcretas en la cabeza, la llegada, más bien el anuncio de la llegada, de una doctrina sólida, coherente y justificada experimentalmente, no puede por menos que seducirla. Los seducidos, por su mera aceptación de la nueva fe, forman parte de la inmensa falange de los combatientes por la libertad y la igualdad de todos los hombres. y movidos por esa esperanza, la de lograr una liberación local y universal, van a afrontar cárceles y persecuciones, que son de verdad, ciertas, terrenales y están ahí, a la vuelta de la esquina. La ilusión ha prendido y esos son los brotes.
La instalación y la consolidación de esa ilusión producirá efectos secundarios variados. En primer lugar los brotes, los embriones de una oposición independiente de los partidos de antes de la guerra, brotados en el seno del sistema mismo, es decir autóctonos, serán, casi todos, absorbidos por la Gran Ilusión y en la mayor parte de los casos, digeridos. En segundo lugar aparecerá como la oposición más creíble y más fuerte, casi hegemónica en el medio de la oposición al régimen. Esta posición central y dominante hará aparecer a su doctrina como la única seria, con la consecuencia de que los análisis sobre la situación del país que se deducían de su aplicación, se parecían mucho más a lo que decía la doctrina de cómo era el mundo que a "lo que acontecía en la roa". Distorsión de la realidad que los ilusionados no percibían, tan fuerte era su fe. Firmeza que les transformaba en ilusos. Su prestigio hacía que sus "visiones" políticas, apareciesen entre buena parte de la oposición como la quinta esencia de la verdad. Lo que no favorecía en exceso la toma de conciencia de la situación real con la que tenía que lidiar la oposición.
En cierto modo el hacer y el decir de los portadores de la Gran Ilusión estaban creando un pensamiento único, que parecía que iba a ser predominante en la sociedad futura, como ya casi lo era entre la oposición al régimen. Pero será su coherencia misma, en el fondo su pobreza intelectual, la causa, con el paso del tiempo, es decir con la experiencia de los ilusionados, de la desilusión. Si la ilusión se produjo casi de golpe, el proceso que conducirá a la desilusión será mucho más lento.
Las razones del brote y de su arraigo
Hoy muchos se preguntan qué razones fueron las que condujeron a algunos a aceptar la doctrina comunista. La respuesta natural es que eran unos malvados, ansiosos de poder. En verdad es que si se conocen los frutos de la doctrina, aceptarla implica tener razones que sólo son confesables en el secreto de un confesionario. Pero en aquella época muy pocos sabían lo que pasaba en los países del imperio soviético. Lo que decía el sistema nacional del sistema comunista no era creíble, pues se suponía que era pura propaganda del régimen. La inmensa mayoría de los que por aquel entonces se aproximaban al PC, lo hacían con la mejor voluntad; la represión del régimen no favorecía la llegada de arribistas en masa.
La debilidad doctrinal de los mensajeros, que se ha indicado, no era obstáculo para su aceptación. La doctrina del régimen era también muy débil. Sus exigencias doctrinales eran reducidísimas: aceptar las consignas y repetirlas, tener fe y confianza en el Jefe, (recuerden, los que puedan, la canción aquella que decía "¡Y fieles al Caudillo son en paz y guerra...!"). Los cursos de Formación Política, obligatorios en todos los centros de enseñanza, se limitaban a exponer las bases programáticas del sistema sin admitir la menor discusión, lo que les reducía a ser meras charlas de información propagandista. Es decir que la formación política del régimen era, en cuanto la forma, idéntica, hoy lo sabemos, a la desarrollada en los estados controlados por partidos comunistas. En principio pasar de una doctrina a otra, de la del estado franquista a la expuesta por los mensajeros, no era difícil, pues no requería una ruptura del esquema mental político: entrega ciega al Gran Jefe, cantar los éxitos del sistema, comulgar con las verdades proclamadas, ser capaz de sacrificarse por todo ello. Bastaba con cambiar el nombre de la persona y los términos de la doctrina. Es que ambos sistemas eran ideocracias, ideas que se reducían en la práctica a términos.
La semejanza entre ambos sistemas queda reflejada en los chistes que circulaban en los ámbitos. Uno es idéntico en los dos casos. En el caso español: en un tranvía un hombre critica el sistema de pantanos del régimen, otro le dice que no es verdad lo que cuenta, a lo que responde el primero que él viaja mucho y ha visto lo que sucede en la realidad, a lo que replica el segundo: ¡Más leer los periódicos y menos viajar! En el chiste ruso, el tema son tractores en lugar de pantanos. En ambos sistemas no se considera la realidad.
Las similitudes entre los sistemas es uno de los factores que va a favorecer la implantación de la doctrina. Por otro lado, la debilidad doctrinal del régimen no puede ofrecer una resistencia adecuada. La educación filosófica impartida se reducía a un tomismo degradado a fuerza de simplificarlo y poco más. No se fomentaba, precisamente, el espíritu critico. Si la doctrina no llegaba, por la limitación doctrinal de los mensajeros, lo que sí comunicaban eran los objetivos que se pretendían lograr. Y estos eran importantes tanto social como personalmente.
Lo que anunciaban era: primero, colonizar el Futuro, es decir crear un medio favorable al hombre y poder controlarlo (aquí hay un guiño a los arribistas posibles) este mundo nuevo permitiría la emancipación de los oprimidos. Para ello los que "saben" se encargarán de orientar y dirigir a los oprimidos, la clase obrera que está engañada por el sistema capitalista; los "sabedores" son los revolucionarios profesionales (otro guiño), empleados a jornada completa y fijos.
Segundo, la entrada en el partido implicaba, de hecho, el abandono de las tendencias individualistas por la aceptación de la fusión, teórica y práctica, en el aparato del agente revolucionario de la clase universal, que realizará la revolución.
Tercero, la lucha local, aquí y ahora, es también universal. El proletariado, a cuyo servicio se está, representa a toda la humanidad, la verdadera.
Cuarto, este quehacer está (se diría hoy) avalado por el hecho de tener la Historia un sentido y esta lucha va justamente en esa dirección.
Se ofrecen: un objetivo grandioso: transformar el mundo. Progresista, se va en el "sentido de la Historia". Altruista, la lucha local es universal. Moral, el egoísmo, el individualismo, desaparece al socializarse el agente revolucionario. Esto último requiere por parte del revolucionario la dejación de todo pensar, en particular crítico.
Nos encontramos con un sistema que conduce a la servidumbre voluntaria. Aceptada por ser la acción futura una aventura, colonizar el futuro, es decir controlar el tiempo. Ser generosa ya que se hace por y para la humanidad, la verdadera, los oprimidos. Ser moral ya que se elimina el individualismo egoísta y se le sustituye por una socialización. No exige ni pensar ni criticar.
Se comprende que el brote nazca y se afiance. En un régimen autoritario, con tendencias (frustradas) al totalitarismo y con un esquema doctrinal tosco y débil, la llegada de otra visión política tiene muchas posibilidades de afincarse. En nuestro caso las posibilidades de ser aceptada crecen pues se expone una doctrina, aun presentada con cuentagotas, y que es también autoritaria (lo que favorece el cambio doctrinal), pero, esto es lo decisivo, que lucha por la liberación de la humanidad, que dice tener un alcance universal, a lo que hay que añadir la posesión de la clave, una teoría científica, eso si, que nos dice como hay que hacer la revolución: "el Materialismo Histórico". En aquel momento, no hay que olvidar el tiempo, todo joven iluso con un poco de sensibilidad social, se aproximaba al Partido. La salida será otro cantar, curiosamente facilitada por el hacer real de los partidos comunistas del mundo, su universalismo era de verdad, pero no en el sentido que ellos lo creían.
Una ideología elaborada a mano
Por los años cincuenta era más bien difícil conseguir información del mundo que no pasara por los canales oficiales o controlados por la censura. Raros eran los libros extranjeros de cualquier clase que llegaban a las librerías y los que podían viajar al exterior, no solían traerlos en las maletas, por miedo a los controles en las aduanas; lo mismo sucedía con los periódicos. A estas condiciones de aislamiento cultural, querido por el propio régimen, hay que añadir la automarginación, relativa pero real, que implica toda actividad clandestina. Si a esto añadimos el funcionamiento en "células" de los militantes, se puede comprender que la formación ideológica tienda a ser escuálida y dogmática. No se debe olvidar que la formación doctrinal se efectuaba por vía oral y que los transmisores tenían una información recibida también de boca a oreja. En 1954 creo que había un solo ejemplar del Manifiesto en el ámbito de la Universidad de Madrid.
La ideología elaborada en esas circunstancias tenía todas las características de una "labor" casera. La opresión era capitalista, el mundo occidental y su centro, los Estados Unidos, luchaban para mantener la explotación, la prueba es que se apoyaban en regímenes fascistas, como el franquista. El mal estaba en las democracias occidentales, justificaban sus maldades con el pretexto de la democracia. Las democracias se podían clasificar en dos categorías: la democracia formal del capitalismo, la falsa, y la verdadera, la democracia socialista, la autentica. El bien era la URSS y los otros países socialistas. El mal, el resto de las estructuras sociales que en el mundo había. A esto hay que añadir que los socialistas eran unos vendidos al capital. La liberación se lograría gracias a las luchas del proletariado, ahora adormecido por las artimañas de los capitalistas y sus aliados, pero que despertaría, en parte, gracias a nuestra lucha. La Historia tiene unas leyes que se acaban cumpliendo siempre, pues la Historia tiene un sentido que descubrieron los padres de la doctrina, en el caminar de la historia se llegará al estadio final: el comunismo, donde el hombre será libre. Luchamos contra las fuerzas que se oponen a la marcha de la Historia, nuestra lucha va en el sentido de la Historia y en la Unión Soviética se está realizando la Historia limpiamente.
El partido conocía, interpretaba de una manera justa la doctrina descubierta y elaborada por los fundadores del marxismo, defendiéndola de los que querían deformarla, caso Trosky, del que se conocía únicamente el nombre.
Es curioso que en 1954 en Madrid y en una reunión de célula se acusase a un militante de tendencias troskistas, lo que produjo sorpresa, nadie sabía lo que quería significar el acusador al emplear ese adjetivo, pero se aceptó que tal cosa debía ser algo terrible. Un detalle: el acusado se había dejado bigote y barba, recortada en tomo a la boca. La ignorancia no implica nunca ausencia de fe.
Curiosamente este esquema doctrinal tiene un fuerte parecido con lo que en los países socialistas se denominaba el "diamat", es decir la enseñanza de la doctrina marxista en las escuelas y los centros de formación profesional.
Este esquema doctrinal permite, en primera aproximación, explicar todos los fenómenos sociales y políticos y es el fundamento "científico" de la ilusión. Su ampliación en el momento de la transición aquí, por la llegada de mejor información, no alteró su estructura y hoy sigue siendo la visión del mundo que tienen los "tardoestalinianos" que circulan por estos barrios. Es curioso que esta visión del mundo dualista, coexista, en algunos casos, con una formación cultural media. Lo que parece indicar que es algo más que una visión del mundo, es una fe.
Esta fe da confianza, se sabe como marcha el mundo, se elimina el acaso, lo imprevisible, al tiempo que nos confirma en nuestro afán. Es un saber sencillo y que marcha siempre, a condición de "analizar" (manipular) de un modo adecuado los datos. Si las cosas van bien, es que la línea política aplicada era la justa, lo que confirma la doctrina, si las cosas van mal es que unos encantadores capitalistas enemigos nuestros han interferido en el proceso, impidiendo que la línea justa triunfe. La doctrina, el esquema, es, dentro de sus límites, coherente, verdadero e imposible de "falsar". y esto confirma en la fe al creyente. Este fideísmo hace al militante "inasequible al desaliento", y le blinda ante los ataques de la realidad, a la que se puede calificar de reaccionaria.
Las informaciones que indicaban que en la Unión Soviética y los países socialistas, las cosa no eran como decía la doctrina, y que habían pasado y pasaban cosas más bien feas, eran rechazadas como invenciones de los imperialistas en su lucha contra el comunismo. Eran intentos de intoxicación del enemigo de clase. Era evidente que las noticias llegaban de los países capitalistas y las traían escapados de los países del socialismo real, unos traidores sin duda, o unos resentidos. Llegaban noticias de unos levantamientos de obreros en Alemania Oriental, que decían que habían sido reprimidos por las tropas soviéticas, seguramente bulos de los imperialistas americanos. Los campos de concentración en la URSS, otra mentira. Pero en 1956 Jruschov en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética pronunció la famosa conferencia sobre los crímenes de Stalin. Era una declaración oficial que confirmaba los cientos de documentos que circulaban por toda Europa sobre lo que sucedía en los países del Este. Creó un cierto malestar. Produjo un cataclismo en los estados gobernados por partidos comunistas e inició la descomposición del bloque socialista.
Jruschov mismo explicó que esos crímenes eran el fruto de la actuación de un ser maligno, un asesino y un maníaco, precisamente el ídolo de los comunistas del mundo entero hasta el momento del informe de Jruschov. Se trataba de una desviación de la doctrina, del "culto de la personalidad". Esta interpretación satisfizo a una buena parte de las militancias de los países de Europa, pero desarticuló la vida política de los países del bloque soviético, donde se produjeron levantamientos populares que fueron reprimidos con la ayuda del ejercito soviético.
Para los partidos comunistas del mundo occidental, esto no tenía una gran importancia, ya que el sistema comunista mismo había iniciado la "desestalinización", prueba irrefutable de la justeza de la doctrina. De todas formas bastantes militantes perdieron la fe en el partido, algunos perdieron sólo en parte, como se verá más tarde, la ilusión.
Este período fue de sumo interés para los que estábamos implicados en ese mundo de la ilusión. Fue ver como se desmoronaba una fe, el desorden ideológico, la desorientación moral, la búsqueda de un terreno firme para seguir en la lucha. Una desilusión importante había comenzado y su importancia residía en que el detonador de todo ello eran las autoridades máximas del sistema comunista. Algo había pasado en la patria del proletariado que obligó a denunciar la situación. Eso forma parte del sistema. Lo interesante será ver como reaccionaron los fieles en el mundo occidental y que caminos tomaron para "salvar sus almas".
El inicio del divorcio
En 1955, en octubre, pasé la frontera francesa camino del exilio. En París retomé, con cierta dificultad, contacto con responsables del PCE. En aquel momento el partido estaba prohibido en Francia, y era natural que tomasen precauciones. Me extrañó que tardase tanto en contactarme, me daba la impresión no sólo de desconfianza, también de una falta de coordinación, que era inquietante.
Por fin se realizó el contacto. A los pocos días me reuní con un dirigente, según me dijeron, que me sometió a un interrogatorio, prácticamente idéntico a uno a que me infligió la policía del régimen español unos meses antes. Al parecer había sido aceptado ya que tras la entrevista me asignaron un contacto fijo. A este contacto le pedí información doctrinal, textos que leer. Me trajo unos escritos de Dolores Ibarruri, que me comentó haciendo un subido elogio de la autora. Su lectura fue un duro golpe para mi fe en la dirección del partido. En España no era fácil conseguir libros, pero de un modo u otro se podían leer obras de Unamuno, Ortega, Russell, Jaspers, Hume, entre otros y una multitud de novelistas franceses, ingleses y rusos; bastaba buscar. En mi caso hay que añadir la lectura del Manifiesto de Marx y Engels (aquel ejemplar único). Los artículos de Dolores me dieron la sensación de una gran pobreza intelectual. Donde estaba no había libros o es que no tenía tiempo para leer, tanto se ocupaba de las tareas revolucionarías, de todas formas me produjo una desagradable sensación de inquietud. Cuando lo comenté con mi enlace, este me dio a entender que esa impresión era debida a mi falta de formación marxista, intoxicado que estaba por los libros que había leído. Tuve la impresión que lo que pretendía decirme es que me faltaba fe.
En 1956 ya estaba fuera del partido, marginado y acusado de acciones horribles. Tenía contactos con militantes del POUM, con los anarquistas y con el Gobierno de la República en el exilio. Todos ellos me parecieron gente interesante y honrada y que no tenía nada que ver con lo que de ellos se decía en el PCE. Curiosamente los anarquistas, lo supe más tarde, me clasificaron como "chino". Era el término con el que calificaban a los comunistas; es que en los años treinta por toda España circulaban chinos, probablemente japoneses, que vendían baratijas "todo a peleta" y que regateaban y engañaban al comprador de un modo grosero. Para los anarquistas eso es lo que eran los comunistas. Vendedores de baratijas y gente de mala fe. Su experiencia, con y contra ellos, justificaba ampliamente tal apelación. Y fue en ese año cuando tuvo lugar la revolución húngara.
Un poco antes de la revolución húngara tuvo lugar el levantamiento de Posnan en Polonia, una huelga fue terminada a tiros, con muertos entre los obreros, de esto no se decía nada en el Partido. En Polonia vuelve al poder el comunista Gomulka, que había estado en la cárcel en la URSS, por sus tendencias "socialdemócratas y nacionalistas". Este denuncia a los estalinianos, desrusifica Polonia, suprime la colectivización e inicia un intento de gestión obrera. Por aquellos años corría una historia que decía: ¡Gomulka sólo se ocupa de mejorar las cárceles y no hace nada por la educación! Es que no es probable que Gomulka vuelva a la escuela. Este fue un antecedente y una lección para los ciudadanos húngaros.
Todo comenzó por los estudiantes y los intelectuales, que fundaron el Circulo Petofi, poeta húngaro que luchó por la independencia nacional en el siglo XIX, fueron sus miembros los que iniciaron la revolución húngara. Inmediatamente les siguen los obreros de las fábricas y el resto de la población, pidiendo libertad y la destitución del estaliniano Rakosi y su sustitución por el comunista moderado Nagy; tras unos choques violentos con la policía; los obreros de la fabrica de armas habían repartido estas a la población, Nagy llega al poder e instaura una libertad de prensa, suprime el partido único y autoriza partidos políticos, liquida la colectivización y permite la formación de consejos obreros en las fabricas. Las tropas soviéticas, apoyadas por tropas de "los países hermanos", aplastan el sistema Nagy; este se ha refugiado en la embajada yugoeslava, saldrá de ella con un salvoconducto del Gobierno húngaro proruso de Kadar; le acompañaban varios intelectuales, entre ellos el filósofo Lukacs, pero en el camino una patrulla del ejercito soviético los detiene y fusilan a Nagy y a tres de sus acompañantes. Sigue una dura represión.
La invasión de un país socialista, que trata de liberalizarse, por el ejercito de la URSS, fue un duro golpe para los comunistas de los países occidentales. En el PCE, en París, se forman Círculos Petofi de discusión, uno de ellos con Carlos Semprun a la cabeza realizó una tarea de agitación pidiendo a la dirección del partido aclaraciones. Uno de los miembros, al que llamaremos "M" se separó del Circulo y con su ayuda Carlos y otros miembros del Círculo acabaron en "las tinieblas exteriores". Es decir, resucitaron.
Como es normal los PC de Europa calificaron el levantamiento popular húngaro de "fascista", manipulado por los Imperialistas Americanos y la intervención como algo parecido a la salvación del mundo del peligro fascista. Y la revolución del pueblo húngaro en busca de su libertad como una "contrarrevolución". Con esta propaganda frenaron las salidas. En el fondo les sirvió a los partidos comunistas para testar la "fidelidad" de sus militantes. En la mayoría de los casos era una "fidelidad" a prueba de revoluciones populares.
Muchos de los que salieron de los partidos continuaron con su fe en el marxismo- leninismo. Lo que había pasado en la URSS era el fruto de una personalidad malvada, lo que sucedía en los otros países socialistas, desviaciones de los dirigentes que habían pervertido la doctrina, estos se acercaban, doctrinalmente, a los troskistas. Otros buscaban la línea justa en líderes nuevos como Tito, o en Mao. Otros, una minoría, salieron de la órbita del marxismo definitivamente.
De todas formas los que salieron o quedaron en los partidos y que tenían aún fe, sus creencias estaban melladas. Si eran creyentes fieles, el proletariado, incluso en los países socialistas, estaba corrompido, como lo demostraba lo sucedido en Hungría. Necesitaban otra base social revolucionaría, aparece el concepto de Pueblo. Son los Pueblos la "clase" revolucionaria de los tiempos modernos. Tal modificación ponía al descubierto el abandono del pensamiento de Marx. La descomposición del sistema socialista alcanzaba sus mismas bases doctrinales. Era reconocer que ya no funcionaban. La doctrina se había vuelto caduca. Por el paso del tiempo y la acción de los hombres la mató, como podía esperarse de la doctrina del Materialismo Histórico mismo. Es que no hay teoría falsa que no encierre alguna verdad.
La ceguera voluntaria
El sistema socialista, el realizado, el real, era evidente que había fracasado, pero la fe, que mueve montañas, es también capaz de estabilizar las arenas más movedizas. Nada más inestable que sistema del socialismo real. Los fíeles, militantes y compañeros de viaje, juraban que el sistema era un puro macizo herciniano. Sin duda el informe del XX Congreso del PCUS, denunciando el estalinísmo, fue, para ellos, un golpe bajo, pero la fe actuó como fuerza de cicatrización, y nació la teoría del "culto de la personalidad". La culpa de todo aquello fue de un hombre: Stalin, no del sistema ni de la doctrina. La lucha, ahora, se planteaba en combatir la reacción mundial, que con el pretexto de los supuestos horrores del estalinismo quería destruir la flor del progresismo, es decir los países socialistas y los PC. Entramos aquí en el mecanismo que podemos llamar de inversión de la realidad.
Para conservar la fe era necesario negar la realidad de "lo que acontecía en la rúa". Este fenómeno existía entre los seguidores de los PC, desde que se instauró el socialismo en un (solo) país; había que defender, como fuera, el sistema soviético. Psicológicamente les ayudaba mucho el saber que la doctrina decía que había dos verdades, la proletaria y la burguesa, diferencia generada por la situación de clase del juzgador.
En medicina se llama escotoma la mancha o manchas oscuras en el ojo, que reducen o limitan el campo visual; puede decirse que en los militantes de los PC se instala una escotomización en cuanto se trata de política o de asuntos sociales. Se ve únicamente lo que permite el ojo enfermo, con ello se afianza la fe por simplificación de los procesos históricos y sociales, eliminando sus múltiples raíces. De este modo se engendra una visión policíaca de la Historia, el proceso está manipulado por las manos ocultas de los malos, la CIA, los judíos, los masones, las multinacionales, el sionismo y el resto de las potencias del mal, que cada una actúa en su momento, casi nunca dos a la vez. Es la exigencia de la simplificación. No se ve el proceso, siempre complicado, se ve, solo, el "crimen".
La caída del muro de Berlín debería haber atenuado este modo de ver el mundo, pero no ha sido así. Estaban entrenados a negar información. En 1937 se publicó en París el libro de Anton Ciliga, un militante comunista que había circulado por todo el mundo como agente de las ideas comunistas, acabó en la URSS y en ella en lo que entonces se llamaban "isolators", eufemismo de campo de concentración. Ciliga consiguió escapar a Occidente y denunció lo visto y vivido en el libro, que se titulaba En el País de la Gran Mentira, lo que era un modo escandaloso de llamar a la "Patria del Proletariado". Es interesante señalar que cuando los nazis alemanes ocuparon París, uno de los libros que hicieron desaparecer por el fuego fue el de Ciliga. Después de la II Guerra Mundial, en el 47, se publico el libro de Kravchenko Yo escogí la libertad, que dio lugar a un largo y escandaloso juicio en París, ya que los comunistas francesas le acusaban de mentir; años más tarde Kravchenko moría de modo extraño en Nueva York. Un dicho que corría por aquellos tiempos en París contaba que el juez interrogaba a uno de los testigos de cargo y le preguntó: "¿Usted jura que es libre en la Unión Soviética?, a lo que el testigo declaró: 'Totalmente libre, puedo hacer y hago lo que quiero, sin que nadie me lo impida'. El juez terminó el interrogatorio despidiéndose del testigo con un: Gracias y que usted lo pase bien don José Stalín". Las revelaciones fueron, y son, calificadas de inventos del "imperialismo". Llegó Solzhenitsyn, con su Un día en la vida de Ivan Denisovich y más tarde El Archipiélago Gulag. La obra fue calificada, justamente, como "antisoviética" y su autor como un reaccionario profundo.
Hoy se sabe, los archivos de la URSS dan testimonio de ello, que todos esos "cuentos" eran ciertos. A pesar de ello, los neoestalinianos siguen en sus trece. Con menos confianza, pero diciendo en el fondo lo mismo. Las causas de esa terquedad están en que con la caída del muro se les ha evaporado casi toda la doctrina, pero les queda un sistema de valores, los del estalinismo. Decir esto es un error, ni el estalinismo, ni las otras formas de marxismo tenían una axiología. En Marx no existe prácticamente, y lo que puede dar la impresión de tal cosa en El Capital, no tiene esa capacidad. La moral de los marxistas será siempre el "negativo" fotográfico, de los valores de la sociedad burguesa. Pero un "negativo" simplificado. Lo blanco es negro y lo negro es blanco. Blanco y negro, sin tonalidades intermedias. Esta simplificación es una de las razones de la permanencia de la ilusión entre los que hoy siguen creyendo. Este pensar dualístico, pasa entre ello por "la dialéctica". y conduce a una dicotomía permanente de la realidad, los buenos (ellos) y los malos (los otros). Este modo de pensar, es un decir, permite permanecer donde se está sin problemas. Buena conciencia, pero falsa, y una especie de esperanza: lo que fue (el socialismo real) volverá, pues lo dicen las leyes de la historia. Los procesos que se dan en la realidad, se interpretan como manipulaciones de los malos. Su visión dicotómica va pareja con un tiempo cíclico. Los ilusionados de hoy están encerrados en su mundo, en el que todo se reduce a condenar lo negro y a esperar tiempos mejores. Son un grupo conservador, tratan de conservarse, para cuando el desastre anunciado del capitalismo se realice, ellos estarán ahí para lo que haga falta. No es esperanza, es espera de sala de espera. El tren de la historia llegará inexorablemente.
Su ignorancia de lo que escribió Marx es fabulosa. En el pensamiento de Marx está el tiempo lineal, el que marcha inexorablemente y de un modo irreversible, por eso para él las teorías y doctrinas no duran más que lo que dura el ámbito histórico donde nacieron. Según Marx las ideologías tienen, como las latas de sardinas, una fecha limite de uso y consumo; consumirlas más tarde produce intoxicación mental grave, en este caso el "tardoestalinismo", que puede conducir de otra vez a una nueva "utopía mortífera". Que nos haría recordar aquella de Camboya. Tan silenciada por los "ilusionados" que en nuestro mundo son.
Más tarde habrá que ver cómo se forma esa falsa conciencia.
El historicismo inmune a la evidencia
Cuando se produce una ruptura, una escisión en la dialéctica Objeto-Sujeto, suele aparecer una estructura delirante en forma de ideología. O dicho de otro modo, cuando el sujeto se vuelve pasivo, la sociedad, el mundo aparece como una entidad extraña, como una potencia sobrenatural, que aplasta al yo del sujeto. O dicho en castellano, cuando se supone que no hay modo de actuar sobre nuestro entorno, que es, según esta situación mental, manipulado por fuerzas exteriores a nosotros, en ese momento se puede comenzar a delirar. Es decir ver enanos malignos bajo las estructuras de lo que nos rodea.
No cabe duda que una multinacional manda mucho y atacarla es sumamente difícil, pero localmente se la puede combatir eficazmente; lanzar y mantener una movimiento de boicot puede ser un arma eficaz. Un gobierno controla muchos aspectos de la vida, pero una buena campaña política, fundada en la realidad, puede obligarle a ceder; los ejemplos abundan. Si se supone que el enemigo es invencible, la derrota es segura. Derrota que se supone que es debida al carácter invencible atribuido al enemigo, con lo que la suposición queda confirmada por la realidad.
Entre los ilusionados de ayer y de hoy, la ruptura entre el militante, el sujeto, y la sociedad, el objeto, es una constante. La fuerte centralización de las organizaciones comunistas somete al militante a una marginación social permanente y tensa; no es él quién detecta o evalúa el problema que se presenta en la sociedad, ni decide como y cuando hay que actuar. Por militancia se rompen los lazos con el mundo circundante, es la dirección la que mantiene la relación con el mundo y quién decide en todo. Esta sabe como es la sociedad, conoce las manos ocultas que manejan todo y por eso dirige. Aquí reside el núcleo que genera el pensar delirante. El pensar que existen fuerzas ocultas y extrañas que manejan el mundo, es lo que el biólogo Monod llamaba, con acierto, el animismo y denunció como animismo el pensar llamado marxista.
El animismo empieza declarando que existen unas leyes de la historia parecidas a las de la física. Son leyes imparables y que acaban realizándose. Lo más que puede hacer el humano es actuar en la vía marcada por esas leyes, es decir actuar en el "sentido de la Historia". Pero este sentido lo conoce bien la dirección del partido, gracias a dominar la ciencia que lo explica: el marxismo-leninismo. De este modo el ilusionado militante tiene que obedecer, no ya como un cadáver, más bien como un mineral bajo la acción de la gravitación universal, el militante es como el mineral que desconoce la ley, por definición. Estudiar la ciencia que lo explica todo, puede ser peligroso, pues sin una preparación adecuada, puede conducir a desviaciones que llevan, inexorablemente, a la expulsión del partido y el militante cae en las tinieblas exteriores.
Los ilusionados que aún quedan, curiosamente la mayoría forma parte de lo que se llama mundo intelectual, aparecen como inasequibles al desaliento. Los documentos y las denuncias de los escapados de la URSS no los aceptaban, pues como les decía la dirección, eran informaciones falsas propagadas por la CIA, para hacer daño a la patria de los trabajadores. Cuando se desmoronó el mundo soviético y aparecieron documentos oficiales que hacían ciertas las denuncias anteriores, tampoco fueron creídas; tan grande era su fe. Aquellos errores fueron, sin duda, el fruto de unos traidores infiltrados en el ámbito revolucionario; esta interpretación se salta a la torera el hecho de que tales cosas sucedieron en todos los países socialistas, lo que implica que todas las direcciones de los PC de esos países estaban formadas por una mayoría de traidores. La otra explicación de los ilusionados dice que los horrores fueron provocados por la presión del mundo occidental que trataba de destruir el socialismo realizado. Los causantes de los males, de los errores, fueron siempre los humanos, jamás frutos de la doctrina, pues de ser así esta resultaría ser falsa. Todas estas interpretaciones de la realidad, no solo justifican su fe, también, y eso es importante, ponen en evidencia el carácter irrealista de su doctrina. El mundo que "ven" es el imaginado por su teoría, no el que está ahí. No aceptan la realidad por no ser su realidad. Viven inmersos en un mundo que les es propio y que les sirve de fundamento a su conciencia moral. Lo cierto es que son conscientes de lo que pasa, pero con una conciencia falsa, y aquí se tropieza con la piedra de ángulo del "tardoestalinismo", que es como hay que calificar a los que hoy defienden los valores y las ideas del marxismo-leninismo. Existen dos grandes grupos de tardoestalinianos: los que se declaran militantes comunistas y los discípulos ocultos.
El estalinismo no fue una doctrina desarrollada e impuesta por don José Stalin, es una visión del mundo muy general, el marxismo en su desarrollo histórico realiza y da una forma particular a ese modo de interpretar el mundo. Esta estructura delirante adquirió forma de ideología a medida que se mostraba que la aplicación de la doctrina marxista no funcionaba, al intentar salvar la doctrina esta se transforma en una falsa conciencia coherente, una ideología en el sentido que, precisamente, Marx daba a ese término. Este, Engels y los siguientes pretendieron dar un sesgo científico a su doctrina, el resultado fue el animismo de las leyes de la historia y la fabricación de una axiología, un sistema de valores, que en la obra de Marx no existía, y que en el fondo se reduce a utilizar los valores de la sociedad burguesa, pero invirtiéndolos.
Hoy la doctrina, como tal, se ha evaporado, como consecuencia del hundimiento del sistema soviético que era su justificación última y les queda la visión del mundo y la axiología. Es decir un sistema cerrado sobre sí mismo: una falsa conciencia casi perfecta. Lo que les permite defenderse y atacar. Su defensa está en que su saber del mundo no es falsable.
Número 9
Intelectuales
Retratos
Reseñas
- Poesía recuperadaJulia Escobar
- Contradicciones del mundo y del amorAmalia Gómez Sancha
- Errores futurosAntonio López Campillo
- Final extraordinario para una trilogía memorableCésar Vidal
- Hayek y la monedaJosé Ignacio del Castillo
- Una mirada aguda a la historia de EEUUCésar Vidal
- Las aventuras del joven BorgesRubén Loza Aguerrebere
- Los difíciles retos de RusiaCésar Vidal
- Cuidado con lo que cuentan sobre los genesAntonio López Campillo
- Las deudas del pasadoMarta Prado
- Robert Arlt, el escritor furiosoJulia Escobar
- La epopeya del arte americanoRubén Loza Aguerrebere
- Mejor no empezarMarta Prado
- Poco CuentoJulia Escobar
Ideas en Libertad Digital
- El libre comercioManuel F. Ayau Cordón
- La importacia de la democracia económicaCarlos Ball
- Cómo los países ricos pueden desactivar la "bomba poblacional"Gary S. Becker
- El llamadoAlberto Benegas-Lynch (h)
- Utilitarismo o iusnaturalismoFrancisco Capella
- El enigma de la propiedadPorfirio Cristaldo Ayala
- Compromiso de justiciaJavier Gómez de Liaño
- Seguridad Social: Una reliquia del colectivismoJesús Gómez Ruiz
- Los grupos de interés pesan más que los ciudadanosRicardo Medina Macías
- El fracaso de la planificación japonesaAlberto Recarte
- El debate sobre las armasPaul Craig Roberts
- Guerra y comercio: Bastiat tenía razónLlewelyn H. Rockwell
- La izquierda es reaccionariaCarlos Semprún Maura
- Cómo crear una crisis energéticaHans F. Sennholz
- Una renta básica para los ricosFernando Serra
- ¿Qué fue realmente la Revolución cultural china?César Vidal
El rincón de los serviles
- La fortaleza de la economía españolaAlberto Recarte
- Un nuevo sistema electoral para una nueva democraciaFernando Prieto
- Grandes controversias de la historia de la ciencia económica (II). Humanistas contra ecologistas.Antonio Mascaró Rotger
- Errores de la teoría monetaria actualJesús Gómez Ruiz
- Ética y eutanasiaFrancisco Capella
24 de Marzo del 2006
Estimados lectores:
Aunque es comentario no va relacionado con el tema espero que ha ustedes que son de mentalidad abierta pudiesen ver el documental que se titula "Costa Rica Sociedad Anónima", el documental habla acerca de los puntos que no se tratan en elTLC y a raiz de una proyección por un canal costarricense, se prohibio su reproduccion, es interesante verlo y espero que sigan la voz... me despido y si lo quieren ver escribanme al correo...
Att: Anonimo?
el extracto de diario de burgos de 1 de febrero sobre sus
comentarios demuestran que usted, aparte de reaccionarrio, es
un autentico sdesconocedor del islam. arremete con titulares
sinverguenzas sobre la violencia que atribuye a todos los
musulmanes, con una gratuidad que extremece. de quimica
puede que sepa usted mucho, pero dejese de dar lecciones
morales sobre lo que tienen que creer o pensar los demas. su
articulo es autentico terrorismo, permitido por quienes le dan
cancha en un foro de opinion como db. no sabe usted
interpretar el coran, y tampoco sabe mirar en los regímenes
cristianos sobre la igualdad de los sexos y las personas.
ejemplos tiene la iglesia catolica sobre como tratar a unos y
otros segun su condicion. que unos pocos iluminados en
nombre del islam que dicen defender, se armen con cinturones
bomba, no significa que los creyentes aprueben eso, ni que
tengan un fusil de asalto bajo la cama. El Ira, grupo armado,
catolico irlandes, no representa a los cristianos del mundo; eta
cuyos militantes estan o han estado ligados a la iglesia vasca, no
pueden representar a los fieles cristianos. deje usted las
enseñanzas morales para otros y dediquese a teorizar sobre los
cuantos y otras cosas menos importantes y no haga titulares
beato cristianos contra lo que desconoce. da pena leer sus
opiniones?